Se viene un nuevo mini maratón!!
Dos meses despuésDespués del ataque infructuoso en el que por poco muere Jacob, sigo buscando sin descanso al hombre detrás de todo esto. Siento que cada vez estoy más cerca, que le piso los talones.―No tienes la culpa de esto, Lud, abandono mis pensamientos y lo miro a los ojos.¿Qué no sienta culpa? Me salvó la vida y, a cambio, quedó postrado en esa m*****a silla.―Gracias a ti estoy vivo.Comento con pesar.―Era mi deber hacerlo.Bufo con incredulidad.―¿Interponerte en la trayectoria de la bala? ―espeto, molesto―. ¿Convertirte en mi chaleco antibalas personalizado? ―me pongo de pie porque estoy volviendo a enfadarme―. ¿Quién te dio derecho a recibir esa bala por mí?Bufo, indigenado. Elevo las manos y me froto el rostro debido a la desesperación y a la impotencia que siento.―Tenía que actuar ―me indica mientras estoy de espaldas―. El disparo iba directo a tu corazón, Lud.Y terminó alojada en su columna vertebral.―No debiste hacerlo ―susurro en voz baja. Lleno de arrepentimien
Saco la botella de licor de mi bolsillo y bebo un trago mientras observo las instalaciones de la hermosa mansión que el mequetrefe compró para la mujer que me pertenece. Vengo siguiendo sus pasos desde hace tres semanas. Fue difícil ubicarlos, pero nada es imposible con la ayuda de buenos aliados. Desde que llegué he estado vigilando paciente cada uno de sus movimientos y su rutina diaria, para que, llegado el momento, dar la estocada final. No será fácil penetrar el cerco de seguridad que mantiene De Luca alrededor de su vivienda y, mucho menos, evadir la constante vigilancia que tiene sobre Rachel. ¡Imbécil! ¿Cree que podrá detenerme?―Será mi cara lo último que veas antes de que termine con tu vida, hijo de puta ―una sonrisa tira del lado derecho de mi boca, pero tan rápido como aparece, se esfuma. Vacío la botella y la aviento con fuerza contra el piso al recordar que ese maldito puso las manos sobre ella y fue capaz de embarazarla―. ¡Un maldito bastardo!Sin embargo, es lo que men
Observo la serie de fotografías que me entregó Rob, y que se encuentran desplegadas sobre la mesa de mi escritorio. Desde que las recibí, he escuchado latir mi corazón con más fuerza que nunca. Extiendo mi brazo y alcanzo con la mano una de las imágenes. Deslizo la yema de mi dedo sobre ella y la recorro con lentitud.―El avión estará listo en cinco minutos, Lud,Me informa Robert al entrar a mi oficina.―Que el equipo esté listo.Respondo sin apartar la mirada de las diapositivas.―¿Crees que ella pueda perdonarme?Aparto la mirada de las imágenes.―No lo sé, hermano, pero pronto tendrás la oportunidad de comprobarlo por ti mismo.Mete las manos en los bolsillos de su pantalón y observa el desastre sobre mi escritorio.―Termina de verlas ―hace una señal con su mentón para que siga revisando las fotografías―. Hay algo que debes ver.Lo observo con los ojos entrecerrados.―¿Qué sucede, Robert?Niega con la cabeza.―Allí encontrarás las respuestas que necesitas.Comienzo a revisarlas una
Luego de un delicioso desayuno y de conversar sobre nuestros proyectos futuros, Massimo y yo decidimos disfrutar un rato en la terraza. Las vistas desde este lugar son maravillosas. Mientras las olas cristalinas se precipitan suavemente hacia las playas de arena fina y luz, se puede observar, en las bahías de color azul turquesa, a las pequeñas embarcaciones de pesca balanceándose en el mar. Mykonos, es conocida por su variada línea costera, una visión general de sus playas más hermosas.―Es una vista magnífica y asombrosa.Susurro mientras permanezco en los brazos de mi esposo, admirando la belleza del paisaje natural.―La más hermosa que he visto en toda mi vida.Giro mi rostro y veo sus ojos puestos en mí, observándome con una adoración que hace saltar mi corazón como nunca nadie antes lo hizo.―Hablo de las playas, tontito.Le digo cuando noto que sus ojos nunca se han despegado de mí.―Y yo, de la mujer más hermosa de este planeta.Me da un beso en el cuello en el instante en que
Juro por Dios que estuve a punto de volverme loco cuando la vi perder la razón. Hace mucho quise contarle toda la verdad, pero preferí esperar hasta el momento en que ella decidiera confesármelo todo. Sin embargo, nada de aquello tenía importancia para mí. La amaba tanto que, estaba dispuesto a aceptarla en mi vida de la manera que fuera. Siendo Rachel o la mujer que ahora se ha convertido en mi esposa.―Perdóname, Massimo ―susurra en un hilo de voz―, no quise…Coloco mi dedo índice sobre sus labios hinchados para hacerla callar.―No tengo nada que perdonarte, mia bella principessa ―ahueco su rostro y beso sus dulces labios―. Desde el mismo instante en el que llegaste a mi vida, estuve dispuesto a aceptarte con todo el equipaje que traías contigo ―acaricio sus mejillas con mis pulgares al mismo tiempo en que muevo la mirada entre su boca y sus ojos―. No me importaba en lo absoluto nada que tuviera que ver con tu pasado ―niego con la cabeza―. Sí, por supuesto, ―aclaro―, investigué todo
El vuelo parte con demora debido al mal tiempo. Estoy desesperado, porque no sé si pueda llegar antes de que ese malnacido la atrape. La impotencia y el desconcierto tienen mis nervios al borde de la catástrofe. Sobre todo, porque el fiscal tiene apagado su puto teléfono y no hay manera de comunicarse con él o con algún miembro de su equipo para advertirles del peligro que se cierne sobre ellos.―Tranquilízate, Lud ―me indica Rob, sacándome súbitamente de mis inquietos pensamientos―, llegaremos a tiempo y mataremos a ese maldito ―pronuncia iracundo―, no se saldrá con la suya.Asiento en respuesta, no obstante, hay algo dentro de mí que me tiene preocupado. Media hora después aterrizamos en el aeropuerto. Observo el reloj y noto que estamos sobre la hora límite. Maldición. Si no nos movemos rápido, el hijo de puta se saldrá con la suya y, si a Rachel le pasa algo, no me lo perdonaré por el resto de mi vida. Ya perdí a mi bebé, no la voy a perder también a ella.Al descender del avión so
―¡Maldita sea!Me acerco a toda velocidad, inspecciono el área y siento que la sangre dentro de mis venas se congela.―¿Qué sucede, Lud?Pregunta Robert a través del pinganillo.―¡Ese hijo de puta está dentro de la casa! ―espeto con vehemencia―. Voy a entrar, el tiempo se nos acaba, Rob ―le indico mientras guardo el arma en la parte posterior de mi espalda. Me empujo con fuerza entre la maleza y sigo el camino que conduce hacia la parte más baja del terreno―. ¡Necesito que ubiquen a ese hijo de puta y me den su posición!Mi pecho sube a toda velocidad. Desciendo por una cuesta empinada y me cuelo a través de las rocas para acceder por un camino intrincado y peligroso ubicado al borde de los riscos. Un resbalón y será todo para mí.―Georgiadis, está buscando al objetivo ―me indica con preocupación―. No te arriesgues innecesariamente, Lud.Ignoro su sugerencia.―Vigila y asegúrate de que no haya cómplices escondidos en los alrededores ―le indico con la voz agitada―, pero no te interponga
Estos últimos días he estado más nerviosa que nunca, incluso, en ocasiones me siento observada. Quizás sea que el embarazo me ha hecho más susceptible de la cuenta y es esa la razón por la que no le he comunicado mis inquietudes a mi marido. No quiero alarmarlo innecesariamente. La voz de Giulia me aparta de mis pensamientos.―Massimo me lo contó todo, Rachel, sé que tuvo razones de peso para hacerlo, pero agradezco que me haya dado la oportunidad de conocer a mi primer nietecito.Mi corazón no ha dejado de bombear desde que supe que los padres de Massimo estaban vivos. ¿Por qué razón me lo ocultó?―Mi vida es bastante complicada.Asiente en acuerdo.―No menos que la nuestra ―sonríe con calidez―. No lo culpes por favor ―entrecierro los ojos, ¿a qué se está refiriendo? Aclara enseguida al ver mi confusión―. Era muy joven me quitaron a mi hijo ―su confesión me deja impactada―, pasaron muchos años hasta que al fin pude encontrarlo.No sé cómo reaccionar al respecto. Inconscientemente, me