Después de varios meses sin conseguir trabajo, Alana recibe de repente una llamada donde le ofrecen la gran oportunidad de ir a trabajar en una de las empresas más prestigiosas de arte e historia en Alemania. Ella es consciente de que debe alejarse de sus seres queridos, en especial de su abuela, quien la crió, ya que nunca conoció a su padre y su madre falleció cuando Alana era pequeña.
-Abue, ¿estás segura de que no quieres ir conmigo?- dice la chica de cabello castaño por décima vez en el día, mientras empaca las maletas tratando de convencer a su abuela para irse con ella.
-No querida, y deja de insistir. Mi hogar está aquí en Madrid. Además, tú allá vas a estar muy ocupada y yo solo estorbaría.
-Abue, no digas eso, tú jamás me estorbarías - su abuela se acerca y acaricia su mejilla, la mejilla de su adorada nieta -me harás mucha falta, prometo venir a visitarte.
-Más te vale, jovencita.
-Bueno, voy a dejar las maletas aquí porque quedé de verme con Luciano. Él está muy triste con mi partida.
Luciano y Alana son novios desde hace 5 años. Ella considera que su relación es hermosa, pero es consciente de que él no está para nada feliz con su partida, y era la verdad. Luciano quería que ella se quedara y no fuera a este estúpido trabajo que lo único que haría sería separarlos.
Ella llega a la cafetería donde quedó de encontrarse con él. Luciano, como siempre, se encontraba guapo y perfectamente arreglado, esperándola con un café como a ella le gusta, aunque por su mente no paraba de pensar en cómo le iba a decir a ella que se quedara con él.
-Hola, amor - ella se acerca y le planta un beso en los labios.
-Estás preciosa - susurra.
-Gracias, qué bueno que nos dio tiempo para vernos antes de irme.
-Alana, justo de eso quería hablar.
Luciano comienza a ponerse más nervioso de la cuenta y Alana lo nota. Él toma sus manos entre las suyas y luego la mira a los ojos.
-No te vayas, te lo suplico. Sé que si te vas lo nuestro no será igual, ya verás que vas a conseguir un trabajo igual a ese, pero aquí - Alana estaba en shock, ella en su mente solo decía ¡Está loco! Él sabía que jamás la castaña tendría una oportunidad como esa en Madrid.
-¿Por qué no puedes apoyarme en esto, Luciano? ¿Es tan difícil estar feliz por mis logros?
-Nena, puedes lograr lo que quieras, pero aquí.
-Tú sabes que no es así, aquí es limitado. Tú sabías cuánto quería ese trabajo, siempre me animabas. No entiendo por qué ahora me dices eso - Alana no podía entender por qué su cambio, él siempre le daba ánimos, siempre decía que la iban a llamar cuando ni ella podía creer eso.
-¡Porque pensé que no te llamarían! - Luciano pierde completamente el control, ella no se podía ir de su lado, ella se tenía que quedar en Madrid.
Alana, al escuchar esas palabras, una profunda decepción inunda todo su ser al darse cuenta de que Luciano nunca creyó en ella, jamás creyó que ella lo podría lograr.
-¿Nunca creíste que lo fuera a lograr?
-Mi amor, perdona, no quise decir…- Levantó la mano para callarlo.
-Escucha, yo no dejaré de hacer las cosas por ti, ni por nadie. Iré a trabajar a esa empresa y voy a perseguir mi sueño.
-Alana, yo no puedo permitir que te vayas - dice suplicante Luciano.
-¡Deja de ser egoísta! -Alana suelta un largo suspiro -Creo que esto no va a funcionar - Los ojos de Luciano se abren como platos cuando escucha esas palabras de su novia.
-¿A qué te refieres con eso?
-Que lo mejor es que cada uno siga con su vida, pero por caminos diferentes - Los ojos de Alana se llenan de lágrimas, mientras que Luciano está en un estado entre rabia y dolor.
-¿Estás poniendo ese trabajo por encima de nosotros?- Sus manos comienzan a formar un puño tratando de controlar su ira.
-Estoy cumpliendo mis sueños, algo que tú decías apoyarme y mira con lo que me sales - Ella se para limpiando sus lágrimas. - Que seas feliz, Luciano, pero esto se acabó.
Luciano la ve irse, pero él sabía que esa no sería la última vez que la vería, pronto estarían juntos de nuevo. Haría lo que fuera para que ella regresara al lugar donde pertenece, que es a su lado.
Alana miró su boleto para saber en qué lugar le correspondía.
-Bueno, creo que aquí me toca - Al entrar, quedó sorprendida por lo espacioso que es, lo que ella no tenía presente es que tendría que compartir esa espaciosa habitación y no sería con cualquier persona.
La puerta se abre de golpe dejando ver al hombre bastante guapo. Es alto, tiene buen cuerpo, ojos azules tirando a verde y tez pálida. Lo único malo es que es rubio y nunca le han gustado los hombres rubios.
Adal, al entrar a la habitación y ver a la intrusa, siente algo de rabia porque no le gusta compartir con nadie.
Al ver mejor a la chica, nota que no es fea, al contrario, es una mujer muy hermosa. Tiene cabello largo de color castaño, ojos grises y su piel es blanca como la nieve. Tiene un cuerpo que, ante los ojos de Adal, es una obra de arte.Alana, al sentirse observada de más, comienza a sentir cómo su cuerpo se eriza de pies a cabeza.-Yo no pedí compartir con alguien. ¿Qué hace esta mujer aquí? - habla Adal con su voz potente, pero Alana solo pensaba en lo grosero y en el genio tan pesado que se gastaba ese hombre.
-Señor Muller, lo siento mucho, pero todo está ocupado y no sabíamos que usted vendría - dice la trabajadora del tren.
-No la quiero aquí - le dice, o mejor dicho, le grita a la pobre chica.
-¿Hola? Estoy aquí por si no se han dado cuenta - Qué hermosa voz tiene, pensó Adal, pero a la vez lo enojaba que fuera tan entrometida. Entonces, le suelta una mirada penetrante que logra intimidar a la chica, haciendo que baje la mirada de golpe.
-¿Le pedí que hablara? - ¿Quién carajos se piensa que es para tratarme de esta manera? Dijo en su mente Alana.
-¿Y desde cuándo usted manda?
-Desde que tengo el poder de hacerla bajar de este tren- dice con una sonrisa de superioridad.
-Oh, ya veo, le gusta abusar de su poder o mejor dicho, del dinero que posee.
Luciano se queda mirándola y no puede evitar sentir diversión al notar que ella está enojada.
Luciano es el único que tiene la opción de cambio a otro vagón, pero solo por fastidiarle la vida a esa chica respondona se va a quedar en este.
-Sabe qué, déjela, al final tendré quien me divierta en el viaje - Alana lo mira con ganas de matarlo
-Ahora me quiere tomar de payaso... Idiota.Ella se acercó a Luciano, y este, al ver ese movimiento, se quedó embobado, ya que vuelve a comprobar lo que pensó desde un principio: "Esta mujer es una obra de arte." Cuando Alana ya está cerca de él, se pega a su oído y le susurra.
-Vaya, que lo divierta su abuela, yo me voy a dormir.
Alana despertó un poco desorientada al escuchar un fuerte ruido, el corazón se le quiere salir en ese momento, sin embargo, la luz de un computador me hace salir de mi susto, ella miró a su alrededor y se dio cuenta de algo -¿usted me colocó en la cama? -No sería de caballero dejar a una dama dormir en un incómodo sillón - menos mal él no podía verla bien porque de no ser así podría ver mis mejillas rojas como un tomate -Gracias, ¿qué fue ese fuerte ruido? -No lo sé, supongo que algo del tren pero siga durmiendo -¿Usted no piensa dormir? -soy un hombre de poco sueño y no creo que pueda dormir mucho en este sillón - en ese momento Alana se sintió algo mal, porque el sillón si se veía bastante incómodo -si quiere yo puedo … -olvídelo señorita … -Alana, mi nombre es Alana García - veo una pequeña sonrisa -mucho gusto, Adal Adal ... Bonito nombre -y no aceptaré que duerma aquí - en ese momento Alana se le pasó por su cabeza una idea descabellada, pero le daba algo de pena
Adal no podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Luego de despedirse de la castaña, jamás esperó volver a verla, aunque una parte de él sentía una sensación extraña al encontrarla de nuevo. -Veo que está más sorprendida que yo -comentó. -Algo parecido, Adal - respondió ella. La cara de Adal cambió por completo, pasó de estar sorprendido a colocar un gesto completamente serio. -Señor Muller - su voz comenzó a sonar más seria -ahora soy tu jefe, y no es correcto que una empleada me trate de tú -Alana quedó algo perpleja por su cambio de actitud, pero de inmediato se compuso. -Lo siento, señor Muller, no volverá a suceder. -Vamos a lo que venimos. La verdad, estamos muy sorprendidos con tu currículum y por las referencias que nos dieron de ti. Nos dan a entender que tienes gran potencial para lo que estamos buscando en nuestra empresa de arte. Ahora la pregunta es: ¿estás tú capacitada para asumir este puesto y dar lo mejor de ti, señorita García? -Señor Muller, dejé mi vida en M
Otro día de trabajo para Alana, la castaña estaba preocupada porque llegaría tarde. Al llegar a la empresa, el día de la castaña no podía ser peor, ahí estaba el señor Müller mirándola con cara de disgusto. - Señor Müller, yo... - Sus excusas no me interesan, señorita García. Desde el día uno le dije que para nosotros es importante el compromiso. Así que dígame, ¿está comprometida o no? – algo que siempre ha detestado el alemán es la impuntualidad. Los alemanes se caracterizan por ser personas estrictas y muy responsables. Alana, por dentro tenía deseos de asesinar a Adal, ella no está acostumbrada a que le griten y más que lo haga alguien que no sea mi abuela… es más, ni su abuela le ha gritado en toda su vida. - Señor Müller, le juro que no volverá a pasar. - Más le vale, señorita García, porque si vuelve a llegar tarde, vaya buscando vuelo a Madrid – Adal se da la vuelta dejándola sola a Alana con unas fuertes ganas de darle un golpe en la cara, pero ella se aguanta tomando to
Luego de un rato, Adal está más calmado; el medicamento ya hizo efecto y ahora se siente como una m****a porque casi le causa daño a su hermano. Definitivamente, tenía que ir a su casa para pedirle perdón. Cuando sale del despacho, nota que las cosas que estaban en el suelo ya están recogidas. Lo único que quedó mal fueron las paredes, que se encuentran con sangre de sus puños, y la mesa destrozada. - Adal - dice Antón, que se encuentra sentado con una copa de vino en la mano. - Antón, disculpa, yo no… - No estás tomando los medicamentos - afirma su hermano. - Sí los estoy tomando - Adal sabía que no, pero odiaba tener que estar medicado, además de que algunos de esos medicamentos le caían pesados, lo que no le permitía estar al cien por ciento en su trabajo. - Deja de mentir - Antón le tira los medicamentos en el pecho - el tarro está completo, al igual que los otros. ¿¡Qué mierdas tienes en la cabeza!? - Sé que debo tomarlos, pero… - Pero nada. Esto es lo único que mantiene t
Alana se encontraba en su oficina intentando trabajar en las posibles obras para el museo, pero no lograba concentrarse. No paraba de pensar en Adal y no entendía qué le pasaba, pero le preocupó ver en el estado en que se encontraban sus nudillos. Anabel entra a la oficina de Alana, viendo que esta se encuentra algo ausente. - Alana, hay una llamada que es para ti - Alana sale de su trance al percatarse de que Anabel se encontraba en la oficina. - ¿Quién es? - pregunta Alana. - No lo sé. - Pásame la llamada - Anabel se retira regalándole una sonrisa. Alana contesta el teléfono y escucha la voz de Luciano. - Hola, hermosa. - Luciano, ¿todo bien? - Sí, todo está bien. Quería saber si nos podemos ver hoy, yo paso por ti a la oficina - Alana se sorprende de que Luciano aún no se haya ido. - Luciano, no creo que… - Alana, mañana me voy, quiero verte por última vez - Alana suelta un suspiro, mientras se debate en si verlo o no, pero luego piensa en que ya no lo vería quién sabe has
Adal había regresado a la empresa porque se le habían quedado unos documentos importantes. A esa hora, seguramente no estaría nadie, pero pensó mal. Cuando llegó al piso de su oficina, escuchó unos gritos y llantos. El corazón de Adal se paralizó al reconocer la voz de la persona que estaba gritando. -¡Alana! -Corrió rápido hasta la oficina de ella, de donde provenían los gritos, hasta toparse con una escena horrible: el imbécil de su novio la tenía recostada contra el escritorio, intentando abusar de ella. En ese momento, todo empezó a verse rojo, la cordura en Adal desapareció por completo, llegando a él una furia que ni él podría controlar. -¡Hijo de puta! - Adal tomó con fuerza a Luciano, estampándolo contra la pared. El primer golpe de Adal impactó en el rostro de Luciano, sacándole sangre. -¡Suéltame, animal! - Adal no alcanzaba a ver nada, todo a su alrededor se mostraba en rojo. No podía dejar de golpearlo con fuerza, sus nudillos empezaron a sangrar, pero ese ardor no se c
Pasó una semana desde el incidente de Alana. La castaña tuvo el placer de conocer a Anton, el hermano de Adal; es un hombre bastante simpático, todo lo contrario a Adal. Lo que Alana no entendía era por qué estaba en el hospital, pero ninguno supo darle respuesta. De Luciano no se supo nada desde lo ocurrido, solo se sabe que está en la cárcel por lo que hizo. Al parecer, Adal se encargó de que Luciano pagara por lo que intentó hacerle a la castaña. Pero ahora algo anda en la mente de Alana. Ese día, cuando Adal la encontró en esa situación, por unos momentos ella sintió miedo al verlo casi matando a Luciano, pero también seguridad. Él la salvó de una tragedia y ahora está en deuda con él. -¡Alana!, al fin regresaste -dijo Anabel, abrazándola efusivamente - Todos estuvimos muy preocupados cuando nos enteramos de lo que te pasó -Gracias por preocuparse, ya estoy mejor -respondió Alana. -No fuimos los únicos que se preocuparon. El señor León estuvo aquí y preguntó por ti. Ah, y dejó
Adal se encontraba en la oficina mirando hacia la nada, mientras intentaba hacer que la culpa desapareciera de su mente, pero por más que lo intentaba, los ojos de la castaña en su mente hacían que todo fuera más difícil… Dios, creo que lo mejor es reparar el daño. Adal toma su teléfono y marca el número de Tania. - Señor Müller, ¿necesita algo? – responde Tania. - Comunícame con Marta, la diseñadora de interiores. - Claro, señor. – al minuto, Marta se comunica con Adal. - Qué sorpresa tu llamada – habla de manera coqueta. Hace un tiempo, Marta y Adal habían tenido un romance y en ocasiones tenían sus encuentros, pero jamás llegó a pasar nada sentimental. - Necesito que hagas algo por mí. - ¿Qué sería? - Necesito que modifiques una oficina, está destruida y quiero que la decores y la arregles muy bien. - ¿Para cuándo la necesitas? - Para mañana mismo. Ah, y que tenga un toque femenino – al escuchar eso, Marta se quedó sorprendida, tenía curiosidad de saber quién era la mujer