El tiempo siguió transcurriendo, Isabella no tuvo el tiempo para llorar como deseaba por la pérdida de su esposo, ni de su pequeño. Llevaba una herida abierta, que dolía y sangraba. Ya no sonreía, su vida se había tornado sombría y vacía, cada día sentía que estaba en picada hacia un abismo. Su único motivo para levantarse día a día era María.Aquella camarera que les había tendido la mano, al ser la hija de la propietaria del negocio, le consiguió trabajo, y no solo eso, sino que le permitieron llevar a la niña, a quien dejaba en una habitación de poco espacio, a lado; la cual tenía un colchón sobre el piso y un viejo televisor. En donde también se quedaba el pequeño hijo de aquella peculiar joven de piel de chocolate y rizos más densos que los de Isabella.La paga no era mucha, pero le ayudaba a poder alimentarse y comprar vestimenta, de no ser por Macarena, quien les llevó algo de ropa cuando llegaron al albergue, no sabía que hubiera hecho. Para quien no fue nada sencillo aceptar
Semanas después.La calidez de las caricias de Virgine, hicieron que Guillermo abriera los ojos lentamente, arrugó el ceño al percibir que la luz que se filtraba a través de las persianas, lastimaba su visión, aún no lograba adaptarla.—Hora de comer —susurró su madre, y tomó la cuchara, para ayudarlo.—Puedo hacerlo, ya me siento con mayor fuerza. —Sonrió y la tomó de la mano de su mamá.Era tanta su emoción de Virgine, que lo atendía como cuando era pequeño, se desvivía por él.—Tienes razón, ya puedes hacerlo solo. —Tomó asiento en la silla y se dedicó a observarlo, estando pendiente si necesitaba un poco de ayuda, como a limpiar lo que derramaba.Después de finalizar, Guillermo se enderezó e intentó tomar la andadera que tenía, para poderse apoyar y caminar.—Necesito saber qué fue lo que me ocurrió, ya ha pasado tiempo, no creas que no me doy cuenta que cuando toco el tema, cambian de tema.Virgine desvió su mirada hacia su esposo, quien recién ingresaba, tomó un par de pañuelos
Por temor a exponer a su hija al estar en la calle, se despidieron con gran tristeza de Macarena, al ya no tener trabajo, debía pensar en lo que harían, por lo que caminaron sin rumbo fijo, sabía que era tiempo de moverse de lugar, y de albergue en donde refugiarse, esperaba poder encontrar uno mejor que en el que estaban.—Ilumíname mi amor, no sé por dónde seguir —manifestó con nostalgia. En día como esos, lo extrañaba como nunca—. No imaginas cuanto daría por estar entre tus brazos y verte sonreír.—Mami. —María tiró de su mano y elevó su rostro, llevaban mucho tiempo caminando, se sentía agotada.— ¿Qué sucede cariño?—Me duelen mucho los pies, y estoy cansada. —Presionó los labios en una fina línea, entonces hizo un puchero.Su corazón se arrugó como si de un papel se tratara, se inclinó y la abrazó.—Perdóname mi vida, no me di cuenta de todo lo que hemos caminado —pronunció con la voz temblorosa. Buscó en la pequeña bolsita que llevaba y sacó un par de monedas—. Vamos a compra
Al ingresar al comedor, Isabella tomó de la mano a su hija con fuerza, al escuchar el tono de voz en el que un par de hombres exigían más comida. Desde donde estaba pudo distinguir temor en la chica que los atendía, parecía estar paralizada, pensó que no había sido buena idea haber entrado, mordió su labio con preocupación, pero siendo realista, no tenía más opción, si deseaba que se alimentara su pequeña.—Si no le parece lo que le sirven aquí, vayan y compren su propia comida. —Más vale que se muevan, la señorita tiene razón —un hombre gritó y poco a poco comenzaron a hacerse de palabras entre otras personas por lo que no les quedó de otra que irse con la ración que se les sirvió.Al ver que las personas que estaban formadas, también comenzaban a intervenir, le hizo pensar que no era algo común, entonces empezó a relajarse y esperar a que llegara el turno para que le sirvieran.Al llegar a la barra, tomó una charola, el tazón y un plato para su hija.Aquella hermosa joven de ojos a
En poco tiempo Isabella se ganó el cariño en aquel comedor comunitario, cuando estaba ahí se sentía en paz, aunque no hablaba mucho, ver que las personas les sonrieran, significaba mucho.Mientras esperaban a que les sirvieran, María buscaba con su mirada a la chica que por lo regular le servía de comer, quizás porque cuando estaba a cargo, siempre le regalaba un panecillo extra, cosa que agradecía Isabella, pues cuando no lograba tener mucho dinero, solo le compraba un bote de leche de sabor.—Gracias por la comida, Mike —la pequeña le mandó un beso y se giró para seguir hacia la mesa que le había tocado, entonces observó entrar a aquella chica de ojos azulados. — ¡Llegaste! —gritó con emoción y corrió hacia ella para abrazarla.Isabella se sorprendió ante aquella muestra de efusión que había tenido su hija.Alison, aquella joven, se inclinó y la abrazó con cariño.—Tuve un poco de complicaciones para llegar, lo siento. —Retiró un mechón de la cabellera de la niña—, te traje un obseq
—Está todo listo —dijo Herny a Guillermo, dio una pequeña palmada sobre uno de sus hombros.Resopló sintiendo la forma en la que su corazón latía agitado, estaba nervioso, más de lo que pudo imaginarse, esperando que las cosas salieran como esperaba.—Deseo que esto funcione, y que ella lo vea. —Presionó sus puños, lleno de ansiedad.—También yo, es una gran oportunidad, para encontrarla, jamás se me hubiera ocurrido algo así —Henry sonrió.—En parte todo es gracias a ti. —Señaló el disfraz que llevaba, aunque le desagradaba, era la única forma de no ser detectado por Mason.Henry presionó sus labios, para no burlarse del anciano en el que lo ayudaban a caracterizarse, debía reconocer que les había funcionado muy bien, entraba y salía con toda la libertad del mundo—Espero que pronto vuelvas a ser el mismo y que todo salga bien —manifestó con sinceridad—. Ya es hora. —Señaló hacia la sala en donde lo esperaban.Se acercó hacia donde se encontraba la única periodista que los podría ayu
Debido al cansancio que tenía, por haber caminado mucho, en busca de comprar un medicamento que necesitaba para una infección en la garganta Isabella, llegó rendida al albergue, se recostó sobre el pequeño catre en el que cada noche descansaba, sintiendo un fuerte escalofrío debido a que tenía fiebre.María se había quedado acompañada de una de las organizadoras; estaba un poco triste, porque no había encontrado la muñeca que le había obsequiado la señorita Alison del comedor comunitario. Regresó con su mamá, al verla con la mirada decaída, no quiso decir más sobre el tema, no se veía del todo bien.—Yo te voy a cuidar mami. —Besó su frente y le acercó un poco de agua—. Tienes que tomarte las medicinas.—Ya lo hice, tranquila, ya me estoy sintiendo mejor —manifestó intentando sonreírle, pero en días como esos sentía que sus fuerzas se iban, de pronto su mirada se cristalizó al recordar una charla que tuvieron ella y Guillermo, en donde él le hizo prometer que siempre seguiría adelante
En la única persona que pudo pensar, para pedir ayuda fue en Mike, aquel hombre que se portaba siempre de forma amable con todo el mundo, tenía su número, lo había tomado del comedor, por lo que a pesar de que le daba pena, le llamó, pidiéndole que fuera al centro comunitario en donde estaba en ese momento.Después de haberlo buscado, y escuchar lo que sucedió, le dio hospedaje en su casa, en un principio se asustó, imaginando que le pediría algo a cambio por hacerlo, pero no fue así. Lo único que le dijo fue que siguiera cuidando de su hija como hasta ese momento.Se dirigieron al comedor, después de almorzar, ayudó en agradecimiento con las labores, como lavar trastes, limpiar, barrer, lo hizo con gusto. Después de eso, se dirigieron al apartamento de Mike.Colocó las cosas a un lado de la cama donde dormirían, no pudo evitar sonreír al saber que después de casi dos años, era la primera vez que estaban en una casa. ¿Acaso esa era una señal de que debía dejar todo atrás y pensar en r