Un descuido y una trampa

Esa mañana Velkan se despertó primero, Tatiana estaba pegada a él estrechamente y pasaba su brazo por encima de su torso. Trató de moverse pero ella se lo impidió al abrazarlo con más fuerza.

Trató de quitar su brazo de encima de él pero fue inútil, ella estaba firmemente agarrada a él y parecía que no quería soltarlo. La miró atentamente para ver si estaba despierta pero su respiración y su lasitud le decían que estaba profundamente dormida.

—Tatiana… amor —la llamó suavemente, pero ella no daba muestra de estar despierta.

Se movió como si fuera a colocarse de lado y en ese momento ella abrió los ojos.

—Ya estás despierto —le dijo con la voz cargada de sueño.

—Desde hace rato, pero no querías soltarme para poder levantarme.

—No es cierto —dijo ella levantando un poco la cabeza y el torso.

—Sí, así es —ripostó él riendo divertido.

—De qué te ríes —dijo ella riendo también.

—De lo posesiva que eres conmigo.

—Bueno, eso es porque te quiero solo para mí. No siempre uno consigue el hombre
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