Capítulo 30

Saravi.

Mi cuerpo está sumamente agotado, el temblor constante que ha emanado desde que envié la nota con el lacayo me ha dejado tan falta de fuerzas que en cualquier momento creo que perderé la paciencia. 

¿Por qué no ha venido? Ya han pasado algunas horas desde que le envié la notificación, la cual debió ser alarmante para venir sin algún reparo. 

Camino por la pequeña habitación de lado a lado torturándome por lo que pasará y por lo que ha pensado Kalil al leer. Mordisqueo mi uña haciéndola pagar por el estrés tan fuerte que estoy experimentando en estos momentos, esta, quizá sea la única oportunidad en que pueda ser escuchada.

Y eso es todo lo que quiero. 

Unos toques suaves, pero persistentes en la puerta me dan un vuelco en el corazón, la respiraci&oacut

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