Hugo Torres llegando al Santiago Bernabéu parecía un rey feudal entrando a su castillo. Todos los empleados del lugar lo saludaban haciendo una pequeña reverencia y lo miraban como si fuera un dios. Tampoco era una exageración ese comportamiento tratándose del capitán del equipo, balón de oro del año y el jugador de fútbol mejor pagado de la historia.
Fue hasta los vestuarios sin saber muy bien porque lo habían citado allí, y al entrar se encontró con el presidente del club que estaba sentado en uno de los bancos.
–¿Para qué me necesita nuestro amado presidente? –Preguntó abriendo los brazos para abrazar al hombre que le devolvió el abrazo.
–Siéntate Hugo, lo que tengo para hablar contigo es algo serio. –Anunció su presidente y Hugo tomó asiento frunciendo el ceño. –Te admiro mucho, tanto como jugador como persona, es algo que siempre te he dejado bastante claro, pero esto es un equipo y yo necesito proteger sus intereses. Hace meses que te advertimos que deberías poner un control en los escándalos mediáticos que están haciendo sombra sobre tu carrera.
–No soy el único al que le pasa esto Fernando, y tú bien lo sabes.
–No, infelizmente los jóvenes sois muy impulsivos por naturaleza y los que tienen dinero más. Hay decenas de videos tuyos borracho por las redes sociales, denuncias de mujeres que alegan haber salido embarazadas de ti, y tres accidentes de coche que te convierten en un irresponsable. Eso sin contar todas las lesiones que sufriste por estar sin entrenar por tus resacas, todo tiene un límite Hugo estamos perdiendo contratos millonarios por tu culpa. Esto es un equipo, pero también es una empresa que necesita facturar, y por más que seas el mejor del mundo, en el último año hemos perdido mucho más de lo que hemos ganado contigo, y nuestra reputación empieza a verse afectada. Ya no puedo permitir que tus líos de faldas afecten mi bolsillo.
–Eso ya lo tengo muy claro, ahora ve directo al punto Palacios. –Hugo espetó apretando sus puños en el banco que estaba sentado.
–Necesitas cambiar tu imagen de atleta fiestero a atleta ejemplar, serio y si posible hasta prometido, y agradece que no te estoy exigiendo que te cases.
–¡¿Pero te has vuelto loco? ¡¿Quiere que tenga una relación de apariencias por el bien de tu economía?!¡¿Quién te has creído que eres para pedirme algo así?!–Hugo se escandalizó con las palabras de su presidente.
–Soy el hombre que puede ayudarte a terminar tu carrera con broche de oro, o el que puede enterrar tu nombre y no serás recordado nunca más. –Fernando lo amenazó, y Hugo se puso de pie con gesto amenazante. –O cambias tu imagen para la prensa, o no solo te quedarás sin la renovación de tu contrato, también me certificaré de que salgas de este club por la puerta trasera Hugo Torres. Eres ya un treintañero, y sabes bien lo que significa eso para esta profesión. –Fernando terminó lo que tenía que decir y se fue del vestuario dejando a Hugo con la palabra en la boca.
Se sentó en el banco mirando su taquilla y la camiseta con su nombre que Fernando Palacios había dejado tirada en el suelo del vestuario. Hugo llamó a su representante Felipe Herráez, para contarle todo lo que había hablado con el presidente. Quedaron de verse en su casa, y para cuando llegó pudo ver el coche de Felipe entrando al garaje de su mansión.
–Tiene que haber alguna solución Felipe, ese hombre no puede amenazarme así sin más. Puedo poner una denuncia contra él. –Hugo hablaba caminando de un lado a otro y llevando las manos a su cabeza.
–No seas inocente Hugo, por supuesto que el hombre más rico de España te puede amenazar cuantas veces quiera. –Se envaró su amigo. –Además, si le metes una denuncia como mucho terminarás siendo el niño caprichoso y malagradecido escupiendo en el plato que ha comido. La afición del Real Madrid te va a machacar, también olvida la idea de terminar mal con el club y conseguir un buen contrato después. Tu posible segundo Balón de oro quedará solamente en tus sueños.
–Gracias por la gran motivación que me estás dando Felipe.
–Soy tu representante, pero también soy tu amigo, no esperes que te diga lo que quieres escuchar.
–¿Entonces tengo que hacer lo que me está mandando? –Hugo preguntó con cansancio.
–Sí, tampoco es tan difícil que te consigas una novia. Hay millares de mujeres que quieren estar contigo.
–Por supuesto que hay, un montón de locas, controladoras y celosas. No pienso entrar en una relación con nadie. Jamás aceptaría tener un compromiso con una persona por una simple obligación, sé perfectamente que ese tipo de arreglos no terminan bien, y no pienso hacer daño a nadie, mucho menos engañar. Además, si ya me odian por unos cuantos polvos casuales, imagínate si le pongo los cuernos a una novia, sería crucificado. –Contestó con indignación.
–En eso te doy la razón, y una mujer dolida montando un escándalo es lo último que necesitas, solo empeoraría tu imagen. Pues que sea una novia falsa, alguien a quien no le importe lo que hagas. Que te ayude a fingir una relación y te permita seguir viviendo tu vida de soltero.
–No seas ridículo Felipe, es una idea absurda. No funcionaría, ya sabemos de unos cuantos casos que han terminado en juicios, o peor casados y en juicios.
–Buscaré una solución Hugo, te prometo que nadie va a destruir tu carrera, ni siquiera tú mismo. –Le consoló su amigo, pero se sorprendió cuando lo vio ponerse de pie. –¿Se puede saber a dónde vas ahora? –Preguntó con curiosidad.
–Me han diseñado un nuevo reloj, así que voy a por él.
–¿Desde cuándo necesitas ir tú a buscar algo? – Extrañó su amigo.
–No lo necesito, pero así salgo, doy una vuelta y respiro un poco.
Salió de su casa y manejó hasta el centro de Madrid, su cabeza no dejaba de dar vueltas a las palabras de Fernando Palacios. Por un lado, sabía que tenía razón, los escándalos en los que se había empezado a meter en el último año, terminarían destruyendo su carrera, si es que no lo hacía antes la administración de su club. Había llegado muy lejos, más de lo que cualquiera podría llegar a soñar, pero no había hecho todo ese esfuerzo para quedarse a mitad del camino. Lo que no se imaginaba es que la solución para su problema estaba bajando de un autobús en ese mismo momento de camino a una entrevista que cambiaría para siempre sus vidas.
Julia bajó del autobús muy nerviosa por la entrevista que la esperaba. Había intentado de todo, pero las puertas se habían cerrado para ella. Esa entrevista de trabajo era su última oportunidad o podía olvidarse de su nueva vida en España y tendría que regresar a Argentina con una mano delante y otra detrás, eso sin contar que en su país ya no tenía a nadie.
Su mejor amiga Kelly y su madre Aurora la habían acogido en su diminuto departamento cuando llegó a España y quería ayudarlas en todo lo posible, como ellas la habían ayudado. Aurora trabajaba de limpieza en aquella zona del centro limpiando tiendas, y le había asegurado que intentaría dejar uno de los currículos de Julia en alguno de esos locales, y ahora por fin la habían llamado de una de esas tiendas.
Nada más entrar se sintió un pez fuera del agua, la tienda no solamente era exclusiva, sino que también era muy lujosa. Se miró en uno de los espejos de la entrada y suspiró, tal vez lo que llevaba puesto no fuera lo más adecuado para esa entrevista, pero aquella ropa era lo mejor que tenía en su maleta. Se llenó de valor y caminó hasta el mostrador donde dos dependientas la miraron con total desprecio.
Hugo aparcó el coche en un aparcamiento privado de la calle Serrano y decidió caminar hasta una de las tiendas más exclusivas de la zona. Nada más entrar notó que estaba vacía, pero escuchaba unas voces que venían desde el mostrador de la tienda y se acercó para ver qué estaba pasando. Había una mujer de piel muy blanca y un cabello largo, castaño oscuro que forman hermosos tirabuzones hasta llegar a la curva de su trasero. Estaba vestida de forma simple, unos jeans y una camiseta rosa palo de manga corta. No podía ver su cara, pero solo de espaldas ya se veía hermosa y su voz parecía la de un ángel.
–Por favor, esta es mi última oportunidad señorita, aprendo rápido y soy muy trabajadora.
–¡¿Te has creído que esto es una ONG?!–Se burlaba la dependienta junto con otra que estaba a su lado y se reían de la chica.
–Necesito este trabajo sino no podré regularizar mi situación en este país, me van a deportar si no consigo los papeles. Si me dan esa oportunidad no se van a arrepentir, se lo juro. –La chica rogaba, se veía realmente desesperada.
–¡¡Un favor que nos haría inmigración con librarnos de gentuza como tú!!¡¿Mal vestida y encima inmigrante, no sé cómo permiten a este tipo de gente entrar en este país?!– Exclamó la dependienta humillando a la chica.
–Todo está explicado en mi currículo, si sabían que no estaba calificada para este puesto, ¿por qué me llamaron? –Julia preguntó indignada y la mujer miró a su compañera con gesto acusatorio.
–Vi su foto de perfil y parecía que tenía un buen porte físico, también habla inglés, no me esperaba está muerta de hambre. – Respondió la otra chica a la mirada acusatoria de su jefa. – Tienes razón Maite, no deberían permitir la entrada a esta gente, al escuchar esas palabras Hugo sintió que ya no podía quedarse al margen.
–¡¡También deberían preparar la salida de personas como usted señorita!!
–¡¡¡¡Señor Torres!!!!–Exclamaron las dos dependientas a unisonó.
–¡Por eso este país no avanza, por gente ignorante como vosotras dos, porque no pasan de eso! Dos xenofóbicas ignorantes. – Hugo afirmó acercándose a la chica por detrás.Julia al sentir el calor de su cuerpo tan cerca, se volteó para mirarlo.Escuchar la palabra de aquellas mujeres le había revueto el estomago. Nada le causaba más rabia que la injusticia y la falta de respeto hacia los demás, sobre todo con una chica que solo parecía buscar un trabajo-¿Te encuentras bien?-Hugo preguntó con un tono suave, y puso su mano en la espalda de Julia para intentar calmarla ya que parecía nerviosa y respiraba con dificultad- Dime si te sientes bien niña¿,necesitas algo? La chica se quedó sin reacción, solamente lo observaba con los ojos cristalizados. Avergonzada dio dos pasos hacia atrás sin mirar por donde iba y casi se tropezó con la escalera que daba acesso al piso superior de la tienda, pero Hugo la agarró por cintura sin calcular muy bien su fuerza y la chica terminó pegada a su pecho.
–La verdad que es la chica perfecta Hugo. ¿Dónde está ahora? –Felipe preguntó con curiosidad. –¡¿Qué es la chica perfecta?! ¿Pero qué clase de hombres sois? Eso sería aprovecharse de la situación tan triste de esa niña. – Diego se indignó con la idea de su hijo. –Bueno Diego, la chica necesita ayuda urgentemente y tu hijo necesita una novia. Ambos salen ganando, y ella no se atreverá a darnos problemas, no estando irregular en este país. – Felipe explicó con calculada frialdad y el padre de su amigo negó con la cabeza en desaprobación. –Ahora dime Hugo, ¿Dónde está? –No tengo ni idea Felipe, no hablé con ella. No sé ni como se llama, pero tú eres bueno investigando. –Hugo lo miró con una sonrisa maliciosa. –¡¿Ahora también quieres que sea tu investigador particular?!–Suspiró con fastidio– Bueno iré a la tienda y te aviso cuando sepa algo. –Felipe contestó vistiendo la chaqueta de su traje, se despidió de Diego y se fue a buscar a la chica misteriosa, pero antes de que llegará a la
–Tú…tú estabas en la tienda. –Julia balbuceó mirando a Hugo atónita. –Así es, pero saliste corriendo y no pude hablar contigo. – Hugo contestó con un tono calmado porque no quería asustarla más de lo que ya estaba. –Escuché lo que decías a la dependienta sobre tu situación en España, y pedí a mi representante que te buscará. –Explicó y Julia miró a Felipe. – Sé que necesitas ayuda y para eso te llamamos aquí. Creo que tú y yo podemos ayudarnos mutuamente Julia.-Es simple, yo necesito una novia para posar conmigo ante las camáras y tú necesitas la documentación, podemos ayudarnos. –¡Miren no sé que tipo de broma es esta, pero de verdad que no tengo tiempo para algo así. Agradezco su ayuda en la tienda, lo agradezco de todo corazón, y si de verdad necesita alguien para ser su novia no me parece bien que se quiera aprovechar de mi situación, mejor me voy ya. – Respondió caminando hacia la puerta, pero Hugo se interpuso en su camino. –No quiero aprovecharme de tu situación niña, yo pued
Hugo estaba agradecido de tener una enorme cama King size, porque si no hubiera terminado en suelo por las mil y una vueltas que había dado sin poder conciliar el sueño. Desde que había visto a Julia en la tienda de Serrano no dejaba de pensar en ella, sobre todo después de la manera como había cerrado la puerta en su cara dejándolo con la palabra en la boca. Se notaba que la chica tenía carácter, y lo peor es que eso solo la hacía más atractiva para él. Se puso boca arriba cerrando los ojos intentando recordar cada detalle de ella, que había hubiera podido guardar en su memoria. Era la tentación perfecta, tenía todo lo que le gustaba en una mujer. Con su cabello castaño que llegaba hasta su trasero, la piel blanca, unos labios de infarto y aquellas curvas que lo invitaban a tocarlas hasta dejar marcas sobre su piel. Pensó que debería haber puesto un voto de celibato en el contrato, porque tener una mujer así cerca sería un problema. Ya no aguantaba estar en su cama y se fue a la coc
Julia miró al hermoso hombre que tenía delante pasando su lengua por sus labios sintiendo el sabor de la boca de Hugo que seguía en ellos después de ese beso que la había dejado sus pulmones sin aire. Hugo la observaba con sus hermosos ojos verdes preguntándose si ella estaba tan perpleja como él, por la increíble sensanción que había despertado el encuentro entre sus labios. Los murmullos que venían del campo sacaron a Julia de su ensimismamiento, dándose cuenta de lo que había pasado y de la forma tan explicita como Hugo la había besado allí delante de todos. Estaba confundida, porque en la intimidad de sus pensamientos no podía negar que su beso le había gustado, pero su atrevimiento no. Se apartó de él intentando disimular lo molesta y recorrió el campo con la mirada buscando un lugar donde esconderse hasta calmarse. Caminó con rapidez hasta los vestuarios y Hugo prácticamente tuvo que correr tras ella dejando atrás a todo el equipo que los miraba con curiosidad. –¡¡HEY!!HEY JU
Era una broma llamar "ir de compras" cuando en verdad habían vaciado las tiendas más exclusivas de la ciudad, porque para Bea todo era necesario. Julia estaba en la habitación que habían preparado para ella sentada en el borde de la cama con las piernas cruzadas. Miraba alrededor deslumbrada, casi no se podía apreciar el suelo de la habitación, con tantas bolsas y cajas llenas de ropa, tacones, joyas y lencería. Se preguntaba si de verdad algún día llegaría a ponerse todo lo que Bea había elegido para ella. Tocaron la puerta y Julia anunció que podían pasar. Cuando Felipe entró tuvo que apartar algunas bolsas para poder avanzar unos metros dentro de la enorme habitación, y al verlo la chica se puso de pie inmediatamente. –Hola Julia. –Felipe la saludó educadamente llevándose las manos a sus bolsillos. –Hola señor Herráez. –Julia respondió con las mejillas rojas por la cantidad de cosas que habían comprado para ella, y no quería parecer una aprovechada. –Llámame Felipe por favor. –P
La fiesta era increíble, digna de los campeones de la última Champions League. Solo habían sido invitados los jugadores de su equipo, sus respectivos representantes, influencers, modelos y algunas chicas fáciles que solo estaban allí por su belleza, que era un requisito esencial para cualquier mujer que quisiera participar en la fiesta, de la nueva generación de galácticos del equipo blanco.Todos parecían disfrutar, pero Hugo se había sentado en una silla en la azotea del enorme ático apartado de todos con una botella en la mano que todavía estaba sin tocar. Como era de costumbre, elegía primero la chica o las chicas que quería y después empezaba a beber. Prefería estar sobrio a la hora de elegir donde se iba a meter, aunque en los últimos meses solo había encontrado mujeres locas, y desesperadas por un escándalo para conseguir fama.–¿Se puede saber que estás haciendo ahí tan quieto? – Susurró Felipe en su oído llegando por detrás de Hugo sin que se diera cuenta, y se sentó en la si
En el avión de regreso a Madrid, Hugo se había limitado a sentarse en un asiento alejado de Felipe y Julia. Ella lo miraba disimuladamente, porque se había dado cuenta de que estaba luchando contra el sueño, ya que no había dormido lo suficiente en la noche. Y Felipe le iba explicando toda la información necesaria sobre Hugo, mientras que un peluquero la peinaba como podía ya que no tendrían tiempo de ir a la mansión y cambiar de ropa para la visita al Hospital Niño Jesús en Madrid. –Julia debes poner muchísima atención a todo esto, hay muchas cosas que debes aprender sobre Hugo, al igual que él sobre ti… –¡¿QUÉ?! ¿Por qué debo aprender cosas sobre Julia? Se supone que nos estamos conociendo. –Preguntó Hugo con el ceño fruncido interrumpiendo a Felipe. –Se supone, pero eso no es suficiente para los tramites de Julia, un inspector os hará una visita para asegurar que tenéis una relación real. –Explicó Felipe rascándose la cabeza con cansancio. –¿Y para cuándo será esa visita? – Juli