Ya en la habitación, David me acomoda en la cama con una suavidad que siempre logra relajarme. Pero esta vez, algo en mí decide tomar el control. Sin hacer mucho esfuerzo, me incorporo y me deslizo sobre él, sorprendiendo tanto a David como a mí misma.- David, te necesito ahora, por favor, hazme tuya en este instante.Él me observa, desconcertado por mi repentina iniciativa. Sé que no esperaba esto de mí, especialmente porque fue su idea al principio. Apenas mis palabras han salido de mis labios, siento cómo la excitación lo recorre, su erección es evidente entre mis piernas, lo que hace que un calor húmedo se apodere de mí.- Lo que mi preciosa novia y futura esposa desee, siempre será un placer -dice, tomándome firmemente por la cintura.Comienzo a desvestirlo con avidez, sintiendo cada vez más la urgencia de tenerlo, y él hace lo mismo conmigo. Pronto, estamos completamente desnudos. David me mira, su mirada recorriéndome con una intensidad que me hace temblar.- Eres absolutament
Al día siguiente, me encontré en la estación de policía, caminando al lado de David y de los agentes que nos acompañaban. El ambiente estaba cargado de tensión, y podía sentir la adrenalina recorriendo mi cuerpo. Sabía que lo que estaba a punto de suceder podía cambiarlo todo.Llegamos a una sala de observación, una pequeña habitación con luces bajas y un gran espejo en una de las paredes. Sabía lo que eso significaba: del otro lado, se encontraba la sala de interrogatorios, y a través del espejo unidireccional, podríamos ver lo que ocurría sin ser vistos.David me tomó de la mano, ofreciéndome un gesto de apoyo. Él sabía lo nerviosa que estaba, y aunque no lo dijera, también compartía mis preocupaciones.- No te preocupes, amor -me susurró. Estamos aquí para descubrir la verdad.Asentí, tratando de encontrar fuerzas en sus palabras.En la sala de interrogatorios, el ambiente era completamente diferente. La persona, con la mirada temblorosa y sudor en la frente, estaba sentado frente
La tensión en la sala de interrogatorios había alcanzado un punto culminante cuando pedí ir al baño. David me miró con preocupación, pero asintió, confiando en que regresaría pronto. Yo sabía que no iba a volver, al menos no inmediatamente. Necesitaba enfrentarme a James.Salí de la comisaría con paso decidido, aunque mi corazón latía con fuerza. Mientras caminaba hacia el auto, mi mente estaba ocupada en un solo objetivo: salvar a mi madre. Conduje rápidamente hacia la mansión, el lugar donde todo este caos había comenzado y donde, intuía, todo finalmente terminaría.Al llegar, la mansión estaba sumida en un inquietante silencio, con la luz de sol ocultándose bañando las paredes en un tono sombrío. El jardín, que alguna vez había sido un lugar de tranquilidad, ahora parecía un escenario de pesadilla. Ingresé por la puerta principal, que sorprendentemente no estaba cerrada. Cada paso que daba tocaba en mis oídos, como si la casa misma estuviera conteniendo la respiración.Me dirigí a
DAVIDEstaba en la sala de observación, con los ojos fijos en el espejo unidireccional, observando cómo el doctor, sudoroso y visiblemente nervioso, luchaba por mantener la compostura. Las luces frías de la habitación creaban sombras que acentuaban su desesperación, intensificando la tensión en el aire. Sentía que estábamos a punto de obtener la confesión completa, pero a pesar de eso, una inquietud creciente me invadía. Algo no encajaba, una sensación que me hacía sentir incómodo, como si una pieza vital estuviera fuera de lugar.Varios minutos pasaron antes de que me diera cuenta: Sarah no había regresado del baño. La preocupación se transformó rápidamente en alarma. Me levanté de la silla con cautela, intentando no hacer ruido, y salí de la sala. Mi corazón empezó a latir con fuerza mientras caminaba por el pasillo desierto. Todo estaba demasiado tranquilo, una calma que se sentía extraña y amenazante.Al llegar a la puerta de los baños, ¿Sarah? la llamé. La quietud en el aire era
Con el plan en marcha, nos dirigimos hacia la mansión, acompañados por un contingente de policías adicionales. El trayecto, que en otras circunstancias habría sido breve, se me antojó interminable. Cada segundo parecía estirarse, mi mente llena de imágenes de lo que podría estar sucediendo dentro de esas paredes. Finalmente, el auto se detuvo frente a la imponente fachada de la mansión. Sin perder un segundo, los tres salimos rápidamente del vehículo junto a los demás policías. El ambiente estaba cargado de tensión, como la calma inquietante que precede a una tormenta violenta. Pero no había espacio para dudar; cada segundo era crucial.Nos reunimos una vez más, formando un pequeño círculo mientras estudiábamos la mansión desde el exterior. Era un edificio impresionante, pero en ese momento, solo representaba peligro. La estrategia estaba clara en mi mente. Sabía que, para aumentar nuestras posibilidades de éxito, debíamos cubrir la mayor cantidad de terreno posible.- Yo entraré por
El enfrentamiento con James era inevitable. Nuestras armas estaban listas, cada uno apuntando al otro, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. La oscuridad de la mansión añadía un peso extra a la atmósfera, convirtiendo el escenario en algo sacado de una pesadilla. Mi respiración era lenta, controlada, pero el latido de mi corazón resonaba con fuerza, un recordatorio constante de lo que estaba en juego.James me observaba con una expresión de calculada calma, como si ya hubiera anticipado cada uno de mis movimientos. En sus ojos no había rastro de duda; su determinación era tan fría como la noche que nos rodeaba. Por mi parte, una mezcla de emociones luchaba por tomar el control: rabia, desesperación, y una feroz resolución de poner fin a esta locura.- Aquí es donde todo termina, David -dijo James con una voz que apenas disimulaba su triunfo. Siempre has sido un obstáculo, pero ya no más.- Tienes razón esto se acaba ahora -respondí, con una firmeza que sorprendió incluso a mí
SARAHEl hospital era un laberinto de pasillos silenciosos, perturbados solo por el leve zumbido de las máquinas médicas. Avanzaba rápidamente por los corredores, con David a mi lado, ambos dominados por la ansiedad de conocer el estado de mi madre. Tras lo que pareció una eternidad, el docto salió de urgencias, su expresión revelaba tanto profesionalismo como preocupación.- Señorita Sarah, su madre se encuentra estable -anunció con una voz que intentaba ser tranquilizadora. Ha sufrido deshidratación, probablemente debido a la sedación prolongada, pero afortunadamente no presenta lesiones graves.El alivio que sentí fue inmenso, como si me quitaran un peso insoportable de encima. Mis piernas se debilitaron, y si no hubiera sido por el firme brazo de David, probablemente me habría desplomado.- Gracias, doctor -murmuré, aunque mi voz temblaba.El médico asintió, pero permaneció inmóvil. Parecía tener más que decir, y su rostro se volvió más sombrío.- Hay algo más que deben saber -dij
David y yo nos levantamos juntos, sintiendo el peso del momento en cada paso hacia el estrado. Mi mente era un torbellino de emociones; la presión en mi pecho aumentaba con cada metro que avanzábamos. Había esperado este momento durante tanto tiempo, el instante en que la justicia finalmente prevalecería, pero ahora que estaba aquí, la responsabilidad me abrumaba. Era nuestra oportunidad de hablar, de presentar nuestra verdad al mundo, de cerrar este oscuro capítulo de nuestras vidas. Sentía el peso de cada palabra, de cada evidencia, sobre mis hombros. Todo tenía que ser perfecto, no podíamos fallar.David tomó la palabra primero, con esa firmeza y confianza que siempre lo habían caracterizado. Su voz resonó con claridad en toda la sala, calmada pero llena de autoridad. Había algo en él que transmitía seguridad, como si la verdad misma se reflejara en su tono. Desglosaba cada detalle con precisión, presentando las pruebas una tras otra, construyendo un caso inquebrantable. Cada hecho