Capítulo 3

​​​​​​​*—Cassie:

Unos días después, Cassie estaba en el centro comercial con sus mejores amigas. Les había contado todo por teléfono, y ellas, las únicas que realmente comprendían su dolor, eran con las que podía hablar sin sentirse juzgada.

Su familia, especialmente su padre, había sido tan injusto con ella. Recordaba claramente lo que sucedió cuando fue a verlo a su oficina. Había sido el más cruel de todos. Sabía que había sido una hija difícil, pero eso no justificaba que él la empujara a un matrimonio con un desconocido, mucho menos con alguien tan arrogante y detestable como Christopher Bryant.

Se sentía devastada. Había aprendido a tolerar las constantes peleas con su padre, sus malos humores y su odio palpable, pero nunca pensó que él llegaría tan lejos solo para castigarla. En su mente solo rondaba una pregunta: ¿Por qué ella? ¿Por qué no elegía a alguna de las gemelas? Brianna o Shanna, sus hermanas mayores, serían felices casándose con ese tipo.

«Bueno, no es que tampoco estaría mal casarse con él», pensó y otra vocecita en su cabeza dijo.

«Vamos, Cassie, admite que, aunque sea un imbécil, está bastante bueno», le susurró esa voz en su cabeza, casi burlona. Lo admitía, pero ¿qué importaba? No iba a casarse con él, lo tenía claro y haría todo lo posible para evitarlo.

Sin embargo, el recuerdo de la amenaza de su padre seguía rondando en su mente. ¿Cómo podría vivir sin las comodidades a las que estaba acostumbrada? Aquello era cruel, demasiado cruel. Su vida estaba estructurada de una forma que no podía cambiar tan fácilmente.

Suspiró, sacudiendo la cabeza y tratando de despejar sus pensamientos. Se volvió a hacer la misma pregunta una vez más: ¿por qué él quería casarse con ella? ¿Qué tenía ella que le pudiera interesar a alguien como Chris? Si fuera por su padre, la razón estaba clara, pero ¿y él?

—Cassie está haciendo esas caras raras otra vez, Holly —murmuró su amiga Hayley, moviendo su largo cabello rubio hacia atrás con un gesto dramático y llamando la atención de la otra chica—. Deja esas caras, la gente pensara que estás loca, ¿Okay? —le dijo Hayley en tono de burla, mirando a su amiga.

—Odio mi vida —se quejó Cassie, apoyando la cabeza sobre la mesa en una pose de desesperación.

—Vamos, Cassie —dijo Hayley, tratando de levantarle el ánimo, aunque sus brillantes ojos azules mostraban preocupación—. Vele el lado positivo, no tendrás que salir a buscar a tu “hombre ideal”, ¡ya tienes uno! —exclamó riéndose—. Y, además, es guapo.

—Oh… —Cassie levantó la cabeza lentamente, mirándola con desesperación—. Hayley, te lo advierto, si sigues diciendo esas cosas y tratándome de convencer de que me case con ese cretino, te juro que te golpearé, y vas a necesitar un cirujano para arreglar tu cara. Y después, al menos, dejarás de verte tan fea.

Hayley abrió la boca, sorprendida por la brutalidad de su respuesta.

—¡Oye! —protestó, haciendo pucheros—. ¡No soy fea!

—¡Fea! —exclamó Cassie, jugando con ella en un intento de aliviar la tensión.

—¡Tonta! —dijo Hayley, siguiendo el juego.

—Ya basta de niñadas —dijo Holly, pasándose una mano por su largo cabello negro con un suspiro. Se giró hacia Cassie, su tono cambiando de tono burlón a serio—. Cassie, perdona que me entrometa, pero no puedes huir de tu destino —dijo la más calmada del grupo a lo que Cassie la miró sorprendida—. Si tu destino es casarte con él, no puedes cambiarlo.

Cassie frunció el ceño, molesta. Prefería mil veces cuando Holly permanecía callada en lugar de dar consejos que no quería escuchar.

—¿Sabes qué? No me importa. Tu consejo, francamente, ha ido directo al retrete de mi cerebro —le dijo, con tono ácido, mientras Holly ponía los ojos en blanco—. Yo sí puedo cambiar mi destino, y no creo que mi destino sea casarme con Chris.

—¿Pero con Kyle sí? —preguntó Holly con una sonrisa irónica.

Cassie se ruborizó al instante al escuchar el nombre de Kyle. Era otro de sus mejores amigos y el chico con el que llevaba años enamorada. Si le dieran la oportunidad, con gusto se casaría con Kyle, pero era obvio que eso no iba a pasar. Su corazón palpitaba solo de pensar en él, pero sabía que todo se complicaba si terminaba casándose con Chris. De ser así, jamás podría estar con Kyle.

—Gracias, Holly, realmente eres de gran ayuda —le dijo, aunque lo dijo con sarcasmo.

Holly sonrió sin darse por aludida, apuntándole con el dedo.

—No huyas de él, es todo lo que te digo.

—Eres tan seca, ¿sabes? —le dijo Cassie, con tristeza. Sabía que le había tocado una fibra sensible. Holly no lo mostró, pero la mirada triste en sus ojos era suficiente para que Cassie se sintiera mal. Sin embargo, eso no la detuvo de continuar—. Pensé que me iban a apoyar para huir de “mi destino”, pero parece que lo único que hacen es alentarme a casarme con él. ¿Qué les pasa a ustedes? —preguntó, levantándose de la mesa con un suspiro de frustración.

—Es que es guapo, Cassie —murmuró Hayley, con los ojos brillantes de admiración.

—Solo te fijas en el físico, Hayley —respondió Cassie, tajante—. Ni siquiera lo conoces bien, es un maldito cretino, grosero, arrogante, y si sigo, no voy a terminar nunca —dijo, recordando todos los defectos de ese hombre.

—Yo lo conozco y siempre ha sido amable conmigo —respondió Holly, curiosa, mientras Cassie le dirigía una mirada. Había descubierto que Nick, el hermano mayor de Holly, era casualmente, el mejor amigo de este, algo que Cassie no sabía, pero suponía que las personas adineradas suelen conocerse entre ellas—. Así que me sorprende que te haya caído mal, ¿sabes?

—Bueno, tal vez no debería ser grosero contigo, pero lo poco que conocí de él me dejó una mala impresión. En fin, es un pesado —respondió Cassie con firmeza, suspirando—. Y otra cosa, me pregunto por qué querría casarse conmigo —murmuró, aún con la duda rondando en su cabeza—. No es que sea fea, pero tampoco soy una gran belleza. Soy una chica normal, además, él podría tener a cualquier mujer, incluso a supermodelos —Cassie movió la cabeza, desconcertada—. Esto es rarísimo, ¿saben?

Hayley se encogió de hombros, como si no entendiera del todo la situación.

—Tal vez él solo quería casarse, pero no encontró a una chica adecuada de buena familia —señaló su amiga y Cassie se rio, porque era la menos chica adecuada de su familia—. Sabes cómo son los hombres ricos, las apariencias importan mucho para ellos y el dinero tiene que quedarse en el dinero, cero personas de bajo recursos y los Bryant tienen muchos recursos —continuó Hayley y Cassie le dio la razón en esa parte—. Imagínate lo que dirían los medios si se casara con una stripper, ¡sería un escándalo!

—Eso no me importa —dijo Cassie, dando un golpecito a la mesa—. Estoy segura de que a él solo le importa tener sexo con cualquier mujer que se cruce en su camino —continuó y recordó el momento del ascensor—. Ese día conocí a su asistente, o lo que sea que sea, y parecía que tenían algo… No algo real, pero como si él solo estuviera durmiendo con ella.

—¿Acaso estás celosa? —preguntó Hayley con una sonrisa burlona.

Cassie fulminó a su amiga con la mirada.

—No tengo por qué estarlo ya que Chris no me interesa —respondió, levantándose bruscamente de la mesa. Recogió sus bolsas y se las colgó al hombro.

—¿Ya te vas? —preguntó Hayley, sorprendida.

—Sí, tengo que llegar temprano a casa para prepararme. Mi padre está planeando una cena para que el cretino ese y yo “nos conozcamos mejor”, como si no hubiese tenido ya suficiente de él —respondió, con ironía.

—Suerte con la cena —dijo Holly, despidiéndose.

—¡Buena suerte! Y ¡llévate lo que te dijimos! —gritó Hayley mientras Cassie se alejaba de ellas, pero Cassie no iba a llevarse nada.

Sabía lo que tenía que hacer: huir de ese destino, cueste lo que cueste.

.

.

.

*—Chris:

Por muchas veces que lo había hecho en el pasado, Chris se prometió que esta sería la última vez.

Ahora, estaba tumbado en la cama, exhausto, con una mujer de cabello pelirrojo sobre él. Karina Maine, como siempre, había tomado el control y, como siempre, se había excedido. Después de una tarde intensa, se sentía agotado, su cuerpo marcado por la actividad reciente.

Con un movimiento brusco, la apartó y la tumbó de nuevo a su lado, provocando un suave refunfuño de ella.

—Ya no podemos hacer esto —dijo Chris con voz baja, mientras se levantaba de la cama y comenzaba a vestirse frente a ella, ignorando su mirada fija sobre él.

Karina se sentó, arqueando una ceja, evidentemente sorprendida.

—¿Por qué? —preguntó, su tono más desafiante que curioso, mientras se reclinaba sobre las almohadas, sus ojos brillando con un dejo de insomnio.

—Tú sabes muy bien por qué ya no podemos —respondió él, mientras se ponía los pantalones y apretaba su cinturón, evitando mirarla. Tenía que irse a su piso, hoy tenía una “cena importante”.

—Lo sé, Chris, pero… —dijo ella en un susurro, y la ligera ironía en su voz no pasó desapercibida—. ¿De verdad tienes que casarte con esa mocosa?

Chris no pudo evitar la ligera fricción de su mandíbula al escucharla. Karina, como siempre, no podía evitar su actitud de desprecio hacia todo lo que no fuera ella. Se detuvo por un momento y la miró fijamente, antes de seguir con la rutina de vestirse, poniendo su camisa con rapidez.

—Eso me pregunté yo mismo cuando la vi por primera vez —respondió, tenso—. Pero tengo que hacerlo, así que no quiero que sigas tocando el tema. Ya basta, Karina.

Ella lo observó en silencio por un instante, su mirada pasando de desdén a algo más cercano a la frustración. Cuando Chris terminó de vestirse, lanzó un último vistazo a la habitación, y al mirar su reloj, se dio cuenta de que el tiempo apremiaba.

—Nos veremos después —dijo, acercándose a la puerta. La habitación del hotel, que había sido testigo de un sinfín de encuentros casuales, ahora lo observaba en silencio—. Tengo que ducharme antes de la cena.

Karina se levantó de la cama con movimientos fluidos y seductores, y se acercó a él, rodeando su cuello con los brazos.

—De acuerdo, pero llámame cuando termines, ¿Ok? —dijo, presionando sus labios rápidamente contra los de él.

—Si es que me acuerdo —respondió él, soltando una risa breve mientras abría la puerta.

Con un gruñido de frustración, Karina se dejó caer nuevamente sobre la cama. Chris salió de la habitación y caminó hacia el ascensor, sin mirar atrás.

Cuando bajó al estacionamiento, el sonido de sus pasos resonaba vacío en el lugar mientras caminaba hacia donde había estacionado su auto, completamente desganado. Si, tenía que prepararse para ir a cenar a casa de los McKay, una cena de acercamiento, como había citado Jefferson, pero el fin era que Chris y Cassie comenzaran a conocerse, solo que Chris no tenia ganas de tratar con esa mocosa maleducada.

En cuanto se subió al coche, el sonido de su teléfono móvil rompió la quietud. Chris echó una mirada cansada a la pantalla, donde apareció el nombre de uno de sus mejores amigos: Seth Culler. Decidió ignorar la llamada, pero Seth siguió insistiendo. Sabía que no podría dejarlo sin respuesta, ya que su amigo no pararía hasta que contestara. Era así de persistente.

Aprovechando que el semáforo se puso en rojo, tocó la pantalla en su vehículo y atendió la llamada.

—¿Qué quieres? —gruñó, sabiendo que Seth siempre llamaba para pedir algo.

Hola, Chris —la voz de Seth sonó familiar y despreocupada del otro lado de la línea—. ¿Adivina qué? ¡Ya he llegado de mi viaje de negocios! ¿Vas a venir a verme? —preguntó.

Chris resopló y se restregó los ojos, irritado. ¿Ir a verlo? Seth no era su amante, y nunca había entendido la necesidad de tenerlo cerca. Había estado feliz de que su amigo se fuera de viaje por un mes. Ahora que había vuelto, solo pensaba en lo poco que deseaba pasar tiempo con él.

—No, Seth, estoy ocupado—respondió, mirando la carretera sin realmente verla.

¡Mi Chris siempre tiene tiempo para mí! —gritó Seth, quejándose de forma juguetona, sabiendo que eso siempre molestaba a Chris.

Habían sido amigos desde la infancia, aunque a Chris le hubiera gustado no haberlo conocido en el parvulario, pero, como siempre, los extrovertidos tenían una forma de atraer la atención de los introvertidos. Escuchó a Seth riéndose al otro lado de la línea.

¿Dónde estás? —quiso saber Seth divertido.

—Estoy ocupado —repitió, tratando de hacerle entender que no era el momento.

No me mientas —dijo Seth con una sonrisa burlona—. Apuesto mi fortuna a que estás con Karina, ¿verdad? —preguntó Seth.

Chris maldijo en voz baja, pero no pudo evitar sonreír por lo preciso que era su amigo, aunque eso solo lo irritaba aún más. Karina era su amante principal, aunque a veces Chris también se liaba con su asistente Tiffany, pero solo lo hacía porque no tenía intenciones serias con ninguna de las dos.

—Tal vez… —respondió con indiferencia.

Estás a punto de comprometerte seriamente, deberías dejar de andar con ella y… —comenzó a decir Seth, pero Chris lo interrumpió.

—No estoy con Karina, ahora deja de molestarme, tengo un asunto pendiente—respondió, buscando algo de paciencia.

Seth no dejó que la conversación muriera tan fácilmente.

Chris, en serio, deberías dejar a Karina —insistió Seth—. Es una chica problemática, y su imagen no te conviene. Siempre tienes que pensar en tu futuro.

Chris suspiró, con un dolor de cabeza repentino. ¿Cómo se podía ser tan pesado?

—No me interesa lo que pienses, Seth. Y si te refieres a mi "futuro", tú no sabes nada de eso —le lanzó con desdén—. No voy a dejar de acostarme con quien se me antoje, ¿entendido? —dijo, visiblemente cansado.

Estás en tus días, ¿verdad? —pregunto divertido—. Estás muy gruñón —comentó Seth en tono burlón.

Chris soltó una risa amarga, y en su mente deseó poder ir allí y hacer callar a su amigo de una vez por todas.

—Voy a colgar ahora, Seth, tengo que irme—dijo, interrumpiéndolo antes de que pudiera seguir.

De acuerdo, pero llámame luego, ¿vale? —respondió Seth, aún con tono animado.

—Sí, sí, ya te llamaré—dijo Chris, ya perdiendo la paciencia, y colgó de inmediato.

En cuanto terminó la llamada, no pudo evitar maldecir. Seth era como una mosca molesta que no se iba, y lo peor era que siempre volvía en el momento más inoportuno, sin embargo, tenía razón en parte.

En cuestión de minutos, llegó a su piso, se dirigió a su habitación y comenzó a desvestirse, preparándose para la cena. Necesitaba estar listo, pero su mente seguía atrapada en los pensamientos sobre su amante y cómo eso podría afectar, más tarde, su relación con Cassadee.

Era mejor mantener todo lo relacionado con Karina en secreto. No quería que, si alguien se enteraba, eso arruinara sus planes.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App