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— ¡Joder! – su cuerpo cayó con un golpe seco sobre la cama, agotado por el esfuerzo físico del que fue objeto al pasar casi toda la noche teniendo sexo con esta chica atlética y vigorosa — ¿Qué hora es? – escucha un gemido y luego un ronroneo. Sonríe — Por lo menos te di la talla hasta las… ¡oh mierda son las cuatro de la mañana – debía dormir un poco antes de irse a casa para salir al trabajo.

La noche había estado tan movida y salvaje que no recordaba la última vez que había tenido un sexo tan bueno y satisfactorio, definitivamente esta chica sabía lo que era complacer al sexo opuesto de una manera primitiva y prosaica. Se sumió en un sueño profundo y placentero.

Salió del baño cubierto con el albornoz a las siete con diez de la mañana, aún con su

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