Velkan sentía el cuerpo muy adolorido, tenía los ojos cerrados y la luz del sol pegaba en sus párpados haciéndole saber que aún era de día y el sol estaba muy alto. Quería moverse pero algo se lo impedía y se sentía muy débil, tenía los ojos cerrados pero sabía que se estaba moviendo, es decir, lo llevaban, pero, ¿en qué?Parecía una especie de camilla, ¿lo llevaban para subirlo a una ambulancia? La mente de Velkan estaba confundida, no recordaba bien, solo sabía que estaba herido.«En el pecho» —recordó de pronto— «Me hirieron en el pecho»Pero no podía recordar más, se sentía agotado y no sabía porqué. Se sentía mareado también, el movimiento de la camilla o catre donde lo llevaban hacía que se sintiera peor. Pero no abrió los ojos, no sabía en manos de quién estaba y su instinto le decía que era mejor que permaneciera desmayado hasta averiguar más.Se fue sintiendo cada vez más mareado y el pecho le dolía, trató de tocarse, pensó en mover la mano poco a poco hasta llegar arriba, pe
Empezó a moverse como si se estuviera despertando en ese momento, de inmediato sintió unos pasos, mucho más pesados que los de la doctora. Eran al menos tres los que se acercaron a su cama.—¿Cómo está, doctora? —una voz marcial pronunció éstas palabras.—Está recuperándose pero aún se ve bastante débil, ya debería estar consciente por completo, pero ya ve que no puede casi ni abrir los ojos.La pantomima de Velkan dió resultado, creían que estaba peor de lo que estaba y eso le convenía mucho. Terminó de abrir los ojos y miró a quienes le rodeaban. Estaba la doctora, una mujer menuda de cabello negro y de unos cuarenta años. A su lado estaba un hombre de buena estatura y con el uniforme del ejército, cara marcial y rictus cruel. A su lado estaban dos soldados con más cara de guardaespaldas que de militares.—Mi querido amigo, ¿Cómo se siente? —La voz era fría y cruel, la de un hombre acostumbrado a mandar, y a ser obedecido.—No me siento bien —Velkan hizo que su voz sonase débil e in
La sorpresa de Velkan fue absoluta, lo menos que se imaginaba era que la doctora quisiera irse de allí, pero como no conocía las circunstancias particulares de ella decidió no especular sobre el punto. Sólo la miró para asentir levemente con la cabeza.Siguieron hablando como si nada hubiera ocurrido, él se preguntaba en qué estaría pensando la doctora, si ella se convertía en sus ojos mientras estaba afuera entonces podría planificar el escape con mayores probabilidades de éxito.Ella se acercó un poco más de nuevo mientras estaba dándole instrucciones sobre cómo debía tomar el tratamiento que ella le había prescrito.—Hay dos guardias afuera de ésta habitación permanentemente, aún en la noche. Pero en el resto del hospital no hay más guardias hasta llegar a la salida, ahí hay también dos guardias apostados —ésto lo dijo de un solo tirón, en voz baja y procurando que no se oyera nada.—¿Y afuera del hospital? —preguntó para estar apercibido del nivel de seguridad de la base.—No hay
—Estás corriendo un gran riesgo —le dijo Velkan en voz baja a Tamar— Y es peligroso.—Lo sé, pero ya estoy muy involucrada al ocultarle información al coronel Karaeva —replicó ella de igual forma bajando bastante la voz.—Eso no importará cuando hayamos huido —le dijo— También debo tomar algunas armas, no será fácil dejarlos atrás y necesitaremos con que defendernos.—Pues, yo tengo algo adicional por aquí —y diciendo estás palabras introdujo su mano debajo de la blanca bata y de su falda beige claro, y como por arte de magia sacó una pistola 9 mm— Esto es cortesía de mi ex —terminó diciendo con una pícara sonrisa.A Velkan casi se le caen los ojos de las órbitas, primero por el arma, segundo por la audacia de ella y tercero por la visión de la ropa íntima de la doctora Tamar. Pues sí que era todo un personaje. Velkan tomó el arma y la escondió rápidamente en una esquina de la cama, debajo del colchón. Luego tomó la mano de la doctora y le dió un breve beso. Esto hizo que ella se rubo
Velkan se acercó sigilosamente por detrás del guardia y lo golpeó con la empuñadura de su pistola en la nuca, el guardia cayó como un pesado fardo en el piso. Allí Velkan lo tomó por las axilas y lo arrastró adentro, luego lo puso en el baño junto con el otro guardia, y luego los inyectó a ambos con el tranquilizante que llevaba en otra jeringa.Salió de nuevo afuera para mirar si había alguien mirando o paseando por el amplio patio que tenía delante. Se dirigió hacia el lado izquierdo dónde la doctora le había dicho que estacionaria su automóvil. No era el único vehículo allí estacionado pero si el único sedán, los demás eran vehículos oficiales del ejército georgiano.Se acercó con precaución al coche, preparado para cualquier sorpresa, pero no tenía nada que temer, al verlo acercarse la doctora salió del auto y de improviso se echó en sus brazos, dejándolo paralizado, una vez más, por la sorpresa.—Tenía tanto miedo —le dijo al refugiarse en sus brazos, Velkan no le quedó de otra q
Velkan escuchó con claridad las palabras de Tamar, y algo en su interior se conmovió por los sentimientos que ella transmitía. Sabía que ella era una mujer divorciada, y casi viuda desde hacía más de diez años. Ésta era una situación que no se esperaba, por supuesto que había desarrollado una conexión con ella, no el balde de veían todos los días desde que despertó de su grave estado.Pero sus sentimientos estaban mucho peor que su estado físico, el haber perdido a Tatiana lo había convertido en un resentido, alguien que no deseaba o quería otra cosa sino la venganza. En realidad no sentía ánimos de pensar en nada romántico y no creía que pudiera establecer una relación en ese mismo instante. Pero tampoco era ajeno a las necesidades de otra persona y por supuesto que existían las necesidades físicas. Consideró como se podía sentir Tamar, una mujer sana, hermosa y muy agradable sin tener alguien con quién compartir sus intimidades. Con quién disfrutar de un abrazo o de una comida o un
Siguió acariciando con su mano mientras sus bocas seguían unidas en un cada vez más apasionado beso, Velkan hizo que ella se colocará completamente boca arriba y sin dejar de besarla abrió la camisa de ella para mover su mano sobre sus senos, un gemido de satisfacción brotó de la garganta femenina cuando los dedos del hombre de apoderaron de uno de sus pezones. Él había apartado el suave brassier que ella acostumbraba a usar, y le gustó porque detestaba los que eran rígidos y con varillas de hierro. Dejó la boca femenina para besar su cuello con suavidad e intensidad al mismo tiempo. Ella lo dejaba hacer, se sentía maravillosamente bien, la excitación era intensa y sumamente placentera, no recordaba haber sentido lo que ahora sentía. Los jugos íntimos ya mojaba por completo su ropa interior y rezumaban por sus pantalones de drill mojándose inevitablemente, ella sentía como escurría su intimidad y se sorprendía de ello. Cada cosa que le estaba ocurriendo era sorprendente para ella, p
Se bajó de encima y se tendió a su lado, ella lo miraba con una mezcla de placer compartido y un sentimiento muy parecido al amor, era más bien como una devoción por quien había hecho tanto por ella.—Fue maravilloso —su dulce voz inundó la silenciosa tienda de campaña— Nunca en mi vida me había sentido así.—Yo debo confesar que nunca he tenido una mujer como tú —sus palabras eran sinceras, realmente ella era una mujer extraordinaria— Eres tan sensitiva, fue increíble.—Puede ser por el tiempo que tenía "sin uso" —bromeó soltando un risa que sonaba como campanas de cristal.Velkan rió también, en realidad ella era genial, solo había compartido con ella el tiempo que estuvo en el hospital. Hablaban bastante de temas intrascendentes, del clima, del ambiente, la salud y muchas cosas más… Este compartir hizo que se fuera formando una amistad y un vínculo que se fue haciendo más fuerte a medida que fueron pasando los días.Tenían muchas cosas en común, como la música, las películas, y les