Odio a este tipo!!
La cabeza me palpita como bomba de tiempo. Gimo y aprieto mis dientes cuando un ramalazo de dolor atraviesa mi corteza cerebral y retumba entre las paredes de mi cráneo. Elevo la mano y hago presión en aquel punto en el que el dolor es más intento, pero me detengo a medio camino cuando los recuerdos invaden mi mente.―Fuiste tú, ¿cierto?Mi corazón desata una andanada de latidos convulsos y desenfrenados. Lo presentí desde el primer momento que sentí su esencia maligna. Había algo en ese sujeto que erizaba los pelos de mi nuca.―Vine a buscar a Rachel y tú me vas a llevar directo a donde se encuentra.La bilis comienza un ascenso vertiginoso desde mi estómago, pasa a través de mi esófago y se instala dentro de mi boca, dejando un amargo sabor a hiel. Debí acabar con ese maldito a la primera. Nunca me equivoco con mis presentimientos, sin embargo, hice caso omiso a las advertencias que enviaba mi cuerpo.―Primero muerto, antes que permitir que te acerques a ella.Tiemblo de pies a cabez
Le doy vuelta al bolígrafo entre mis dedos mientras devano mi cerebro tratando de encontrar una puerta de acceso a esa zona secreta en la que el gobierno oculta todos sus negocios sucios y aquellos casos que quieren mantener fuera del dominio público. ¿Por qué demonios no han llegado a una conclusión sobre el caso de la familia Ward? ¿Qué es lo que están escondiendo?―¿Qué has sabido del fiscal?Bufo resignado y niego con la cabeza.―¡Un puto, nada de nada!Espeto con enfado. Empujo la silla de mi escritorio y me pongo de pie. Estoy más inquieto que nunca. Ha pasado demasiado tiempo desde aquel día tan nefasto y aún no logro conseguir nada. Estoy a punto de arrancarme los cabellos de la cabeza.―¿Por qué tanto hermetismo con este asunto? ―comenta Rob al dejar el periódico sobre la mesa. Suspira y se frota la barbilla mientras piensa distraído―. Después del atentado desapareció sin dejar rastro ―me mira con los ojos entrecerrados―. Todos los heridos fueron trasladados a los hospitales m
Despierto agitado, con la respiración acelerada y el corazón martillando contra mi esternón. Hundo los dedos de la mano en mi cabeza y palpo la extensa cicatriz que cubre la mitad mi cuero cabelludo. No tengo ninguna idea de cómo llegó allí. Estaría de más decir que recuerdo una m*****a cosa de nada.―¿Otra pesadilla?Respondo a su pregunta con un asentimiento. Me incorporo y me siento al borde del mueble en el que me quedé dormido por breves minutos después de una larga noche de insomnio. He intentado dormir, pero las muy perras de mis pesadillas siempre hacen un buen trabajo para acabar con mis precarias posibilidades.―La misma escena de siempre ―le digo en tono cansino. Repaso mi rostro con las manos en señal de impotencia y bufo con resignación―. Esa chica se niega a abandonar mi cabeza ―le explico, con un sentimiento de amargura y hastío inundándome el pecho―. Su rostro me es familiar, pero no encuentro ninguna conexión entre ella y mi pasado.Mi vida es como un lienzo en el que
Encontrar juntos a Raymond Ward y a mi viejo amigo Andrés Romano, era lo último que habría esperado. Hace más de tres años que él desapareció sin dar ninguna explicación ni dejar rastro de su paradero. Estoy tan sorprendido que me quedo allí parado sin ningún tipo de reacción. Estaba conmocionado por la aparición del padre de Rachel, pero la inesperada presencia de mi viejo amigo supera mis expectativas.―Señor Reeves, es un gusto conocerlo.Salgo de mi aturdimiento y le tiendo la mano al padre de Rachel, mientras me le quedo mirando como si fuera una aparición fantasmal. No me cabe la emoción en el pecho, porque este hombre es la única persona que puede contarme la verdad acerca de lo que pasó la noche del incendio.―Señor Ward, lamento que esta tampoco sea la mejor circunstancia para volver a encontrarnos, pero le aseguro que estoy gratamente complacido de saber que está con vida.Me mira como si no tuviera ninguna idea de lo que le estoy hablando. Parece confuso y perdido. ―Lo sien
Estoy a punto de cavar una zanja debajo de mis pies de las tantas veces que he recorrido el mismo trayecto desde que entré a mi oficina.―Estuve inconsciente tres putas semanas, Antonio ―despotrico con enojo―. ¡Ese maldito anda suelto y la está buscando! ―tiro de mis cabellos con desesperación―. Tenemos que encontrarlo, de lo contrario, Rachel no estará segura en este país.No puedo creer que algo como esto esté ocurriendo. No puedo permitir que la historia se repita.―Esto nos tomará más tiempo de lo estimado, Massimo, no hay nada que nos sirva para identificar a ese hombre. ―¿Cómo es posible? Estuvo a un palmo de distancia de mí y, sin embargo, no puedo suministrar detalles precisos para elaborar un retrato hablado que nos permita dar con la verdadera identidad de ese maldito desconocido―. Hay poco con lo que trabajar.Estoy tan enojado conmigo mismo. Fue un grave error haber dejado escapar a ese peligroso asesino. Me dejé llevar por la rabia en lugar de actuar con racionalidad. ¿En
Una vez que entro a mi habitación, siento que mis músculos pierden toda la tensión acumulada durante las últimas tres semanas. Me acerco a la cama, recuesto las muletas contra la pared y me dejo caer sobre el colchón como peso muerto. Gimo de puro gusto al apreciar la manera en que mi cuerpo se hunde en el material mullido y esponjoso.―¡Por Dios! ¡Qué cansada me siento!Suelto un bostezo en el instante en que mi cabeza toca la almohada. Los músculos de mi cuello están adoloridos debido a lo incómodo que resultó intentar dormir en el sillón del hospital. Fueron momentos difíciles y angustiantes los que pasé desde que recibí la llamada de Antonio y me dijo que Massimo había sido víctima de un atentado. Aquella noticia causó un impacto profundo en mi estado emocional, sobre todo, porque me hizo revivir los recuerdos dolorosos del fatídico día en el que perdí a mis padres.Tan solo recordarlo causa una presión asfixiante dentro de mi pecho. Inhalo profundo y fijo la mirada en el techo con
Dos días despuésSalgo de la cama, hastiado de no poder conciliar el sueño. Desde que Raymond Ward está viviendo conmigo, ando acelerado. Su estancia me ofrece la esperanza de que pronto también tendremos a Rachel con nosotros. Tomo una ducha rápida y bajo al comedor para reunirme con él.Hoy vendré a evaluarlo la doctora Alexia Pike para verificar qué tan profundo fue el daño recibido en su cerebro. Albergo grandes expectativas de que su amnesia sea algo temporal. Necesito su versión para probarle al mundo entero de que ella está con vida. A partir de entonces, provocaré en este país un cataclismo de tal dimensión que hará castañar los dientes de cada uno de sus habitantes y no me detendré hasta que ella aparezca. El mundo tendrá una probada de la oscuridad que habita en mí. Una que fue liberada, el mismo da que se atrevieron a poner sus putas manos sobre la mujer que amo.Bajo las escaleras de dos en dos y atravieso la sala en rápidas zancadas, atraído por el inconfundible aroma del
Sentada frente al tocador, observo en el espejo el reflejo de la chica de ojos café que me mira con una expresión triste y desolada. Elevo la mano y, acaricio con la yema de mis dedos, la piel debajo de ellos. Me veo tan diferente, y no me refiero solo a mi apariencia, sino a lo mucho que me han hecho cambiar los golpes que he recibido de la vida. ¿A dónde fue su sonrisa? ¿En qué momento de su vida perdió sus ilusiones y esperanzas?La Rachel que conocí dejo de existir por completo. Ya no queda nada de ella. Ahora soy la burda sustituta de una mujer que murió y que ahora revivió en los despojos de una chica herida, engañada, humillada y lastimada. ¡Qué ironía! Ahora me hago llamar Isabella De Lucca, la esposa del fiscal más importante de Nevada.Ya ni siquiera conservo la frescura de aquella chica inocente y dulce que esperaba muchas cosas de la vida. Que cada noche se acostaba mirando al cielo a través de la ventana y esperaba entusiasmada a que una estrella fugaz apareciera para pedi