Amor con un CEO BIPOLAR
Amor con un CEO BIPOLAR
Por: sara o
Capítulo 1

Después de varios meses sin conseguir trabajo, Alana recibe de repente una llamada donde le ofrecen la gran oportunidad de ir a trabajar en una de las empresas más prestigiosas de arte e historia en Alemania. Ella es consciente de que debe alejarse de sus seres queridos, en especial de su abuela, quien la crió, ya que nunca conoció a su padre y su madre falleció cuando Alana era pequeña.

-Abue, ¿estás segura de que no quieres ir conmigo?- dice la chica de cabello castaño por décima vez en el día, mientras empaca las maletas tratando de convencer a su abuela para irse con ella.

-No querida, y deja de insistir. Mi hogar está aquí en Madrid. Además, tú allá vas a estar muy ocupada y yo solo estorbaría.

-Abue, no digas eso, tú jamás me estorbarías - su abuela se acerca y acaricia su mejilla, la mejilla de su adorada nieta -me harás mucha falta, prometo venir a visitarte.

-Más te vale, jovencita.

-Bueno, voy a dejar las maletas aquí porque quedé de verme con Luciano. Él está muy triste con mi partida.

Luciano y Alana son novios desde hace 5 años. Ella considera que su relación es hermosa, pero es consciente de que él no está para nada feliz con su partida, y era la verdad. Luciano quería que ella se quedara y no fuera a este estúpido trabajo que lo único que haría sería separarlos.

Ella llega a la cafetería donde quedó de encontrarse con él. Luciano, como siempre, se encontraba guapo y perfectamente arreglado, esperándola con un café como a ella le gusta, aunque por su mente no paraba de pensar en cómo le iba a decir a ella que se quedara con él.

-Hola, amor - ella se acerca y le planta un beso en los labios.

-Estás preciosa - susurra.

-Gracias, qué bueno que nos dio tiempo para vernos antes de irme.

-Alana, justo de eso quería hablar.

Luciano comienza a ponerse más nervioso de la cuenta y Alana lo nota. Él toma sus manos entre las suyas y luego la mira a los ojos.

-No te vayas, te lo suplico. Sé que si te vas lo nuestro no será igual, ya verás que vas a conseguir un trabajo igual a ese, pero aquí - Alana estaba en shock, ella en su mente solo decía ¡Está loco! Él sabía que jamás la castaña tendría una oportunidad como esa en Madrid.

-¿Por qué no puedes apoyarme en esto, Luciano? ¿Es tan difícil estar feliz por mis logros?

-Nena, puedes lograr lo que quieras, pero aquí.

-Tú sabes que no es así, aquí es limitado. Tú sabías cuánto quería ese trabajo, siempre me animabas. No entiendo por qué ahora me dices eso - Alana no podía entender por qué su cambio, él siempre le daba ánimos, siempre decía que la iban a llamar cuando ni ella podía creer eso.

-¡Porque pensé que no te llamarían! - Luciano pierde completamente el control, ella no se podía ir de su lado, ella se tenía que quedar en Madrid.

Alana, al escuchar esas palabras, una profunda decepción inunda todo su ser al darse cuenta de que Luciano nunca creyó en ella, jamás creyó que ella lo podría lograr.

-¿Nunca creíste que lo fuera a lograr?

-Mi amor, perdona, no quise decir…- Levantó la mano para callarlo.

-Escucha, yo no dejaré de hacer las cosas por ti, ni por nadie. Iré a trabajar a esa empresa y voy a perseguir mi sueño.

-Alana, yo no puedo permitir que te vayas - dice suplicante Luciano.

-¡Deja de ser egoísta! -Alana suelta un largo suspiro -Creo que esto no va a funcionar - Los ojos de Luciano se abren como platos cuando escucha esas palabras de su novia.

-¿A qué te refieres con eso?

-Que lo mejor es que cada uno siga con su vida, pero por caminos diferentes - Los ojos de Alana se llenan de lágrimas, mientras que Luciano está en un estado entre rabia y dolor.

-¿Estás poniendo ese trabajo por encima de nosotros?- Sus manos comienzan a formar un puño tratando de controlar su ira.

-Estoy cumpliendo mis sueños, algo que tú decías apoyarme y mira con lo que me sales - Ella se para limpiando sus lágrimas. - Que seas feliz, Luciano, pero esto se acabó.

Luciano la ve irse, pero él sabía que esa no sería la última vez que la vería, pronto estarían juntos de nuevo. Haría lo que fuera para que ella regresara al lugar donde pertenece, que es a su lado.

Alana miró su boleto para saber en qué lugar le correspondía.

-Bueno, creo que aquí me toca - Al entrar, quedó sorprendida por lo espacioso que es, lo que ella no tenía presente es que tendría que compartir esa espaciosa habitación y no sería con cualquier persona.

La puerta se abre de golpe dejando ver al hombre bastante guapo. Es alto, tiene buen cuerpo, ojos azules tirando a verde y tez pálida. Lo único malo es que es rubio y nunca le han gustado los hombres rubios.

Adal, al entrar a la habitación y ver a la intrusa, siente algo de rabia porque no le gusta compartir con nadie.

Al ver mejor a la chica, nota que no es fea, al contrario, es una mujer muy hermosa. Tiene cabello largo de color castaño, ojos grises y su piel es blanca como la nieve. Tiene un cuerpo que, ante los ojos de Adal, es una obra de arte.

Alana, al sentirse observada de más, comienza a sentir cómo su cuerpo se eriza de pies a cabeza.

-Yo no pedí compartir con alguien. ¿Qué hace esta mujer aquí? - habla Adal con su voz potente, pero Alana solo pensaba en lo grosero y en el genio tan pesado que se gastaba ese hombre.

-Señor Muller, lo siento mucho, pero todo está ocupado y no sabíamos que usted vendría - dice la trabajadora del tren.

-No la quiero aquí - le dice, o mejor dicho, le grita a la pobre chica.

-¿Hola? Estoy aquí por si no se han dado cuenta - Qué hermosa voz tiene, pensó Adal, pero a la vez lo enojaba que fuera tan entrometida. Entonces, le suelta una mirada penetrante que logra intimidar a la chica, haciendo que baje la mirada de golpe.

-¿Le pedí que hablara? - ¿Quién carajos se piensa que es para tratarme de esta manera? Dijo en su mente Alana.

-¿Y desde cuándo usted manda?

-Desde que tengo el poder de hacerla bajar de este tren- dice con una sonrisa de superioridad.

-Oh, ya veo, le gusta abusar de su poder o mejor dicho, del dinero que posee.

Luciano se queda mirándola y no puede evitar sentir diversión al notar que ella está enojada.

Luciano es el único que tiene la opción de cambio a otro vagón, pero solo por fastidiarle la vida a esa chica respondona se va a quedar en este.

-Sabe qué, déjela, al final tendré quien me divierta en el viaje - Alana lo mira con ganas de matarlo 

-Ahora me quiere tomar de payaso... Idiota.

Ella se acercó a Luciano, y este, al ver ese movimiento, se quedó embobado, ya que vuelve a comprobar lo que pensó desde un principio: "Esta mujer es una obra de arte." Cuando Alana ya está cerca de él, se pega a su oído y le susurra.

-Vaya, que lo divierta su abuela, yo me voy a dormir.

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