Los recién casados no pudieron permanecer mucho tiempo en aquella reunión, morían de ganas de estar a solas, por fortuna María había aceptado quedarse a dormir con los padres de él, por lo que tendrían la noche, solo para ellos. Como tanto anhelaban.Una flamante limusina lo esperaba al salir del restaurante. En cuanto subieron, Isabella recorrió con curiosidad su interior, pues jamás en toda su vida había estado en una, no cabía de asombro al ver la pantalla, el bar, además de algunos aperitivos listos para degustarlos. Definitivamente esa sería una nueva experiencia a su lado.Guillermo le entregó una copa de champagne que ya les esperaba en uno de los muebles de madera. Ajustó la iluminación logrando una mayor sensación de intimidad, en el ambiente y cerró las persianas de la ventana y de la partición entre ellos y el conductor.—Por nuestra felicidad. —Acercó su copa y dio un pequeño golpecito con la de ella.Isabella sonrió.—Que sean muchos años felices —respondió.Después de br
Extasiados por el amor que gozaban, Isabella se dejó caer sobre el firme pectoral de Guillermo, sus mejillas estaban sonrojadas y sobre su frente permeaban pequeñas perlas de sudor. Nunca antes había estado tan desinhibida como en aquel momento en el que a base de un baile tan provocativo, logró desquiciar la poca voluntad que le quedaba a su esposo; quien no pudo esperar a que terminara de bailar, y se abalanzó como bestia primitiva, hacia su presa.— ¿En qué me has convertido? —Guillermo besó uno de sus hombros cremosos y deslizó la yema de sus dedos sobre el dorso laxo de su chica.— ¿Yo? —indagó ella con toque ingenuidad en su voz, recargando sus hombros sobre el pecho de él. —No hice nada. —Mordió su labio inferior para reprimir una sonrisa victoriosa, pues había logrado su objetivo, acaparar su atención y hacer que sangre hirviera de deseo por ella y solo ella.Guillermo observó la forma en la que aleteaba sus espesas pestañas, y sonrió. Se veía tan hermosa, con una carga de dul
Contuvo el aire sin saber qué responder, pues Mason, le había pedido tiempo para poder asistir a la casa con su padres y dar la cara, por lo pronto era un secreto entre ambos, deseaba que lo guardara, y disfrutaran de su amor. —No, no es eso —contestó—, me molesté con una de mis amigas y no he podido solucionarlo, pero ya lo haré —respondió. — ¿Quieren helado? —cambió el tema para que no la siguieran interrogando.—Yo si quiero —María alzó su mano y sonrió ampliamente.—Acompáñame —indicó caminando con ella a la cocina.Isabella y Guillermo la miraron con extrañeza, ella no se comportaba así.— ¿Le creíste? —preguntó él.—Ni una palabra —contestó Isa.— ¿Crees que sea necesario que la mande investigar? —dijo mirando hacia la cocina.Isabella frunció la frente.— ¿Es una broma? —lo miró atenta.Se quedó en silencio unos segundos.—No, ¿crees que bromearía con algo así? —habló con seriedad.—Lo que no me imagino es que investigues a tu hermana, que no es una adolescente, es una chica
Se sentía tan estresada y sus sentidos estaban activados con su presencia, que todo a su alrededor dejó de importar, era como si una mancha negra los estuviera cubriendo, su instinto le hizo retroceder un par de pasos.—No te atrevas a tocarme —gruñó.Mason sonrió y retiró un par de mechones de su cabellera, con la mano que había alzado.—Sería incapaz —expresó, sabiendo que estaban llamando mucho la atención, entonces un pequeño bulto en su vientre llamó su atención, su barbilla se tensó por completo. Ahora creía entender el motivo por el cual, la prisa de esa boda. — ¿Todo en orden? —se acercó a ellos el gerente del lugar.Él giró su rostro para hablar con aquel hombre.—Todo bien, estamos teniendo una amena charla —anunció, al voltear para mirar a Isabella, ya no se encontraba ahí, la buscó a través de los cristales de la ventana, y la vio por una de ellas, estaba por salir y se detuvo en seco al ver que se detenía, pues se topó con Melanie. Por lo que con rapidez se giró y caminó
Guillermo se había quedado profundamente dormido junto a María, que no se dio cuenta del mensaje que le envió su hermana. Hasta que el sonido de la llamada que le hizo minutos más tarde, lo hizo despertar. Presionó unos segundos sus ojos, intentando disipar la pereza que aún sentía.—Hola —pronunció con algo de dificultad.— ¿Dónde estás? De inmediato se percató de un tono de voz agitado en su hermana—Estoy en mi habitación, me quedé dormido —explicó. — ¿Sucede algo?—Isabella se siente mal, no sé cómo escucharla.Con rapidez se puso de pie, se calzó los zapatos, miró a María quien seguía descansando, la cubrió con la manta y descendió con rapidez, sintiendo que su pecho latía agitado deseando averiguar, ¿qué es lo que tenía?A grandes zancadas, se acercó a ellas, al verla recostada, se tensó lleno de preocupación, observó a su hermana, quien lo miró a los ojos, era notorio que estaba afligida.— ¿Qué pasó? —preguntó con la respiración agitada.La chica se acercó a su hermano, para
Guillermo observó con atención, la manera con la que jugaba con la taza que tenía entre sus manos, además que parecía que intentaba esconder su rostro para no mirarlo; algo que no era natural en ella. La conocía bien, llevaban una buena relación, sus padres les inculcaron con el ejemplo a tratarse de manera cordial, pero sobre todo a amarse mucho, porque llevaban la misma sangre. En cuanto escuchó la alarma del horno de microondas, Melanie se puso de pie y sacó el contenedor, sin decir una sola palabra, tomó un par de platos y sirvió la pasta, llevándose un par de macarrones a la boca para no responder.—Isabella, no va a despertar hasta mañana, así que tengo toda la noche libre, para escucharte. —Elevó la barbilla de ella usando dos de sus dedos para hacer que lo mirara a los ojos. Estoy preocupado por ti —confesó con voz tranquila.Ella juntó sus labios y los presionó con fuerza, provocando que se viera una fina línea. Era evidente que se sentía abrumada ante los cambios de humor
Mason estaba por salir de su residencia, rumbo a la oficina, en compañía de su madre, arrugó el ceño al escuchar el sonido de varias torretas demasiado cerca de ahí.— ¿Qué estará ocurriendo? —preguntó Victoria. — ¿Será que tenemos por vecino a algún peligroso delincuente? —lo miró a los ojos y se dio la media vuelta para asomarse por uno de los grandes ventanas del estudio. — ¡Están frente a nuestra casa! —exclamó con énfasis. — ¿Por qué?De pronto los fuertes golpes sobre la gran puerta de madera, los hizo dar un fuerte brinco. En ese momento se acercó Oliver.—Parece que la policía viene a buscar al delincuente de la familia —se burló abriendo él misma la puerta.—Buenos días, oficial, ¿en qué les podemos ayudar? —observó a los ojos a la mujer que estaba frente a él.—Buscamos al señor Mason Weber —pronunció con gran seriedad.Se volteó hacia el interior de su casa y sonrió, sin ocultar su alegría.—Es él. — Lo señaló con el dedo índice y elevó su mentón con altivez.Masón abrió lo
— ¿Acaso crees que este hombre tan atractivo es un delincuente? —Mason acercó su rostro a ella. La oficial rodó los ojos, y le entregó la orden que llevaba. Esperó a que el hombre leyera la notificación, entonces Mason movió la cabeza y negó. —Esto no puede ser, debe ser un error. Yo no soy ese hombre del que me hablan —manifestó acercando su rostro al de la chica y ladeó los labios coqueteando—, podemos hablar en privado. —Señaló hacia el interior de su lujosa oficina. La mujer de inmediato lo tomó por uno de los brazos y lo giró con brusquedad, estampando su rostro sobre la mesa que había sobre el recibidor. —Mason Weber queda detenido. Tiene derecho a guardar silencio, tiene derecho a un abogado —prosiguió leyendo sus derechos. —Esto no es cierto —reclamó Victoria—. Somos una familia honorable —bufó—. Los voy a demandar a todos ustedes, soy amiga del gobernador —chistó. Oliver acomodó su espalda sobre uno de los muros, recargó su peso sobre una de sus piernas y cruzó sus