Debido al cansancio que tenía, por haber caminado mucho, en busca de comprar un medicamento que necesitaba para una infección en la garganta Isabella, llegó rendida al albergue, se recostó sobre el pequeño catre en el que cada noche descansaba, sintiendo un fuerte escalofrío debido a que tenía fiebre.María se había quedado acompañada de una de las organizadoras; estaba un poco triste, porque no había encontrado la muñeca que le había obsequiado la señorita Alison del comedor comunitario. Regresó con su mamá, al verla con la mirada decaída, no quiso decir más sobre el tema, no se veía del todo bien.—Yo te voy a cuidar mami. —Besó su frente y le acercó un poco de agua—. Tienes que tomarte las medicinas.—Ya lo hice, tranquila, ya me estoy sintiendo mejor —manifestó intentando sonreírle, pero en días como esos sentía que sus fuerzas se iban, de pronto su mirada se cristalizó al recordar una charla que tuvieron ella y Guillermo, en donde él le hizo prometer que siempre seguiría adelante
En la única persona que pudo pensar, para pedir ayuda fue en Mike, aquel hombre que se portaba siempre de forma amable con todo el mundo, tenía su número, lo había tomado del comedor, por lo que a pesar de que le daba pena, le llamó, pidiéndole que fuera al centro comunitario en donde estaba en ese momento.Después de haberlo buscado, y escuchar lo que sucedió, le dio hospedaje en su casa, en un principio se asustó, imaginando que le pediría algo a cambio por hacerlo, pero no fue así. Lo único que le dijo fue que siguiera cuidando de su hija como hasta ese momento.Se dirigieron al comedor, después de almorzar, ayudó en agradecimiento con las labores, como lavar trastes, limpiar, barrer, lo hizo con gusto. Después de eso, se dirigieron al apartamento de Mike.Colocó las cosas a un lado de la cama donde dormirían, no pudo evitar sonreír al saber que después de casi dos años, era la primera vez que estaban en una casa. ¿Acaso esa era una señal de que debía dejar todo atrás y pensar en r
Al medio día Isabella ingresó al comedor comedor comunitario, a apoyar, Mike se lo había pedido y a ella la idea la había emocionado, eso los había hecho hacerse más cercanos, interactuar más.No podía evitar sonreír al ver a María interactuar con Mike, cada que lo hacía no dejaba de preguntarse si Guillermo era quien le había enviado a aquel joven, como un rayito de luz, aunque sabía que todo sería muy distinto, si pudiera terminar sus estudios, y ejercer su profesión, para sacar adelante sola a su hija.Durante el tiempo que llevaba asistiendo al comedor, se pudo dar cuenta que muchas mujeres, pasaban por situaciones similares a la de ella, de hombres que deseaban quitarles a sus hijos, aunque legalmente no podía hacer nada, llegó a meterse en conversaciones ajenas, para darles orientación, para que se defendieran, no se dieran por vencidas. Dirigiéndose a instituciones de servicios gratuitos.Después de terminar de servir, ingresó a la cocina sosteniendo la olla, mientras esperaba
Guillermo se encontraba en la sala de su habitación, sentado en el suelo, jugando con su hijo, sonreía al ver como tomaba un par de bloques y armaba con paciencia una torre.—Creo que serás arquitecto cuando crezcas —expresó acariciando su cabellera.El pequeño dio un par de aplausos celebrando su logro, además que dio una gran sonrisa y se puso de pie caminando con emoción. Su padre lo tomó entre sus brazos y lo alzó celebrando.—Ojalá encontremos a mamá y a tu hermana pronto. —Miró la fotografía que tenía sobre la mesa y dio un largo suspiro.—Mamá —pronunció el pequeño Memo y señaló con uno de sus deditos hacia la foto—. María —agregó hacia su hermana.Varias lágrimas se acumularon en Guillermo, su pecho ardía al no tener noticias de ellas, las echaba tanto de menos, era algo con lo que ya no podía. Se sintió reconfortado al percibir cómo el pequeño se acercaba a él y lo abrazaba.—Si no estuvieras a mi lado, nada tendría sentido —pronunció acariciando su pequeña espalda. Caminó ha
Al llegar a su residencia, e intentar ingresar a la cochera, le fue muy complicado hacerlo, pues, los medios de comunicación, le impedían el paso, estaban instalados, ahí esperándolo. En cuanto lo vieron acercarse se desató un zafarrancho por querer correr a él y llevarse la nota.—Lo que me faltaba. —Golpeó con fuerza el volante—. Estos muertos de hambre, acosando mi residencia—, infelices. —Presionó con fuerza sus puños y sin titubear comenzó a acelerar el coche, en señal de que no se iba a detener, iba a ingresar a su casa, como fuera.El caos se desató, el desorden y la agitación se hizo visible entre los paparazzis, además de que hubo golpes con los micrófonos y las cámaras, haciendo preguntas sin cesar, intentando que respondiera. No tuvieron más remedio que ir abriendo paso, para que el auto de Mason Wever ingresara a la residencia, sin lograr obtener ninguna declaración.Al ingresar a la residencia, los fuertes pasos de aquel hombre resonaron por su casa, estaba furioso, lleno
Como cada sábado, Guillermo se preparó con aquella máscara realista, hecha especialmente para él, su corazón latía frenéticamente, esperando que llegara tan anhelado momento de su reencuentro con su esposa. Desgraciadamente en muchas de aquellas ansiadas noches, regresaba con el corazón hecho pedazos, sin embargo, tenía que reconstruirse cada mañana, para no darse por vencido y pensar qué ese momento llegaría, tarde o temprano.Al llegar al parque y ver que aún no eran las seis, se sujetó con fuerza a la barandilla, observando el puente de Brooklyn, esperando para admirar el atardecer, como lo hacía cada ocho días. Después de un rato, se alejó y caminó un poco para contener esas ansias, que lo consumían, ante la incertidumbre de no saber que sucedería. Más tranquilo, volvió a la misma banca en la que se sentaba a esperar.— ¿Cuándo será el día en que estemos juntos, preciosa? —indagó con frustración, observando cómo el parque poco a poco cobraba vida, con la impresionante iluminació
Isabella y Guillermo, por seguridad se dirigieron al apartamento en el que supuestamente vivía Rómano, no era muy diferente al que tenía cuando la conoció, estilo minimalista, sin muchos detalles, contaba con lo necesario, y no más.Tomó el mando de las persianas e hizo que se cerrarán, en cuanto todo quedó más privado, las luces se encendieron automáticamente. Desde el recibidor donde se encontraba Isabella no le quitaba la mirada de encima, su torso subía y bajaba agitado, estaba nerviosa, deseando volver a ver su rostro, sentir la calidez de su piel.Guillermo giró en su eje, notando que ella no se movía, sabía que esperaba que develara su identidad, por lo que dirigió sus manos hacia el cuello de su camisa, comenzó a retirarse la máscara, hasta soltarla en el suelo y dar un largo respiro, agradecido. Ladeó los labios sonriente, al observar la expresión en el rostro de Isabella, estaba impactada, sus pupilas dilatadas, lo decían todo, aun no lo podía creerlo, además que sus manos e
Pasada de la media noche, Isabella llegó al apartamento donde vivía, se sentía feliz después de la nueva realidad que estaba viviendo. Se retiró los zapatos, intentando no hacer ruido, y de pronto la luz de la sala se encendió.—Buenas noches —saludó Mike. — ¿O debo decir buenos días?—Hola —Isabella se aclaró la garganta, era tardísimo—. Lamento la demora, me fue imposible llegar antes, en verdad lo siento mucho. —Sus mejillas ardían no sabía si de la vergüenza o de lo que acaba de vivir en brazos de su esposo—, no deseo que pienses que estoy abusando de la ayuda que me das, pero te prometo que era algo muy importante para mí. —Arrugó el ceño al inhalar el aroma que emite la cafetera.Mike no dijo más, se dirigió a la cocina para servir dos tazas de café, y las colocó sobre la mesa.—Hablemos —solicitó sin poder dejar de ver el abrigo que llevaba, se veía a simple vista que era costoso. Además que su rostro se veía distinto, su mirada tenía un brillo diferente, sus mejillas tenían c