Robert se dirigió hacia la rampa, sabía que Tamaz llegaría en un vehículo acompañado por un chofer que lo traería hasta este edificio.Mientras tanto Velkan se quedó sentado en un bloque de cemento que estaba pegado a una de las columnas, sus pensamientos eran un torbellino; normalmente no se permitía evocar esos trágicos momentos que vivió cuando le dispararon a Tatiana matándola delante de sus ojos.*******Recordaba claramente que esa noche se habían quedado casi en la cima de una montaña que estaba muy cerca de la frontera entre Rusia y Armenia. Habían estado jugando temprano con un ajedrez que Tatiana llevaba en su equipaje. Entre otras cosas ella era fanática del ajedrez y lo jugaba muy bien, hasta ahora Velkan no había podido ganarle sino una partida y eso que él era bueno en el ajedrez, sin embargo ella era una de esas personas que tenían un cerebro privilegiado para ese juego.Después de la undécima derrota de esa jornada Velkan se dió por vencido y decidió que iba a leer un
Velkan se levantó de su improvisado asiento y se dirigió hacia la rampa dónde estaba parado Robert.Efectivamente se escuchaba el ruido de un motor de vehículo haciendo el esfuerzo de subir por las rampas, debería estar llegando ya al piso debajo donde se encontraban. En unos segundos más pudieron ver un sedan negro que subía por la rampa hacia donde ellos estaban, se apartaron prudentemente hacia un lado y ambos estaban preparados para desenfundar sus armas en cualquier momento.El sedán terminó de subir por la rampa y pidieron ver claramente al único ocupante del vehículo en cuestión, era un anciano, como de unos setenta años, vestido de traje. El hombre bajó del vehículo miró un instante hacia ellos y luego se dirigió hacia el ascensor. Ambos se relajaron cuando el sujeto entró en el aparato y se cerraron las puertas.—Falsa alarma, viejo —dijo Robert, luego miró su reloj— Aunque nosotros nos adelantamos bastante, aún faltan más de veinte minutos para la hora acordada.—Iré a senta
El sordo dolor que lo había dominado hacía solo unos pocos minutos atrás lo hizo reflexionar sobre lo que debería hacer, se comunicaría en cuanto pudiera con Elene, ella, a estas alturas de la vida ya no tendría por qué ocultarle nada. Apenas hablarán con Tamaz le diría a Robert para ir a la casa para tratar de ponerse en contacto con ella.Ése dolor había durado ya mucho tiempo, le corría el alma y le quitaba espíritu. Mientras estuvo ocupado, haciendo una misión tras otra, estos sentimientos no lograban salir, los tenía controlados gracias a esa hiperactividad que desarrollaba metódicamente.Su mente voló de nuevo hasta esa mañana…*******Se besaron con pasión explorando sus bocas con frenesí mientras sus manos buscaban acariciar cada vez más piel. Él tomaba sus pechos con ambas manos mientras ella bajaba las suyas para apoderarse del miembro viril… Ella se levantó de la suave colchoneta y se puso arriba de él, le gustaba dominar la situación y él se dejaba.Se quitaron el resto de
Esa mañana Velkan se despertó primero, Tatiana estaba pegada a él estrechamente y pasaba su brazo por encima de su torso. Trató de moverse pero ella se lo impidió al abrazarlo con más fuerza.Trató de quitar su brazo de encima de él pero fue inútil, ella estaba firmemente agarrada a él y parecía que no quería soltarlo. La miró atentamente para ver si estaba despierta pero su respiración y su lasitud le decían que estaba profundamente dormida.—Tatiana… amor —la llamó suavemente, pero ella no daba muestra de estar despierta.Se movió como si fuera a colocarse de lado y en ese momento ella abrió los ojos.—Ya estás despierto —le dijo con la voz cargada de sueño.—Desde hace rato, pero no querías soltarme para poder levantarme.—No es cierto —dijo ella levantando un poco la cabeza y el torso.—Sí, así es —ripostó él riendo divertido.—De qué te ríes —dijo ella riendo también.—De lo posesiva que eres conmigo.—Bueno, eso es porque te quiero solo para mí. No siempre uno consigue el hombre
Velkan sentía el cuerpo muy adolorido, tenía los ojos cerrados y la luz del sol pegaba en sus párpados haciéndole saber que aún era de día y el sol estaba muy alto. Quería moverse pero algo se lo impedía y se sentía muy débil, tenía los ojos cerrados pero sabía que se estaba moviendo, es decir, lo llevaban, pero, ¿en qué?Parecía una especie de camilla, ¿lo llevaban para subirlo a una ambulancia? La mente de Velkan estaba confundida, no recordaba bien, solo sabía que estaba herido.«En el pecho» —recordó de pronto— «Me hirieron en el pecho»Pero no podía recordar más, se sentía agotado y no sabía porqué. Se sentía mareado también, el movimiento de la camilla o catre donde lo llevaban hacía que se sintiera peor. Pero no abrió los ojos, no sabía en manos de quién estaba y su instinto le decía que era mejor que permaneciera desmayado hasta averiguar más.Se fue sintiendo cada vez más mareado y el pecho le dolía, trató de tocarse, pensó en mover la mano poco a poco hasta llegar arriba, pe
Empezó a moverse como si se estuviera despertando en ese momento, de inmediato sintió unos pasos, mucho más pesados que los de la doctora. Eran al menos tres los que se acercaron a su cama.—¿Cómo está, doctora? —una voz marcial pronunció éstas palabras.—Está recuperándose pero aún se ve bastante débil, ya debería estar consciente por completo, pero ya ve que no puede casi ni abrir los ojos.La pantomima de Velkan dió resultado, creían que estaba peor de lo que estaba y eso le convenía mucho. Terminó de abrir los ojos y miró a quienes le rodeaban. Estaba la doctora, una mujer menuda de cabello negro y de unos cuarenta años. A su lado estaba un hombre de buena estatura y con el uniforme del ejército, cara marcial y rictus cruel. A su lado estaban dos soldados con más cara de guardaespaldas que de militares.—Mi querido amigo, ¿Cómo se siente? —La voz era fría y cruel, la de un hombre acostumbrado a mandar, y a ser obedecido.—No me siento bien —Velkan hizo que su voz sonase débil e in
La sorpresa de Velkan fue absoluta, lo menos que se imaginaba era que la doctora quisiera irse de allí, pero como no conocía las circunstancias particulares de ella decidió no especular sobre el punto. Sólo la miró para asentir levemente con la cabeza.Siguieron hablando como si nada hubiera ocurrido, él se preguntaba en qué estaría pensando la doctora, si ella se convertía en sus ojos mientras estaba afuera entonces podría planificar el escape con mayores probabilidades de éxito.Ella se acercó un poco más de nuevo mientras estaba dándole instrucciones sobre cómo debía tomar el tratamiento que ella le había prescrito.—Hay dos guardias afuera de ésta habitación permanentemente, aún en la noche. Pero en el resto del hospital no hay más guardias hasta llegar a la salida, ahí hay también dos guardias apostados —ésto lo dijo de un solo tirón, en voz baja y procurando que no se oyera nada.—¿Y afuera del hospital? —preguntó para estar apercibido del nivel de seguridad de la base.—No hay
—Estás corriendo un gran riesgo —le dijo Velkan en voz baja a Tamar— Y es peligroso.—Lo sé, pero ya estoy muy involucrada al ocultarle información al coronel Karaeva —replicó ella de igual forma bajando bastante la voz.—Eso no importará cuando hayamos huido —le dijo— También debo tomar algunas armas, no será fácil dejarlos atrás y necesitaremos con que defendernos.—Pues, yo tengo algo adicional por aquí —y diciendo estás palabras introdujo su mano debajo de la blanca bata y de su falda beige claro, y como por arte de magia sacó una pistola 9 mm— Esto es cortesía de mi ex —terminó diciendo con una pícara sonrisa.A Velkan casi se le caen los ojos de las órbitas, primero por el arma, segundo por la audacia de ella y tercero por la visión de la ropa íntima de la doctora Tamar. Pues sí que era todo un personaje. Velkan tomó el arma y la escondió rápidamente en una esquina de la cama, debajo del colchón. Luego tomó la mano de la doctora y le dió un breve beso. Esto hizo que ella se rubo