Oliver salió de la firma ‘De la Vega & asociados’ como alma que llevaba el diablo, no deseaba llegar a su casa, se sentía agobiado, como un completo perdedor, al que le habían puesto los cuernos. Era patético. Él que siempre se sintió seguro de sí mismo, al ser un hombre atractivo, desenvuelto, con porte y en esos momentos estaba más solo que nunca. Pagó una noche en un motel deseando no ser encontrado, dio un nombre falso, y se encerró deseando poder vaciar toda la mi3rda que lo abrumaba. —No nací para amar —respondió con dolor—, me criaron sólo para ganar, me convertí en un verdadero hijo de p**a —bufó, recordando las grandes lecciones que recibió del hombre al que más había admirado en su vida: «Todo es tan sencillo, solo tienes que ocuparte de mandarles flores, invitarlas a cenar, verlas a los ojos y fingir que les prestan atención, aunque sea un poco…, les aseguro que en poco tiempo obtendrán lo que los hombres buscamos de ellas». Esa fue la manera en la que los crió su padre
Colocó sus manos sobre la de ella y con su dedo pulgar, recorrió su dorso. No le había escuchado la manera en la que se expresó por lo que buscó que la mirara a los ojos, al ver que estaba pensativa. —Estamos juntos en esto —expresó—, tampoco voy a permitir que se acerquen a María, no son personas buenas, lo único que harán será destruirle la vida y eso está por verse. La barbilla de la chica tembló, ella mejor que nadie conocía la clase de personas que eran, no les importaba nada, para poder lograr sus propósitos, eso le preocupaba, no jugarían limpio, con tal de salirse con la suya, y si le quitaban a su hija, no lo resistiría, preferirá acabar con ellos. — ¿Qué estás pensando? —Guillermo suplicó, no le agradaba verla tan ausente. Acunó sus mejillas con sus grandes manos, y clavó sus ojos en su mirada. — ¡Habla! —exclamó con voz suave, pero firme. —No me importaría irme a la cárcel, si se tratase de defender a mi hija. Solo tienes que prometerme que siempre cuidarás de María, que
Santa Mónica, California.—Aun no puedo creer que estamos frente al mar —Isabella expresó recargada sobre la barandilla de la terraza del hotel, disfrutando de la increíble vista que tenían, desde la altura en la que recién se habían hospedado.En el interior de la habitación, Guillermo ladeo los labios sonriente, ante sus palabras. Al no haber podido pegar los ojos en toda la noche, la idea de tomarse un par de días para despejarse, le agradó, por lo que hizo las reservaciones, y compró los boletos de avión. A horas de la mañana, se movilizó a despertarlas, e hizo que prepararan sus maletas y tomaron un vuelo en aeropuerto de la ciudad.—Tampoco yo lo creo , pero lo necesitábamos. —Salió con María entre sus brazos y besó uno de los hombros de su chica. — ¿Les gustó la sorpresa? Isabella sonrió sintiendo como su piel se estremecía al percibir los labios de él sobre su piel, no podía dejar de mirar la hermosa panorámica que tenía frente a sus ojos. —Me encantó —pronunció con emoción
Con las manos temblorosas acomodó aquel vestido sobre la cama, era justo como lo había imaginado, con una caída sencilla, y un hermoso escote de corazón, con bordados y cristalería.Dios.Ese hombre pensaba en todo, sonrió llena de emoción, corrió a ducharse, se colocó su albornoz y enredó su cabellera en una toalla. De pronto se estremeció, ¿cómo se arreglaría ella sola para un momento tan importante?Sacudió su rostro saliendo de su ensimismamiento, al escuchar que tocaban a su puerta, se dirigió con rapidez, observando por la mirilla se encontró con una mujer. Abrió la puerta y ladeó su rostro.— ¿Isabella verdad? —extendió su mano para saludarla.—Sí —respondió con extrañeza.—Mucho gusto. Soy Camila, amiga de Memo. Vine a ayudarte a arreglarte —indicó mostrando el estuche de maquillaje y un bolso que sostenía.— ¿Y Guillermo? —indagó con desconfianza.—Se está arreglando en la habitación de mi esposo y la mía —dijo con naturalidad e ingresó—. Por tradición el novio no puede ver a
El ocaso comenzó a caer, podían observar desde donde se encontraban el sol en el horizonte empezando a ocultarse, el cielo se tiñó de distintas tonalidades entre naranjas rojos y amarillos, regalandoles un escenario perfecto, para el momento tan especial, que vivían.Tomados de la mano, frente al mar y acompañado por los pocos amigos que Guillermo tenía, además de sus padres y su hermana, quienes viajaron para presenciar ese momento, en la que la pareja unía sus vidas, en una boda sencilla, pero llena de amor, con el mar como testigo.Las manos de Isabella temblaban, parecía un sueño del que no quería despertar. Su corazón estaba henchido de felicidad, disfrutando de las palabras que el sacerdote decía, buscando guiar el nuevo camino que estaban por comenzar juntos.Presionaron de sus manos con firmeza, al escuchar las última frase del padre:—Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.Con delicadeza acunó con sus grandes manos, el rostro de su ahora esposa y se flexionó un p
Los recién casados no pudieron permanecer mucho tiempo en aquella reunión, morían de ganas de estar a solas, por fortuna María había aceptado quedarse a dormir con los padres de él, por lo que tendrían la noche, solo para ellos. Como tanto anhelaban.Una flamante limusina lo esperaba al salir del restaurante. En cuanto subieron, Isabella recorrió con curiosidad su interior, pues jamás en toda su vida había estado en una, no cabía de asombro al ver la pantalla, el bar, además de algunos aperitivos listos para degustarlos. Definitivamente esa sería una nueva experiencia a su lado.Guillermo le entregó una copa de champagne que ya les esperaba en uno de los muebles de madera. Ajustó la iluminación logrando una mayor sensación de intimidad, en el ambiente y cerró las persianas de la ventana y de la partición entre ellos y el conductor.—Por nuestra felicidad. —Acercó su copa y dio un pequeño golpecito con la de ella.Isabella sonrió.—Que sean muchos años felices —respondió.Después de br
Extasiados por el amor que gozaban, Isabella se dejó caer sobre el firme pectoral de Guillermo, sus mejillas estaban sonrojadas y sobre su frente permeaban pequeñas perlas de sudor. Nunca antes había estado tan desinhibida como en aquel momento en el que a base de un baile tan provocativo, logró desquiciar la poca voluntad que le quedaba a su esposo; quien no pudo esperar a que terminara de bailar, y se abalanzó como bestia primitiva, hacia su presa.— ¿En qué me has convertido? —Guillermo besó uno de sus hombros cremosos y deslizó la yema de sus dedos sobre el dorso laxo de su chica.— ¿Yo? —indagó ella con toque ingenuidad en su voz, recargando sus hombros sobre el pecho de él. —No hice nada. —Mordió su labio inferior para reprimir una sonrisa victoriosa, pues había logrado su objetivo, acaparar su atención y hacer que sangre hirviera de deseo por ella y solo ella.Guillermo observó la forma en la que aleteaba sus espesas pestañas, y sonrió. Se veía tan hermosa, con una carga de dul
Contuvo el aire sin saber qué responder, pues Mason, le había pedido tiempo para poder asistir a la casa con su padres y dar la cara, por lo pronto era un secreto entre ambos, deseaba que lo guardara, y disfrutaran de su amor. —No, no es eso —contestó—, me molesté con una de mis amigas y no he podido solucionarlo, pero ya lo haré —respondió. — ¿Quieren helado? —cambió el tema para que no la siguieran interrogando.—Yo si quiero —María alzó su mano y sonrió ampliamente.—Acompáñame —indicó caminando con ella a la cocina.Isabella y Guillermo la miraron con extrañeza, ella no se comportaba así.— ¿Le creíste? —preguntó él.—Ni una palabra —contestó Isa.— ¿Crees que sea necesario que la mande investigar? —dijo mirando hacia la cocina.Isabella frunció la frente.— ¿Es una broma? —lo miró atenta.Se quedó en silencio unos segundos.—No, ¿crees que bromearía con algo así? —habló con seriedad.—Lo que no me imagino es que investigues a tu hermana, que no es una adolescente, es una chica