Mi Monito llegó en la mañana con mis tesoros y los abracé por un buen rato. Los llené de besos.—Lo bueno de estar con el estómago podrido es que ustedes ahora pasarán como garrapatica.—¡Mamiiiii! —Le sonreí al llamado de atención de mi hija—. ¡No juegues con eso!—Mi amor.Dylan me miraba y sonreía, no hemos hablado desde su llegada. En estos tres días que pasaron por fuera la familia no me dejó sola. La señora María y mi abuela se vinieron a vivir a la casa, ya se veían achacaditas por la edad.Por eso arreglé las dos habitaciones en la planta baja. Pero… ¿Quién le dice a la abuela Rochi que no podía venir a cuidarme y hacerme unos caldos saludables para mejorarme? Ese era su modo de sentirse útil para ayudarme en lo que padezco.» Hadassa, Rayan; siempre les he dicho que la vida es bella si se ven con los ojos de la inteligencia. Y si aplico ese lema de mi vida en esta situación. Debo partir de un hecho seguro. Y me voy a morir.Mi hija se aferró más al cuerpo y dolió un poco cuan
Dylan estaba desesperado, ya no quería provocarle un sufrimiento más.—Dylan. Betty inmortalizó nuestra historia y mi existencia, porque así debía ser. Fui el instrumento del Creador para que a muchas personas cuando leyeran el libro comprendieran la simpleza de la vida. Verán en mí, que no importa tu físico, si tienes una condición o enfermedad siempre debes tratar de encontrar a la persona ideal y destinada para ti.» Al hacerlo sabrás que no importa nada, los complejos se encuentran en la mente. Por eso debes formarte con principios y valores como mi padre Luis hizo conmigo. Todo tiene un punto de vista diferente, la sociedad te puede derrotar con la superficialidad.» Depende de quién eres, de tus fortalezas, valores y nobleza. Tú eres quien permite si el obstáculo te consume o le haces frente. Jamás esperé nada de nadie, me enseñaron a dar y la vida a pesar de las dificultades me retribuyó contigo, con mis hijos, con mi familia y amigos.—No me gusta la conversación, Catalina.—B
Había situaciones de las cuales tú no comprendes, existían dolores los cuales no deberían ser experimentados. Y algo más extraño aún, no sé qué tenía esta tierra, pero en efecto era mágica o encerraba algún misterio. Dylan tenía la mirada perdida, sus hijos lo abrazaban, él estiró la mano al vacío.—Papá, ¿qué tienes?—Mi Bodoque murió.Aún no lo habían confirmado, mi corazón se oprimió al verlo a él. Parecía que estuviera viendo a alguien, su mirada iba en dirección al camino del oasis.» Tú saltas… yo salto Bodoque…Los gritos de Hadassa, se unieron a los gritos de José Luis y mi padre. Ricky llegó a socorrer a Dylan quien parecía tener un ataque al corazón, los gritos eran un eco constante de todas las personas presentes en la finca. Lucas llegó corriendo, comenzó a darle reanimación y respiración boca a boca.El tiempo se detuvo, un extraño viento ingresó a la casa, no era frío, al contrario, era cálido, tal vez sea yo la loca, pero juro que escuché la risa feliz de Catalina, esa
Cargaba a mi bebé de cinco meses, fue un varón mi primer hijo y lo llamamos Dylan. Dylan Robinson Taylor, hoy nos reunimos en la casa de mis padres para ver la entrevista que le harán a Betty. Megan y Ricky se fueron a acompañarla a Estados Unidos. El último libro; Solo nosotros. Fue lanzado hace seis meses y se convirtió en el libro más vendido en su género. De hecho, toda la trilogía fue un éxito. Todo continuó como si ellos siguieran a nuestro lado. Una vez al mes mi mamá hacia un compartir en el oasis y se había vuelto una obligación de nuestra parte asistir. Mis sobrinos una vez al día se sentaban en la banca, se quedaron a vivir en su casa con las dos abuelas. De mi parte, cada vez que tenía algún desasosiego llegaba a La Arbolada, me sentaba en la banca y me calmaba; los árboles estaban creciendo, parece que iban torcidos, cuando terminen de crecer estarán mezclados uno con el otro. Mamá dijo que hasta en eso se buscaban. No se podía puedo negar ese sentimiento de paz que bri
Escuchaba el llanto de mi madre, el sonido emitido por las máquinas que te ponen cuando llegas a una clínica por causa de una enfermedad de la que no se tiene registro, por ende, era ratón de laboratorio. Mi condición solo la sabia mi familia y quien se decía ser, dizque mi mejor amigo. Era irónico, se suponía que él era la persona más importante, me había salvado dos veces la vida.Por su culpa y gracias a las fuertes emociones fui internada en tres ocasiones. Una causada por mi padre, las otras dos por quien hasta ayer era el amor de mi vida, mi supuesto mejor amigo.Las palabras de mamá me hacían reaccionar. Lo dicho hizo corto circuito en mi cabeza, no debería ser así, pero era la realidad. Reaccioné porque no quería verlo, no quería que ese ser tan mezquino, manipulador, egocéntrico, cruel, sin sentimiento, embustero, vuelva a permanecer a un metro de distancia.—Catalina, hija. —Se limpió la nariz—. Reacciona, ¡voy a llamar a Dylan!, él siempre te hace volver.—Ni se te ocurra.
Diez años atrás…Vamos rumbo a otro país. Mis padres decidieron probar nuevas tierras, la abuela dijo nuevos horizontes. Por eso íbamos en un avión a cambiar de cultura, idioma, por ello aceptaron emigrar, y a mí no me quedó más que aceptarlo. En la compañía donde papá trabajaba lo ascendieron por sus logros, eso implicó radicarnos en los Estados Unidos.Para ellos fue motivo de alegría, al igual que para mis abuelos maternos, era con quienes compartíamos mucho. Cada ocho días era sagrado irnos a la finca vía Ciénaga de Oro. Vivíamos en la mejor ciudad de Colombia, en Montería. Una tierra mágica, lo digo, sostengo y hago alarde de ello.No había otra región más bella que el lugar donde nací. El abuelo Henry siempre decía: quien reniega de las raíces entonces era una mala cría. A él le debía el amor por la tierra, la música, el amor por la tierra mojada, el despertar del campo, me gustaba verlo ordeñar las vacas.Era costumbre pasar por la cocina donde la abuela Rosalba, quien me entr
Desde esta mañana mis padres peleaban, él llegó borracho otra vez «como siempre.» Apreté los puños cuando escuché como se caía algunos de los jarrones en la sala, no demoran en llamar a la policía los vecinos.Ese señor suele gritarme de que no debía llorar, los hombres no hacia eso, ¡qué mi madre me tenía muy consentido!, y ni que decir de mi abuela. La vez pasada partió la guitarra que él mismo me había regalado porque le di la impresión de volverme raro. Y raro era él por cómo se comportaba con mi mamá. Los gritos aumentaron.—¡Eres una mujerzuela!Tapé los oídos con la almohada al escuchar la ofensa hacía, la escuché llorar.—Jhon…Su voz era una súplica, mis manos temblaron, ya no deseaba esto, lo detestaba y odiaba. No deseaba que fuera mi padre.—¡Detesto la hora en que nos casamos! ¡Eres mi desgracia! TE DI TODO.Apreté los puños una vez más, ¡era un mentiroso!, era ella quién lo mantenía con su trabajo, y en ocasiones hasta lo que trabajaba mi abuela también caía en sus manos
La niña me sonreía y sus ojos brillaron mucho y me volvió a parecer linda.—¿A qué escuela vas Dylan?Volvió a preguntar la señora, mi abuela se había ido a la cocina, conociéndola, ahora trae varios pasabocas para brindarles.—A la escuela pública que queda a unas cuadras de aquí.—A la misma que asistirá Catalina, el lunes.Sus ojos brillaron de nuevo, cuando sea más grande juro hacerles una canción a esos ojos, a los hoyuelos y a esta sensación de tranquilidad que trasmite.—Ahora si no me dará susto ir al colegio.La espera a que llegara mi madre con los padres de Bodoque se hizo eterna, mi abuela nos trajo una bebida con sus galletas y pastelitos. La gordita fue quien más comió, me reí al ver como disfrutaba de las delicias preparadas por la abuela.Cuando invité a mis amigos Vicky no comió porque tenía mucha azúcar, su madre se lo tenía prohibido, ella será una reconocida modelo, por eso no podía perder su figura. Era una niña de mi edad.A mamá le dio lástima ver su actitud, di