Ahora ¿qué?
Esta persona ni siquiera es la sombra de la que conocí en el pasado. Su estado es deplorable. Se ve harapienta, sucia, descuidada y aturdida. Su rostro está pálido, sus pupilas dilatadas y la mirada perdida. No obstante, lo que más me inquieta es el odio reflejado en la expresión de su rostro.―¿Creías que podías salirte con la tuya? ―niega con la cabeza―. Se necesita mucho más para deshacerse de mí.Esboza una sonrisa siniestra.―Lud dijo que…Una carcajada tenebrosa evita que continúe hablando.―¡Ese malnacido ni siquiera tiene idea! ―da un paso hacia mí, así que retrocedo uno para alejarme―. Te prometo que le haré pagar por lo que hizo ―me mira con ojos desorbitados―, pero primero voy a encargarme de ti.Aquella amenaza me pone los pelos de punta. De repente, un destello rojizo llama mi atención. Desvío la mirada y observo la mano con la que sostiene el cuchillo. Me causa horror ver que ninguno de sus dedos tiene uña. La carne vibra al rojo vivo e incluso, se ve desgarrada. Un hilo
Después de liberar energía corriendo un poco por los alrededores, vuelvo a la mansión. Poco a poco he ido retomando mis actividades cotidianas. Para ser sincero, me fascina pasar el tiempo con mi mujer y disfrutar de su compañía al máximo. Atravieso el camino emparedado como si fueran mis últimos minutos de vida, desesperado por estrechar a mi prometida entre mis brazos. Hablando del tema, se me ha hecho cuesta arriba conseguir una respuesta afirmativa de su parte, pero confío que dentro de poco estará convenciéndola para que se case conmigo.Al subir el escalón que conduce al pórtico, una extraña sensación me embarga. Una especie de mal presentimiento. Observo los alrededores, buscando algo que esté fuera de lugar. Todo parece tranquilo y normal, pero hay algo dentro de mí que me tiene inquieto. Desconfiado, decido comprobar el interior de la casa. Mi corazón retumba debajo de la piel de mi pecho como el reloj de una bomba de tiempo. Fui demasiado confiado al dejar sola a mi mujer y s
Después de encargarme del pequeño corte que Rachel tiene en el cuello que, por fortuna, no requirió de sutura, me despido de mi mujer y me comunico con Robert y Jacob para ponerlos al tanto de la situación. Media hora después, todos estamos abocados en resolver el asunto antes de que el personal de servicio regrese y se topen de frente con la sangrienta escena.―¿Cómo escapó esa mujer de la tumba?Pregunta, Robert, preocupado.―Perla le contó a Rachel que la ayudó uno de los hombres que trabaja en el cementerio. Es toda la información que poseo.Terminamos de envolver el cuerpo y nos ponemos de pie.―No quedará ningún rastro de ella ―indica Jacob al quitarse los guantes―. Después de deshacerme de su cadáver, pasaré por el cementerio a investigar y asegurarme de que ese sujeto no represente ningún problema para nosotros.Asiento de acuerdo.―No quiero a nadie husmeando en nuestras vidas, mucho menos quiero ver implicada a Rachel en esto.Asiente en acuerdo.―No te preocupes, Lud, te ase
Fue una noche realmente mágica y agotadora. Lud iba en serio con su idea de querer embarazarme. Después de aquel sueño tan real que tuve con Massimo en el que estábamos casados e íbamos a tener un bebé, no he deseado otra cosa que ser madre. Pero no sé si estoy preparada para serlo. No debí ser tan impulsiva. Quizás debí considerarlo mejor.―¿Te pasa algo, cariño?Nuestras miradas coinciden a través del espejo. Niego con la cabeza.―No, solo estoy un poco cansada.Se acerca y besa mi cuello.―Tal vez se me pasó un poco la mano contigo.Me doy la vuelta y rodeo su cuello con mis brazos.―Todo fue perfecto, Lud.Me elevo sobre la punta de mis pies y lo beso en los labios.―Bien ―sonríe satisfecho―. Pero debo advertirte que esto solo es el principio ―aferra una de sus manos a mi cadera y la otra en mi cintura de forma posesiva y tira de mi cuerpo para pegarme contra el suyo―. Voy a dedicarme por completo a esta labor hasta dejarte embarazada.Se acerca y acaricia la piel de mi rostro con
Dos meses despuésCon el álbum abierto sobre la mesa, sigo pasando una hoja tras otra, perdida en mis pensamientos. Hace dos meses que Lud y yo hemos estado intentando quedar embarazados, pero aún no ha sido posible. Poco a poco voy perdiendo las esperanzas.―¿Te parece usar rosas negras en la decoración?Asiento en acuerdo, a pesar de que no escuché su pregunta. He estado actuando en modo automático desde la última vez que me hice la prueba y obtuve el mismo resultado de siempre: Negativo.―Sí, me parece una idea genial.Se me rompió el alma cuando miré la pantalla del dispositivo y vi que aparecía una sola raya. Una máscara de desilusión inundó mi rostro. Estaba fallando como mujer.―Rachel, ¿has escuchado una sola palabra de todo lo que te he dicho? ―abandono mis pensamientos y, observo a Victoria, sin saber qué responder al respecto―. Estamos hablando de tu boda ―me escudriña con su mirada. Suelta un bufido, se levanta del sillón que está ocupando y se sienta a mi lado―. ¿Qué suced
Seis meses atrás―¡Está despertando!El grito de una mujer me hace reaccionar. Intento incorporarme sobre la cama, pero mis movimientos están limitados. Mi cuerpo se niega a seguir mis instrucciones. Siento la parte izquierda completamente dormida. ¿Qué demonios me sucede? Un escalofrío recorre mi espina dorsal. ¿Por qué no puedo hacerlo? Y este dolor de cabeza… ¡Por Dios! Tengo la sensación de que mis sienes van a estallar en pedazos.―No se preocupe, señor, voy a buscar al doctor.Trato de enfocar la mirada, pero veo borroso. ¡Qué rayos! ¿Qué demonios me sucede? Giro la cara y hago un barrido a la habitación. Mi visión sigue estando borrosa; no obstante, puedo reconocer el establecimiento. Esto es un hospital, pero, ¿qué hago aquí? Intento recordar en vano. Nada. Es como si algo bloqueara todos mis pensamientos. Joder. ¡Puto dolor de cabeza!―¡Mal…! ¡Mal… di…!¡Esto era lo que me faltaba! Tampoco puedo articular palabras, no hago más que arrastrarlas. Mi lengua pesa un mundo. La ira
Ignoro el nombre, ahora es lo que me nos me importa.―Nos obligará a sedarlo si no se calma ahora.Aquella amenaza basta para hacerme entrar en razón.―No ―logro articular antes de que lo hagan―. Ha… ré lo que me pi… dan.Espero que hayan podido entender la sarta de mierdas incomprensibles que acabo de decirle.―Bien, señor Graham ―indica el doctor, mientras le pide al resto de los hombres que lo acompañan que se mantengan cerca en el caso de que deban actuar con prontitud ante cualquier reacción inesperada de mi parte―. Estuvo mucho tiempo inconsciente, así que entiendo que se sienta confuso y perdido.¿Mucho tiempo?―¿Cuán… to?Pregunto con frases sencillas y monótonas que no resulten complejas ante la dificultad que tengo para hablar.―Seis meses ―mi cuerpo se tensa al escuchar aquella respuesta―. Unos transeúntes lo encontraron tendido en la calle y lo trajeron de inmediato a emergencias ―comienza a explicar―. Desde entonces ha estado aquí. Había moretones en su cuerpo y laceracion
Después de dejar a las chicas, nos dirigimos a mi oficina. Necesitamos tratar algunos asuntos que hemos ido postergando debido a las distintas circunstancias que han ido aconteciendo. Entre ellas, la boda entre Robert y Victoria, que, hace una semana, se llevó a cabo, y ahora, por los preparativos de mi boca con Rachel.―¿Qué tal te va con tu nueva vida de casado?Comento, al ingresar a mi oficina.―Es la mejor decisión que tomé en mi vida, Lud ―esboza una sonrisa tensa que me parece curiosa―. Victoria es una mujer espléndida y maravillosa. La amo como no amé a ninguna otra mujer.Noto su expresión preocupada. Sé que algo está pasando.―¿Qué te pasa, Rob? Te veo intranquilo.Hoy está distraído y poco comunicativo.―No sé, Lud ―se sienta en el sillón y, me observa intranquilo, al entrelazar los dedos de sus manos y de apoyar los codos sobre sus muslos―. Tengo una extraña presión en el pecho que no me deja respirar ―indica preocupado antes de levantarse del mueble casi de inmediato―. ¡Mi