Saravi.
Han pasado horas, creo acertar desde el momento en que comencé a relatar todo y cada uno de los detalles a mi padre. Sus ojos enrojecidos y su cara pálida dejan en evidencia lo preocupado que está.
Y no es para menos.
No logro imaginar siquiera que pueda depararnos, no sé si en el momento en que la corona sepa todos mis secretos, podrán tener al menos un momento de cordura para no controlar la rabia que puede producir lo que yo he hecho. Lo único en lo que estoy totalmente clara es que nunca mi motivo fue venganza o hacer daño por hacerlo.
Yo pensé que estaba actuando de la manera correcta.
—¡Por Dios, hija! ¡¿Pero en qué momento se te nubló la mente de esta manera?! —reclama levantándose, tomando su cabello en desespero y haciendo que mis labios tiemblen.
—No lo sabía, ¡no sabía que estaba jugando al bando equivocado, papá!
—Pero, ¡¿cómo no?! ¡Es
Kalil. Su cuerpo vibra en mis brazos como si no soportase resistir más a lo que está sintiendo, sus manos se esparcen por mis hombros y por mi espalda de forma apresurada, sacando la camisa totalmente agitada para que nuestros cuerpos puedan hacer contacto. Un gruñido ronco sale por mi garganta cuando su piel y sus pechos tocan el mío, mi piel se enchina al instante y Saravi se arquea estremeciéndose ante el roce. —Kalil…—pronuncia desesperada, su rostro está rojo ante la temperatura elevada, pero su mirada solo me dice que quiere lo mismo que yo. La unión de nuestros cuerpos. —¡Mírame, Saravi! —Indico tomando su rostro, a la vez que mi cuerpo presiona el de ella contra la pared—. Dime que quieres ser mía, ¡Di qué, lo quieres! —Yo soy tuya, Kalil, soy tuya y siempre lo he sido… Sus palabras crean un choque profundo en mis sentidos, uno que jamás viví con otra persona, el significado de sus pal
Saravi. Abro mis ojos lentamente mientras trato de estirar mi cuerpo sintiendo la sensación incalculable del descanso, dando paso a que una sonrisa se deslice por mi rostro para que el buen ánimo se inserte en mi cuerpo y en mi mente. Tenía mucho tiempo de no sentirme así. Recuerdo los detalles de la noche, todos ellos, del cuerpo de Kalil y de sus manos pasando por el mío, entonces me estremezco de inmediato.Me corro hacía los lados tocando el espacio vacío restante de la cama, y una leve decepción se instala en mi sistema percibiendo que Kalil ya no se encuentra junto a mí. Me levanto colocándome una bata encima y quitando el cabello desordenado de la cara. Necesito llamar a Nadia y salir lo más pronto de esta habitación. Necesito encontrar a mi padre. En unos minutos mi dama entra a la habitación sonriendo como siempre para ponerse a la disposición de lo que sea que le pida. —Me alegr
Saravi.Luego de unos minutos, logro tranquilizarme por completo en los brazos de Fais, quien mantiene un agradecido silencio desde que me recogió en el suelo. Pará él debió ser una impresión ver a la mujer que en teoría debería mantener la compostura y dar ejemplo a los ciudadanos, en esta condición.—Pediré un té, deme un momento —dice mientras se levanta y yo asiento levemente.Luego de que regresa al minuto, se sienta nuevamente a mi lado para mirarme fijamente.—¿Qué ocurrió para que la perturbara de esa manera? —pregunta tomándome de las manos.—Una vergüenza… Algo que sin duda alguna destrozará a la familia…—Puedes decirme, la familia Sabagh es como si fuera mía —dice pasando su dedo por mi mano pareciendo una cari
Saravi.Mi corazón se detiene y la boca se me seca en un segundo, ¿Cómo puede estar sucediendo esto? ¿Cómo pudo verme exactamente ella?Lo más importante es: ¿Qué diré en mi defensa si todo es verdad? Coloco una mano en mi estómago ante el nudo que se me ha hecho y doy unos pasos hacia atrás consternada dejándome caer en el asiento. Si yo pude imaginar un escenario aterrador, creo que ninguno se igualaría a este. Frente a Fais, frente a Hanna y la mano derecha del rey, Basim. Definitivamente esto no se trataba de mi madre.—¿Por qué se hace el desentendido, vizconde? Usted viajó con ella, ¡Usted es cómplice! —repite Alinna despiadadamente incluyendo a Fais en mi desgracia.Por fin logro observar el rostro de Kalil para de una vez terminar de romperme el alma, en definitiva. Él quiere no c
Saravi.Mi sentido de libertad se ha vuelto un fracaso, un deseo vago que se apoderó de mi desdicha, ese mismo de querer romper con la estructura elaborada en la que nací; aquellas ganas inmensas por querer demostrar justo como soy y la Saravi real que quería mostrar, me han llevado a estar donde estoy y en la condición en que me encuentro.Estaba agonizando poco a poco, estaba rompiéndome por dentro, lo podía sentir cada minuto en que mi mente generaba un pensamiento mientras que mantenía una coraza para no derrumbarme a quien sea que estuviera frente mi.Pero lo peor, lo peor era esa sensación de impotencia y desesperanza.A ciencia cierta pienso que la tristeza nos concilia con la realidad, esta era mi realidad desde hace mucho, solo que no tuve la oportunidad de palparla como ahora.Llevo prácticamente una semana yendo y viniendo por inercia de la peque&nti
Kalil. Lentamente abro los ojos mientras una punzada traspasa mi cabeza burdamente. Llevo las manos a mi frente mientras me siento con cuidado para minimizar el latido que se incrustó en mi cabeza. El ardor en mis nudillos hace que abra los ojos completamente y los centre en mis manos. No sé en qué momento sucedió, pero ahora mismo tengo vendas en ellas. Aspiro fuertemente el aire, estoy realmente jodido, no me bastaba con tener todo por dentro destruido para completarme con esto. Es una vergüenza. Pero los toques de la puerta me alertan de inmediato, tomo la sábana para tapar un poco mi cuerpo, ya que estoy completamente desnudo. Entonces el rostro de la persona que menos quiero ver en estos momentos se asoma en la puerta. Alinna. —Hola —dice con toda la dulzura sobreactuada—. ¿Cómo amaneces? —Estoy bien… —¿Quieres que pida un desayuno para ti?, tal vez no saben que d
Saravi.Mi cuerpo está sumamente agotado, el temblor constante que ha emanado desde que envié la nota con el lacayo me ha dejado tan falta de fuerzas que en cualquier momento creo que perderé la paciencia.¿Por qué no ha venido? Ya han pasado algunas horas desde que le envié la notificación, la cual debió ser alarmante para venir sin algún reparo.Camino por la pequeña habitación de lado a lado torturándome por lo que pasará y por lo que ha pensado Kalil al leer. Mordisqueo mi uña haciéndola pagar por el estrés tan fuerte que estoy experimentando en estos momentos, esta, quizá sea la única oportunidad en que pueda ser escuchada.Y eso es todo lo que quiero.Unos toques suaves, pero persistentes en la puerta me dan un vuelco en el corazón, la respiraci&oacut
Saravi. Sin poder controlarlo, el llanto sale de mí sin reparo, ¿por qué? ¡¿Por qué?! Unas manos cálidasse unen las mías, mientras agachado centra su mirada en mí con el ceño fruncido —y preocupado—. A pesar de su rabia, a pesar de su decepción, hay cierta preocupación en el rey ante mi inestabilidad. —Ven, levántate del suelo —dice tratando de acomodar mi cuerpo junto al suyo. Entonces yo niego varias veces queriendo hundirme más, quisiera que la tierra se abriera y me tragara de una buena vez. Eso quisiera. —No… —logro pronunciar casi en susurro—. Déjame aquí, yo pertenezco aquí Kalil. Yo pertenezco a estar en suelo. Los sollozos salen cada vez más fuertes de mi boca, y yo no hago ninguna acción para minimizarlos. De forma automática Kalil termina por derrumbarse en suelo para tomarme en sus brazos, envolviéndome en ellos. Su pecho sube y baja agitado mientras aprieta mi cuer