Isabella y Guillermo, por seguridad se dirigieron al apartamento en el que supuestamente vivía Rómano, no era muy diferente al que tenía cuando la conoció, estilo minimalista, sin muchos detalles, contaba con lo necesario, y no más.Tomó el mando de las persianas e hizo que se cerrarán, en cuanto todo quedó más privado, las luces se encendieron automáticamente. Desde el recibidor donde se encontraba Isabella no le quitaba la mirada de encima, su torso subía y bajaba agitado, estaba nerviosa, deseando volver a ver su rostro, sentir la calidez de su piel.Guillermo giró en su eje, notando que ella no se movía, sabía que esperaba que develara su identidad, por lo que dirigió sus manos hacia el cuello de su camisa, comenzó a retirarse la máscara, hasta soltarla en el suelo y dar un largo respiro, agradecido. Ladeó los labios sonriente, al observar la expresión en el rostro de Isabella, estaba impactada, sus pupilas dilatadas, lo decían todo, aun no lo podía creerlo, además que sus manos e
Pasada de la media noche, Isabella llegó al apartamento donde vivía, se sentía feliz después de la nueva realidad que estaba viviendo. Se retiró los zapatos, intentando no hacer ruido, y de pronto la luz de la sala se encendió.—Buenas noches —saludó Mike. — ¿O debo decir buenos días?—Hola —Isabella se aclaró la garganta, era tardísimo—. Lamento la demora, me fue imposible llegar antes, en verdad lo siento mucho. —Sus mejillas ardían no sabía si de la vergüenza o de lo que acaba de vivir en brazos de su esposo—, no deseo que pienses que estoy abusando de la ayuda que me das, pero te prometo que era algo muy importante para mí. —Arrugó el ceño al inhalar el aroma que emite la cafetera.Mike no dijo más, se dirigió a la cocina para servir dos tazas de café, y las colocó sobre la mesa.—Hablemos —solicitó sin poder dejar de ver el abrigo que llevaba, se veía a simple vista que era costoso. Además que su rostro se veía distinto, su mirada tenía un brillo diferente, sus mejillas tenían c
María mordió su labio inferior, elevó su mirada hacia donde se encontraba su mamá, estaba confundida, durante todo ese tiempo habían vivido sumidas en medio de la tristeza ante la pérdida del hombre que consideraba su padre, y la de su hermanito, siendo pequeño. No estaba segura de lo que estaba pasando, necesitaba saber que no estaba soñando.Isabella le sonrió, intentando animarla, lamentaba profundamente no haber podido hablar con ella, pero dadas las circunstancias, no habían tenido tiempo de planear nada, prefirieron lanzarse al abismo y dejarse llevar.—Eres papá, mi papá —respondió animándose a hablar con la voz fragmentada, y la mirada enublecida por una gran capa de lágrimas.—Mi princesa —Guillermo la estrechó con todo su amor—. Me has hecho tanta falta —manifestó con emoción, sintiendo como el pequeño cuerpo de la niña temblaba entre sus brazos, por lo que la aferró más a su cuerpo—. Por fin estamos juntos —susurró.— ¿Por qué nos dejaron tan solas? —María preguntó con dolo
Mason condujo su lujoso auto, pasándose varios semáforos, estaba totalmente fuera de sí, no era posible que aquella cachorra indefensa a la que embaucó de una forma tan sencilla, fuera a ser el motivo de su ruina, cuando él siempre había sido cuidadoso. Llamó a un par de hombres que tenía de reserva, por si llegaba a deshacerse de alguien que le estorbara o si necesitaba algún otro trabajo sucio.En cuestión de minutos aquellos hombres y Mason se reunieron en una bodega, en donde guardaban las armas, además de parte de la evidencia del atentado en contra de Guillermo, esperaron a que oscureciera y salieron de su escondite.Al llegar a la residencia de la Vega, comenzaron a disparar en contra de la seguridad que vigilaba los alrededores e ingresaron, sin dejar de atacar a los hombres. En ese momento ingresó Mason, ladeó los labios al ver que debido a la iluminación del jardín podía ver perfectamente por donde caminaba.— ¿En dónde carajos estás Mel? —gritó con fuerza—, no te escondas,
Los Ángeles, California.Eran las 3:00 am cuando Oliver ingresó a su habitación, intentó encontrar sin éxito, el apagador en el muro. Caminó tambaleándose sobre las baldosas, se sentía acalorado, por lo que comenzó a desnudarse. Mientras se retiraba el pantalón, se tropezó con la alfombra decorativa que tenían en la sala, trastabilló intentando controlar sus piernas, sin poder evitarlo, por lo que cayó metiendo las manos al suelo.Al escuchar el fuerte golpe, Isabella su esposa, despertó de inmediato y encendió la luz de la lámpara de noche. Al verlo tirado, salió con rapidez de la cama.— ¿Estás bien? —preguntó colocando las manos sobre su torso.Octavio frunció el ceño y la miró con frialdad.—Mi madre tenía razón —arrastró las palabras, colocó una de sus manos sobre el cuello de Isabella.—Aquella gélida mirada la estremeció.— ¿Qué te ocurre? —indagó, retirando al instante las manos de su esposo de su cuello. — ¿Por qué volviste a beber? —preguntó con lágrimas en los ojos. — ¿En d
Desde su opulenta oficina, Oliver estaba pensativo ante la conversación que había tenido con su madre, sobre su ex, «Si se hubiera casado con ella, no estaría pasando por algo así», pues su familia era de abolengo, eran importantes empresarios, dueños de una cuantiosa fortuna, en pocas palabras estaban forrados de dinero. Lo tenían a manos llenas, algo que a él siempre le había atraído, pues le gustaba el derroche y la buena vida. Y ahora que se encontraban con tantos problemas, sentía que le llegaba el agua hasta el cuello, no estaba dispuesto a perderlo todo. No él que había sido educado solo para ganar. Era verdad, Emma era una mujer hermosa, refinada, de clase y buen gusto, de no ser porque al conocer a Isabella, algo en aquella joven, lo cautivó. No era una mujer que necesitara maquillarse mucho, ni tampoco usar ropa de marca para que por donde pasara, la miraran más de una persona, además de él, quien con tan solo apreciar el dulce aroma que emitía, se ponía más duro que una pie
De inmediato se acercó a él y se le fue a los golpes.—Voy a acabar contigo —gritó lleno de furia.—Ella me provocó —expresó al sentir el impacto del fuerte puño sobre su pómulo.— ¡Cállate! —gritó lleno de rabia.En ese momento ingresó Victoria acompañada por Emma, sus ojos se abrieron de par en par al ver a sus hijos enfrentándose. —Llama a seguridad —dijo a la chica.— ¿Desde hace cuanto tiempo te estás revolcando con ella? —Oliver gruñó.— ¡Deténganse! —Victoria intentó acercarse a ellos, para evitar la pelea, pero no lo logró.Isabella abrió los ojos de golpe ante los fuertes gritos, palideció aún más al ver a su esposo golpeando a Mason, quien estaba semidesnudo.— ¿Qué ocurre? —cuestionó asustada. — ¿Por qué se están peleando? —preguntó a su suegra.—Eres una desvergonzada, esto es tu culpa. —La señaló Victoria.La joven estaba por ponerse de pie, pero se dio cuenta que estaba desnuda. Su cuerpo se estremeció, tomó su camisón y su bata, y se la colocó. — ¡Basta! —intentó acer
San Francisco, California.Vestido de negro, Guillermo de la Vega, observaba a través de sus gafas oscuras, como un par de hombres cubrían con tierra, el feretro en donde reposaban los restos de la mujer quien fuera su esposa. Se acercó dando un par de pasos pequeños, presionando la última rosa que sostenía entre sus dedos e inhaló profundo cerrando sus ojos, rememorando las últimas palabras que escuchó de los labios de Iris.«Gracias por seguir a mi lado, hasta el último momento. Prométeme que buscarás ser feliz».Abrió sus ojos, y presionó con sus labios, intentando contener el nudo que picaba en su garganta.—Gracias por todo lo que me diste, descansa en paz —murmuró, dejando caer sobre aquella fría caja, la delicada flor blanca, se giró en su eje y se alejó de todo el mundo, deseaba estar solo, descansar para poder reorganizar su vida.****A las orillas de la ciudad.— ¿Te encuentras bien? —una mujer movió a Isabella al ver que estaba dormida en la entrada de una vieja hacienda.