Segundo capítulo del día.
Después de dejar a las chicas, nos dirigimos a mi oficina. Necesitamos tratar algunos asuntos que hemos ido postergando debido a las distintas circunstancias que han ido aconteciendo. Entre ellas, la boda entre Robert y Victoria, que, hace una semana, se llevó a cabo, y ahora, por los preparativos de mi boca con Rachel.―¿Qué tal te va con tu nueva vida de casado?Comento, al ingresar a mi oficina.―Es la mejor decisión que tomé en mi vida, Lud ―esboza una sonrisa tensa que me parece curiosa―. Victoria es una mujer espléndida y maravillosa. La amo como no amé a ninguna otra mujer.Noto su expresión preocupada. Sé que algo está pasando.―¿Qué te pasa, Rob? Te veo intranquilo.Hoy está distraído y poco comunicativo.―No sé, Lud ―se sienta en el sillón y, me observa intranquilo, al entrelazar los dedos de sus manos y de apoyar los codos sobre sus muslos―. Tengo una extraña presión en el pecho que no me deja respirar ―indica preocupado antes de levantarse del mueble casi de inmediato―. ¡Mi
Mi corazón late frenético al ver a Rachel en aquel estado, temblando de pies a cabeza.―Tienen que ayudarla, por favor ―nos dice entre sollozos―. No sé cómo pasó.Me acerco a ella rápidamente.―¿Estás bien, cariño?Niega con la cabeza.―No lo sé.Está en shock. La reviso con minuciosidad. Siento un gran alivio al comprobar que la sangre no le pertenece.―Esta… Estábamos hablando en el balcón y, de un momento a otro, ella se desplomó sobre el piso ―susurra con un lamento desesperado―. No sé de dónde salió tanta sangre. Robert se acerca rápidamente al escuchar su confesión.―¿Dónde está mi esposa?A pesar de su control, sé que está a punto de desmoronarse. Rachel aparta su mirada de mí y la desvía en su dirección.―Ella está…No puede completar la frase, porque rompe a llorar con desconsuelo. En vista de que mi mujer no está en condiciones de brindarnos respuestas, él mismo va a buscarlas. Sale disparado hacia el balcón, antes de que pueda detenerlo.―¡Maldita sea, Robert, espera!Hace
Abro los ojos al escuchar el móvil repicando en alguna parte de la habitación. Observo el reloj sobre la mesa y noto que son cerca de las diez de la mañana. ¿Quién carajos llama a esta hora tratándose de un sábado? Lo ignoro y vuelvo a hundir la cara en la almohada. Sin embargo, el maldito artilugio vuelve a sonar. Maldigo por lo bajo al extender mi brazo y cogerlo de la mesa. Observo la pantalla a través de mi vista borrosa y me sorprende ver el nombre de Reeves titilando en mi pantalla. Me yergo de un brinco y contesto la llamada.―Buenos días, Reeves, ¿a qué debo el placer de tu llamada?Le pregunto con toda la ironía que puedo. Mi voz se escucha ronca y tengo la boca pastosa. Me pasé de tragos, debo reconocerlo; incluso, si dormí un par de horas es mucho en comparación a lo que suelo hacerlo últimamente.―No puedo decir lo mismo, agente De Luca ―responde con retintín, no esperaba menos de él. Para ser sincero, ninguno de los dos es fanático del otro―, pero no me queda otra opción t
En el mismo instante en que subo a la limusina, hago una llamada importante.―Callaghan, te habla el agente De Luca, necesito que designes a un equipo especial y lo envíes de inmediato a la casa de Ludwig Reeves ―le explico―. Quiero que revisen el perímetro y busquen rastros de pólvora, cartuchos o cualquier cosa que se vea sospechosa. Necesito que me des indicios que me lleven directo al sospechoso de este atentado.Nada de esto me parece una casualidad.―Por supuesto, señor. Ahora mismo me pongo en ello.―Bien. Te enviaré las coordenadas en un mensaje de texto y, por favor, mantenme informado.Cuelgo la llamada, una vez que consigo una respuesta afirmativa de su parte. Abro en mi teléfono la aplicación de G****e Maps, localizo la ubicación de la casa de Reeves en el mapa y la comparto.―¿Qué sucede, Massimo? ―aparto mi atención de la pantalla del móvil y coincido con su mirada a través del retrovisor―. Nunca antes te había visto tan inquieto.Suelto un suspiro.―Hubo un atentado en
Mi corazón se detiene en el momento en que la veo tendida en el piso y bañada de sangre. Ira, odio, dolor en su máxima expresión. Sentimientos que me invaden al instante. No hablo, no emito ni el más mínimo sonido. Me cubro con una coraza de indiferencia y actúo de manera mecánica.«¿Qué harás si ella muere?»La pregunta se repite una y otra vez dentro de mi cabeza como un bucle interminable. ¿Qué será de mí si pierdo a la mujer de mi vida? ¿Cómo sobreviviré si las pierdo a las dos?―¡Ella está muerta, Lud! No pude hacer nada para salvarla.Aquel grito eriza cada poro de mi piel y envía un ramalazo de temor a lo largo de mi espina dorsal. Mi mente queda en blanco. Casi de inmediato, vuelvo al pasado y recuerdo el día que la vi por primera vez. Estaba hecha un desastre. Se veía temerosa y asustada, pero irreverente y decidida… Salgo de la oficina de Lud y me dirijo al salón principal. Apenas está cayendo la tarde. Los empleados se preparan para iniciar una nueva jornada, cuando la veo
Logro ver la figura del hombre parado en la entrada, antes de que el auto se detenga. Cada músculo de mi cuerpo se tensa en el acto, sobre todo, en cuanto veo bajar a Rachel de la ambulancia.―Jason, estaciona el vehículo y alcánzame en cuanto puedas ―le indico al poner la mano en la manija―. Alfred, quiero que te encargues de cuidar a mi mujer, no la dejes sola en ningún momento hasta que pueda reunirme de nuevo con ustedes.Ambos asienten en acuerdo. Antes de abandonar la limusina, me aseguro de que mi pistola esté a mi alcance, después de lo que sucedió, no me fío de nadie. Ahora, más que nunca, debemos estar en alerta y preparados para un nuevo ataque. Al bajar del auto, abrocho los botones de mi americana y me acerco a ellos. Mi ira se incrementa al escucharla gritar el nombre de mi mayor enemigo.―¡Massimo!Con paso apresurado, me acerco a ellos. Mi sangre hierve de ira al verla correr hacia él y fundirse en un acalorado abrazo. La familiaridad con la que se tratan me pone de ma
Nunca pedí venir al mundo, llegué siendo un alma ingenua e inocente en medio de un mundo corrupto, lleno de caos y perversión. Un pequeño ser al que la vida todo se lo negó y no tuvo más opciones que luchar con sus uñas para sobrevivir. He escuchado a diversos teóricos decir que, por ley universal, todo ser humano al nacer debe ser amado y protegido por sus padres, tener una familia que se supone, debe estar a nuestro lado, nos debe guiar, brindar su apoyo y darnos su amor incondicional. Sin embargo, todo fue una sarta de asquerosas mentiras ideadas por un grupo de psicópatas fanáticos que se hacen llamar especialistas familiares y que no tienen ni una maldita idea de lo que dicen.Mi madre, una puta adicta a la heroína, cuyo único error fue estar drogada hasta la inconsciencia la noche en que fue abusada por sus compañeros de adicción. Mi padre, uno de los tantos sujetos que depositaron su esperma en la desgastada vagina de la mujer que se hizo llamar mi madre, pero a la que nunca tu
―No seas tan aguafiestas, Rachel, te aseguro que esta noche nos divertiremos como nunca.Muerdo mi labio inferior con nerviosismo. No creo que haya sido una buena idea engañar a mis padres diciéndoles que esta noche me quedaría a dormir en casa de Vicky. Bueno, a decir verdad, no es del todo mentira. Voy a quedarme con ella, pero la principal razón por la que lo hago es porque vamos a celebrar mi cumpleaños en un club nocturno de la ciudad. Se le ha metido en la cabeza que tal celebración debe ser un hecho trascendental y apoteósico. En lo particular, preferiría quedarme en casa con ella, ver alguna película romántica, preparar palomitas y beber jugo de arándanos hasta reventar. Me sentiría más segura y tranquila. Pensar en ese lugar, me tiene con el estómago revuelto y con ganas de vomitar.―¿Qué te parece si mejor nos quedamos aquí y tenemos una noche de chicas? ―le propongo, animada―. Podríamos ir a la tienda por algunos bocadillos, rentar películas y cuando nuestros párpados se ca