— ¡Me fui de la cagada! – Confiesa a su amigo Carlos Andrade — la situación se me escapó y al parecer choqué de frente con la maldita pared – dice molesto antes de saborear el último trago al whisky que queda en el vaso y el hielo tintinea haciéndole cosquillas en los labios.
— ¡No entiendo! ¿Cómo se te ocurrió llevarla a ese almuerzo? – pregunta éste confundido.
— ¡Porque soy un idiota que aún piensa en su hija como una niña! – contesta a su amigo mientras este sube la mano llamando la atención de alguien, a quien reconoce como Humberto Larrazábal el Magnate hotelero.
— ¡Coño tío, pero que bien te ves! – expresa emocionado Alejandro, abrazando a su amigo que estuvo a punto de perder la vida.
 
Anna Margarita salió de la empresa en su Peugeot 207 sport que aún no termina de pagar, pero es prácticamente lo que considera suyo, ya no entiende lo que quieren de ella y resopla enojada por la actitud tan extraña de su jefe ¿Qué problema tenía con ella? ¡La gente sufre todo el tiempo joder! Él lo tiene todo y no debería sufrir, aunque el divorcio o más bien el engaño de su ex esposa lo martirizó bastante. Bebió, se revolcó y tuvo mil caídas. Ella lo ayudó en lo que pudo tomando en cuenta su situación de casada y de pobreza por supuesto ¡ya estaba cansada de que le jodieran la vida! Se acabaron los hombres para ella.Sumida en sus pensamientos llega al frente de su casa en el barrio Amposta, al sur de Madrid, en el distrito de San Blas. Una zona no tan peligrosa, pero sí de cuidado, Anna había hecho buenas migas con l
—¡Joder! – su cuerpo cayó con un golpe seco sobre la cama, agotado por el esfuerzo físico del que fue objeto al pasar casi toda la noche teniendo sexo con esta chica atlética y vigorosa —¿Qué hora es? – escucha un gemido y luego un ronroneo. Sonríe —Por lo menos te di la talla hasta las… ¡oh mierda son las cuatro de la mañana – debía dormir un poco antes de irse a casa para salir al trabajo.La noche había estado tan movida y salvaje que no recordaba la última vez que había tenido un sexo tan bueno y satisfactorio, definitivamente esta chica sabía lo que era complacer al sexo opuesto de una manera primitiva y prosaica. Se sumió en un sueño profundo y placentero.Salió del baño cubierto con el albornoz a las siete con diez de la mañana, aún con su
—¡Buen día Margarita! – sus ojos se fueron detrás del culo más atractivo que nunca vio, su respiración se abarrotó en la garganta y su hombría despertó instantáneamente.La mujer saltó en el sitio asustada por la voz que no esperaba y casi cae al piso, se giró y lo miró inmóvil, se encontraba atontado, un poco alejado y… tembloroso.—¡Dios mío, buen día Sr. Del Toro, qué susto! – la vista del hombre cayó directo en el canalillo entre sus senos, no entendía cómo podía ser posible que estuviera tan buena y mucho menos entendía como se podía excitar después de la noche que tuvo con…< Mierda olvidé su nombre > Pensó.—¡Lo siento Margarita, no fue a prop&
Alejandro ingresó a la habitación de aquel hotel aspirando el aroma delicioso a hierbas aromáticas y sándalo, no era de sus aromas preferidos, pero había algo más delicioso en el ambiente, algo muy sensual que despertaba todos sus sentidos al darle un aire de seducción al sitio. María Elena salió del baño embutida en un camisón de seda transparente color negro, que le llegaba a los tobillos abierto a cada lado mostrando sus bellas piernas, debajo del cual había un precioso conjunto de lencería a juego en encajes, lo que la hacía lucir deliciosamente provocativa y sexy hasta más no poder.—¡Joder! – exclamó impresionado por lo hipnótico de la imagen.—¡Me alegra que te guste! – esa mujer no lo perdonaría en este momento y más aún cuando su cuerpo reaccionaba
A las seis con treinta y cinco de la tarde se encuentra Alejandro Del Toro esperando frente al edificio donde vive María Elena Castro con sus padres, un sitio de bien en una zona de excelente estatus social, llena de edificios de lujo y parques temáticos donde los niños tienen todo tipo de recreación y diversiones. Suspira recordando a su Capullo cuando era solo una bebé y dejaba su vida para darle el tiempo que ella necesitaba de él. Hoy en día es una copia de su madre y aunque ya no siente nada al respecto, su corazón sigue sin funcionar para el amor aunque no se niegue a ello.Mira el reloj y rueda los ojos por la tardanza de la chica. Decide llamarla, pero no contesta; no es amigo de la puntualidad y le desagrada esperar. En su familia siempre ha reinado la puntualidad y si comienza con este tipo de irresponsabilidades su madre no lo tomará en serio con esta chica. Resopla y decide irse cuando un
—¡Margarita! – ella atendió a la voz conocida y resonante de su jefe. Lo miró a los ojos por un momento y se fijó en el brillo que tenían, al igual que se fijó en como lo miraba la preciosa morena que caminaba detrás de él.—¡Sr. Del Toro, qué sorpresa! – Sonrió cortes, un tanto fría —¡Es un placer verle por acá! ¿Señorita? – el hombre giró y casi tira al piso la chica. Anna sintió un apretujón en el estómago y no entendía el por qué.—¡Ah! – Suspiró —Ella es María Elena Cortés…—¡Su novia! &
La gente se retiraba, ya eran más de las tres de la mañana y Alberto Del Toro decidió que era buena idea volver a casa. Ya habían cumplido con su deber de amigos con la familia Duque, pero su esposa se sentía agotada por el trasnocho y Juliana debía ir a la universidad al día siguiente.—Alejandro ¿te quedas? – su primogénito negó. Observó a Margarita cuchicheando con su hermana y la imaginó con una niña en los brazos un domingo de asado en su casa.< Mierda debo dejar de divagar. Pensó incomodo >—¡Me voy con ustedes papá, me quedo en casa para desayunar tortitas con beicon hechos por Eneida – sonrió consentido y su padre negó con la cabeza.—¡Anita, querida! – Anna fue directo a los brazos de Alberto y su hijo
El día en la oficina estaba fatal sin Anna y aun no era mediodía. Conocía el trabajo a fondo, pero estaba tan acostumbrado a ella que le era imposible concentrarse. Salió de la oficina para sacar unas copias cuando se encontró con una atractiva chica de unos veintiún años sentada en el escritorio. No la conocía. Eso le daba una idea de lo poco que recorría los departamentos, la chica se encontraba escribiendo un mensaje en el celular, cuando sintió que la observaban levantó la vista y quedó inmóvil en el sitio, Alejandro levantó las cejas y apretó los labios sin molestia, solo con asombro de verla. Tenía unos bonitos ojos verdes, grandes y expresivos, nariz muy fina y labios gorditos en una boca pequeña pintada de rosa. Su respiración era trabajosa porque se dio cuenta de que era el jefe y la había pillado perdiendo el tiempo, se levantó lo m&aa