Alana despertó un poco desorientada al escuchar un fuerte ruido, el corazón se le quiere salir en ese momento, sin embargo, la luz de un computador me hace salir de mi susto, ella miró a su alrededor y se dio cuenta de algo
-¿usted me colocó en la cama?
-No sería de caballero dejar a una dama dormir en un incómodo sillón - menos mal él no podía verla bien porque de no ser así podría ver mis mejillas rojas como un tomate
-Gracias, ¿qué fue ese fuerte ruido?
-No lo sé, supongo que algo del tren pero siga durmiendo
-¿Usted no piensa dormir?
-soy un hombre de poco sueño y no creo que pueda dormir mucho en este sillón - en ese momento Alana se sintió algo mal, porque el sillón si se veía bastante incómodo
-si quiere yo puedo …
-olvídelo señorita …
-Alana, mi nombre es Alana García - veo una pequeña sonrisa
-mucho gusto, Adal
Adal ... Bonito nombre
-y no aceptaré que duerma aquí - en ese momento Alana se le pasó por su cabeza una idea descabellada, pero le daba algo de pena decirlo, aunque le daba pesar dejarlo dormir en ese incómodo sillón
-si no le molesta puede dormir aquí - los ojos del Alemán se posaron en la castaña que se encontraba en la cama muerta de vergüenza por lo que acababa de decir, aunque Adal también estaba algo nervioso, ya que jamás había dormido con nadie, era algo nuevo, su costumbre siempre fue acostarse con mujeres y luego irse. Él suelta un suspiro luego de haberlo pensado mejor y decide aceptar su propuesta, debía estar descansado y si duerme en ese sillón lo último que iba a hacer sería descansar
-creo que aceptaré su propuesta, mañana tengo un día bastante pesado y tengo que estar descansado - deja su computador a un lado, se mete al baño y a los minutos sale con un pantalón de pijama y ¡SIN CAMISA!, es inevitable para Alana no ver el pecho tan bien trabajando de aquel hombre desconocido, pero la voz de Adal la saca de su trance
-acostumbro a dormir sin camisa, pero si le incomoda me la puedo poner - la chica llena de vergüenza de inmediato me acuesto
-No se preocupe, descanse, señor Adal
-descanse, señorita Alana
A la mañana siguiente Alana se siente extremadamente cómoda, tanto que ni quisiera despertar. Al abrir sus ojos ella queda el shock al ver que está completamente pegada al cuerpo del señor Adal y este no se queda atrás. Él pánico le empieza a entrar a Alana, mientras se pregunta qué debe hacer, ella intenta moverlo sin despertarlo, pero es inútil.
Luciano, siente cómo está siendo movido por unas manos pequeñas, pero no entiende qué está pasando hasta qué cae en cuenta de dónde y con quien está, abre sus ojos de golpe viendo en la situación en la que se encontraban, ve como la chica se logra liberar parándose rápidamente
-señor, lo siento mucho yo … - para Luciano intenta no reírse al ver lo nerviosa que se encuentra
-Alana, respira te dará algo
-es que no pensé que fuéramos a despertar de esa forma, no entiendo qué pasó con las almohadas
-desaparecieron en la noche porque cierta persona se mueve mucho - ahora si Luciano no puede evitar soltar su risa, cuando ve a Alana más roja que un tomate llena de vergüenza
-Dios, como lo siento no lo deje dormir
-Alana, ya le dije soy un hombre de poco sueño, no es su culpa - Alana ve cómo este se para, pero rápidamente retira su mirada porque no quiere seguir sintiendo vergüenza si observa el cuerpo de ese hombre
-me ducharé ya estamos por llegar
Al fin, luego de largas horas llegaron a Alemania. Hace un frío del carajo, pero Alana está feliz, sólo tiene algunas horas para instalarse en el hotel donde se quedará y luego asistir a la empresa para presentarse
-Bueno, señorita Alana que tenga una excelente estadía
-lo mismo digo
-¿viene de turismo? - pregunta curioso
-mmm si - miente - solo estaré un tiempo
-está bien, ya llegaron por mí ¿desea que la lleve a algún lugar?
-No se preocupe señor Adal, fue un placer - extiende su mano para despedirse y este la recibe
-adiós, señorita Alana, feliz estadía - y así fue como Alana lo vi partir sin esperar que esa no sería la última vez que lo volvería a ver
-abue ya estoy en el hotel
-Qué Bueno hija, ¿qué tal el viaje? - cuando lo menciona ella de inmediato se acuerda del señor Adal
-todo estuvo bien abuela - responde mientras desempaca la ropa
-¿Estás nerviosa por conocer a tu nuevo jefe?
-Si abue, la mujer con la que hablé me dijo que el señor Muller era un hombre muy exigente, me da miedo que no sea lo que él busca
-oh vamos cariño, tú eres muy buena en lo que haces estoy segura de que te va a ir muy bien y que el famoso señor Muller quedará encantado con tu forma de trabajar
-eso espero, abuela
Al llegar Alana no puede dejar de mirar sorprendida el lugar en donde va a trabajar, cuando llego pensó quería en un edificio o algo así, pero esto es una gran casi mejor dicho un palacio
-es enorme - susurro mientras entro al lugar con algo de miedo
-Buenas tardes, señorita ¿a dónde se dirige? - pregunta el vigilante de la entrada
-buenas tardes, vengo a ver al señor Muller, soy la nueva asistente de arte
-Espere un momento - toma el teléfono marcando un número mientras la castaña observaba un poco el sitio, todo allí gritaba elegancia y belleza, creo que seré muy feliz en este trabajo, pensó ella - ¿su nombre? - pregunta el vigilante sacándola del trance
-Alana García
-puede pasar, segundo piso a la derecha al final
-Gracias -
Al llegar al piso la recibe una chica alta, de cabello rubio como todos aquí en Alemania, raro encontrar alguien con el color del cabello de Alana
-usted debes ser Alana García
-así es - ella estira su mano
-un placer, Tania Weber, asistente del señor Muller. conmigo hablaste durante todo este tiempo, déjame decirte que estamos muy sorprendidos por tu currículum
- muchas gracias, para mí es un honor estar aquí
-ya el señor Muller te va a recibir.Tuvo un pequeño percance con su avión y le tocó venirse en tren, pero tampoco pudo venirse en primera clase así que está entre buen genio y mal genio, nadie lo entiende - genial no lo agarre de buen genio decía Alana. Al mencionar el tren por la cabeza de Alana pasó el nombre de Adal,¿qué será de él?
El teléfono de la asistente suena haciendo que ella salga de sus pensamientos
-señor Muller, llegó la señorita García… Ok, ya la hago pasar - cuelga el teléfono y después me mira - ya puedes pasar, mucha suerte
-Gracias, señorita Weber
Camina hasta la oficina con su corazón casi al punto de salirse, tomando el valor necesario toca la puerta escuchando un adelante. Alana entra y nota que el señor Muller está de espaldas mirando hacia el jardín
-buenas tardes, señor Muller - cuando el hombre se gira ambos quedan en shock, en especial Alana que no espero volverse a encontrar con el sujeto del tren, mientras que el sentía un rara sensación al volverla a ver.
las cosas del destino
-que Pequeño es el mundo, mira donde llego a encontrar a la chica del tren … - Alana traga duro, mientras es observada por la mirada penetrante de aquel hombre que lograba intimidarla
-Adal…
Adal no podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Luego de despedirse de la castaña, jamás esperó volver a verla, aunque una parte de él sentía una sensación extraña al encontrarla de nuevo. -Veo que está más sorprendida que yo -comentó. -Algo parecido, Adal - respondió ella. La cara de Adal cambió por completo, pasó de estar sorprendido a colocar un gesto completamente serio. -Señor Muller - su voz comenzó a sonar más seria -ahora soy tu jefe, y no es correcto que una empleada me trate de tú -Alana quedó algo perpleja por su cambio de actitud, pero de inmediato se compuso. -Lo siento, señor Muller, no volverá a suceder. -Vamos a lo que venimos. La verdad, estamos muy sorprendidos con tu currículum y por las referencias que nos dieron de ti. Nos dan a entender que tienes gran potencial para lo que estamos buscando en nuestra empresa de arte. Ahora la pregunta es: ¿estás tú capacitada para asumir este puesto y dar lo mejor de ti, señorita García? -Señor Muller, dejé mi vida en M
Otro día de trabajo para Alana, la castaña estaba preocupada porque llegaría tarde. Al llegar a la empresa, el día de la castaña no podía ser peor, ahí estaba el señor Müller mirándola con cara de disgusto. - Señor Müller, yo... - Sus excusas no me interesan, señorita García. Desde el día uno le dije que para nosotros es importante el compromiso. Así que dígame, ¿está comprometida o no? – algo que siempre ha detestado el alemán es la impuntualidad. Los alemanes se caracterizan por ser personas estrictas y muy responsables. Alana, por dentro tenía deseos de asesinar a Adal, ella no está acostumbrada a que le griten y más que lo haga alguien que no sea mi abuela… es más, ni su abuela le ha gritado en toda su vida. - Señor Müller, le juro que no volverá a pasar. - Más le vale, señorita García, porque si vuelve a llegar tarde, vaya buscando vuelo a Madrid – Adal se da la vuelta dejándola sola a Alana con unas fuertes ganas de darle un golpe en la cara, pero ella se aguanta tomando to
Luego de un rato, Adal está más calmado; el medicamento ya hizo efecto y ahora se siente como una m****a porque casi le causa daño a su hermano. Definitivamente, tenía que ir a su casa para pedirle perdón. Cuando sale del despacho, nota que las cosas que estaban en el suelo ya están recogidas. Lo único que quedó mal fueron las paredes, que se encuentran con sangre de sus puños, y la mesa destrozada. - Adal - dice Antón, que se encuentra sentado con una copa de vino en la mano. - Antón, disculpa, yo no… - No estás tomando los medicamentos - afirma su hermano. - Sí los estoy tomando - Adal sabía que no, pero odiaba tener que estar medicado, además de que algunos de esos medicamentos le caían pesados, lo que no le permitía estar al cien por ciento en su trabajo. - Deja de mentir - Antón le tira los medicamentos en el pecho - el tarro está completo, al igual que los otros. ¿¡Qué mierdas tienes en la cabeza!? - Sé que debo tomarlos, pero… - Pero nada. Esto es lo único que mantiene t
Alana se encontraba en su oficina intentando trabajar en las posibles obras para el museo, pero no lograba concentrarse. No paraba de pensar en Adal y no entendía qué le pasaba, pero le preocupó ver en el estado en que se encontraban sus nudillos. Anabel entra a la oficina de Alana, viendo que esta se encuentra algo ausente. - Alana, hay una llamada que es para ti - Alana sale de su trance al percatarse de que Anabel se encontraba en la oficina. - ¿Quién es? - pregunta Alana. - No lo sé. - Pásame la llamada - Anabel se retira regalándole una sonrisa. Alana contesta el teléfono y escucha la voz de Luciano. - Hola, hermosa. - Luciano, ¿todo bien? - Sí, todo está bien. Quería saber si nos podemos ver hoy, yo paso por ti a la oficina - Alana se sorprende de que Luciano aún no se haya ido. - Luciano, no creo que… - Alana, mañana me voy, quiero verte por última vez - Alana suelta un suspiro, mientras se debate en si verlo o no, pero luego piensa en que ya no lo vería quién sabe has
Adal había regresado a la empresa porque se le habían quedado unos documentos importantes. A esa hora, seguramente no estaría nadie, pero pensó mal. Cuando llegó al piso de su oficina, escuchó unos gritos y llantos. El corazón de Adal se paralizó al reconocer la voz de la persona que estaba gritando. -¡Alana! -Corrió rápido hasta la oficina de ella, de donde provenían los gritos, hasta toparse con una escena horrible: el imbécil de su novio la tenía recostada contra el escritorio, intentando abusar de ella. En ese momento, todo empezó a verse rojo, la cordura en Adal desapareció por completo, llegando a él una furia que ni él podría controlar. -¡Hijo de puta! - Adal tomó con fuerza a Luciano, estampándolo contra la pared. El primer golpe de Adal impactó en el rostro de Luciano, sacándole sangre. -¡Suéltame, animal! - Adal no alcanzaba a ver nada, todo a su alrededor se mostraba en rojo. No podía dejar de golpearlo con fuerza, sus nudillos empezaron a sangrar, pero ese ardor no se c
Pasó una semana desde el incidente de Alana. La castaña tuvo el placer de conocer a Anton, el hermano de Adal; es un hombre bastante simpático, todo lo contrario a Adal. Lo que Alana no entendía era por qué estaba en el hospital, pero ninguno supo darle respuesta. De Luciano no se supo nada desde lo ocurrido, solo se sabe que está en la cárcel por lo que hizo. Al parecer, Adal se encargó de que Luciano pagara por lo que intentó hacerle a la castaña. Pero ahora algo anda en la mente de Alana. Ese día, cuando Adal la encontró en esa situación, por unos momentos ella sintió miedo al verlo casi matando a Luciano, pero también seguridad. Él la salvó de una tragedia y ahora está en deuda con él. -¡Alana!, al fin regresaste -dijo Anabel, abrazándola efusivamente - Todos estuvimos muy preocupados cuando nos enteramos de lo que te pasó -Gracias por preocuparse, ya estoy mejor -respondió Alana. -No fuimos los únicos que se preocuparon. El señor León estuvo aquí y preguntó por ti. Ah, y dejó
Adal se encontraba en la oficina mirando hacia la nada, mientras intentaba hacer que la culpa desapareciera de su mente, pero por más que lo intentaba, los ojos de la castaña en su mente hacían que todo fuera más difícil… Dios, creo que lo mejor es reparar el daño. Adal toma su teléfono y marca el número de Tania. - Señor Müller, ¿necesita algo? – responde Tania. - Comunícame con Marta, la diseñadora de interiores. - Claro, señor. – al minuto, Marta se comunica con Adal. - Qué sorpresa tu llamada – habla de manera coqueta. Hace un tiempo, Marta y Adal habían tenido un romance y en ocasiones tenían sus encuentros, pero jamás llegó a pasar nada sentimental. - Necesito que hagas algo por mí. - ¿Qué sería? - Necesito que modifiques una oficina, está destruida y quiero que la decores y la arregles muy bien. - ¿Para cuándo la necesitas? - Para mañana mismo. Ah, y que tenga un toque femenino – al escuchar eso, Marta se quedó sorprendida, tenía curiosidad de saber quién era la mujer
Alana se encontraba con Tania, Anabel y Bruno disfrutando de unas cervezas y uno que otro baile en una de las discotecas más populares de Alemania. Todos la estaban pasando bien, pero en la mente de Alana seguía rondando el nombre de Adal. Luego de lo ocurrido en la casa de su hermano, ella quedó bastante enojada. No sabía qué le pasaba a Adal y eso le desesperaba."-Alana, ¿qué tienes? Te veo como desconectada, como si estuvieras en otro lugar - pregunta Tania, mientras se toma una cerveza.- No pasa nada, mejor dame una de esas - dice Alana señalando las cervezas que había sobre la mesa.- ¡Alana!, tienes un admirador - grita Anabel, mientras choca nuestras bebidas.- ¿Quién? - dice Tania.- Mira a tu derecha, el chico de camisa blanca con pantalones negros - Alana mira disimuladamente donde se encuentra el hombre del que Anabel habla. Tenía que aceptar que el hombre era guapo y se notaba que era alto.- Dios, amiga, no para de verte - Tania le regala una sonrisa pícara, mientras tom