Saravi.
Luego de unos minutos, logro tranquilizarme por completo en los brazos de Fais, quien mantiene un agradecido silencio desde que me recogió en el suelo. Pará él debió ser una impresión ver a la mujer que en teoría debería mantener la compostura y dar ejemplo a los ciudadanos, en esta condición.
—Pediré un té, deme un momento —dice mientras se levanta y yo asiento levemente.
Luego de que regresa al minuto, se sienta nuevamente a mi lado para mirarme fijamente.
—¿Qué ocurrió para que la perturbara de esa manera? —pregunta tomándome de las manos.
—Una vergüenza… Algo que sin duda alguna destrozará a la familia…
—Puedes decirme, la familia Sabagh es como si fuera mía —dice pasando su dedo por mi mano pareciendo una cari
Saravi.Mi corazón se detiene y la boca se me seca en un segundo, ¿Cómo puede estar sucediendo esto? ¿Cómo pudo verme exactamente ella?Lo más importante es: ¿Qué diré en mi defensa si todo es verdad? Coloco una mano en mi estómago ante el nudo que se me ha hecho y doy unos pasos hacia atrás consternada dejándome caer en el asiento. Si yo pude imaginar un escenario aterrador, creo que ninguno se igualaría a este. Frente a Fais, frente a Hanna y la mano derecha del rey, Basim. Definitivamente esto no se trataba de mi madre.—¿Por qué se hace el desentendido, vizconde? Usted viajó con ella, ¡Usted es cómplice! —repite Alinna despiadadamente incluyendo a Fais en mi desgracia.Por fin logro observar el rostro de Kalil para de una vez terminar de romperme el alma, en definitiva. Él quiere no c
Saravi.Mi sentido de libertad se ha vuelto un fracaso, un deseo vago que se apoderó de mi desdicha, ese mismo de querer romper con la estructura elaborada en la que nací; aquellas ganas inmensas por querer demostrar justo como soy y la Saravi real que quería mostrar, me han llevado a estar donde estoy y en la condición en que me encuentro.Estaba agonizando poco a poco, estaba rompiéndome por dentro, lo podía sentir cada minuto en que mi mente generaba un pensamiento mientras que mantenía una coraza para no derrumbarme a quien sea que estuviera frente mi.Pero lo peor, lo peor era esa sensación de impotencia y desesperanza.A ciencia cierta pienso que la tristeza nos concilia con la realidad, esta era mi realidad desde hace mucho, solo que no tuve la oportunidad de palparla como ahora.Llevo prácticamente una semana yendo y viniendo por inercia de la peque&nti
Kalil. Lentamente abro los ojos mientras una punzada traspasa mi cabeza burdamente. Llevo las manos a mi frente mientras me siento con cuidado para minimizar el latido que se incrustó en mi cabeza. El ardor en mis nudillos hace que abra los ojos completamente y los centre en mis manos. No sé en qué momento sucedió, pero ahora mismo tengo vendas en ellas. Aspiro fuertemente el aire, estoy realmente jodido, no me bastaba con tener todo por dentro destruido para completarme con esto. Es una vergüenza. Pero los toques de la puerta me alertan de inmediato, tomo la sábana para tapar un poco mi cuerpo, ya que estoy completamente desnudo. Entonces el rostro de la persona que menos quiero ver en estos momentos se asoma en la puerta. Alinna. —Hola —dice con toda la dulzura sobreactuada—. ¿Cómo amaneces? —Estoy bien… —¿Quieres que pida un desayuno para ti?, tal vez no saben que d
Saravi.Mi cuerpo está sumamente agotado, el temblor constante que ha emanado desde que envié la nota con el lacayo me ha dejado tan falta de fuerzas que en cualquier momento creo que perderé la paciencia.¿Por qué no ha venido? Ya han pasado algunas horas desde que le envié la notificación, la cual debió ser alarmante para venir sin algún reparo.Camino por la pequeña habitación de lado a lado torturándome por lo que pasará y por lo que ha pensado Kalil al leer. Mordisqueo mi uña haciéndola pagar por el estrés tan fuerte que estoy experimentando en estos momentos, esta, quizá sea la única oportunidad en que pueda ser escuchada.Y eso es todo lo que quiero.Unos toques suaves, pero persistentes en la puerta me dan un vuelco en el corazón, la respiraci&oacut
Saravi. Sin poder controlarlo, el llanto sale de mí sin reparo, ¿por qué? ¡¿Por qué?! Unas manos cálidasse unen las mías, mientras agachado centra su mirada en mí con el ceño fruncido —y preocupado—. A pesar de su rabia, a pesar de su decepción, hay cierta preocupación en el rey ante mi inestabilidad. —Ven, levántate del suelo —dice tratando de acomodar mi cuerpo junto al suyo. Entonces yo niego varias veces queriendo hundirme más, quisiera que la tierra se abriera y me tragara de una buena vez. Eso quisiera. —No… —logro pronunciar casi en susurro—. Déjame aquí, yo pertenezco aquí Kalil. Yo pertenezco a estar en suelo. Los sollozos salen cada vez más fuertes de mi boca, y yo no hago ninguna acción para minimizarlos. De forma automática Kalil termina por derrumbarse en suelo para tomarme en sus brazos, envolviéndome en ellos. Su pecho sube y baja agitado mientras aprieta mi cuer
Saravi.Su mirada es intensa, tan intensa que logra desnudarme completa con solo sostenerla. Hay una lucha en él, aquella que pelea por dar lugar a la razón o dejarse llevar por su corazón.Yo no he tenido reparo alguno, yo quiero estar con él, porque no sé qué me deparará el futuro de ahora en adelante, no sé si volveré a ver su rostro ni a sentir esa boca en la que me he hecho adicta.De forma desesperada vuelve a juntar su boca con la mía, prácticamente comiéndola, agobiado por no tener suficiente solo con juntar nuestras lenguas, como si no soportase un centímetro más de distancia entre nosotros.Yo devuelvo todos los gestos que puedo, necesito entregarme como nunca. Lo deseo así.Sin razonar lo despegó un poco de mi cuerpo creando una terrible frustración en él, pero al contra
Saravi.Salgo de inmediato tras él como si estuviese huyendo de verdad, siguiendo rápidamente sus pasos, mientras el hombre, audaz, mira por doquier. Los guardias que estaban frente a mi habitación han desaparecido por completo y él se detiene detectando algo extraño.—Espere —indica mirando extrañado hacia ambos lados.—Escuché que hay un despelote en la ciudad —señalo tratando de despistarlo—. Escuché también que el rey envío más de cuarenta pelotones, parecía bastante desesperado.El hombre gesticula felicidad en sus ojos, aunque no puedo verle la sonrisa sé que ha asomado una.—Así es, los tenemos locos. Pronto se acercará nuestro momento —expone sin más y me toma del brazo para comenzar a caminar rápidamente.Pasamos lugares del palacio que jam&a
Saravi. Es el mismo rostro que solía recordar, solo que… parece más cuidado… como si nada de lo que está sucediendo le hubiese afectado, como si estuviera lejano a la adversidad que atraviesa el país. Como si las muertes no estuvieran en su espalda. Una sonrisa tímida es deslizada en su rostro mientras titubea en hablar o no. Entonces alza una mano para ir rumbo a mi mejilla y como si mi cuerpo se mandara solo, me retiro unos pasos hacia atrás. ¿Qué estoy haciendo? Trato de decir algo, cualquier cosa para reparar la acción anterior, pero no sé qué decir. —Saravi… —pronuncia él con cierto recelo, no gustándole mi acción en absoluto—. Estás a salvo ahora. Mi respiración es agitada. Necesito negarme a mis propias emociones, necesito estabilizarme y tener fuerza de voluntad. —Lo siento —logro decir—. No sé… —No te preocupes —dice acercándose un poco más, pero sin tocarme—. Ha pasa