Tania se encontraba jugando en un parque grande junto a su pequeña hija de 3 años, esta corría de un lado a otro, pero una maquina de helados llama la atención de la pequeña y Tania lo nota -¿quieres uno Alana? – así es, había llamado a su hija fruto de su amor con Anton, como su amiga -si mami – esta toma su pequeña manito y caminan juntas a tomar su helado – tommy ven aquí - el cachorro que ya no era tan cachorro corre detrás de ella, cuando murió Alana ambos decidieron cuidar de el, ya que Adal no se encontraba en condiciones de cuidar al animal -esta rico tu helado? – su hija estaba llena de helado de chocolate en su boquita, pero le causaba risa -si mami Ya en la noche ambas llegan a casa -ya llegaron las dos mujeres de mi vida? – su hija al escuchar la voz de su padre sale corriendo en su dirección -papi! -mi hermosa alana – este la llena de besos, mientras esta se rie -pica papi – a su hija le picaba la barba de su padre -para la mama no hay besos? – este le sonríe -
Después de varios meses sin conseguir trabajo, Alana recibe de repente una llamada donde le ofrecen la gran oportunidad de ir a trabajar en una de las empresas más prestigiosas de arte e historia en Alemania. Ella es consciente de que debe alejarse de sus seres queridos, en especial de su abuela, quien la crió, ya que nunca conoció a su padre y su madre falleció cuando Alana era pequeña. -Abue, ¿estás segura de que no quieres ir conmigo?- dice la chica de cabello castaño por décima vez en el día, mientras empaca las maletas tratando de convencer a su abuela para irse con ella. -No querida, y deja de insistir. Mi hogar está aquí en Madrid. Además, tú allá vas a estar muy ocupada y yo solo estorbaría. -Abue, no digas eso, tú jamás me estorbarías - su abuela se acerca y acaricia su mejilla, la mejilla de su adorada nieta -me harás mucha falta, prometo venir a visitarte. -Más te vale, jovencita. -Bueno, voy a dejar las maletas aquí porque quedé de verme con Luciano. Él está muy triste
Alana despertó un poco desorientada al escuchar un fuerte ruido, el corazón se le quiere salir en ese momento, sin embargo, la luz de un computador me hace salir de mi susto, ella miró a su alrededor y se dio cuenta de algo -¿usted me colocó en la cama? -No sería de caballero dejar a una dama dormir en un incómodo sillón - menos mal él no podía verla bien porque de no ser así podría ver mis mejillas rojas como un tomate -Gracias, ¿qué fue ese fuerte ruido? -No lo sé, supongo que algo del tren pero siga durmiendo -¿Usted no piensa dormir? -soy un hombre de poco sueño y no creo que pueda dormir mucho en este sillón - en ese momento Alana se sintió algo mal, porque el sillón si se veía bastante incómodo -si quiere yo puedo … -olvídelo señorita … -Alana, mi nombre es Alana García - veo una pequeña sonrisa -mucho gusto, Adal Adal ... Bonito nombre -y no aceptaré que duerma aquí - en ese momento Alana se le pasó por su cabeza una idea descabellada, pero le daba algo de pena
Adal no podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Luego de despedirse de la castaña, jamás esperó volver a verla, aunque una parte de él sentía una sensación extraña al encontrarla de nuevo. -Veo que está más sorprendida que yo -comentó. -Algo parecido, Adal - respondió ella. La cara de Adal cambió por completo, pasó de estar sorprendido a colocar un gesto completamente serio. -Señor Muller - su voz comenzó a sonar más seria -ahora soy tu jefe, y no es correcto que una empleada me trate de tú -Alana quedó algo perpleja por su cambio de actitud, pero de inmediato se compuso. -Lo siento, señor Muller, no volverá a suceder. -Vamos a lo que venimos. La verdad, estamos muy sorprendidos con tu currículum y por las referencias que nos dieron de ti. Nos dan a entender que tienes gran potencial para lo que estamos buscando en nuestra empresa de arte. Ahora la pregunta es: ¿estás tú capacitada para asumir este puesto y dar lo mejor de ti, señorita García? -Señor Muller, dejé mi vida en M
Otro día de trabajo para Alana, la castaña estaba preocupada porque llegaría tarde. Al llegar a la empresa, el día de la castaña no podía ser peor, ahí estaba el señor Müller mirándola con cara de disgusto. - Señor Müller, yo... - Sus excusas no me interesan, señorita García. Desde el día uno le dije que para nosotros es importante el compromiso. Así que dígame, ¿está comprometida o no? – algo que siempre ha detestado el alemán es la impuntualidad. Los alemanes se caracterizan por ser personas estrictas y muy responsables. Alana, por dentro tenía deseos de asesinar a Adal, ella no está acostumbrada a que le griten y más que lo haga alguien que no sea mi abuela… es más, ni su abuela le ha gritado en toda su vida. - Señor Müller, le juro que no volverá a pasar. - Más le vale, señorita García, porque si vuelve a llegar tarde, vaya buscando vuelo a Madrid – Adal se da la vuelta dejándola sola a Alana con unas fuertes ganas de darle un golpe en la cara, pero ella se aguanta tomando to
Luego de un rato, Adal está más calmado; el medicamento ya hizo efecto y ahora se siente como una m****a porque casi le causa daño a su hermano. Definitivamente, tenía que ir a su casa para pedirle perdón. Cuando sale del despacho, nota que las cosas que estaban en el suelo ya están recogidas. Lo único que quedó mal fueron las paredes, que se encuentran con sangre de sus puños, y la mesa destrozada. - Adal - dice Antón, que se encuentra sentado con una copa de vino en la mano. - Antón, disculpa, yo no… - No estás tomando los medicamentos - afirma su hermano. - Sí los estoy tomando - Adal sabía que no, pero odiaba tener que estar medicado, además de que algunos de esos medicamentos le caían pesados, lo que no le permitía estar al cien por ciento en su trabajo. - Deja de mentir - Antón le tira los medicamentos en el pecho - el tarro está completo, al igual que los otros. ¿¡Qué mierdas tienes en la cabeza!? - Sé que debo tomarlos, pero… - Pero nada. Esto es lo único que mantiene t
Alana se encontraba en su oficina intentando trabajar en las posibles obras para el museo, pero no lograba concentrarse. No paraba de pensar en Adal y no entendía qué le pasaba, pero le preocupó ver en el estado en que se encontraban sus nudillos. Anabel entra a la oficina de Alana, viendo que esta se encuentra algo ausente. - Alana, hay una llamada que es para ti - Alana sale de su trance al percatarse de que Anabel se encontraba en la oficina. - ¿Quién es? - pregunta Alana. - No lo sé. - Pásame la llamada - Anabel se retira regalándole una sonrisa. Alana contesta el teléfono y escucha la voz de Luciano. - Hola, hermosa. - Luciano, ¿todo bien? - Sí, todo está bien. Quería saber si nos podemos ver hoy, yo paso por ti a la oficina - Alana se sorprende de que Luciano aún no se haya ido. - Luciano, no creo que… - Alana, mañana me voy, quiero verte por última vez - Alana suelta un suspiro, mientras se debate en si verlo o no, pero luego piensa en que ya no lo vería quién sabe has
Adal había regresado a la empresa porque se le habían quedado unos documentos importantes. A esa hora, seguramente no estaría nadie, pero pensó mal. Cuando llegó al piso de su oficina, escuchó unos gritos y llantos. El corazón de Adal se paralizó al reconocer la voz de la persona que estaba gritando. -¡Alana! -Corrió rápido hasta la oficina de ella, de donde provenían los gritos, hasta toparse con una escena horrible: el imbécil de su novio la tenía recostada contra el escritorio, intentando abusar de ella. En ese momento, todo empezó a verse rojo, la cordura en Adal desapareció por completo, llegando a él una furia que ni él podría controlar. -¡Hijo de puta! - Adal tomó con fuerza a Luciano, estampándolo contra la pared. El primer golpe de Adal impactó en el rostro de Luciano, sacándole sangre. -¡Suéltame, animal! - Adal no alcanzaba a ver nada, todo a su alrededor se mostraba en rojo. No podía dejar de golpearlo con fuerza, sus nudillos empezaron a sangrar, pero ese ardor no se c