Sentado sobre una banca de frío cemento, dentro de los separos de la comisaría se encontraba Mason, rodeado de sujetos que se veían de mala calaña, al menos es lo que pensaba él, quien portaba una camisa de vestir azul cielo y un pantalón gris oxford. Tenía las manos juntas y el rostro inclinado, intentando mitigar la repulsión y el asco que sentía al permanecer encerrado ahí. El hedor a sudor combinado con alcohol, marihuana y otras substancias, le tenían el estómago revuelto. Mira qué acusarlo de ser el jefe de una banda que roba autos, era algo que no podía creer, de acuerdo al retrato hablado que tenían coincidía con sus rasgos físicos. ¡Era imperdonable! Esperaba que en cuanto todo se aclarara, su madre usará de todas sus influencias e hiciera que corrieran a todos los ineptos que se habían atrevido a confundirlo con un delincuente y lo encerraran a él. Presionó con fuerza sus dientes y arrugó el ceño, deseando que esa pesadilla pasara lo antes posible. El tiempo que llevaba a
Maritza sujetó el collar que llevaba y lo presionó. —Vaya, no creí que te lo fuera a decir —expresó sintiendo que su sangre bullía—, es verdad, le pedí que tuvieramos una relación y no me arrepiento, Guillermo es el hombre al que amo y deseo luchar por él, tengo ese derecho, ¿o no? — ¿Te das cuenta de lo que dices?, ¿es algo imposible? Es un hombre casado, eso es sagrado —expresó agitada. — ¿Sagrado para quién? —contestó con resentimiento—. Desde que tengo uso de razón estoy enamorada de él y tú llegaste a quitarmelo. —Para toda la gente con moral. La familia es algo sagrado —respondió, viéndola reír. Parece que tus padres se equivocaron al criarte. El amor no se forsa, es algo que se da de forma natural, Guillermo nunca ha sentido nada por ti, ¿por qué no puedes entenderlo? —No soy de las que se dan por vencida, esperaba el momento adecuado para conquistarlo y llegaste a arruinarlo todo. Debiste haberte ido de la empresa hace tiempo —bramo—. Es una pena que Memo, no me hiciera ca
Guillermo salió como alma que llevaba el diablo hacia el ascensor, no lograba escuchar con claridad lo que le decía la chica que iba detrás de él, lo único que deseaba era llegar hasta el servicio médico y saber cómo se encontraba su mujer. Con los dedos temblorosos presionó el tablero del ascensor para dirigirse al primer piso, y luego aflojó el nudo de la corbata, sentía que no respiraba bien.¿Qué es lo que había pasado?, si antes de irse a la reunión se encontraba bien, se despidió de ella con un gran beso, prometiendo salir a comer con el propósito de planear la fiesta sorpresa de María. En ningún momento, ella se quejó de sentir alguna molestia, al contrario se veía alegre, con entusiasmo.Al abrirse las puertas en el piso que solicitó, salió sin mirar a nadie, enfocándose en seguir por el corredor, y luego virar hasta otro largo pasillo, para finalmente llegar a su destino. Nunca en toda su vida, se le había hecho tan largo llegar con el médico. No sé tomó la delicadeza de toca
A la mañana siguiente, desde la habitación de la pareja, Isabella sonrió al observar que llegó María del colegio, sosteniendo un hermoso ramo de flores, que para sus pequeñas manitas, era gigantesco Suspiró profundo, al sentir como se derretía por esos hermosos ojitos color marrón.—Papá me dijo que mi hermanito y tú se sienten mal. —Se acercó a ella para entregarle las flores—. Vine a cuidarlos, me contrató como su enfermera. —Colocó una de sus manitas sobre el vientre de su mamá, ¿puedes oírme? —preguntó.Isabella no pudo evitar sonreír al escucharla y luego ver todo lo que hacía para comunicarse con su hermanito, en verdad, le robaba el corazón, era una pequeña tan despierta, a sus casi cuatro años, había desarrollado habilidades que no se imaginó, sobre todo desde que convivía con Guillermo, era más parlanchina, además que demostraba grandes habilidades motrices, y se veía más segura de sí misma. Se sentía tan segura de ella.—Estoy seguro que te escucha —Isa mencionó colocando la
Varios días transcurrieron, después de aquella amenaza de aborto que sufrió Isabella, durante todos esos días, permaneció en reposo, bajo el cuidado de María y de Guillermo, recibió un par de visitas como a sus suegros y también a las esposas de sus mejores amigos de él. Los días no se hicieron tan pesados, no aburridos, ahora que el médico había autorizado que se saliera de la cama y que caminara un poco, salió a la terraza un rato y se sentó sobre una de las confortables tumbonas para tomar un poco de sol y leer un libro que le habían obsequiado.No podía dejar de leer, en varias ocasiones carcajeó sin parar, cosa que llamó la atención de su esposo, quien salió del estudio para verla.— ¿Todo en orden? —preguntó.Isabella elevó su rostro y lo recorrió con su mirada con lentitud, un largo suspiro salió de su labios al verlo tan apuesto como siempre, todo lo que usaba, le quedaba a la medida, como la ropa casual que portaba en ese momento: unos vaqueros oscuros, una camisa de manga
El torso de la chica subía y bajaba con gran agitación, sentir la calidez de su aliento, le provocaba que la piel se le erizara por completo, era algo que no podía evitar, a pesar que estaba inmóvil, al tenerlo detrás de ella. No era capaz de articular una sola palabra, su mente estaba en blanco.—Dime que me vaya —volvió a susurrar, acercando más sus labios al lóbulo de su oreja—. Haré lo que me digas, preciosa. —La punta de su lengua tocó, la piel de ella.Un gran silencio se generó interior, ladeó los labios al ver a través del reflejo la postura de la chica, sabía que estaba dubitativa, necesitaba ser más inteligente, no la podía dejar ir. Jamás imaginó que tuviera las agallas de no responder a sus llamadas, ni mensajes, ya se lo cobraría en cuestión de minutos.—Estoy consciente de que estás molesta, por no responder a tus llamadas, pero tengo una justificación, me detuvieron hace unos días. Juro por la vida de mi madre, que no miento. La joven ladeó su rostro y lo elevó, para m
Con rapidez se acercó a su hermana y la ayudó a ponerse de pie, justo en ese momento se dio cuenta de un par de cardenales en las muñecas de su manos, y en los antebrazos. — ¿Estás bien? —le preguntó, tragándose lo que sentía, en ese instante quien importaba era ella. Retiró un par de mechones de su rostro, identificando en su mirada, que estaba asustada—. Te prometo que te explicaré lo que sucede más tarde.Varias lágrimas se deslizaron por las mejillas de la joven, afirmando con la cabeza, sin decir nada, buscó con la mirada a Mason, deseando saber lo que ocurría, pero él ni siquiera se tomó la molestia de verla.—No deberías estar aquí —dijo Mason, sin quitarle la mirada de encima—, te estás metiendo donde no te importa.Guillermo arrugó el ceño, vaya que ese hombre era un cínico.—Te equivocas, eres tú, quien está haciéndolo, apuesto lo que sea, a que el hecho de que conocieras a mi hermana, no fue una casualidad. — ¡Cállate!, no sabes lo que dices —Mason presionó con fuerza los
Con rapidez Guillermo, logró sostenerla, evitando que su hermana, se impactara contra el suelo, la sujetó con fuerza y la llevó hacia uno de los sillones, donde la recostó con suavidad.— ¿Por qué viene así? —indagó Isabella asustada. — ¿Qué le ocurrió?Guillermo estaba por explicarle, pero se dio cuenta de la presencia de María, quien estaba impactada al ver caer de esa forma.—La niña. —Señaló con la mirada hacia el comedor, entonces Isabella sacudió la cabeza, ya que por un momento, se le había olvidado que estaba ahí.— ¿Se murió mi tía? —preguntó María con la voz afligida.—No, no cariño, cálmate. Tú tía se pondrá bien, te lo prometo. —Se acercó para abrazarla, decidió esperar solo a que reaccionara, para llevarla acostar.Después de unos minutos en los que Guillermo, pasó un algodón con alcohol, comenzó a reaccionar su hermana.— ¿Qué pasó? —preguntó al ver el rostro afligido de él.—Te desmayaste —explicó con serenidad, no pudo evitar acariciar una de sus mejillas.—Ya me sient