Nos vemos más tarde!!
Una vez que Massimo sale de la habitación cierro los ojos e inhalo profundo. No me salen las palabras, se me han quedado atragantadas en medio de la garganta. Tengo toda la intención de negarme, porque comprendo que es una locura, no puede echarse encima una responsabilidad que no le compete. ¡Por Dios! ¡Ni siquiera me conoce! ¿Acaso se ha vuelto loco? No puede ir por la vida proponiendo ideas tan descabelladas como esas. Hay gente aprovechada y malintencionada que pueden valerse de las buenas intenciones de personas como él…―Personas como el padre GrahamComento en voz baja. Tan solo mencionar su nombre provoca escalofríos a lo largo de mi columna vertebral y que se ericen los vellos de mi nuca. Ese hombre me aterroriza hasta lo profundo de mis huesos y provoca un revoltijo nauseabundo en el fondo de mi estómago. El concepto del mal se queda pequeño e indefenso ante un sujeto tan maquiavélico y abominable como él. Nunca pensé que pudiera existir un ser con tanta maldad contenida en s
Dos semanas después―Mueve tu jodido culo, Lud, y sal de esa m*****a cama.Gimo debido al intenso dolor que hace palpitar mi cabeza y la tiene a punto de estallar. Tiro con disgusto de la sábana y doy la espalda cuando Rob abre las cortinas y permite que los rayos del sol se cuelen a mi habitación, invadiendo todos los rincones. Siento que mis corneas se derriten en cuanto la luminosidad impacta directamente contra ellas.―Vete a la m****a, entrometido ―espeto enojado―, déjame en paz o juro que me levanto de esta cama y parto tu bonito rostro a puñetazos.A pesar de mi mala actitud y de cualquier amenaza que le lance, no está dispuesto a darse por vencido.―¿Crees que te queden fuerzas suficientes para abandonar ese puto desastre en el que te la has pasado metido las dos últimas semanas y demostrarme lo hombrecito que eres?Aquellas palabras exacerban mi irritabilidad y hacen palpitar mi cerebro como bomba de tiempo. Mi mandíbula se contrae debido a la ira que me provocan y mis dientes
―¿Cómo está, Victoria? ―pregunto, ya un poco más calmado―. Lamento haberlos obligado a suspender su luna de miel ―le expreso, avergonzado―. No era mi intención arrastrarlos de cabeza a mi maldito infierno.Abro la llave del lavabo, meto un vaso debajo del chorro para llenarlo con agua y tomarme un analgésico antes de que mi cabeza estalle como una granada.―No te preocupes, Lud ―me indica con la voz apesadumbrada―. Sigue muy afectada por lo que sucedió con Rachel y su familia ―apoya su hombro contra el marco de la puerta mientras sigue hablando―. No era el mejor momento para hacerlo.Todos estamos afectados en menor o mayor medida.―Ha sido difícil para todos.Sobre todo, para mí. Han sido los días más terribles de mi vida.―Se culpa por haberla dejado sola ―menciona, algo distraído―. He intentado explicarle de mil maneras que ella nada tuvo que ver en lo que sucedió, pero no hay una m*****a forma de que lo entienda ―se pasa la mano por el cabello con impotencia―. Me preocupa que su tr
Sigo pensando en lo que sucedió esta mañana. No sé si se trató de una jugada de mi imaginación o esa mujer era verdaderamente Rachel. Lo cierto, es que el parecido era asombroso. Me siento muy inquieto y ansioso. Sigo martillando mi cerebro, navegando a la deriva entre la duda y el desconcierto. Algo dentro de mí insiste en que se trató de ella. Sin embargo, hay varias preguntas que me tienen perturbado. ¿Por qué no ha hecho contacto con ninguno de nosotros? ¿Quién la está ayudando? ¿A quién le pertenece el vehículo al que la vi subir? Me duele la cabeza y no es a causa de la resaca. Me estoy devanando el cerebro tratando de buscar una explicación lógica a su extraño comportamiento, pero no la consigo.«¿Has considerado que puede que no se trate de ella?»―Lud, ¿en qué lugar anda metida tu cabeza?La voz de mi amigo me obliga a volver al presente. Lo admito, he estado retraído desde que vi a esa mujer subiendo a la limusina.―Lo siento ―me disculpo con ellos―, estaba distraído con alg
Maldigo en voz baja al ver la hora en el reloj y comprender que no llegaré a tiempo. Tuve que venir a la fiscalía por un asunto de urgencia y renunciar a acompañar a Rachel a su cita con el doctor. Tomo mi portafolios y salgo de mi oficina con rapidez para ver si al menos tengo la oportunidad de recogerla antes de que abandone la clínica. Justo en ese instante suena mi teléfono. Sonrío al ver su nombre escrito en la pantalla.―Hola, principessa.Atravieso los corredores con una enorme sonrisa en mi boca. Hace mucho tiempo que no lo hacía, pero desde que ella apareció en mi vida, todo comenzó a cambiar. Ahora tengo razones suficientes para sonreír.―Estoy saliendo del consultorio.Suspiro, resignado.―Pensaba ir a recogerte, pero tuve algunos imprevistos que retrasaron mi partida.La escucho respirar algo agitada al otro lado de la línea.―No es necesario, Massimo, estoy a punto de regresar a casa.Me encanta cuando se refiere a mi residencia como su casa. Ha sido difícil para ella adap
¡Puta madre! Los oídos me quedan zumbando después de la explosión. No era esta la manera en la que debían suceder las cosas, pero ese cabrón del fiscal quiso jugar a los ladrones y policías y no me dejó otra alternativa que activar la bomba antes de lo previsto. Se suponía que estaría en su oficina cuando sucediera. Por supuesto, mi intención no era matarlo, pero sí darle un escarmiento por meterse en mi camino. Iba a aprovechar el caos y el revuelo causado por el estallido para secuestrarlo y obligarlo a que me llevara con Rachel.―¡Maldito hijo de puta!Vocifero con enojo. Me vi obligado a ir tras él, hacerme visible para llamar su atención y detenerlo antes de que abandonara el edificio. Fue una jugada muy temeraria, pero en vista de que es viernes y no volvería hasta el lunes, no quise correr riesgos. Algún curioso podría haberse topado con mi juguete durante el fin de semana y hacerlo estallar por accidente. No era que me preocupara su muerte, sino que sería una pérdida lamentable
La cabeza me palpita como bomba de tiempo. Gimo y aprieto mis dientes cuando un ramalazo de dolor atraviesa mi corteza cerebral y retumba entre las paredes de mi cráneo. Elevo la mano y hago presión en aquel punto en el que el dolor es más intento, pero me detengo a medio camino cuando los recuerdos invaden mi mente.―Fuiste tú, ¿cierto?Mi corazón desata una andanada de latidos convulsos y desenfrenados. Lo presentí desde el primer momento que sentí su esencia maligna. Había algo en ese sujeto que erizaba los pelos de mi nuca.―Vine a buscar a Rachel y tú me vas a llevar directo a donde se encuentra.La bilis comienza un ascenso vertiginoso desde mi estómago, pasa a través de mi esófago y se instala dentro de mi boca, dejando un amargo sabor a hiel. Debí acabar con ese maldito a la primera. Nunca me equivoco con mis presentimientos, sin embargo, hice caso omiso a las advertencias que enviaba mi cuerpo.―Primero muerto, antes que permitir que te acerques a ella.Tiemblo de pies a cabez
Le doy vuelta al bolígrafo entre mis dedos mientras devano mi cerebro tratando de encontrar una puerta de acceso a esa zona secreta en la que el gobierno oculta todos sus negocios sucios y aquellos casos que quieren mantener fuera del dominio público. ¿Por qué demonios no han llegado a una conclusión sobre el caso de la familia Ward? ¿Qué es lo que están escondiendo?―¿Qué has sabido del fiscal?Bufo resignado y niego con la cabeza.―¡Un puto, nada de nada!Espeto con enfado. Empujo la silla de mi escritorio y me pongo de pie. Estoy más inquieto que nunca. Ha pasado demasiado tiempo desde aquel día tan nefasto y aún no logro conseguir nada. Estoy a punto de arrancarme los cabellos de la cabeza.―¿Por qué tanto hermetismo con este asunto? ―comenta Rob al dejar el periódico sobre la mesa. Suspira y se frota la barbilla mientras piensa distraído―. Después del atentado desapareció sin dejar rastro ―me mira con los ojos entrecerrados―. Todos los heridos fueron trasladados a los hospitales m