Capítulo 3 — Parte 1

Se vistió con un vestido que había comprado en una tienda aquella tarde. Le llegaba más arriba de las rodillas y llevaba la espalda al aire. Cuando su padre lo viese, iba a desaprobarlo, aunque estaba segura de que Chris lo convencería, ya que era un pervertido y cuando estuviesen a solas, porque sabía que su familia la dejaría sola con Chris, este se aprovecharía para molestarla y tocarla.

Se dio una mirada rápida en el espejo, comprobando su pelo suelto y su maquillaje antes de salir de su habitación. Bajó las escaleras hacia la sala, era un fastidio tener que cenar con su familia y con Chris, pero si no lo hacía tendría que escuchar los sermones de sus padres y no estaba de humor para tratar con ellos.

Una vez estando en la sala, vio que Chris ya había llegado, estaba sentado solo en un sofá y hablaba con su padre, que tenía un vaso en la mano, supuso que sería brandi, su padre no bebía otra cosa que esa asquerosidad. Siguió mirando por la sala. Las gemelas y su madre estaban sentadas en los sofás. Cassie murmuró un improperio, los sofás estaban ocupados y solo estaba vacío al lado de Chris. ¿Acaso tenía que ir a sentarse con él? Bueno, que más daba.

—Buenas noches—dijo Cassadee haciéndose notar.

Su padre y Chris se volvieron hacia ella. Notó como el primero levantaba una ceja y ponía cara de desaprobación, el segundo solo sonrió con perversión y la miraba como si fuese a desvestirla. Cassie ignoró su mirada perversa y caminó hacia él, pero Chris se levantó y fue a su encuentro.

—Buenas noches, Cassadee—dijo Chris una vez frente a ella.

Inclinó la cabeza como si fuese a besarla, pero Cassie pudo alejarse a tiempo antes de que lo hiciera. Sabía que Chris solo estaba jugando, si hubiese querido besarla de verdad ya lo había hecho cuando estuvieron solos en la oficina de su padre. ¿Qué mierda? ¿Por qué estaba pensando en besos?

—Ni un besito ni nada—dijo Shanna bromeando a lo que Cassie le dirigió una mirada de furia.

—No seas torpe, aún no me he casado—le dijo Cassadee a su hermana.

Shanna le sacó la lengua.

—¿Y qué importa? No hay que casarse para dar un beso o me vas a decir que nunca has dado uno—preguntó ella y luego sonrió burlonamente—¿Ni siquiera a Kyle?—siguió la chica mortificando a Cassie.

Si, si había besado a Kyle, pero no compartiría eso con su hermana.

—¿Kyle?—preguntó Chris interesado. Genial, ahora tendría que decirle quien era Kyle, aunque algún día iba a conocerse.

Cassadee intentó matar a su hermana con la mirada por haber mencionado a Kyle, pero para su desgracia aquello no funcionó, Shanna se rio y Cassie se cruzó de brazos, huyendo de su mirada acusadora.

—Deja de fastidiarme—le dijo a Shanna.

—Ya basta, tenemos visita—les dijo Jeff a sus hijas. Se volvió hacia Chris—Discúlpala, con el tiempo cambiará.

—Eso espero—dijo Chris y le sonrió.

Cassie rodó los ojos, no iba a cambiar por nadie y menos por él. Así era mejor que se fuese acostumbrando. Oh, espera, no iba a casarse con él, así que de nada servía. Solo estaba allí para aparentar y así no tener que escuchar la boca de su padre. Suspiro y caminó hacía el sofá donde había estado sentado Chris, tomó asiento y Chris la imitó.

Chris se volvió a fundir en una conversación con su padre y Cassie solo jugaba con sus uñas, esperaba que apareciera rápido una de las empleadas diciéndole que la cena estaba lista y al parecer la llamo con la mente, porque Abby apareció en la sala.

—Ya está la cena—dijo el ama de llaves de la casa.

Cassie se levantó como un resorte. Mientras más rápido todo pasara mejor. Quería irse a su habitación ya. Se fueron al comedor a tomar la cena. Cassie lo único que deseaba era irse de allí rápido y que Chris se diese cuenta que casarse con ella era un error. También que su padre dejase de fastidiarla. Bueno… Soñar no costaba nada.

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Después de la cena. Se encontraban en la terraza de la casa de los McKay. Chris tenía una copa de vino en las manos y estaba apoyado sobre la barandilla mientras que Cassadee estaba sentada en un banco frente a él mirando el suelo. Se preguntó si tendría que convencerla de que se casara con él, pero de seguro su padre le había puesto las cartas sobre la mesa. Ella no se negaría a casarse con él, ya que era una chica caprichosa y no aguantaría vivir la vida a la que su padre la pondría a vivir si no aceptaba a casarse con él. Era pan comido.

—Deja de mirarme—murmuró entre dientes Cassadee.

Chris sonrió. Antes no estaba mirándola como ella pensaba, pero ahora que lo decía. Paseó la mirada por el cuerpo de Cassadee embutido en un vestido colorido de rayas. Tenía que admitir que el vestido le quedaba bien, la condenada tenía en donde agarrar. El vestido era tan corto que Chris creyó verle las bragas y era tan ajustado en la parte de los senos que dejaba ver porción de ellos. La chica se vestía para conquistar.

—Eres un pervertido—dijo Cassadee cruzándose de brazos cuando se dio cuenta de que no dejaba de mirar la parte delantera que sobresalía.

—Si te cruzas de brazos salen más—le dijo Chris comenzando a burlarse de ella.

Cassadee abrió la boca perpleja, pero la cerró, bajo los brazos y los dejó a los lados de su cuerpo. Aquellos pechos de seguro cabían en sus manos, se veían perfectos y se preguntó si serian suaves o si tendría los pezones del color que le gustaban.

—Tienes los pechos un poco grandes para tu edad, ¿qué copa eres?—preguntó un poco interesado, quería saber.

—A ti que mierda tiene que importarte—le espetó Cassadee echando chispas por los ojos.

Vaya, sí que se molestaba por una tontería, normalmente cuando preguntaba cosas así a las mujeres, estas se ponían todas ablativa sobre el tema y hasta se lo ofrecían, pero al parecer Cassadee no era como esas mujeres, aunque aparentaba serlo un poco. Quizás se había equivocado al elegirla.

—Son grandes para tus hombros—le dijo sin dejar de mirárselos. Mierda, se había convertido en un pervertido. Parecía uno de esos vejetes que no dejaban de ver a las chicas jóvenes, solo que no era un vejete.

—¡Me das asco!—expresó ella—Esas clases de cumplidos no les gustan a las chicas y menos a mí, no me agradan, son sucios y pervertidos. Y por si no lo sabes, odio mis pechos.

¿Qué los odiaba? Bueno, a él le gustaban, así que cuando se casaran, cuando él empezara a jugar con ellos Cassadee empezaría a amarlos. Él también iba a amarlos. Era un hombre de pechos.

—¿Por qué?—preguntó—No entiendo por qué los odias.

Ella se ruborizó y desvió la mirada.

—Soy copa C. Los chicos en el instituto se quedaban viendo mis pechos como pervertidos que son, me daban miedo. Siempre he odiado mis pechos por ser de ese tamaño—explicó ella encorvando su espalda.

«Así que es por eso que no le gustan sus pechos», pensó Chris tomando el último trago de la copa de vino.

—Yo no los veo de esa forma, no soy tan grandes—dijo echándole otra ojeada, quería verlos sin nada cubierto y tocarlos.

—Pero si acabas de decir—comenzó a decir Cassadee, pero Chris la interrumpió

—Dije para tus hombros. Son un poco grandes para tus hombros y para tu cuerpo, eres delgada, pero estos son perfectos para mis manos—dijo mirándose una mano, de seguro cabrían bien.

Ella lo miró sorprendida.

—No puedes negar que eres un hombre. Eres tan depravado.

Chris volvió a sonreír.

—Eso es lo que soy, pero créeme que normalmente no soy así. Creo que eres tú quien me vuelve un pervertido. Es normal que me gusten los pechos, al igual que a las mujeres le encantan los zapatos, las joyas y las ropas. A nosotros los hombres nos gustan los traseros, los senos, el sexo, los deportes, al menos eso es lo que a mí me gusta—dijo Chris.

Cassadee sonrió divertida.

—Creo que te olvidaste de algo más—dijo ella.

Chris arqueo las cejas.

—¿De qué?

—Te olvidaste del dinero.

Chris chasqueo los dedos dándole la razón.

—Sí. Eso es un bien esencial en esta vida. No haces nada si no tienes dinero, así que si, si me gusta. Y tus pechos entran en la lista por igual—dijo esto último volviendo a mirarla allí.

Ella entrecerró los ojos.

—Ya deja mis pechos tranquilos.

—Cuando nos casemos no tendrás que preocuparte por ellos. Yo me ocuparé de ellos, acariciándolos cada día, dándole un tratamiento único para que se sientan a apreciados—dijo Chris comenzando a imaginarse una buena escena en su cabeza, tanto así que empezó a calentarlo de sobremanera.

—¿Disculpa? ¿Quién te dijo que me iba a casar contigo? Porque estemos cenando juntos o porque estas en mi casa no significa que he aceptado casarme contigo, sigue siendo injusto obligar a una persona a casarse sin una razón concreta—dijo Cassadee—No me agrada la idea, y no me agradas tampoco.

Chris sonrió.

—Me pregunto si tengo cara de payasa—dijo ella que de seguro estaba hastiada de que él se estuviese burlando de ella. Bueno, ella no era una payasa, pero si era divertida y lo hacía reír.

—No, me pareces divertida.

—Claro—murmuró la chica poniendo los ojos en blanco.

Chris volvió a reír. En verdad que la chica era divertida. Seria toda una diversión casarse con ella. «Esto va a ser divertido», pensó Chris.

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