DAVIDEstaba en la sala de observación, con los ojos fijos en el espejo unidireccional, observando cómo el doctor, sudoroso y visiblemente nervioso, luchaba por mantener la compostura. Las luces frías de la habitación creaban sombras que acentuaban su desesperación, intensificando la tensión en el aire. Sentía que estábamos a punto de obtener la confesión completa, pero a pesar de eso, una inquietud creciente me invadía. Algo no encajaba, una sensación que me hacía sentir incómodo, como si una pieza vital estuviera fuera de lugar.Varios minutos pasaron antes de que me diera cuenta: Sarah no había regresado del baño. La preocupación se transformó rápidamente en alarma. Me levanté de la silla con cautela, intentando no hacer ruido, y salí de la sala. Mi corazón empezó a latir con fuerza mientras caminaba por el pasillo desierto. Todo estaba demasiado tranquilo, una calma que se sentía extraña y amenazante.Al llegar a la puerta de los baños, ¿Sarah? la llamé. La quietud en el aire era
Con el plan en marcha, nos dirigimos hacia la mansión, acompañados por un contingente de policías adicionales. El trayecto, que en otras circunstancias habría sido breve, se me antojó interminable. Cada segundo parecía estirarse, mi mente llena de imágenes de lo que podría estar sucediendo dentro de esas paredes. Finalmente, el auto se detuvo frente a la imponente fachada de la mansión. Sin perder un segundo, los tres salimos rápidamente del vehículo junto a los demás policías. El ambiente estaba cargado de tensión, como la calma inquietante que precede a una tormenta violenta. Pero no había espacio para dudar; cada segundo era crucial.Nos reunimos una vez más, formando un pequeño círculo mientras estudiábamos la mansión desde el exterior. Era un edificio impresionante, pero en ese momento, solo representaba peligro. La estrategia estaba clara en mi mente. Sabía que, para aumentar nuestras posibilidades de éxito, debíamos cubrir la mayor cantidad de terreno posible.- Yo entraré por
El enfrentamiento con James era inevitable. Nuestras armas estaban listas, cada uno apuntando al otro, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. La oscuridad de la mansión añadía un peso extra a la atmósfera, convirtiendo el escenario en algo sacado de una pesadilla. Mi respiración era lenta, controlada, pero el latido de mi corazón resonaba con fuerza, un recordatorio constante de lo que estaba en juego.James me observaba con una expresión de calculada calma, como si ya hubiera anticipado cada uno de mis movimientos. En sus ojos no había rastro de duda; su determinación era tan fría como la noche que nos rodeaba. Por mi parte, una mezcla de emociones luchaba por tomar el control: rabia, desesperación, y una feroz resolución de poner fin a esta locura.- Aquí es donde todo termina, David -dijo James con una voz que apenas disimulaba su triunfo. Siempre has sido un obstáculo, pero ya no más.- Tienes razón esto se acaba ahora -respondí, con una firmeza que sorprendió incluso a mí
SARAHEl hospital era un laberinto de pasillos silenciosos, perturbados solo por el leve zumbido de las máquinas médicas. Avanzaba rápidamente por los corredores, con David a mi lado, ambos dominados por la ansiedad de conocer el estado de mi madre. Tras lo que pareció una eternidad, el docto salió de urgencias, su expresión revelaba tanto profesionalismo como preocupación.- Señorita Sarah, su madre se encuentra estable -anunció con una voz que intentaba ser tranquilizadora. Ha sufrido deshidratación, probablemente debido a la sedación prolongada, pero afortunadamente no presenta lesiones graves.El alivio que sentí fue inmenso, como si me quitaran un peso insoportable de encima. Mis piernas se debilitaron, y si no hubiera sido por el firme brazo de David, probablemente me habría desplomado.- Gracias, doctor -murmuré, aunque mi voz temblaba.El médico asintió, pero permaneció inmóvil. Parecía tener más que decir, y su rostro se volvió más sombrío.- Hay algo más que deben saber -dij
David y yo nos levantamos juntos, sintiendo el peso del momento en cada paso hacia el estrado. Mi mente era un torbellino de emociones; la presión en mi pecho aumentaba con cada metro que avanzábamos. Había esperado este momento durante tanto tiempo, el instante en que la justicia finalmente prevalecería, pero ahora que estaba aquí, la responsabilidad me abrumaba. Era nuestra oportunidad de hablar, de presentar nuestra verdad al mundo, de cerrar este oscuro capítulo de nuestras vidas. Sentía el peso de cada palabra, de cada evidencia, sobre mis hombros. Todo tenía que ser perfecto, no podíamos fallar.David tomó la palabra primero, con esa firmeza y confianza que siempre lo habían caracterizado. Su voz resonó con claridad en toda la sala, calmada pero llena de autoridad. Había algo en él que transmitía seguridad, como si la verdad misma se reflejara en su tono. Desglosaba cada detalle con precisión, presentando las pruebas una tras otra, construyendo un caso inquebrantable. Cada hecho
DAVIDEl impacto de las palabras de James resonaba en mi mente como un eco interminable, mientras miraba las pantallas de los teléfonos a mi alrededor, saturadas con titulares y especulaciones. Las redes sociales estaban al rojo vivo, explotando con la noticia de nuestro supuesto matrimonio. Podía sentir las miradas fijas de todos los presentes en la sala del tribunal, inquisitivas, curiosas, y llenas de duda. Era un espectáculo que no habíamos anticipado, un giro inesperado que James había orquestado para desestabilizarnos.Me obligué a mantener la calma, a no dejar que el miedo y la incertidumbre tomaran el control. Respiré hondo y miré a Sarah. Sus ojos reflejaban sorpresa y confusión. Me acerqué a ella y, con un gesto instintivo, la tomé en mis brazos. Acaricié suavemente su rostro con ambas manos, intentando brindarle un poco de consuelo.- Amor, mírame -le susurré con voz firme pero serena.Ella levantó la mirada hacia mí, y por un momento, el caos alrededor pareció desvanecerse
Mientras avanzábamos, podía sentir la adrenalina disminuyendo, aunque el día aún no había terminado. Nicholas, a mi lado, parecía estar reprimiendo una sonrisa, como si supiera algo que yo no. Su silencio solo alimentaba mi curiosidad. Giré hacia él, arqueando una ceja con escepticismo.- ¿Qué es lo que te causa tanta risa? le pregunté, observando su expresión.- Es que, si meses atrás me hubieran dicho que el gran abogado Roberts, se enamoraría locamente de la mejor amiga de mi esposa y sobre todo la estaría defendiendo como un león a su leona, hubiera dicho que estaban locos -respondió Nicholas, riendo abiertamente ahora.Una risa baja brotó de mis labios, y sentí cómo la tensión acumulada durante el día comenzaba a desvanecerse. Había sido un día largo, pero no podía evitar encontrar cierto consuelo en las palabras de Nicholas. Tenía razón; mi vida había dado un giro completo desde que Sarah apareció en ella. Lo que había comenzado como un acuerdo, una farsa para que ella no perdie
SARAHAl llegar al bufete, sentí un nudo en el estómago. Las noticias del juicio y las revelaciones sobre mi matrimonio falso con David se habían esparcido como pólvora. Apenas había cruzado la puerta principal, mi asistente, Marta, se apresuró a mi encuentro, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y miedo.- Señorita Sarah, ¿qué está pasando? preguntó en voz baja, mientras caminábamos hacia mi oficina. Los socios están furiosos, han convocado a una reunión de emergencia. Están en la sala de juntas, y no parece que estén de buen humor.Asentí, apretando los labios. No necesitaba más detalles para entender la magnitud de la situación. Tomé una profunda respiración y me dirigí a la sala de juntas, preparándome mentalmente para lo que estaba por venir. Las miradas de mis colegas y empleados me seguían, llenas de curiosidad y juicio.Al entrar en la sala, el aire se sentía denso, cargado de tensión. Los socios principales estaban ya reunidos alrededor de la mesa, y el murmullo de