Aceptará?
Mis manos están temblando y mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. Un hijo. Sigo sin podérmelo creer. Rachel y yo vamos a ser padres. Esto cambia todo el entorno. Abro la gaveta de mi escritorio y saco el expediente del hombre que ha estado detrás de mi mujer. Mi equipo no ha podido dar con él. Lo han buscado hasta debajo de las piedras, pero el maldito es muy ágil y astuto. Es como si la tierra se lo hubiera tragado.―Massimo, ¿qué piensas hacer ahora? ―giro la cara y observo a Antonio―. ¿Sigues empeñado en viajar a Estados Unidos y enfrentarte a Reeves? ―sigo aturdido con la noticia―. ¿Comprendes bien que eso es lo que él quiere? ―un bebé. Una familia―. Este tipo ha estado intentando sin parar a que muerdas el anzuelo ―sigue insistiendo Antonio, pero mi cabeza está en otra parte―. Lo único que ese tipo quiere es que lo lleves hasta tu mujer. Nunca imaginé que una noticia como esta me hiciera sentir de esta manera. No sé cómo definir este extraño sentimiento que me embarga.
Una semana despuésDespués de la amenaza que recibimos, duplicamos la seguridad para proteger la vida de todos, en especial la de Raymond y mi mujer. Ahora sabemos lo peligroso que es el hombre al que nos enfrentamos. Hemos emprendido una cruzada en contra de todos aquellos que están amenazando la vida de nuestra gente. Nadie que se atreve a meterse con nuestra familia, vivirá para contarlo.―¿Listo, Lud? ―susurro en tono muy bajo, casi inaudible―. Es la hora de eliminar a esta m*****a rata y devolverla al lugar al que pertenece.Eleva el pulgar de su mano izquierda en señal de confirmación. Giro la manija de la puerta con sumo cuidado y entramos a la habitación. El cabrón no se dará cuenta de lo que está pasando hasta que sea demasiado tarde. Sonrío satisfecho al verlo dormir como un lirón, sin siquiera imaginar que su tranquilo y placentero sueño está a punto de llegar a su final. Le hago una señal a mi fiel compañero para que revise la habitación mientras me encargo en persona del h
Rob y yo nos quedamos abismados con la imagen frente a nosotros. La habitación tiene la apariencia de un calabozo sexual. Hay cámaras dispuestas por doquier, como si se tratara de un set de filmación. También hay un proyector sobre una de las mesas, un cajón con cintas de video, álbumes de fotografías y una infinidad de juguetes sexuales de diversa índole.―¿Crees que estén vivas?Niego con la cabeza.―No lo sé, Rob, pero están en muy mal estado.Mi compañero suelta una maldición.―Ese monstruo merece la muerte.Guardo la pistola en la parte baja de mi espalda y me aproximo hacia las dos chicas que se encuentran amordazadas y amarradas en un rincón del pequeño cuarto. No me atrevo a imaginar lo que les hizo.―Ambas están inconscientes, pero con vida, Rob ―hay signos evidentes de maltrato. Chupones y mordiscos por todo su cuerpo y otras marcas que me indican que además de golpeadas fueron abusadas. Incluso, una de ellas está embarazada. ¡Maldito cobarde! Están desnudas y descuidadas. Ap
Una hora después, estacionamos en un lugar alejado y oculto del mundo. El mismo al que unos meses antes trajimos al maldito reverendo y el que se convertirá en la última morada de este hijo de puta. Lo sacamos del auto y lo llevamos al interior de la cabaña abandonada y desvencijada que está ubicada cerca de la bahía. Lo sentamos en una de las sillas y lo atamos a ella.―Despiértalo, Rob ―le indico al encender la lámpara―, necesito que el bello durmiente abra sus ojos y sea consciente del destino que le espera. Mi compañero coge uno de los baldes y lo llena con suficiente agua para luego lanzársela encima al miserable. Este despierta entre jadeos de ahogo y miedo.―¿Qué…? ―escupe el agua por sus orificios nasales―. ¿Qué demonios están haciendo? ―observa alrededor cuando logra aclarar su visión y se caga del miedo al darse cuenta de lo que está sucediendo―. No puedes hacer esto, Reeves ―indica con la voz temblorosa―, soy un senador del congreso y gozo de inmunidad diplomática ―alzo una
Cinco meses despuésDe un solo manotazo mando a volar todo lo que está sobre mi escritorio. Estoy desesperado. No hemos podido encontrar a ese hijo de puta. Hizo su última aparición dos meses atrás y desde entonces no hemos sabido nada de él. El FBI nos ha estado ayudando, pero ni siquiera ellos han podido seguirle el rastro. Es un puto fantasma. Lo peor de todo esto es que hasta que no logremos darle captura, la vida de Rachel seguirá comprometida y, mientras eso suceda, no podré traerla de vuelta.Hay un solo ganador en esta situación: Massimo De Luca. Siempre supe cuáles eran sus intenciones. El muy maldito supo jugar bien sus cartas. Dejó en mis manos la responsabilidad de darle captura a unos de los asesinos seriales más peligrosos de toda la historia de la humanidad y, a cambio, se quedaba con mi mujer.―¡Maldito hijo de puta!Blasfemo, lleno de ira.«Y, entonces, ¿por qué aceptaste un acuerdo en el que el único perdedor serías tú? Si sabías que esa era una treta del fiscal, ¿por
Dos meses despuésDespués del ataque infructuoso en el que por poco muere Jacob, sigo buscando sin descanso al hombre detrás de todo esto. Siento que cada vez estoy más cerca, que le piso los talones.―No tienes la culpa de esto, Lud, abandono mis pensamientos y lo miro a los ojos.¿Qué no sienta culpa? Me salvó la vida y, a cambio, quedó postrado en esa m*****a silla.―Gracias a ti estoy vivo.Comento con pesar.―Era mi deber hacerlo.Bufo con incredulidad.―¿Interponerte en la trayectoria de la bala? ―espeto, molesto―. ¿Convertirte en mi chaleco antibalas personalizado? ―me pongo de pie porque estoy volviendo a enfadarme―. ¿Quién te dio derecho a recibir esa bala por mí?Bufo, indigenado. Elevo las manos y me froto el rostro debido a la desesperación y a la impotencia que siento.―Tenía que actuar ―me indica mientras estoy de espaldas―. El disparo iba directo a tu corazón, Lud.Y terminó alojada en su columna vertebral.―No debiste hacerlo ―susurro en voz baja. Lleno de arrepentimien
Saco la botella de licor de mi bolsillo y bebo un trago mientras observo las instalaciones de la hermosa mansión que el mequetrefe compró para la mujer que me pertenece. Vengo siguiendo sus pasos desde hace tres semanas. Fue difícil ubicarlos, pero nada es imposible con la ayuda de buenos aliados. Desde que llegué he estado vigilando paciente cada uno de sus movimientos y su rutina diaria, para que, llegado el momento, dar la estocada final. No será fácil penetrar el cerco de seguridad que mantiene De Luca alrededor de su vivienda y, mucho menos, evadir la constante vigilancia que tiene sobre Rachel. ¡Imbécil! ¿Cree que podrá detenerme?―Será mi cara lo último que veas antes de que termine con tu vida, hijo de puta ―una sonrisa tira del lado derecho de mi boca, pero tan rápido como aparece, se esfuma. Vacío la botella y la aviento con fuerza contra el piso al recordar que ese maldito puso las manos sobre ella y fue capaz de embarazarla―. ¡Un maldito bastardo!Sin embargo, es lo que men
Observo la serie de fotografías que me entregó Rob, y que se encuentran desplegadas sobre la mesa de mi escritorio. Desde que las recibí, he escuchado latir mi corazón con más fuerza que nunca. Extiendo mi brazo y alcanzo con la mano una de las imágenes. Deslizo la yema de mi dedo sobre ella y la recorro con lentitud.―El avión estará listo en cinco minutos, Lud,Me informa Robert al entrar a mi oficina.―Que el equipo esté listo.Respondo sin apartar la mirada de las diapositivas.―¿Crees que ella pueda perdonarme?Aparto la mirada de las imágenes.―No lo sé, hermano, pero pronto tendrás la oportunidad de comprobarlo por ti mismo.Mete las manos en los bolsillos de su pantalón y observa el desastre sobre mi escritorio.―Termina de verlas ―hace una señal con su mentón para que siga revisando las fotografías―. Hay algo que debes ver.Lo observo con los ojos entrecerrados.―¿Qué sucede, Robert?Niega con la cabeza.―Allí encontrarás las respuestas que necesitas.Comienzo a revisarlas una