Se sentía tan estresada y sus sentidos estaban activados con su presencia, que todo a su alrededor dejó de importar, era como si una mancha negra los estuviera cubriendo, su instinto le hizo retroceder un par de pasos.—No te atrevas a tocarme —gruñó.Mason sonrió y retiró un par de mechones de su cabellera, con la mano que había alzado.—Sería incapaz —expresó, sabiendo que estaban llamando mucho la atención, entonces un pequeño bulto en su vientre llamó su atención, su barbilla se tensó por completo. Ahora creía entender el motivo por el cual, la prisa de esa boda. — ¿Todo en orden? —se acercó a ellos el gerente del lugar.Él giró su rostro para hablar con aquel hombre.—Todo bien, estamos teniendo una amena charla —anunció, al voltear para mirar a Isabella, ya no se encontraba ahí, la buscó a través de los cristales de la ventana, y la vio por una de ellas, estaba por salir y se detuvo en seco al ver que se detenía, pues se topó con Melanie. Por lo que con rapidez se giró y caminó
Guillermo se había quedado profundamente dormido junto a María, que no se dio cuenta del mensaje que le envió su hermana. Hasta que el sonido de la llamada que le hizo minutos más tarde, lo hizo despertar. Presionó unos segundos sus ojos, intentando disipar la pereza que aún sentía.—Hola —pronunció con algo de dificultad.— ¿Dónde estás? De inmediato se percató de un tono de voz agitado en su hermana—Estoy en mi habitación, me quedé dormido —explicó. — ¿Sucede algo?—Isabella se siente mal, no sé cómo escucharla.Con rapidez se puso de pie, se calzó los zapatos, miró a María quien seguía descansando, la cubrió con la manta y descendió con rapidez, sintiendo que su pecho latía agitado deseando averiguar, ¿qué es lo que tenía?A grandes zancadas, se acercó a ellas, al verla recostada, se tensó lleno de preocupación, observó a su hermana, quien lo miró a los ojos, era notorio que estaba afligida.— ¿Qué pasó? —preguntó con la respiración agitada.La chica se acercó a su hermano, para
Guillermo observó con atención, la manera con la que jugaba con la taza que tenía entre sus manos, además que parecía que intentaba esconder su rostro para no mirarlo; algo que no era natural en ella. La conocía bien, llevaban una buena relación, sus padres les inculcaron con el ejemplo a tratarse de manera cordial, pero sobre todo a amarse mucho, porque llevaban la misma sangre. En cuanto escuchó la alarma del horno de microondas, Melanie se puso de pie y sacó el contenedor, sin decir una sola palabra, tomó un par de platos y sirvió la pasta, llevándose un par de macarrones a la boca para no responder.—Isabella, no va a despertar hasta mañana, así que tengo toda la noche libre, para escucharte. —Elevó la barbilla de ella usando dos de sus dedos para hacer que lo mirara a los ojos. Estoy preocupado por ti —confesó con voz tranquila.Ella juntó sus labios y los presionó con fuerza, provocando que se viera una fina línea. Era evidente que se sentía abrumada ante los cambios de humor
Mason estaba por salir de su residencia, rumbo a la oficina, en compañía de su madre, arrugó el ceño al escuchar el sonido de varias torretas demasiado cerca de ahí.— ¿Qué estará ocurriendo? —preguntó Victoria. — ¿Será que tenemos por vecino a algún peligroso delincuente? —lo miró a los ojos y se dio la media vuelta para asomarse por uno de los grandes ventanas del estudio. — ¡Están frente a nuestra casa! —exclamó con énfasis. — ¿Por qué?De pronto los fuertes golpes sobre la gran puerta de madera, los hizo dar un fuerte brinco. En ese momento se acercó Oliver.—Parece que la policía viene a buscar al delincuente de la familia —se burló abriendo él misma la puerta.—Buenos días, oficial, ¿en qué les podemos ayudar? —observó a los ojos a la mujer que estaba frente a él.—Buscamos al señor Mason Weber —pronunció con gran seriedad.Se volteó hacia el interior de su casa y sonrió, sin ocultar su alegría.—Es él. — Lo señaló con el dedo índice y elevó su mentón con altivez.Masón abrió lo
— ¿Acaso crees que este hombre tan atractivo es un delincuente? —Mason acercó su rostro a ella. La oficial rodó los ojos, y le entregó la orden que llevaba. Esperó a que el hombre leyera la notificación, entonces Mason movió la cabeza y negó. —Esto no puede ser, debe ser un error. Yo no soy ese hombre del que me hablan —manifestó acercando su rostro al de la chica y ladeó los labios coqueteando—, podemos hablar en privado. —Señaló hacia el interior de su lujosa oficina. La mujer de inmediato lo tomó por uno de los brazos y lo giró con brusquedad, estampando su rostro sobre la mesa que había sobre el recibidor. —Mason Weber queda detenido. Tiene derecho a guardar silencio, tiene derecho a un abogado —prosiguió leyendo sus derechos. —Esto no es cierto —reclamó Victoria—. Somos una familia honorable —bufó—. Los voy a demandar a todos ustedes, soy amiga del gobernador —chistó. Oliver acomodó su espalda sobre uno de los muros, recargó su peso sobre una de sus piernas y cruzó sus
En horas más tarde, la pareja salió al centro comercial con María, lo primero que hicieron fue dirigirse a una tienda departamental, y se dirigieron hacia el área de golosinas, ante un antojo que tenía Guillermo de chocolates. — ¿Vamos a comprar ropa para mí? —cuestionó la pequeña. Guillermo y María ladearon los labios sonrientes. — ¿Te has portado bien? —preguntó Isabella. —Claro, siempre lo hago —respondió esbozando una amplia sonrisa, cargada de orgullo. — ¿Quién habrá sido la persona que embadurnó el espejo de tu habitación con crema? —Isabella volvió a intervenir mirándola a los ojos, presionó la mano de su esposo, al escuchar que dio una pequeña risita. —Tuvo que ser una de mis muñecas —María manifestó—, porque no recuerdo haberlo hecho. — ¿Estás segura?, creo que será mejor que vayamos a comprar la ropa que necesito. —Se dio la vuelta para moverse del lugar. —Solo deseaba practicar mi escritura —respondió—, lo lamento, quise borrar las letras y todo se regó por todas pa
Sentado sobre una banca de frío cemento, dentro de los separos de la comisaría se encontraba Mason, rodeado de sujetos que se veían de mala calaña, al menos es lo que pensaba él, quien portaba una camisa de vestir azul cielo y un pantalón gris oxford. Tenía las manos juntas y el rostro inclinado, intentando mitigar la repulsión y el asco que sentía al permanecer encerrado ahí. El hedor a sudor combinado con alcohol, marihuana y otras substancias, le tenían el estómago revuelto. Mira qué acusarlo de ser el jefe de una banda que roba autos, era algo que no podía creer, de acuerdo al retrato hablado que tenían coincidía con sus rasgos físicos. ¡Era imperdonable! Esperaba que en cuanto todo se aclarara, su madre usará de todas sus influencias e hiciera que corrieran a todos los ineptos que se habían atrevido a confundirlo con un delincuente y lo encerraran a él. Presionó con fuerza sus dientes y arrugó el ceño, deseando que esa pesadilla pasara lo antes posible. El tiempo que llevaba a
Maritza sujetó el collar que llevaba y lo presionó. —Vaya, no creí que te lo fuera a decir —expresó sintiendo que su sangre bullía—, es verdad, le pedí que tuvieramos una relación y no me arrepiento, Guillermo es el hombre al que amo y deseo luchar por él, tengo ese derecho, ¿o no? — ¿Te das cuenta de lo que dices?, ¿es algo imposible? Es un hombre casado, eso es sagrado —expresó agitada. — ¿Sagrado para quién? —contestó con resentimiento—. Desde que tengo uso de razón estoy enamorada de él y tú llegaste a quitarmelo. —Para toda la gente con moral. La familia es algo sagrado —respondió, viéndola reír. Parece que tus padres se equivocaron al criarte. El amor no se forsa, es algo que se da de forma natural, Guillermo nunca ha sentido nada por ti, ¿por qué no puedes entenderlo? —No soy de las que se dan por vencida, esperaba el momento adecuado para conquistarlo y llegaste a arruinarlo todo. Debiste haberte ido de la empresa hace tiempo —bramo—. Es una pena que Memo, no me hiciera ca