Lloró más fuerte Hadassa, Rayan permanecía más ecuánime, aunque también lloraba.—Siempre vamos a estar ahí. Entre los dos árboles, si quieren pongan una banca y cuando quieren hablar con nosotros podrán hacerlo.Hadassa negaba, Rayan la abrazaba, mientras que yo en cada una de mis manos sostenía una de ellos.—Mañana el abuelo nos dará la solución, el cáncer debe estar iniciando y tomaremos las respectivas medidas, volveremos a ser la familia que somos. —habló mi hijo.—Siempre seremos familia, ustedes, de llegar a faltar, sigan ejerciendo los ejemplos inculcados por nosotros. Jamás se pelearán por dinero, en nuestro testamento todo se encuentra por partes iguales. El único deseo de nuestra parte es que esta casa, jamás sea vendida, hagan sus vidas aparte y cada ocho días pasen el fin de semana con sus familias aquí. Que el lugar sea su finca familiar, hagan que nuestros nietos amen la tierra. Enséñenle la belleza hecha por su abuela. —Hadassa daba gritos.—Papi… —ahora era mi hijo q
Me levanté muy temprano. Anoche me desmayé en la casa de mis padres. Dylan tenía vuelo hoy después del mediodía, salen los tres para Atlanta a ver a su padre. Me metí al baño, lavé el cabello, el tenerlo corto era más sabroso. Al secarme y mirarme en el espejo del baño vi los estragos del llanto.—Tienes los ojos como pescado enyelao. —Me dije a mí misma, mientras miraba la imagen de moribunda—. Ya sabes que vas a morirte, pero hazlo con dignidad. Dando la mejor versión de Catalina Suárez de MillerVoy a parar en loca, las lágrimas se escurrieron. Respiré profundo, tomé la cosmetiquera, apliqué un poco de maquillaje, me eché perfume, al salir del baño con cuidado tomé ropa interior, un vestido vaporoso de flores alegres en un fondo beige, sandalias y puyé el burro para mi destino.Mi Monito seguía durmiendo. Hoy no iba a ordeñar, anoche, aunque me hice la dormida, lo escuché llorar, no lo ha hecho delante de mí, se hace el fuerte para darme fuerzas. Solo había un lugar donde quería es
Mi Monito llegó en la mañana con mis tesoros y los abracé por un buen rato. Los llené de besos.—Lo bueno de estar con el estómago podrido es que ustedes ahora pasarán como garrapatica.—¡Mamiiiii! —Le sonreí al llamado de atención de mi hija—. ¡No juegues con eso!—Mi amor.Dylan me miraba y sonreía, no hemos hablado desde su llegada. En estos tres días que pasaron por fuera la familia no me dejó sola. La señora María y mi abuela se vinieron a vivir a la casa, ya se veían achacaditas por la edad.Por eso arreglé las dos habitaciones en la planta baja. Pero… ¿Quién le dice a la abuela Rochi que no podía venir a cuidarme y hacerme unos caldos saludables para mejorarme? Ese era su modo de sentirse útil para ayudarme en lo que padezco.» Hadassa, Rayan; siempre les he dicho que la vida es bella si se ven con los ojos de la inteligencia. Y si aplico ese lema de mi vida en esta situación. Debo partir de un hecho seguro. Y me voy a morir.Mi hija se aferró más al cuerpo y dolió un poco cuan
Dylan estaba desesperado, ya no quería provocarle un sufrimiento más.—Dylan. Betty inmortalizó nuestra historia y mi existencia, porque así debía ser. Fui el instrumento del Creador para que a muchas personas cuando leyeran el libro comprendieran la simpleza de la vida. Verán en mí, que no importa tu físico, si tienes una condición o enfermedad siempre debes tratar de encontrar a la persona ideal y destinada para ti.» Al hacerlo sabrás que no importa nada, los complejos se encuentran en la mente. Por eso debes formarte con principios y valores como mi padre Luis hizo conmigo. Todo tiene un punto de vista diferente, la sociedad te puede derrotar con la superficialidad.» Depende de quién eres, de tus fortalezas, valores y nobleza. Tú eres quien permite si el obstáculo te consume o le haces frente. Jamás esperé nada de nadie, me enseñaron a dar y la vida a pesar de las dificultades me retribuyó contigo, con mis hijos, con mi familia y amigos.—No me gusta la conversación, Catalina.—B
Había situaciones de las cuales tú no comprendes, existían dolores los cuales no deberían ser experimentados. Y algo más extraño aún, no sé qué tenía esta tierra, pero en efecto era mágica o encerraba algún misterio. Dylan tenía la mirada perdida, sus hijos lo abrazaban, él estiró la mano al vacío.—Papá, ¿qué tienes?—Mi Bodoque murió.Aún no lo habían confirmado, mi corazón se oprimió al verlo a él. Parecía que estuviera viendo a alguien, su mirada iba en dirección al camino del oasis.» Tú saltas… yo salto Bodoque…Los gritos de Hadassa, se unieron a los gritos de José Luis y mi padre. Ricky llegó a socorrer a Dylan quien parecía tener un ataque al corazón, los gritos eran un eco constante de todas las personas presentes en la finca. Lucas llegó corriendo, comenzó a darle reanimación y respiración boca a boca.El tiempo se detuvo, un extraño viento ingresó a la casa, no era frío, al contrario, era cálido, tal vez sea yo la loca, pero juro que escuché la risa feliz de Catalina, esa
Cargaba a mi bebé de cinco meses, fue un varón mi primer hijo y lo llamamos Dylan. Dylan Robinson Taylor, hoy nos reunimos en la casa de mis padres para ver la entrevista que le harán a Betty. Megan y Ricky se fueron a acompañarla a Estados Unidos. El último libro; Solo nosotros. Fue lanzado hace seis meses y se convirtió en el libro más vendido en su género. De hecho, toda la trilogía fue un éxito. Todo continuó como si ellos siguieran a nuestro lado. Una vez al mes mi mamá hacia un compartir en el oasis y se había vuelto una obligación de nuestra parte asistir. Mis sobrinos una vez al día se sentaban en la banca, se quedaron a vivir en su casa con las dos abuelas. De mi parte, cada vez que tenía algún desasosiego llegaba a La Arbolada, me sentaba en la banca y me calmaba; los árboles estaban creciendo, parece que iban torcidos, cuando terminen de crecer estarán mezclados uno con el otro. Mamá dijo que hasta en eso se buscaban. No se podía puedo negar ese sentimiento de paz que bri
Escuchaba el llanto de mi madre, el sonido emitido por las máquinas que te ponen cuando llegas a una clínica por causa de una enfermedad de la que no se tiene registro, por ende, era ratón de laboratorio. Mi condición solo la sabia mi familia y quien se decía ser, dizque mi mejor amigo. Era irónico, se suponía que él era la persona más importante, me había salvado dos veces la vida.Por su culpa y gracias a las fuertes emociones fui internada en tres ocasiones. Una causada por mi padre, las otras dos por quien hasta ayer era el amor de mi vida, mi supuesto mejor amigo.Las palabras de mamá me hacían reaccionar. Lo dicho hizo corto circuito en mi cabeza, no debería ser así, pero era la realidad. Reaccioné porque no quería verlo, no quería que ese ser tan mezquino, manipulador, egocéntrico, cruel, sin sentimiento, embustero, vuelva a permanecer a un metro de distancia.—Catalina, hija. —Se limpió la nariz—. Reacciona, ¡voy a llamar a Dylan!, él siempre te hace volver.—Ni se te ocurra.
Diez años atrás…Vamos rumbo a otro país. Mis padres decidieron probar nuevas tierras, la abuela dijo nuevos horizontes. Por eso íbamos en un avión a cambiar de cultura, idioma, por ello aceptaron emigrar, y a mí no me quedó más que aceptarlo. En la compañía donde papá trabajaba lo ascendieron por sus logros, eso implicó radicarnos en los Estados Unidos.Para ellos fue motivo de alegría, al igual que para mis abuelos maternos, era con quienes compartíamos mucho. Cada ocho días era sagrado irnos a la finca vía Ciénaga de Oro. Vivíamos en la mejor ciudad de Colombia, en Montería. Una tierra mágica, lo digo, sostengo y hago alarde de ello.No había otra región más bella que el lugar donde nací. El abuelo Henry siempre decía: quien reniega de las raíces entonces era una mala cría. A él le debía el amor por la tierra, la música, el amor por la tierra mojada, el despertar del campo, me gustaba verlo ordeñar las vacas.Era costumbre pasar por la cocina donde la abuela Rosalba, quien me entr