Uno menos en la lista de venganza.
Una hora después, estacionamos en un lugar alejado y oculto del mundo. El mismo al que unos meses antes trajimos al maldito reverendo y el que se convertirá en la última morada de este hijo de puta. Lo sacamos del auto y lo llevamos al interior de la cabaña abandonada y desvencijada que está ubicada cerca de la bahía. Lo sentamos en una de las sillas y lo atamos a ella.―Despiértalo, Rob ―le indico al encender la lámpara―, necesito que el bello durmiente abra sus ojos y sea consciente del destino que le espera. Mi compañero coge uno de los baldes y lo llena con suficiente agua para luego lanzársela encima al miserable. Este despierta entre jadeos de ahogo y miedo.―¿Qué…? ―escupe el agua por sus orificios nasales―. ¿Qué demonios están haciendo? ―observa alrededor cuando logra aclarar su visión y se caga del miedo al darse cuenta de lo que está sucediendo―. No puedes hacer esto, Reeves ―indica con la voz temblorosa―, soy un senador del congreso y gozo de inmunidad diplomática ―alzo una
Cinco meses despuésDe un solo manotazo mando a volar todo lo que está sobre mi escritorio. Estoy desesperado. No hemos podido encontrar a ese hijo de puta. Hizo su última aparición dos meses atrás y desde entonces no hemos sabido nada de él. El FBI nos ha estado ayudando, pero ni siquiera ellos han podido seguirle el rastro. Es un puto fantasma. Lo peor de todo esto es que hasta que no logremos darle captura, la vida de Rachel seguirá comprometida y, mientras eso suceda, no podré traerla de vuelta.Hay un solo ganador en esta situación: Massimo De Luca. Siempre supe cuáles eran sus intenciones. El muy maldito supo jugar bien sus cartas. Dejó en mis manos la responsabilidad de darle captura a unos de los asesinos seriales más peligrosos de toda la historia de la humanidad y, a cambio, se quedaba con mi mujer.―¡Maldito hijo de puta!Blasfemo, lleno de ira.«Y, entonces, ¿por qué aceptaste un acuerdo en el que el único perdedor serías tú? Si sabías que esa era una treta del fiscal, ¿por
Dos meses despuésDespués del ataque infructuoso en el que por poco muere Jacob, sigo buscando sin descanso al hombre detrás de todo esto. Siento que cada vez estoy más cerca, que le piso los talones.―No tienes la culpa de esto, Lud, abandono mis pensamientos y lo miro a los ojos.¿Qué no sienta culpa? Me salvó la vida y, a cambio, quedó postrado en esa m*****a silla.―Gracias a ti estoy vivo.Comento con pesar.―Era mi deber hacerlo.Bufo con incredulidad.―¿Interponerte en la trayectoria de la bala? ―espeto, molesto―. ¿Convertirte en mi chaleco antibalas personalizado? ―me pongo de pie porque estoy volviendo a enfadarme―. ¿Quién te dio derecho a recibir esa bala por mí?Bufo, indigenado. Elevo las manos y me froto el rostro debido a la desesperación y a la impotencia que siento.―Tenía que actuar ―me indica mientras estoy de espaldas―. El disparo iba directo a tu corazón, Lud.Y terminó alojada en su columna vertebral.―No debiste hacerlo ―susurro en voz baja. Lleno de arrepentimien
Saco la botella de licor de mi bolsillo y bebo un trago mientras observo las instalaciones de la hermosa mansión que el mequetrefe compró para la mujer que me pertenece. Vengo siguiendo sus pasos desde hace tres semanas. Fue difícil ubicarlos, pero nada es imposible con la ayuda de buenos aliados. Desde que llegué he estado vigilando paciente cada uno de sus movimientos y su rutina diaria, para que, llegado el momento, dar la estocada final. No será fácil penetrar el cerco de seguridad que mantiene De Luca alrededor de su vivienda y, mucho menos, evadir la constante vigilancia que tiene sobre Rachel. ¡Imbécil! ¿Cree que podrá detenerme?―Será mi cara lo último que veas antes de que termine con tu vida, hijo de puta ―una sonrisa tira del lado derecho de mi boca, pero tan rápido como aparece, se esfuma. Vacío la botella y la aviento con fuerza contra el piso al recordar que ese maldito puso las manos sobre ella y fue capaz de embarazarla―. ¡Un maldito bastardo!Sin embargo, es lo que men
Observo la serie de fotografías que me entregó Rob, y que se encuentran desplegadas sobre la mesa de mi escritorio. Desde que las recibí, he escuchado latir mi corazón con más fuerza que nunca. Extiendo mi brazo y alcanzo con la mano una de las imágenes. Deslizo la yema de mi dedo sobre ella y la recorro con lentitud.―El avión estará listo en cinco minutos, Lud,Me informa Robert al entrar a mi oficina.―Que el equipo esté listo.Respondo sin apartar la mirada de las diapositivas.―¿Crees que ella pueda perdonarme?Aparto la mirada de las imágenes.―No lo sé, hermano, pero pronto tendrás la oportunidad de comprobarlo por ti mismo.Mete las manos en los bolsillos de su pantalón y observa el desastre sobre mi escritorio.―Termina de verlas ―hace una señal con su mentón para que siga revisando las fotografías―. Hay algo que debes ver.Lo observo con los ojos entrecerrados.―¿Qué sucede, Robert?Niega con la cabeza.―Allí encontrarás las respuestas que necesitas.Comienzo a revisarlas una
Luego de un delicioso desayuno y de conversar sobre nuestros proyectos futuros, Massimo y yo decidimos disfrutar un rato en la terraza. Las vistas desde este lugar son maravillosas. Mientras las olas cristalinas se precipitan suavemente hacia las playas de arena fina y luz, se puede observar, en las bahías de color azul turquesa, a las pequeñas embarcaciones de pesca balanceándose en el mar. Mykonos, es conocida por su variada línea costera, una visión general de sus playas más hermosas.―Es una vista magnífica y asombrosa.Susurro mientras permanezco en los brazos de mi esposo, admirando la belleza del paisaje natural.―La más hermosa que he visto en toda mi vida.Giro mi rostro y veo sus ojos puestos en mí, observándome con una adoración que hace saltar mi corazón como nunca nadie antes lo hizo.―Hablo de las playas, tontito.Le digo cuando noto que sus ojos nunca se han despegado de mí.―Y yo, de la mujer más hermosa de este planeta.Me da un beso en el cuello en el instante en que
Juro por Dios que estuve a punto de volverme loco cuando la vi perder la razón. Hace mucho quise contarle toda la verdad, pero preferí esperar hasta el momento en que ella decidiera confesármelo todo. Sin embargo, nada de aquello tenía importancia para mí. La amaba tanto que, estaba dispuesto a aceptarla en mi vida de la manera que fuera. Siendo Rachel o la mujer que ahora se ha convertido en mi esposa.―Perdóname, Massimo ―susurra en un hilo de voz―, no quise…Coloco mi dedo índice sobre sus labios hinchados para hacerla callar.―No tengo nada que perdonarte, mia bella principessa ―ahueco su rostro y beso sus dulces labios―. Desde el mismo instante en el que llegaste a mi vida, estuve dispuesto a aceptarte con todo el equipaje que traías contigo ―acaricio sus mejillas con mis pulgares al mismo tiempo en que muevo la mirada entre su boca y sus ojos―. No me importaba en lo absoluto nada que tuviera que ver con tu pasado ―niego con la cabeza―. Sí, por supuesto, ―aclaro―, investigué todo
El vuelo parte con demora debido al mal tiempo. Estoy desesperado, porque no sé si pueda llegar antes de que ese malnacido la atrape. La impotencia y el desconcierto tienen mis nervios al borde de la catástrofe. Sobre todo, porque el fiscal tiene apagado su puto teléfono y no hay manera de comunicarse con él o con algún miembro de su equipo para advertirles del peligro que se cierne sobre ellos.―Tranquilízate, Lud ―me indica Rob, sacándome súbitamente de mis inquietos pensamientos―, llegaremos a tiempo y mataremos a ese maldito ―pronuncia iracundo―, no se saldrá con la suya.Asiento en respuesta, no obstante, hay algo dentro de mí que me tiene preocupado. Media hora después aterrizamos en el aeropuerto. Observo el reloj y noto que estamos sobre la hora límite. Maldición. Si no nos movemos rápido, el hijo de puta se saldrá con la suya y, si a Rachel le pasa algo, no me lo perdonaré por el resto de mi vida. Ya perdí a mi bebé, no la voy a perder también a ella.Al descender del avión so