Este momento es muy duro para Lud.
Abro los ojos y noto que el sol entra a raudales a través de los cristales de las ventanas. ¿Cómo es posible que el día sea tan radiante cuando siento que vivo en una noche perpetua? Por un instante me siento confusa, pero las paredes blancas de esta habitación y el olor a desinfectante dan cuenta del lugar en el que me encuentro.Cierro los ojos e inhalo profundo. Cada día que pasa es un centímetro más que me hundo en un foso oscuro y profundo de tristeza y desolación. No soporto sentirme de esta manera. La ansiedad y la pena comienzan a pasarme factura. No he podido dormir bien desde que reaccioné después de la paliza que recibí de aquel hombre y que me puso al borde de la muerte. ¿Por qué se ensañó conmigo? Nunca le hice daño a nadie, así que no entiendo el motivo de su vileza.«¡Es tu culpa, m*****a zorra! Todo esto lo provocaste tú misma. Te dije que te mantuvieras dejos de él. Y, ¿qué fue lo primeros que hiciste? ¡Revolcarte cual puta con ese malnacido!»―¡No!Me incorporo abrupt
Permanezco inmóvil y aguardo en silencio hasta que el médico termina de suturar su mano herida. Estoy preocupado por Rachel. Estos episodios violentos se están haciendo más constantes. Tengo que saber el motivo que los desencadena. Ella habla de un hombre que quiere hacerle daño, pero no ha mencionado de quién se trata. Supuse que se refería al sujeto que intentó asesinarla en aquel callejón, pero ahora estoy convencido de que no tiene nada que ver con él. Me pica la lengua por preguntarle, pero no quiero presionarla más allá de la cuenta. Está atravesando por un momento difícil y complejo. Muchas cosas se han juntado para provocarle estos episodios de pánico y ansiedad. Un intento de homicidio, el incendio, la muerte de sus padres y la pérdida de su bebé. El hijo de Ludwig Reeves.Me consuela saber que no hubo daños mayores.―¿Tendré que permanecer hospitalizada por más tiempo?Pregunta Isabella con cara de preocupación.―No, señora De Luca ―le explica mientras envuelve su mano con un
Una vez que Massimo sale de la habitación cierro los ojos e inhalo profundo. No me salen las palabras, se me han quedado atragantadas en medio de la garganta. Tengo toda la intención de negarme, porque comprendo que es una locura, no puede echarse encima una responsabilidad que no le compete. ¡Por Dios! ¡Ni siquiera me conoce! ¿Acaso se ha vuelto loco? No puede ir por la vida proponiendo ideas tan descabelladas como esas. Hay gente aprovechada y malintencionada que pueden valerse de las buenas intenciones de personas como él…―Personas como el padre GrahamComento en voz baja. Tan solo mencionar su nombre provoca escalofríos a lo largo de mi columna vertebral y que se ericen los vellos de mi nuca. Ese hombre me aterroriza hasta lo profundo de mis huesos y provoca un revoltijo nauseabundo en el fondo de mi estómago. El concepto del mal se queda pequeño e indefenso ante un sujeto tan maquiavélico y abominable como él. Nunca pensé que pudiera existir un ser con tanta maldad contenida en s
Dos semanas después―Mueve tu jodido culo, Lud, y sal de esa m*****a cama.Gimo debido al intenso dolor que hace palpitar mi cabeza y la tiene a punto de estallar. Tiro con disgusto de la sábana y doy la espalda cuando Rob abre las cortinas y permite que los rayos del sol se cuelen a mi habitación, invadiendo todos los rincones. Siento que mis corneas se derriten en cuanto la luminosidad impacta directamente contra ellas.―Vete a la m****a, entrometido ―espeto enojado―, déjame en paz o juro que me levanto de esta cama y parto tu bonito rostro a puñetazos.A pesar de mi mala actitud y de cualquier amenaza que le lance, no está dispuesto a darse por vencido.―¿Crees que te queden fuerzas suficientes para abandonar ese puto desastre en el que te la has pasado metido las dos últimas semanas y demostrarme lo hombrecito que eres?Aquellas palabras exacerban mi irritabilidad y hacen palpitar mi cerebro como bomba de tiempo. Mi mandíbula se contrae debido a la ira que me provocan y mis dientes
―¿Cómo está, Victoria? ―pregunto, ya un poco más calmado―. Lamento haberlos obligado a suspender su luna de miel ―le expreso, avergonzado―. No era mi intención arrastrarlos de cabeza a mi maldito infierno.Abro la llave del lavabo, meto un vaso debajo del chorro para llenarlo con agua y tomarme un analgésico antes de que mi cabeza estalle como una granada.―No te preocupes, Lud ―me indica con la voz apesadumbrada―. Sigue muy afectada por lo que sucedió con Rachel y su familia ―apoya su hombro contra el marco de la puerta mientras sigue hablando―. No era el mejor momento para hacerlo.Todos estamos afectados en menor o mayor medida.―Ha sido difícil para todos.Sobre todo, para mí. Han sido los días más terribles de mi vida.―Se culpa por haberla dejado sola ―menciona, algo distraído―. He intentado explicarle de mil maneras que ella nada tuvo que ver en lo que sucedió, pero no hay una m*****a forma de que lo entienda ―se pasa la mano por el cabello con impotencia―. Me preocupa que su tr
Sigo pensando en lo que sucedió esta mañana. No sé si se trató de una jugada de mi imaginación o esa mujer era verdaderamente Rachel. Lo cierto, es que el parecido era asombroso. Me siento muy inquieto y ansioso. Sigo martillando mi cerebro, navegando a la deriva entre la duda y el desconcierto. Algo dentro de mí insiste en que se trató de ella. Sin embargo, hay varias preguntas que me tienen perturbado. ¿Por qué no ha hecho contacto con ninguno de nosotros? ¿Quién la está ayudando? ¿A quién le pertenece el vehículo al que la vi subir? Me duele la cabeza y no es a causa de la resaca. Me estoy devanando el cerebro tratando de buscar una explicación lógica a su extraño comportamiento, pero no la consigo.«¿Has considerado que puede que no se trate de ella?»―Lud, ¿en qué lugar anda metida tu cabeza?La voz de mi amigo me obliga a volver al presente. Lo admito, he estado retraído desde que vi a esa mujer subiendo a la limusina.―Lo siento ―me disculpo con ellos―, estaba distraído con alg
Maldigo en voz baja al ver la hora en el reloj y comprender que no llegaré a tiempo. Tuve que venir a la fiscalía por un asunto de urgencia y renunciar a acompañar a Rachel a su cita con el doctor. Tomo mi portafolios y salgo de mi oficina con rapidez para ver si al menos tengo la oportunidad de recogerla antes de que abandone la clínica. Justo en ese instante suena mi teléfono. Sonrío al ver su nombre escrito en la pantalla.―Hola, principessa.Atravieso los corredores con una enorme sonrisa en mi boca. Hace mucho tiempo que no lo hacía, pero desde que ella apareció en mi vida, todo comenzó a cambiar. Ahora tengo razones suficientes para sonreír.―Estoy saliendo del consultorio.Suspiro, resignado.―Pensaba ir a recogerte, pero tuve algunos imprevistos que retrasaron mi partida.La escucho respirar algo agitada al otro lado de la línea.―No es necesario, Massimo, estoy a punto de regresar a casa.Me encanta cuando se refiere a mi residencia como su casa. Ha sido difícil para ella adap
¡Puta madre! Los oídos me quedan zumbando después de la explosión. No era esta la manera en la que debían suceder las cosas, pero ese cabrón del fiscal quiso jugar a los ladrones y policías y no me dejó otra alternativa que activar la bomba antes de lo previsto. Se suponía que estaría en su oficina cuando sucediera. Por supuesto, mi intención no era matarlo, pero sí darle un escarmiento por meterse en mi camino. Iba a aprovechar el caos y el revuelo causado por el estallido para secuestrarlo y obligarlo a que me llevara con Rachel.―¡Maldito hijo de puta!Vocifero con enojo. Me vi obligado a ir tras él, hacerme visible para llamar su atención y detenerlo antes de que abandonara el edificio. Fue una jugada muy temeraria, pero en vista de que es viernes y no volvería hasta el lunes, no quise correr riesgos. Algún curioso podría haberse topado con mi juguete durante el fin de semana y hacerlo estallar por accidente. No era que me preocupara su muerte, sino que sería una pérdida lamentable