Se subió la gata a la batea!!
¿Así que esa chica en el cementerio era ella? Lo había olvidado, pero ahora que me lo dice, comprendo la razón por la que sentí tanta curiosidad cuando la encontré frente a la tumba.―¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué esconderte de mí? ―me acerco a ella, tengo que saber la razón por la que quiso mantenerse oculta haciéndonos creer que estaba muerta―. ¿A qué se debe tu cambio de identidad?Con un movimiento brusco, aparta la mirada de sus dedos y me mira a los ojos.―Yo, yo…Se relame los labios con inquietud.―No más secretos entre nosotros, Rachel ―atrapo su rostro entre mis manos―. Dime, ¿por qué te mantuviste alejada de todos nosotros? ¿Por qué no buscaste nuestra ayuda? Inhala profundo. Puedo sentir el temblor de su cuerpo a través de mi piel.―La noche que fui a buscarte para pedirte ayuda… ―hace una pausa. Se nota que los recuerdos de aquel terrible suceso aún la siguen abrumando―. Ella me dijo que tú estabas allí, que le habías ordenado que me echaras y me dijera que no signi
Me le quedo mirando, aturdida. ¿Cómo es posible? ¿Tanto me ama como para ser capaz de semejante locura? Me acaba de dejar completamente en shock. Hay una mezcla de sentimientos confusos agitándose en mi interior. Estoy sorprendida e incrédula, pero también maravillada y emocionada.―¿Lo hiciste por mí?Asiente en respuesta.―Cuando vi las escenas del video en el que esa… ―calla, repentinamente, para tratar de controlar la ira que lo invade―. Por desgracia, ese malnacido que se atrevió a hacerte daño está muerto, porque te juro por Dios que mi venganza contra él habría sido impecable ―escupe con odio―. No lo habría dejado morir hasta saciar mi sed de venganza en su contra. Apoyo una de mis manos en su mejilla.―Gracias.Me mira con incredulidad.―¿Escuchaste lo que acabo de confesarte?Respondo con un asentimiento.―Sí, lo hice ―beso sus los labios y sonrío con satisfacción―. Por eso agradezco que hayas arriesgado tu libertad para defenderme ―¿en qué me diferencio de él? Estaba decidid
¿Cómo negarme a su propuesta? No hay nadie más con quien quiera estar. No contesto y, si no lo hago, es porque no puedo coordinar mi boca con mi cerebro. Mi lengua está paralizada. Mis ojos se mueven de sus ojos hasta sus labios. Cierro los ojos, elimino el espacio entre nosotros y lo beso.―Soy tuya, Lud ―susurro sobre su boca―. Nunca dejé de serlo.Gime y tira de mi cuerpo para pulverizar los pocos milímetros que existen entre nuestros cuerpos.―Mía ―con la misma posesión que alberga en sus palabras, me consume con sus besos como si no existiera una vida después de esta, como si el reloj hubiera agotado su tiempo y no existiera un mañana―. Me prometí a mí mismo, una y otra vez, que no te haría el amor en este maldito vehículo ―gimo cuando su lengua se hunde dentro de mi boca y su miembro roza mi entrada. Nos besamos con hambre, necesidad y desesperación, hasta que rompe el beso y continúa con su corto discurso―, pero no hay manera de que pueda sostener por más tiempo mi juramento. No
Por poco me atraganto con la saliva en cuanto veo a Rachel desnuda sobre la cama. Es una visión fantástica, sensual y excitante. Muy emocionante. Lleva puesto unos tacones de infarto y mi corbata anudada a su cuello. ¿Dónde está mi pequeña mojigata y quién diablos es esta mujer fatal? Una sonrisa pícara curva sus labios y b**e sus pestañas de manera provocativa, tentándome, seduciéndome y poniéndome a mil.―Hermosa corbata ―menciono con la voz ronca. Meto las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, cruzo una pierna sobre la otra y apoyo mi espalda contra la puerta. Adopto una apariencia relajada, pero lo cierto es que estoy ardiendo como las brasas de una fogata, deseándola con todas las fuerzas de mi alma―. Se te ve mucho mejor a ti que a mí.Sonrío satisfecho, al examinarla de pies a cabeza. Se ve deslumbrante, caliente y sexy. Baja sus piernas de la cama, se sienta al borde y las separa de par en par. Trago grueso. La corbata atraviesa la separación de sus pechos y cae entre s
Ladeo mi cabeza y estrecho mis ojos. ¿Qué es lo que busca? Sea lo que sea, estoy decidido a dárselo. No obstante, lo haré al ritmo que se me antoje. Su hermoso y perfectamente depilado coño engulle mis dedos como una constrictora. Mis pelotas se hinchan y mi polla se sacude emocionada. Necesito saborearla una vez más y no me detendré hasta que consiga su primer orgasmo, hasta que suplique con desespero que la folle duro. En el instante en que me arrodillo en el piso y pongo mi lengua sobre su clítoris, su cuerpo se arquea y gime con la respiración entrecortada. Muevo el par de dedos que aún mantengo en su interior, sin dejar de lamer y chupar hasta que sus músculos se tensan. Sonrío satisfecho. Esta es mi obra de arte.―¿Esto te gusta, cariño?Aparto la boca de su vagina por breves segundos para preguntarle, sin dejar de mover los dedos en su cavidad apretada. ¡Joder! Qué delicia.―¡Oh, por Dios!Jadea, desesperada. Qué mejor respuesta que esa.Deja de perder tiempo, Lud, y dame lo que
Me despierto muy temprano por la mañana. Miro hacia el otro lado de la cama esperando encontrar a Lud, pero está vacío. Me estiro con flojera, suelto un bostezo y me ubico de medio lado. Extiendo mi brazo y tiro de su almohada para acercarla a mi nariz y percibir su olor en ella. Huele a hombre sexi y masculino. Mío, solo mío. La envuelvo entre mis brazos y me aferro a ella, mientras recuerdo lo que sucedió anoche entre nosotros. Mis mejillas se tiñen con rubor y mi vientre cosquillea con la misma intensidad con la que lo hace mi estómago. Cierro los ojos para rememorar sus besos, sus caricias, la ternura y la ferocidad con la que me hizo el amor. Abrazada a la almohada, dirijo la mirada hacia el reloj que está sobre la mesa auxiliar. Son cerca de las ocho de la mañana. Tengo curiosidad por saber dónde está. Así que salgo de la cama y para tomar una ducha rápida y bajar a buscarlo. Sin embargo, noto el trozo de papel que está en la mesa ubicada a mi lado. Con el corazón martillando a m
Esta persona ni siquiera es la sombra de la que conocí en el pasado. Su estado es deplorable. Se ve harapienta, sucia, descuidada y aturdida. Su rostro está pálido, sus pupilas dilatadas y la mirada perdida. No obstante, lo que más me inquieta es el odio reflejado en la expresión de su rostro.―¿Creías que podías salirte con la tuya? ―niega con la cabeza―. Se necesita mucho más para deshacerse de mí.Esboza una sonrisa siniestra.―Lud dijo que…Una carcajada tenebrosa evita que continúe hablando.―¡Ese malnacido ni siquiera tiene idea! ―da un paso hacia mí, así que retrocedo uno para alejarme―. Te prometo que le haré pagar por lo que hizo ―me mira con ojos desorbitados―, pero primero voy a encargarme de ti.Aquella amenaza me pone los pelos de punta. De repente, un destello rojizo llama mi atención. Desvío la mirada y observo la mano con la que sostiene el cuchillo. Me causa horror ver que ninguno de sus dedos tiene uña. La carne vibra al rojo vivo e incluso, se ve desgarrada. Un hilo
Después de liberar energía corriendo un poco por los alrededores, vuelvo a la mansión. Poco a poco he ido retomando mis actividades cotidianas. Para ser sincero, me fascina pasar el tiempo con mi mujer y disfrutar de su compañía al máximo. Atravieso el camino emparedado como si fueran mis últimos minutos de vida, desesperado por estrechar a mi prometida entre mis brazos. Hablando del tema, se me ha hecho cuesta arriba conseguir una respuesta afirmativa de su parte, pero confío que dentro de poco estará convenciéndola para que se case conmigo.Al subir el escalón que conduce al pórtico, una extraña sensación me embarga. Una especie de mal presentimiento. Observo los alrededores, buscando algo que esté fuera de lugar. Todo parece tranquilo y normal, pero hay algo dentro de mí que me tiene inquieto. Desconfiado, decido comprobar el interior de la casa. Mi corazón retumba debajo de la piel de mi pecho como el reloj de una bomba de tiempo. Fui demasiado confiado al dejar sola a mi mujer y s