Capítulo 2

*—Cassie:

Unos días después, Cassadee estaba en el centro comercial con sus mejores amigas.

Les había hablado por teléfono sobre lo que había pasado. Sus amigas eran las únicas con las que podía hablar y que ellas pudiesen comprender su dolor, ya que su familia era muy injusta con ella. Recordó lo que pasó cuando fue a ver a su padre a su oficina, su padre había sido el más injusto con ella, sabía que había sido mal hija, pero aquello no era una razón para que él hiciera esas cosas, proponerla al matrimonio con una persona totalmente desconocida, además, el tipo en si no le agradaba para nada, nunca había conocido a una persona tan odiosa y difícil de tratar, demasiado arrogante para su gusto.

Se sentía triste, se había acostumbrado a las riñas de su padre, a su mal humor y a su odio, pero nunca pensó que él llegaría a esos extremos con tal de castigarla. Se preguntó por qué no escogía a algunas de las gemelas para que se casara con ese engreído, ellas estarían gustosas de casarse con aquel imbécil.

«Vamos Cassie, tienes que admitir que, aunque sea un imbécil se ve demasiado bien», dijo una vocecita en lo fondo de su cabeza. Lo admitía, pero que importaba. Ella no iba a casarse con él y punto. Haría todo lo que estuviera en sus manos para escaparse de aquel compromiso. Espera. Su padre la había amenazado. ¿Cómo podría vivir así de la forma que él había dicho? Eso era muy cruel. Su vida estaba hecha de una forma, no podía cambiar tan rápidamente.

Movió la cabeza y se volvió a hacer la misma pregunta que se había estado haciendo desde que su compromiso salió a relucir. ¿Por qué quería casarse con ella? Ella no parecía el tipo de chica con el que un hombre como Chris podía casarse. Quizás era por otra cosa, además, su padre la estaba obligando a hacerlo.

—Cassie está haciendo miradas raras otra vez, Holly—murmuró una de sus amigas, Hayley, echándose el largo cabello rubio hacia atrás—Deja las caras, Cassie.

—Odio mi vida—dijo Cassie apoyando la cabeza en la mesa.

—Vamos Cassie—dijo su Hayley mirándola con sus brillantes ojos azules—Vele el lado positivo, no tendrás que salir con chicos para encontrar a tu hombre ideal, ya tienes uno. Además, es muy guapo—murmuró sonriendo.

—Hayley, mírale tú también el lado positivo—murmuró Cassie levantó la cabeza—Si sigues fastidiándome y animándome a que me case con ese cretino, te golpeare y tendrás que buscar un cirujano para que te arregle la cara y así dejarás de verte tan fea.

Su amiga abrió la boca sorprendida por el insulto.

—¡Oye! —dijo su amiga haciendo pucheros—¡No soy fea!

—¡Fea! —exclamó Cassie jugando con ella.

—¡Tonta! —dijo Hayley siguiéndole el juego.

—Ya no empiecen—dijo Holly pasándose una mano por el largo negro cabello—Cassadee, perdona que me entrometa, pero no puedes huir de tu destino, si tu destino es casarte con él, no puedes cambiarlo.

Cassadee frunció el ceño. Prefería cuando Holly estaba tranquila y sin comentar nada, no cuando la chica se entrometía. No estaba feliz y su consejo le había enfadado un poco.

—Sabes que no me importa, ¿verdad? Tu consejo se ha ido al retrete de mi cerebro—le dijo a Holly y esta puso los ojos en blanco—Yo sí puedo cambiar mi destino y no creo que mi destino sea casarme con Chris.

—Pero si con Kyle, ¿no? —contrarrestó Holly.

Cassie se ruborizó con tan solo la mención del nombre de su amor. Kyle era otro de sus mejores amigos, además, era el chico del que llevaba enamorada por mucho tiempo. No se imaginaba su vida si se llegaba a casar con Chris, estaría lejos de Kyle y su amor, porque el que siempre soñaba ser correspondido, se iría a boulevard de los sueños rotos.

—Gracias, Holly, eres de muy buena ayuda—le dijo Cassie a la chica.

Holly sonrió y le apuntó con el dedo.

—No huyas de él, es lo único que te digo.

—Eres tan seca, dices eso porque nunca te has enamorado de verdad—le dijo a Holly que puso una mirada triste y miró hacia otro lado. Sabía que la había herido, pero ahora mismo no tenía pensamientos coherentes en su mente. Soltó un suspiro—Pensé que me iban a apoyar a huir de “Mi destino” pero solo hacen que me aliente a casarme con él, ¿qué les pasa a ustedes?

—Es que es guapo—murmuró Hayley con los ojos brillosos.

—Solo te fijas en el físico, Hayley, ni siquiera lo conoces en persona, es malo y pervertido, un maldito cretino, grosero, arrogante y si sigo no terminare nunca—dijo Cassadee recordando los defectos que había visto del tipo.

—¿Tan mal te cayó? —preguntó Holly volviendo a mirarla otra vez, la expresión de antes se había ido.

—Sí, es un pesado—le contestó Cassie—Me pregunto para qué quiere casarse conmigo, no es que no sea fea, pero no soy tan bonita tampoco—les dijo a sus amigas quienes asintieron—Soy una chica simplona, además, él es un hombre que puede tener a cualquier mujer, incluidas supermodelos. Esto es muy raro.

Hayley se encogió de hombros.

—Tal vez quería casarse y no encontró una chica adecuada y de buena familia. Sabes cómo son los hombres ricos, las apariencias es lo que más le preocupan después del dinero. Imagínate que se case con una stripper, no me lo imaginaria lo que harían los medios, son crueles a veces.

—Eso no me importa. Una stripper puede ser útil para él, se ve que solo quiere tener relaciones con las mujeres que le pasen por delante. Conocí a su secretaria o lo que sea que sea, pero me pareció que tenían una relación, no relación, si no como si estuviese acostándose con ella y la muchacha siente algo por él, pero como Chris es hombre ya saben lo que pasa—les dijo a sus amigas.

—¿Acaso estás celosa? —preguntó Hayley con una sonrisa burlona.

Cassie fulminó a su amiga con la mirada.

—No tengo porque, él no me interesa—dijo y se levantó de la mesa, tomando sus bolsas apiladas sobre el suelo.

—¿Ya te vas? —preguntó Hayley.

—Sí, tengo que llegar temprano a casa para alistarme. Mi padre está planificando una cena, para que el cretino ese y yo nos “conozcamos mejor” como si no tuviese bastante de él ya.

—Suerte con la cena—dijo Holly despidiéndose de ella.

—¡Buena suerte y llévate de lo que te dijimos! —le gritó Hayley mientras Cassie se alejaba de ellas.

No se iba a llevar nada. Iba a hacer todo lo posible para no tener que casarse con Christopher Bryant.

.

.

.

*—Chris:

Por muchas veces que lo hizo en el pasado, se dijo que esta sería la última vez.

Se encontraba con una mujer de cabello rojo encima de él, estaba hecho polvo por la actividad reciente. Karina a veces se excedía cuando tenía el control. Chris la tumbó a su lado, haciendo que ella refunfuñara. Se levantó de la cama y comenzó a vestirse ante la mirada fija de Karina.

—Ya no podemos hacer esto—dijo Chris terminando de ponerse los pantalones. Miró a Karina, ella arqueó sus finas cejas ante lo que él dijo.

—¿Por qué? —preguntó Karina poniéndose de lado sobre la cama.

—Tú sabes muy porque ya no podemos—le dijo mientras se colocaba la camisa. Tenía que irse a su piso ya, hoy tenía que asistir a una cena “importante”.

—Lo sé, Chris. ¿Acaso es necesario casarte con esa mocosa? —preguntó Karina sentándose, sus generosos senos se balancearon ante la acción—¡Es solo una niñita!

—Eso me dije yo mismo cuando la vi, pero tengo que hacerlo y que no se hable más—le dijo cuando vio que ella iba a replicar otra vez.

Karina guardó silencio y lo observó atentamente. Cuando Chris terminó de vestirse se giró hacia ella mientras observaba su reloj, no tenía mucho tiempo, pero tenía que ducharse en su piso y quitarse aquella ropa.

—Ya nos veremos—dijo acercándose a la puerta, habían estado en una habitación de un hotel parte de la tarde.

—De acuerdo, pero llámame cuando termines—dijo Karina bajando de la cama y caminando hacia él. Le pasó los brazos por el cuello y le dio un rápido beso en los labios—¿Ok?

—Si es que me acuerdo—dijo Chris abriendo la puerta. Escuchó un gruñido de la mujer y sonrió.

Salió de la habitación y bajo en el ascensor hacia el aparcamiento, se montó en su coche. Puso marcha hasta su piso. Tenía que arreglarse para la cena. Jefferson lo había llamado esta tarde para informarle que tenía que ir a su casa a cenar, algo que le pareció a Chris muy estúpido, pero iba a ir de todos modos, ya que quería ver a Cassadee y molestarla un poco. Su móvil empezó a sonar. Aprovechó que el siguiente semáforo se puso en luz roja para contestar, era uno de sus mejores amigos, Seth Culler.

—¿Qué quieres? —le preguntó, su amigo llamaba siempre para querer algo.

—Hola Chris—escuchó la voz de su amigo del otro lado de la línea—¿Adivina qué? ¡Ya he llegado! ¿Vas a venir a verme?

¿Ir a verlo? Ni que Seth fuese su amante.

Se frotó la mano contra la frente y ahogó una maldición. Había estado aquellos días feliz de la vida, su amigo, que era un demasiado molesto, se había ido de viaje por un mes y al parecer había regresado. ¿Por qué tuvo que contestar? Seth fastidiaba tanto. Debió primero pensarlo antes de contestar, cuando hablaba con Seth duraba horas porque su amigo no se callaba.

—¡Chris! ¡Chris! ¡Chris! —lo llamó Seth como un niño pidiendo dulces, cosa que no era.

—Seth, estoy cansado ahora mismo, llama otro día—le dijo.

—Claro como no lo vas a estar. Estas con Karina, ¿verdad? —preguntó Seth adivinando.

Chris sonrió, su amigo tenía un sexto sentido, no estaba con Karina en ese momento, pero si había estado.

—No tengo tiempo de hablar contigo, tengo un asunto pendiente—le dijo a Seth.

—Chris como amigo que soy, creo que deberías dejar de andar con Karina—dijo Seth como siempre decía cada vez que mencionaban a Karina—Es una chica muy promiscua y además de eso, ella puede arruinar tu imagen.

—No empieces—murmuró Chris frotándose un poco más la frente, empezaba a dolerle la cabeza.

—Debes de pensar bien las cosas.

—No debe de importarte con quien me acueste, Seth—le espetó. Esto no le incumbía a su amigo.

—Estás en tus días, ¿verdad? —preguntó Seth con un tono divertido—¿Es por eso que estás tan gruñón?

Chris se rio. Él no estaba gruñón. Deseó teletransportarse y caer en el lugar donde estaba Seth, hacerlo callar con un puño.

—Tengo que colgar, tengo un asunto ahora, como te dije—le volvió a decir.

—De acuerdo, voy a dejarte, pero llámame para que quedemos—digo Seth.

—Sí, si, como digas—dijo Chris aburrido. Ya será luego.

—Bien, te esperare.

Chris murmuró un improperio y le colgó.

Su amigo era como una urraca, un chicle en un zapato. Molestoso, pegajoso, fastidioso.

Arrancó el auto cuando el semáforo cambió a verde.

Unos minutos después, llegó a su piso y entró a su cuarto, tenía que arreglarse para la cena.

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