El enfrentamiento con James era inevitable. Nuestras armas estaban listas, cada uno apuntando al otro, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. La oscuridad de la mansión añadía un peso extra a la atmósfera, convirtiendo el escenario en algo sacado de una pesadilla. Mi respiración era lenta, controlada, pero el latido de mi corazón resonaba con fuerza, un recordatorio constante de lo que estaba en juego.James me observaba con una expresión de calculada calma, como si ya hubiera anticipado cada uno de mis movimientos. En sus ojos no había rastro de duda; su determinación era tan fría como la noche que nos rodeaba. Por mi parte, una mezcla de emociones luchaba por tomar el control: rabia, desesperación, y una feroz resolución de poner fin a esta locura.- Aquí es donde todo termina, David -dijo James con una voz que apenas disimulaba su triunfo. Siempre has sido un obstáculo, pero ya no más.- Tienes razón esto se acaba ahora -respondí, con una firmeza que sorprendió incluso a mí
SARAHEl hospital era un laberinto de pasillos silenciosos, perturbados solo por el leve zumbido de las máquinas médicas. Avanzaba rápidamente por los corredores, con David a mi lado, ambos dominados por la ansiedad de conocer el estado de mi madre. Tras lo que pareció una eternidad, el docto salió de urgencias, su expresión revelaba tanto profesionalismo como preocupación.- Señorita Sarah, su madre se encuentra estable -anunció con una voz que intentaba ser tranquilizadora. Ha sufrido deshidratación, probablemente debido a la sedación prolongada, pero afortunadamente no presenta lesiones graves.El alivio que sentí fue inmenso, como si me quitaran un peso insoportable de encima. Mis piernas se debilitaron, y si no hubiera sido por el firme brazo de David, probablemente me habría desplomado.- Gracias, doctor -murmuré, aunque mi voz temblaba.El médico asintió, pero permaneció inmóvil. Parecía tener más que decir, y su rostro se volvió más sombrío.- Hay algo más que deben saber -dij
David y yo nos levantamos juntos, sintiendo el peso del momento en cada paso hacia el estrado. Mi mente era un torbellino de emociones; la presión en mi pecho aumentaba con cada metro que avanzábamos. Había esperado este momento durante tanto tiempo, el instante en que la justicia finalmente prevalecería, pero ahora que estaba aquí, la responsabilidad me abrumaba. Era nuestra oportunidad de hablar, de presentar nuestra verdad al mundo, de cerrar este oscuro capítulo de nuestras vidas. Sentía el peso de cada palabra, de cada evidencia, sobre mis hombros. Todo tenía que ser perfecto, no podíamos fallar.David tomó la palabra primero, con esa firmeza y confianza que siempre lo habían caracterizado. Su voz resonó con claridad en toda la sala, calmada pero llena de autoridad. Había algo en él que transmitía seguridad, como si la verdad misma se reflejara en su tono. Desglosaba cada detalle con precisión, presentando las pruebas una tras otra, construyendo un caso inquebrantable. Cada hecho
DAVIDEl impacto de las palabras de James resonaba en mi mente como un eco interminable, mientras miraba las pantallas de los teléfonos a mi alrededor, saturadas con titulares y especulaciones. Las redes sociales estaban al rojo vivo, explotando con la noticia de nuestro supuesto matrimonio. Podía sentir las miradas fijas de todos los presentes en la sala del tribunal, inquisitivas, curiosas, y llenas de duda. Era un espectáculo que no habíamos anticipado, un giro inesperado que James había orquestado para desestabilizarnos.Me obligué a mantener la calma, a no dejar que el miedo y la incertidumbre tomaran el control. Respiré hondo y miré a Sarah. Sus ojos reflejaban sorpresa y confusión. Me acerqué a ella y, con un gesto instintivo, la tomé en mis brazos. Acaricié suavemente su rostro con ambas manos, intentando brindarle un poco de consuelo.- Amor, mírame -le susurré con voz firme pero serena.Ella levantó la mirada hacia mí, y por un momento, el caos alrededor pareció desvanecerse
Mientras avanzábamos, podía sentir la adrenalina disminuyendo, aunque el día aún no había terminado. Nicholas, a mi lado, parecía estar reprimiendo una sonrisa, como si supiera algo que yo no. Su silencio solo alimentaba mi curiosidad. Giré hacia él, arqueando una ceja con escepticismo.- ¿Qué es lo que te causa tanta risa? le pregunté, observando su expresión.- Es que, si meses atrás me hubieran dicho que el gran abogado Roberts, se enamoraría locamente de la mejor amiga de mi esposa y sobre todo la estaría defendiendo como un león a su leona, hubiera dicho que estaban locos -respondió Nicholas, riendo abiertamente ahora.Una risa baja brotó de mis labios, y sentí cómo la tensión acumulada durante el día comenzaba a desvanecerse. Había sido un día largo, pero no podía evitar encontrar cierto consuelo en las palabras de Nicholas. Tenía razón; mi vida había dado un giro completo desde que Sarah apareció en ella. Lo que había comenzado como un acuerdo, una farsa para que ella no perdie
SARAHAl llegar al bufete, sentí un nudo en el estómago. Las noticias del juicio y las revelaciones sobre mi matrimonio falso con David se habían esparcido como pólvora. Apenas había cruzado la puerta principal, mi asistente, Marta, se apresuró a mi encuentro, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y miedo.- Señorita Sarah, ¿qué está pasando? preguntó en voz baja, mientras caminábamos hacia mi oficina. Los socios están furiosos, han convocado a una reunión de emergencia. Están en la sala de juntas, y no parece que estén de buen humor.Asentí, apretando los labios. No necesitaba más detalles para entender la magnitud de la situación. Tomé una profunda respiración y me dirigí a la sala de juntas, preparándome mentalmente para lo que estaba por venir. Las miradas de mis colegas y empleados me seguían, llenas de curiosidad y juicio.Al entrar en la sala, el aire se sentía denso, cargado de tensión. Los socios principales estaban ya reunidos alrededor de la mesa, y el murmullo de
Esa voz hizo que me diera la vuelta inmediatamente, mis ojos encontrándose con los suyos. Allí estaba él, de pie en el umbral de la puerta, con los brazos extendidos hacia mí, su expresión llena de comprensión y consuelo. David había venido, como siempre lo hacía, en el momento en que más lo necesitaba. Sin pensarlo dos veces, me levanté y corrí hacia él, lanzándome a sus brazos.En cuanto me abrazó, sentí que todas las defensas que había construido durante la reunión se desmoronaban. Dejé salir toda la tensión, toda la frustración, y las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a caer. Sollozaba en su pecho, dejando que su calor y su fuerza me rodearan, como un refugio en medio de la tormenta. David me sostenía con firmeza, sus manos acariciando mi cabello suavemente, susurrando palabras de consuelo que se mezclaban con mis lágrimas.- Estoy aquí, amor. Siempre estaré aquí -dijo, su voz un ancla en medio de mi caos interno.Nos quedamos en silencio por unos minutos, simplemen
Acepté la propuesta de David con una emoción que no podía contener. Me sentía llena de esperanza, como si todo finalmente estuviera encajando. La expresión de David mostraba la misma alegría, y no pude evitar reír de felicidad. En ese momento, él se inclinó hacia mí y, con una mirada traviesa, me preguntó:- ¿Ya te sientes mejor?Asentí, sin poder contener mi entusiasmo.- ¿Tienes hambre? Me sentía hambrienta, no solo de comida, sino de esta nueva vida que estábamos a punto de construir juntos. David se levantó y extendió su mano hacia mí. La tomé, sintiendo un cosquilleo en la piel al contacto con su calidez.- Entonces, vamos a celebrar -dijo con una sonrisa. Conozco un restaurante increíble con vista al mar. Te encantará.Caminamos de la mano hacia la salida del bufete, dejando atrás todo el estrés de los últimos días. Subimos al auto, y mientras él conducía, yo no podía dejar de mirarlo, preguntándome cómo había tenido tanta suerte de encontrar a alguien como David. Su apoyo incon