Kalil.
Lentamente abro los ojos mientras una punzada traspasa mi cabeza burdamente. Llevo las manos a mi frente mientras me siento con cuidado para minimizar el latido que se incrustó en mi cabeza.
El ardor en mis nudillos hace que abra los ojos completamente y los centre en mis manos. No sé en qué momento sucedió, pero ahora mismo tengo vendas en ellas. Aspiro fuertemente el aire, estoy realmente jodido, no me bastaba con tener todo por dentro destruido para completarme con esto.
Es una vergüenza.
Pero los toques de la puerta me alertan de inmediato, tomo la sábana para tapar un poco mi cuerpo, ya que estoy completamente desnudo.
Entonces el rostro de la persona que menos quiero ver en estos momentos se asoma en la puerta.
Alinna.
—Hola —dice con toda la dulzura sobreactuada—. ¿Cómo amaneces?
—Estoy bien…
—¿Quieres que pida un desayuno para ti?, tal vez no saben que d
Saravi.Mi cuerpo está sumamente agotado, el temblor constante que ha emanado desde que envié la nota con el lacayo me ha dejado tan falta de fuerzas que en cualquier momento creo que perderé la paciencia.¿Por qué no ha venido? Ya han pasado algunas horas desde que le envié la notificación, la cual debió ser alarmante para venir sin algún reparo.Camino por la pequeña habitación de lado a lado torturándome por lo que pasará y por lo que ha pensado Kalil al leer. Mordisqueo mi uña haciéndola pagar por el estrés tan fuerte que estoy experimentando en estos momentos, esta, quizá sea la única oportunidad en que pueda ser escuchada.Y eso es todo lo que quiero.Unos toques suaves, pero persistentes en la puerta me dan un vuelco en el corazón, la respiraci&oacut
Saravi. Sin poder controlarlo, el llanto sale de mí sin reparo, ¿por qué? ¡¿Por qué?! Unas manos cálidasse unen las mías, mientras agachado centra su mirada en mí con el ceño fruncido —y preocupado—. A pesar de su rabia, a pesar de su decepción, hay cierta preocupación en el rey ante mi inestabilidad. —Ven, levántate del suelo —dice tratando de acomodar mi cuerpo junto al suyo. Entonces yo niego varias veces queriendo hundirme más, quisiera que la tierra se abriera y me tragara de una buena vez. Eso quisiera. —No… —logro pronunciar casi en susurro—. Déjame aquí, yo pertenezco aquí Kalil. Yo pertenezco a estar en suelo. Los sollozos salen cada vez más fuertes de mi boca, y yo no hago ninguna acción para minimizarlos. De forma automática Kalil termina por derrumbarse en suelo para tomarme en sus brazos, envolviéndome en ellos. Su pecho sube y baja agitado mientras aprieta mi cuer
Saravi.Su mirada es intensa, tan intensa que logra desnudarme completa con solo sostenerla. Hay una lucha en él, aquella que pelea por dar lugar a la razón o dejarse llevar por su corazón.Yo no he tenido reparo alguno, yo quiero estar con él, porque no sé qué me deparará el futuro de ahora en adelante, no sé si volveré a ver su rostro ni a sentir esa boca en la que me he hecho adicta.De forma desesperada vuelve a juntar su boca con la mía, prácticamente comiéndola, agobiado por no tener suficiente solo con juntar nuestras lenguas, como si no soportase un centímetro más de distancia entre nosotros.Yo devuelvo todos los gestos que puedo, necesito entregarme como nunca. Lo deseo así.Sin razonar lo despegó un poco de mi cuerpo creando una terrible frustración en él, pero al contra
Saravi.Salgo de inmediato tras él como si estuviese huyendo de verdad, siguiendo rápidamente sus pasos, mientras el hombre, audaz, mira por doquier. Los guardias que estaban frente a mi habitación han desaparecido por completo y él se detiene detectando algo extraño.—Espere —indica mirando extrañado hacia ambos lados.—Escuché que hay un despelote en la ciudad —señalo tratando de despistarlo—. Escuché también que el rey envío más de cuarenta pelotones, parecía bastante desesperado.El hombre gesticula felicidad en sus ojos, aunque no puedo verle la sonrisa sé que ha asomado una.—Así es, los tenemos locos. Pronto se acercará nuestro momento —expone sin más y me toma del brazo para comenzar a caminar rápidamente.Pasamos lugares del palacio que jam&a
Saravi. Es el mismo rostro que solía recordar, solo que… parece más cuidado… como si nada de lo que está sucediendo le hubiese afectado, como si estuviera lejano a la adversidad que atraviesa el país. Como si las muertes no estuvieran en su espalda. Una sonrisa tímida es deslizada en su rostro mientras titubea en hablar o no. Entonces alza una mano para ir rumbo a mi mejilla y como si mi cuerpo se mandara solo, me retiro unos pasos hacia atrás. ¿Qué estoy haciendo? Trato de decir algo, cualquier cosa para reparar la acción anterior, pero no sé qué decir. —Saravi… —pronuncia él con cierto recelo, no gustándole mi acción en absoluto—. Estás a salvo ahora. Mi respiración es agitada. Necesito negarme a mis propias emociones, necesito estabilizarme y tener fuerza de voluntad. —Lo siento —logro decir—. No sé… —No te preocupes —dice acercándose un poco más, pero sin tocarme—. Ha pasa
Saravi.El agua helada recorriendo todas mis extremidades me hace sentir viva, amortigua la sensación de preocupación en mi pecho y relaja mis músculos contraídos. A pesar de que no puedo tomar el baño sola en el río, trato como si lo estuviera.Alejo por un momento los pensamientos de mi pesadilla y trato solo por unos segundos imaginar mis anhelos.El sonido del agua es como música para mis oídos, realmente este momento de la tarde es el que más disfruto en medio de todo este caos. Desde el instante en que llegué pude percibir que estábamos a poca distancia de un cauce, y en efecto un bello arroyo estaba a unos pocos metros de la aldea en donde hace cuatro días había llegado.Por supuesto no podía venir sola. Siempre contaba con dos hombres de confianza de Mishaal para que me acompañaran al menos por una hora en mi bañ
Saravi.Borja camina hasta los hombres y de forma ordinaria hace que se levanten, empujándolos para que caminen hacia el centro de la casa, donde estamos nosotros. Poco a poco logro detallarlos, sus ropas están lo suficientemente sucias como para no distinguir el color y la forma de ellas, incluso la capa que tienen en sus rostros llega hasta la mitad del dorso. Sus manos amarradas están algo ensangrentadas y rojas por la presión de la soga.Algo muy extraño recorre mi cuerpo, una sensación de dolor me hace agudizar los sentidos mientras poco a poco me acerco a ellos para descubrir quién está detrás de las capuchas.Paso el trago lentamente mientras me pongo frente a uno de ellos y comienzo a alzar la capa, entonces me encuentro con rostro bastante de Basim… muy golpeado.«¡No!», grita mi interior mientras su mirada se conecta a la m&
Kalil. El cuerpo me duele tanto que hasta el respirar me cuesta. Logro sentarme con dificultad para zarandear el cuerpo inamovible de Basim. Me preocupa, me preocupa mucho su estado, su cuerpo prácticamente se puso como escudo encima de mí en el momento que llegó el resto de los hombres para seguir con la golpiza que yo mismo propicié. La soga en mis manos ya llegó a un punto en que me crea un malestar constante por su rozadura en la piel amordazada. Pero debo buscar la forma de salir de aquí con Basim, de lo contrario nuestras vidas no llegarán a otro día más; no puedo arriesgarme solo por las palabras de convencimiento de Saravi hacia el bastado, su nerviosismo la delataba, sabía que, el hombre andaría pisando con cuidado para con ella. También necesito saber en qué lugar se encuentra, no saldré de este lugar sin llevármela de aquí, cerciorándome de que esté a salvo. Fui de lo más imbécil posible, est