Saravi.
Solo mis pasos y el chillido de las hojas secas son escuchados en este horrible silencio.
Un silencio que desde hace un tiempo se impregnó en el ambiente. No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde el momento en que decidí salir corriendo de la casona, el hecho es que corrí tanto como pude, con una mente nublada y con un corazón destrozado.
Aún recordaba las palabras duras de mi madre, aún tenía la voz de ella diciendo: «Este es tu destino, te casarás con el rey de Angkor»
Tengo varios arañazos en mis brazos, y el cabello tan revuelto que, ya ni sé cómo ordenarlo para sacarlo de mi rostro. Sin embargo, no es lo que me preocupa ahora; ahora mismo tengo latente el pánico dentro de mi cuerpo, porque por más que sigo un camino incierto, no logro divisar nada más que árboles y oscuridad.
«Tranquila, volverás a casa, solo debes regresar por el mismo camino», me aliento a mí misma, apoyándome en la dureza de los robles enormes que rodean el bosque.
Trato de acompasar mi respirar, soltando y tomando el aire varias veces y reprimiendo mis ojos, tal vez, para no darme cuenta del error que cometí al dejarme llevar por mis impulsos, otra vez.
Solo quería escapar de mi horrible realidad, una, que para muchos desde otra perspectiva pudiera ser un sueño hecho realidad. Pero no para mí.
Unos silbidos fuertes hacen que abra mis ojos rápidamente y pegue mi espalda de forma brusca al árbol, tomándolo tan fuerte, como si este fuera a protegerme. Cinco hombres, «conté rápidamente», de apariencia desagradable están frente a mí, mirándome de una forma tan repugnante que me da escalofríos.
—¡Vaya! ¡Vaya! ¿Qué hemos hecho para merecer este premio? —dice por fin uno de ellos.
—Quizás algo muy bueno, compañero, por lo que mis ojos pueden observar, mi Lady es de cuna privilegiada.
Mis labios comienzan a temblar. Pero no me dejo amedrentar, así que tomo toda la valentía que puedo y alzo mi rostro hacia ellos.
—Por lo tanto, caballeros, deben tener en cuenta que, si algo me pasa, lo pagaran con sus vidas —digo con total firmeza.
Y no sé cómo pude gesticular ciertas palabras, no con el miedo que siento en este momento. Las risas burlonas del grupo agitan mi respirar, y a pesar de mi nerviosismo, cierta molestia comienza a gestarse en mi interior.
—¡Qué valentía! Una dama muy particular… —dice otro de ellos, intentando dar pasos cortos que no paso desapercibido.
Entonces es hora de ordenar a mis pies que se muevan, es hora de salir de aquí.
—¡Caballeros! —logro pronunciar obteniendo la atención de todos—. La verdad es que, quería respirar un poco de aire fresco, venía en mi caballo junto con mis guardas… Solo que… les dije que quería un espacio sola… Pero creo que volveré… ¡Que tengan buena noche!
Mis pies se mueven ágiles, pero no doy más de dos metros de distancia, cuando uno de ellos me ataja con brusquedad el brazo y me zarandea.
—¿Y piensa que somos tan tontos, mi Lady? ¡Usted no irá a ninguna parte!
—¡Sujétenla! —Ordena otro hombre, que al parecer es el que domina el grupo—. Nos iremos a otro lugar, aquí podemos ser visibles a cualquier hombre.
—¡No! ¡Por favor! —expreso suplicante, mientras los hombres comienzan a desenredar una soga.
¡Estoy perdida!
—¿Cómo te llamas? —pregunta el supuesto líder, mientras que otros dos comienzan a amarrar mis puños detrás de mi espalda.
«No digas nada, Saravi, ¡Será peor!», pienso rápidamente mientras el hombre dominante espera mi respuesta con cierta ansiedad, entonces decido decir la verdad, quizás al escuchar mi nombre sientan mucho pavor, todos en este país conocen mi nombre y saben que seré la futura esposa del rey, aunque eso es lo que menos quiero en mi vida.
—Saravi Eljal —pronuncio casi en susurro.
Los ojos de los hombres se abren de par en par, y seguidamente todos observan a su líder, haciendo que el silencio vuelva apoderarse del ambiente.
—¿Eljal? ¡Estás mintiendo de nuevo! —grita enojado el hombre, viniendo hacia mi furioso.
De forma violenta sacude mi cuerpo, haciendo que resbale y caiga de espalda, perdiendo totalmente el equilibrio con mis manos atadas.
—¡No! ¡Espera! —grita uno de ellos—. Si es cierto lo que dice, estaremos en muchos problemas. Nos costaría la vida misma.
—Ya no importa, ya nos vio… No podemos retroceder en nuestro propósito, además, ¿quién se va a enterar una vez nos deshagamos de ella?
Y con esas palabras sé por ende que yo busqué mi propio fin, lamentablemente antes de salir de la casona mis palabras hacia mis padres fueron cargadas de mucho resentimiento y reproche, y esas serían las últimas, porque después de esto, no los vería más.
De un tirón, un hombre me levanta del suelo, mientras que yo me quejo en silencio ante el dolor que tengo en mis muñecas, como también en mi cuerpo magullado. Siempre he sido tratada con la mayor delicadeza a lo largo de mi vida, por lo tanto, esto es uno de los peores dolores físicos que he podido experimentar.
—¡Camina! —me grita el hombre furioso.
Yo comienzo a dar unos pasos, a la vez que las lágrimas comienzan a derramarse lentamente. Caminamos un tiempo largo, así que, no sabía dónde estaba ni a dónde me llevarían, quería morir antes de saber qué harían conmigo, mi cuerpo temblaba ante esa idea y me agotaba en extremo. A lo largo de unos minutos llegamos a una especie de chozas mal elaboradas, con una iluminación muy pobre, por una fogata que estaba a punto de apagarse.
El olor en el lugar era tan desagradable que golpeó de inmediato mis fosas nasales.
Parecía que permanecían aquí desde hace un tiempo porque había ropa por todas partes, utensilios de comida y muchos desperdicios que hacían repugnante el lugar.
—¡Llegamos! —anuncia el vagabundo tan cerca de mí, que las náuseas amenazan con desestabilizarme por completo.
—¡Dumas! ¿Qué dices? ¿Vamos preparándola?
Mis ojos se abren por completo, mientras que el cuerpo me titila ante la amenaza inminente. Dios… ayúdame.
—¡Idiota! ¡No debes decir mi nombre! ¡Tendremos que matarla más rápido de lo que pensé! —dice el líder, mientras que le gesta varios golpes en la cara a su compañero.
Matarla…
Varios sollozos salen de mi boca, y en realidad solo quiero gritar, quiero llorar… ¿Por qué fui tan estúpida? ¿Cómo pude buscarme este mal yo misma?
Los hombres comienzan a hacer un círculo sobre mi cuerpo mientras ríen entre ellos, su líder se acerca hacia mí a la vez que toma mi mejilla y restriega sus dedos asquerosos sobre mi boca.
—Esto será tan excitante…
Comienzo por temblar del puro miedo, sus manos intentan en tomar mi cabello mientras lo junta hacia su nariz.
—Yo seré el primero —dice mientras aparta a los demás.
Y cuando los sollozos se me escapan de la boca y giro quitando la cara de su horrible presencia, un movimiento detrás de ellos llama mi atención…
Tres enormes caballos pura sangre están tan regios junto con sus jinetes, detrás de los hombres que desconocen el movimiento. Aún no logro ver sus rostros, lo único que puedo divisar es como el dedo índice se junta en la boca del hombre que monta el caballo, él me hace señas para que no haga ningún ruido.
Paso un trago forzoso y afirmo, aparentemente aliviando la tensión de mi cuerpo, dando gracias de cierta manera por esta oportunidad, por supuesto sin saber si estos nuevos hombres serán mi ayuda, o definitivamente mi desesperanza.
—¡Parece que hay una celebración aquí! —dice el caballero asomando su rostro a la luz del fuego, y quitándose la capucha que hacía esconder su rostro.
Un rostro que llama mucho mi atención.
Los tres hombres que aparecieron no se parecen en nada a los vagabundos que me tienen atada, tampoco podría decir que son de la realeza, ellos, más bien parecen combatientes del ejército, pero con otras ropas y otras insignias. Algo que me parece muy particular en ellas, es una cinta de color verde alrededor de sus brazos.
¿Acaso serán guardas ocultos del palacio? Si es así, estoy más que pérdida.
—¿Qué dices, Mishaal? ¿Debemos unirnos a la celebración? —pregunta uno de sus acompañantes.
«¿Mishaal?, Así se llama.»
—No lo sé, Borja, preguntemos primero si ellos quieren dejarnos entrar —su voz pone en alerta todos mis sentidos, sé por consecuencia que sus palabras fueron lanzadas con doble sentido, y algo me dice que estos hombres, especialmente este me ayudará.
Mis secuestradores están pálidos y estáticos, sin pronunciar palabra, sin siquiera hacerse señas. Nada.
—Creo que les han cortado la lengua —dice un tercero.
—O quizás vieron a algún fantasma, Esmail —responde de nuevo el hombre a quien llaman Mishaal.
«OK. Esmail, Borja y… Y Mishaal.»
Ellos salvarán mi vida.
—¡señor! ¡Por favor! Déjeme explicarle —por fin el líder de los vagabundos abre su boca, aterrado—. Usted comprenderá cuando sepa quién es ella.
Mis ojos se abren y nuevamente comienzo a tener miedo.
—¡No importa! Ustedes morirán hoy mismo por este acto tan aberrante.
Los hombres bajan de sus caballos aterrando a todos los presentes, desenfundan sus espadas, mientras que los demás se echan al piso suplicando por sus vidas.
Deben ser muy temerarios, porque ellos son solo tres y los vagabundos son cinco.
Justo cuando los tres van a asesinar a los vagabundos, algo dentro de mí se remueve, porque no quiero ver esto. No quiero.
—¡Por favor! No quiero ver algo como esto —imploro, mientras que Mishaal me observa detenidamente.
El hombre mira a sus dos compañeros haciéndoles una seña, entonces los hombres comienzan a desarmar a los vagabundos para luego amarrarlos a sus caballos.
—¿Mishaal? —pregunta Borja, mientras que él sigue observándome.
—Vayan, ya saben lo que deben hacer… Yo iré luego —contesta este sin siquiera quitarme la mirada de encima. Como si estuviese pensando miles de cosas en estos momentos.
Los hombres asienten un poco dudosos y comienzan a abandonar el lugar, dejando el caballo de dicho hombre junto con nosotros dos.
—¿Quién eres? —se dirige a mí por fin.
—Quite la soga de mis manos por favor —Le pido ignorando su pregunta.
—¿Me está dando órdenes? ¿Acaso ignora en qué situación se encuentra? —responde un poco malhumorado.
—¡Yo no me puse en esta situación! —digo un poco altanera.
—A, ¿no? ¿Y qué hace una señorita como usted en medio del bosque a esta hora de la noche? ¿Nunca escuchó de los peligros que este conlleva?
—¿Esto es un interrogatorio? —pregunto.
—Entonces… Me iré.
El hombre da media vuelta y comienza a caminar en dirección a su caballo.
¿Pero qué estoy haciendo? ¿Acaso me he vuelto loca? Definitivamente quiero morir.
—¡Espere! —grito en tono de súplica.
El hombre gira colocando nuevamente su mirada en mí mientras que el corazón comienza a latirme con fuerza.
—Saravi Eljal… Ese es mi nombre —pronuncio, mientras que su cara se impresiona al instante.
—¿Alguien sabe que está aquí, mi Lady? —pregunta acercándose.
—No.
El caballero desata mis manos, y un alivio recorre la piel de mis muñecas maltratadas. Las masajeo lentamente para luego sacudir mi vestido y arreglar un poco mi cabello.
—Gracias… —digo sin mirarle.
—Entonces mi Lady…
—Solo dígame Saravi… Por favor.
—De acuerdo… Saravi, nos iremos, yo la escoltaré.
—¡No!… quiero decir, todavía no, señor —pido sutilmente. Él asiente despacio, sin quitarme su intensa mirada.
—Mishaal… —corrige—. ¿Por qué está aquí?
—Es una historia larga…
—Bueno, ya que no quiere regresar… Aun, tenemos tiempo para que me cuente…
Asiento lentamente, asomando una sonrisa, combinando mi mirada junto con la Mishaal, que desde que la descubrí hizo un estruendo en mi corazón.
Quizás, este encuentro haya sido planeado por el cielo, y quizás, él pueda ser más que mi liberación…
HOLA, MIS CHICAS, AQUÍ VAMOS CON ESTA HISTORIA, QUE ES PROMETO ROBARAN SU ALIENTO, DENLE UNA OPORTUNIDAD, Y NO SE ARREPENTIRÁN.
6 meses después…Saravi.—¡Saravi! ¡Estoy hablando contigo!Por tercera vez consecutiva escucho la voz de mi madre; esta última, con un tono exaltado, haciendo que todo mi conflicto mental sea disipado al instante.—Perdón, madre, no te escuché —agrego de inmediato alejándome del balcón de mi habitación.—Últimamente estás muy distraída, niña —rezonga ella sin tacto, mientras ojeo a Nadia quien mantiene una postura rígida ante la intromisión de mi madre.Nadia Arafat, es mi dama de compañía, la persona que me sirve en mis quehaceres personales, y la que me acompaña a todas partes como un cortejo. Ella es el servicio para todos los que la ven a mi lado, pero para mí, es como una hermana.Parpadeé varias veces al
Saravi.En una maniobra elaborada y planificada, logro salir ilesa de la casona. Llegar al campamento me tomará al menos veinte minutos, pero el paso que llevo no solo es rápido; es más bien lleno de adrenalina, con una emoción tan tangible, que las mejillas me duelen de tanto sonreír.Para Mishaal será una sorpresa mi llegada, pues nuestra visita sería en dos días más, pero, ante la premura, es casi necesario este encuentro.Cuando llego al territorio Ayatolá, noto un revuelo en el lugar, sin duda alguna algo no anda bien. Por un instinto propio me adentro más, tomando la precaución de no ser vista aún. Así que, junto a un arbusto bastante tupido, hago un espacio para observar más de cerca lo que está sucediendo.—Mi señor, ¡por favor!, déjeme explicarle… —s&uacu
Saravi.He dado tantas vueltas por mi habitación, que, desde un tiempo dejé de contabilizarlas para disminuir los nervios que tengo.Hace un rato debía haberme llegado ya un mensaje oculto y avisarme para salir a encontrarme con Mishaal. Nadia siempre es llamada por un hombre de la cocina pasando el recado, esta es la forma en como nos hemos comunicado secretamente. Mishaal tiene hombres por todos lados y de forma extraordinaria logró también invadir la casona a favor de nosotros.—Debió surgirle un contratiempo, debe calmarse. Yo iré nuevamente a la cocina por si hay una carta —dice mi dama levantándose del sofá y yo solo asiento.Pero justo cuando ella abre la puerta, un extraño ruido desde el balcón de mi habitación nos alerta.La silueta de dos hombres con capa nos da un susto siniestro, entonces cuando corro al lado de Nadi
Saravi.—Saravi, ven, te acompañaré junto con las damas a tu habitación —mi madre insiste para intervenir, tomando mi brazo más fuerte de lo normal; irrumpiendo la mirada sostenida que teníamos el rey y yo.Asiento con el furor en mis venas, tratando por todos los medios de no dar rienda suelta a mis impulsos. Pero al final no puedo hacerlo. Entonces digo lo que tengo en mi garganta.—Pero… ella si es de mi confianza… señor. Espero que reconsidere mi propuesta, porque puedo elegir también… —solté creando un ambiente mucho más tenso y continué mi caminata, casi arrastrada de mi madre.Ella no dice nada, las mujeres que caminan junto a mí, parecen mirar hacia el vacío, es imposible que me adapte así, jamás podré estar aquí sin la compañía de Nadia.
Saravi.El día de la boda real ha llegado, estos dos últimos días han sido algo… Extraños para mí, le he huido en muchas ocasiones a mi madre para no tener ningún tipo de confrontación con ella, así que, he pasado la mayoría del tiempo con la hermana de Kalil, Hanna.Al principio tenía mucha reticencia de entablar alguna relación con personas de este palacio, incluso sabiendo que no duraré mucho tiempo aquí. Pero Hanna es diferente, muy diferente. Por otra parte, no volví a ver al príncipe Kalil en las instalaciones del palacio, su hermana en repetidas ocasiones me informó que necesitaba cerrar asuntos pendientes, y yo no reparé en ello.Un vestido inigualable es el que logró divisar, mientras me detengo en un gran espejo. Mi cabello está delicadamente recogido, mientras hermosas horquillas
Saravi.Un trago amargo pasa por mi garganta entre tanto mis manos sudan ligeramente.Paso a paso llego junto al rey, haciendo una reverencia como todas las damas a mí alrededor; el hombre afirma con su cabeza y se une a mí. Coloco mi palma en su mano y respiro profundamente, entre tanto él con su otro brazo, rodea mi cintura para acercarme más a su cuerpo.La melodía envuelve todo el lugar y el resto de parejas comienzan su baile. Los pies del rey danzan junto con los míos al compás de la música, y aunque no tengo la mirada fija en él, puedo saber que sus ojos, serios, están atentos a cualquiera de mis movimientos.Puedo sentir los latidos de su corazón por la cercanía, incluso puedo conocer su olor, uno que no se parece al de nadie más. Escucho su respirar, y en algunos momentos, su barba roza con mi cabello haciendo que
Saravi.Mis ojos se abren lentamente, puedo ver que ha amanecido a pesar de que las cortinas de las grandes ventanas están casi cerradas. Me siento lentamente recostándome sobre la almohada mientras mis ojos se posan en el resto de la cama.Está vacía.Unos toques en la puerta me anuncian que alguien entrará, así que tomo la sábana para taparme un poco, hasta que Nadia aparece dándome una sonrisa.—¡Buenos días!—Buenos días, Nadia —respondo aliviada—. ¿El rey salió?Mi pregunta la toma por sorpresa, pero se repone y se acerca hacia mi cama sin sentarse.—Vengo a su petición, me dijo que habían hablado de desayunar juntos y la está esperando.¡Rayos!, no me dijo nada igual, pero imagino que está simulando frente a todo
Saravi.¿Qué es lo que acabo de leer?Llevo la palma de la mano a mi boca, no sé si estoy temblando porque estoy leyendo esta carta sin permiso del rey, o si estoy temblando por lo que acabo de leer. Realmente no sé qué pensar.¿El rey está enamorado? ¿Abandonó su relación por cumplir con su nación?Muchas conjeturas se hacen en mi mente, ahora puedo entender muchas cosas de las que me habló, ahora puedo creer la verdadera razón del por qué no quiso consumar nuestro matrimonio. Simplemente no quiere tocar otra mujer porque está enamorado… de ella. De Alinna.Pero, ¿y por qué no se casó con ella? ¿Por mantener el pacto acordado por nuestros padres?El sonido de unos pasos hace que arrugue un poco la carta, y con manos temblorosas