A la mañana siguiente, desde la habitación de la pareja, Isabella sonrió al observar que llegó María del colegio, sosteniendo un hermoso ramo de flores, que para sus pequeñas manitas, era gigantesco Suspiró profundo, al sentir como se derretía por esos hermosos ojitos color marrón.—Papá me dijo que mi hermanito y tú se sienten mal. —Se acercó a ella para entregarle las flores—. Vine a cuidarlos, me contrató como su enfermera. —Colocó una de sus manitas sobre el vientre de su mamá, ¿puedes oírme? —preguntó.Isabella no pudo evitar sonreír al escucharla y luego ver todo lo que hacía para comunicarse con su hermanito, en verdad, le robaba el corazón, era una pequeña tan despierta, a sus casi cuatro años, había desarrollado habilidades que no se imaginó, sobre todo desde que convivía con Guillermo, era más parlanchina, además que demostraba grandes habilidades motrices, y se veía más segura de sí misma. Se sentía tan segura de ella.—Estoy seguro que te escucha —Isa mencionó colocando la
Varios días transcurrieron, después de aquella amenaza de aborto que sufrió Isabella, durante todos esos días, permaneció en reposo, bajo el cuidado de María y de Guillermo, recibió un par de visitas como a sus suegros y también a las esposas de sus mejores amigos de él. Los días no se hicieron tan pesados, no aburridos, ahora que el médico había autorizado que se saliera de la cama y que caminara un poco, salió a la terraza un rato y se sentó sobre una de las confortables tumbonas para tomar un poco de sol y leer un libro que le habían obsequiado.No podía dejar de leer, en varias ocasiones carcajeó sin parar, cosa que llamó la atención de su esposo, quien salió del estudio para verla.— ¿Todo en orden? —preguntó.Isabella elevó su rostro y lo recorrió con su mirada con lentitud, un largo suspiro salió de su labios al verlo tan apuesto como siempre, todo lo que usaba, le quedaba a la medida, como la ropa casual que portaba en ese momento: unos vaqueros oscuros, una camisa de manga
El torso de la chica subía y bajaba con gran agitación, sentir la calidez de su aliento, le provocaba que la piel se le erizara por completo, era algo que no podía evitar, a pesar que estaba inmóvil, al tenerlo detrás de ella. No era capaz de articular una sola palabra, su mente estaba en blanco.—Dime que me vaya —volvió a susurrar, acercando más sus labios al lóbulo de su oreja—. Haré lo que me digas, preciosa. —La punta de su lengua tocó, la piel de ella.Un gran silencio se generó interior, ladeó los labios al ver a través del reflejo la postura de la chica, sabía que estaba dubitativa, necesitaba ser más inteligente, no la podía dejar ir. Jamás imaginó que tuviera las agallas de no responder a sus llamadas, ni mensajes, ya se lo cobraría en cuestión de minutos.—Estoy consciente de que estás molesta, por no responder a tus llamadas, pero tengo una justificación, me detuvieron hace unos días. Juro por la vida de mi madre, que no miento. La joven ladeó su rostro y lo elevó, para m
Con rapidez se acercó a su hermana y la ayudó a ponerse de pie, justo en ese momento se dio cuenta de un par de cardenales en las muñecas de su manos, y en los antebrazos. — ¿Estás bien? —le preguntó, tragándose lo que sentía, en ese instante quien importaba era ella. Retiró un par de mechones de su rostro, identificando en su mirada, que estaba asustada—. Te prometo que te explicaré lo que sucede más tarde.Varias lágrimas se deslizaron por las mejillas de la joven, afirmando con la cabeza, sin decir nada, buscó con la mirada a Mason, deseando saber lo que ocurría, pero él ni siquiera se tomó la molestia de verla.—No deberías estar aquí —dijo Mason, sin quitarle la mirada de encima—, te estás metiendo donde no te importa.Guillermo arrugó el ceño, vaya que ese hombre era un cínico.—Te equivocas, eres tú, quien está haciéndolo, apuesto lo que sea, a que el hecho de que conocieras a mi hermana, no fue una casualidad. — ¡Cállate!, no sabes lo que dices —Mason presionó con fuerza los
Con rapidez Guillermo, logró sostenerla, evitando que su hermana, se impactara contra el suelo, la sujetó con fuerza y la llevó hacia uno de los sillones, donde la recostó con suavidad.— ¿Por qué viene así? —indagó Isabella asustada. — ¿Qué le ocurrió?Guillermo estaba por explicarle, pero se dio cuenta de la presencia de María, quien estaba impactada al ver caer de esa forma.—La niña. —Señaló con la mirada hacia el comedor, entonces Isabella sacudió la cabeza, ya que por un momento, se le había olvidado que estaba ahí.— ¿Se murió mi tía? —preguntó María con la voz afligida.—No, no cariño, cálmate. Tú tía se pondrá bien, te lo prometo. —Se acercó para abrazarla, decidió esperar solo a que reaccionara, para llevarla acostar.Después de unos minutos en los que Guillermo, pasó un algodón con alcohol, comenzó a reaccionar su hermana.— ¿Qué pasó? —preguntó al ver el rostro afligido de él.—Te desmayaste —explicó con serenidad, no pudo evitar acariciar una de sus mejillas.—Ya me sient
Isabella se aferró con fuerza al abrazo de Guillermo, estaba muy afectada de enterarse lo cerca que Mason estaba de ellos, sin imaginarselo, sin lugar a dudas, tuvo el tiempo de planearlo todo, pero ¿qué era lo que buscaba al seducir a su cuñada? Un fuerte escalofrío la recorrió.—Ese hombre es muy peligroso, tienes que creernos, no tenemos por qué mentirte, está acostumbrado a tener todo lo que quiere.Limpió sus lágrimas y observó a su cuñada, no sabía qué pensar, ni qué decir, pues ellos conocían la situación que llevaba con Mason, sabían que no era del todo feliz, porque ni ella misma tenía la certeza del tipo de relación que tenían, su forma tan extraña de comportarse, la llenaba de dudas, al parecer comenzaban a disiparse, haciendo que el castillo de arena que había construido, se fuera cayendo a pedazos, con un simple temblor.— ¿Y si es verdad que se enamoró de mí? Quizás desee cambiar, porque me ama —chilló—, todos merecemos una segunda oportunidad.Isabella y Guillermo se m
Después de aquel día, Guillermo solicitó que reforzaran la vigilancia, no se sentía tranquilo luego de que Mason estuvo más cerca de lo que se imaginaron, para su fortuna supieron que había salido del país, eso le dio un mayor respiro. Habían pasado dos meses desde lo sucedido y casi todo había vuelto a la calma, a excepción del corazón de su hermana, esperaba que con el tiempo lograra sanar sus heridas.Ingresó a su apartamento, intentando no hacer ruido, regresaba de una reunión social con sus mejores amigos, eran cerca de las once de la noche. Camino sigilosamente hacia la cocina y encendió la cafetera, además de buscar un panecillo para comer, a pesar de haber cenado, sintió antojo de algo dulce.Tomó asiento en uno de los taburetes y sacó su móvil, al escuchar que vibraba, arrugó el ceño, al leer un mensaje de texto, de uno de sus socios de la firma:“Se rumora que la firma Weber, está por firmar una sociedad con los abogados P&P”.Ladeó los labios y bufó, sabía que si lo hacían,
— ¡No puede ser! —expresó la chica y se cubrió los labios con una de sus manos, para mitigar el sollozó que estaba a punto de salir de su boca. Dejó aquella prueba y tomó la segunda, que se había realizado, necesitaba comprobarlo, quizás, era un error, gruesas lágrimas deslizaron sin previo aviso al ver que tenía el mismo resultado que la anterior. No había duda, el resultado era positivo, estaba embarazada.Sintiendo que sus piernas le fallaron, se recargó sobre uno de los muros y se dejó caer hasta llegar al suelo, flexionó sus piernas y las abrazó. Estaba tan abatida, sintiéndose terriblemente mal, siempre fue una mujer cuidadosa en su vida íntima, nunca creyó que con tanta facilidad se dejara embaucar.— ¿Qué explicación les darás? —se preguntó, hundiendo más su rostro entre sus piernas.***Buscando que Isabella disfrutara del momento de intimidad que estaban viviendo, debido a que estaba a punto de llegar al octavo mes de embarazo, la pareja buscó las posturas que fueran más cóm