Bueno, hay gente que todavía tiene que pagar.
Por poco me atraganto con la saliva en cuanto veo a Rachel desnuda sobre la cama. Es una visión fantástica, sensual y excitante. Muy emocionante. Lleva puesto unos tacones de infarto y mi corbata anudada a su cuello. ¿Dónde está mi pequeña mojigata y quién diablos es esta mujer fatal? Una sonrisa pícara curva sus labios y b**e sus pestañas de manera provocativa, tentándome, seduciéndome y poniéndome a mil.―Hermosa corbata ―menciono con la voz ronca. Meto las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, cruzo una pierna sobre la otra y apoyo mi espalda contra la puerta. Adopto una apariencia relajada, pero lo cierto es que estoy ardiendo como las brasas de una fogata, deseándola con todas las fuerzas de mi alma―. Se te ve mucho mejor a ti que a mí.Sonrío satisfecho, al examinarla de pies a cabeza. Se ve deslumbrante, caliente y sexy. Baja sus piernas de la cama, se sienta al borde y las separa de par en par. Trago grueso. La corbata atraviesa la separación de sus pechos y cae entre s
Ladeo mi cabeza y estrecho mis ojos. ¿Qué es lo que busca? Sea lo que sea, estoy decidido a dárselo. No obstante, lo haré al ritmo que se me antoje. Su hermoso y perfectamente depilado coño engulle mis dedos como una constrictora. Mis pelotas se hinchan y mi polla se sacude emocionada. Necesito saborearla una vez más y no me detendré hasta que consiga su primer orgasmo, hasta que suplique con desespero que la folle duro. En el instante en que me arrodillo en el piso y pongo mi lengua sobre su clítoris, su cuerpo se arquea y gime con la respiración entrecortada. Muevo el par de dedos que aún mantengo en su interior, sin dejar de lamer y chupar hasta que sus músculos se tensan. Sonrío satisfecho. Esta es mi obra de arte.―¿Esto te gusta, cariño?Aparto la boca de su vagina por breves segundos para preguntarle, sin dejar de mover los dedos en su cavidad apretada. ¡Joder! Qué delicia.―¡Oh, por Dios!Jadea, desesperada. Qué mejor respuesta que esa.Deja de perder tiempo, Lud, y dame lo que
Me despierto muy temprano por la mañana. Miro hacia el otro lado de la cama esperando encontrar a Lud, pero está vacío. Me estiro con flojera, suelto un bostezo y me ubico de medio lado. Extiendo mi brazo y tiro de su almohada para acercarla a mi nariz y percibir su olor en ella. Huele a hombre sexi y masculino. Mío, solo mío. La envuelvo entre mis brazos y me aferro a ella, mientras recuerdo lo que sucedió anoche entre nosotros. Mis mejillas se tiñen con rubor y mi vientre cosquillea con la misma intensidad con la que lo hace mi estómago. Cierro los ojos para rememorar sus besos, sus caricias, la ternura y la ferocidad con la que me hizo el amor. Abrazada a la almohada, dirijo la mirada hacia el reloj que está sobre la mesa auxiliar. Son cerca de las ocho de la mañana. Tengo curiosidad por saber dónde está. Así que salgo de la cama y para tomar una ducha rápida y bajar a buscarlo. Sin embargo, noto el trozo de papel que está en la mesa ubicada a mi lado. Con el corazón martillando a m
Esta persona ni siquiera es la sombra de la que conocí en el pasado. Su estado es deplorable. Se ve harapienta, sucia, descuidada y aturdida. Su rostro está pálido, sus pupilas dilatadas y la mirada perdida. No obstante, lo que más me inquieta es el odio reflejado en la expresión de su rostro.―¿Creías que podías salirte con la tuya? ―niega con la cabeza―. Se necesita mucho más para deshacerse de mí.Esboza una sonrisa siniestra.―Lud dijo que…Una carcajada tenebrosa evita que continúe hablando.―¡Ese malnacido ni siquiera tiene idea! ―da un paso hacia mí, así que retrocedo uno para alejarme―. Te prometo que le haré pagar por lo que hizo ―me mira con ojos desorbitados―, pero primero voy a encargarme de ti.Aquella amenaza me pone los pelos de punta. De repente, un destello rojizo llama mi atención. Desvío la mirada y observo la mano con la que sostiene el cuchillo. Me causa horror ver que ninguno de sus dedos tiene uña. La carne vibra al rojo vivo e incluso, se ve desgarrada. Un hilo
Después de liberar energía corriendo un poco por los alrededores, vuelvo a la mansión. Poco a poco he ido retomando mis actividades cotidianas. Para ser sincero, me fascina pasar el tiempo con mi mujer y disfrutar de su compañía al máximo. Atravieso el camino emparedado como si fueran mis últimos minutos de vida, desesperado por estrechar a mi prometida entre mis brazos. Hablando del tema, se me ha hecho cuesta arriba conseguir una respuesta afirmativa de su parte, pero confío que dentro de poco estará convenciéndola para que se case conmigo.Al subir el escalón que conduce al pórtico, una extraña sensación me embarga. Una especie de mal presentimiento. Observo los alrededores, buscando algo que esté fuera de lugar. Todo parece tranquilo y normal, pero hay algo dentro de mí que me tiene inquieto. Desconfiado, decido comprobar el interior de la casa. Mi corazón retumba debajo de la piel de mi pecho como el reloj de una bomba de tiempo. Fui demasiado confiado al dejar sola a mi mujer y s
Después de encargarme del pequeño corte que Rachel tiene en el cuello que, por fortuna, no requirió de sutura, me despido de mi mujer y me comunico con Robert y Jacob para ponerlos al tanto de la situación. Media hora después, todos estamos abocados en resolver el asunto antes de que el personal de servicio regrese y se topen de frente con la sangrienta escena.―¿Cómo escapó esa mujer de la tumba?Pregunta, Robert, preocupado.―Perla le contó a Rachel que la ayudó uno de los hombres que trabaja en el cementerio. Es toda la información que poseo.Terminamos de envolver el cuerpo y nos ponemos de pie.―No quedará ningún rastro de ella ―indica Jacob al quitarse los guantes―. Después de deshacerme de su cadáver, pasaré por el cementerio a investigar y asegurarme de que ese sujeto no represente ningún problema para nosotros.Asiento de acuerdo.―No quiero a nadie husmeando en nuestras vidas, mucho menos quiero ver implicada a Rachel en esto.Asiente en acuerdo.―No te preocupes, Lud, te ase
Fue una noche realmente mágica y agotadora. Lud iba en serio con su idea de querer embarazarme. Después de aquel sueño tan real que tuve con Massimo en el que estábamos casados e íbamos a tener un bebé, no he deseado otra cosa que ser madre. Pero no sé si estoy preparada para serlo. No debí ser tan impulsiva. Quizás debí considerarlo mejor.―¿Te pasa algo, cariño?Nuestras miradas coinciden a través del espejo. Niego con la cabeza.―No, solo estoy un poco cansada.Se acerca y besa mi cuello.―Tal vez se me pasó un poco la mano contigo.Me doy la vuelta y rodeo su cuello con mis brazos.―Todo fue perfecto, Lud.Me elevo sobre la punta de mis pies y lo beso en los labios.―Bien ―sonríe satisfecho―. Pero debo advertirte que esto solo es el principio ―aferra una de sus manos a mi cadera y la otra en mi cintura de forma posesiva y tira de mi cuerpo para pegarme contra el suyo―. Voy a dedicarme por completo a esta labor hasta dejarte embarazada.Se acerca y acaricia la piel de mi rostro con
Dos meses despuésCon el álbum abierto sobre la mesa, sigo pasando una hoja tras otra, perdida en mis pensamientos. Hace dos meses que Lud y yo hemos estado intentando quedar embarazados, pero aún no ha sido posible. Poco a poco voy perdiendo las esperanzas.―¿Te parece usar rosas negras en la decoración?Asiento en acuerdo, a pesar de que no escuché su pregunta. He estado actuando en modo automático desde la última vez que me hice la prueba y obtuve el mismo resultado de siempre: Negativo.―Sí, me parece una idea genial.Se me rompió el alma cuando miré la pantalla del dispositivo y vi que aparecía una sola raya. Una máscara de desilusión inundó mi rostro. Estaba fallando como mujer.―Rachel, ¿has escuchado una sola palabra de todo lo que te he dicho? ―abandono mis pensamientos y, observo a Victoria, sin saber qué responder al respecto―. Estamos hablando de tu boda ―me escudriña con su mirada. Suelta un bufido, se levanta del sillón que está ocupando y se sienta a mi lado―. ¿Qué suced