— ¡Quédate conmigo! —Fernando, suplicó con profunda agonía. — ¡Una ambulancia! —exclamó desesperado.
Tomó su móvil para hacer un par de llamadas solicitando ayuda, ya que parecía que nadie lo escuchaba, estando en uno de los últimos pisos de la empresa, era entendible. Uno de los guardias de seguridad subió después de su llamado, entonces se acercó para solicitar apoyo a través de su comunicador.
Luego de unos minutos el equipo de seguridad ingresó arrastrando por sus ruedas una camilla y un collarín para inmovilizarla. A continuación redujeron aquel soporte para que llegara al piso y poder trasladar a la joven. Luego de atenderla, Fernando escuchó como se sincronizaba el personal.
—A mi cuenta: 1, 2…, entonces la llevaron a la camilla para levantarla y poder arrastrarla.
Fernando observó con detenimiento la manera en la que se encontraba lastimada Clarissa, sintió correr una gran impotencia
Fer no pudo llegar en mejor momento, para auxiliarla. Esperemos que las cosas resulten favorable para ellos. Saludos con cariño.
Luego del golpe que recibió por parte de Fernando. Omar se fugó como un delincuente de la empresa, se movió en dirección al aeropuerto para esperar a que saliera su vuelo. Usando identificaciones y pasaporte falso. Lamentó no haber podido finalizar con la vida de Clarissa, para vengarse de la denuncia que entabló en su contra, pero sintió una gran satisfacción al recordar las condiciones en las que la dejó, ahora solo era cuestión de esperar para abordar el avión y cuidarse de no ser encontrado. Sacó su móvil y mandó un mensaje a su cómplice: «Trabajo inconcluso, me sorprendió Fernando». La respuesta de Alicia no se hizo tardar: « ¡¿Cómo que llegó Fernando?!» «¿No sabías que está en México?» «¡No, de lo contrario habríamos adelantado el plan! «Justo cuando todo iba a ocurrir llegó. Tuve que salir y huir, ya estoy
Después de permanecer sedada Clarissa, despertó algo aturdida y desorientada, mientras dormía una voz le retumbó entre sueños. Al moverse sintió dolorido todo su cuerpo, entonces comenzó a recordar lo que le sucedió. Un fuerte malestar centrándose en su pecho, se apoderó de ella haciendo que gritara, mientras comenzaba a llorar. Su tío se acercó rápido. —Clarissa escúchame —Hugo suplicó. — ¡Estás bien!, estás en el hospital, mejorarás hijita— Besó su frente y acarició su mejilla. La calidez en sus mimos hizo que comenzara a tranquilizarse. La joven pudo distinguir como se le quebraba la voz a su tío. Eso le dolió a ella también, inhaló un par de veces para intentar calmarse y no preocuparlo más. Justo en ese momento recordó la voz del hombre, que la había ayudado. — ¿Quién… quién me trajo aquí? —inquirió con suavidad. — ¡Yo! ...
Días después. El agente de ministerio público, regresó a tomar la declaración de Clarissa. Hugo salió a ver unos pendientes de la parroquia, Lucy lo había llamado, debido a la urgencia, ya que ella se quedó en la casa del padre para estar pendiente de cualquier cosa. Solo se encontraba, Fernando cuidando de Clarissa. Optó por retirarse de la habitación, para darle su espacio, y que pudiera declarar, lo más cómoda. Aunque su mirada, cuando salió, lo hizo dudar. Por un momento sintió que ella no deseaba que la dejara sola, ¿sería así? La incertidumbre, lo dejó intranquilo. Ya que le pareció más bien que suplicaba que no la abandonara, pero no podía asegurarlo, estando consciente que venía un momento muy difícil para la joven. Sabía que le afectaría y no tenía la menor idea de la forma de apoyarla, ya que no le dirigía la palabra. Se encontraba metida en sus pensamientos, solo observó,
Dos meses después. Clarissa se encontraba con Laura, tomando su terapia, como lo hacía de manera normal. Parte de su descontrol era admitir que ya no podía manejar la situación con Fer, necesitaba una luz para saber a dónde dirigirse. La joven comenzó narrando desde lo sucedido con Fernando, observó una ligera sorpresa en los ojos de Laura, al explicarle que le dio una bofetada, ademásde enfrentarlo. Se encontraba enfadada, con una presión en el pecho que no la dejaba respirar. Así que Laura le dio un bate de béisbol, le solicitó que golpeara uno de sus sillones. Acondicionó un par de almohadas, la finalidad era que gritara, llorara, hablara, pero que sacara lo que sentía, que dejara de acumular cosas, que liberara todo lo que durante mucho tiempo se reservó para ella. La terapeuta le mencionó que era un cúmulo de emociones contenidas y necesitaba sacarl
Permanecieron observándose a los ojos, de pronto Fernando dirigió su mirada hacia sus labios, poco a poca se fue aproximando. Clarissa fue preparándose de forma mental, para aquella cercanía que deseaba con todo su ser, entreabrió sus labios y tembló al sentir el contacto con los de Fernando. Él fue abriéndose paso sobre sus labios, buscando con urgencia el encuentro con su lengua. Le encantó sentir que ella respondía a esa petición, que le permitía recorrer todo el interior de su boca, identificó ese dulce sabor que llevaba consigo, desde la última vez que la había besado por primera vez. Cientos de mariposas comenzaron a revolotear en el interior de ella. Por Fernando pasaron ciertas descargas por todo su cuerpo. Esa era la segunda vez que se besaban y Clarissa reconoció que nunca nadie jamás, la había hecho vibrar de la forma como él lo hizo. Las manos de él permanecían sobre su rostro.
A la mañana siguiente. La pareja ingresó juntos a la compañía, fue inevitable que los observaran, sintiendo las miradas de todos, por donde iban pasando. No fue sencillo para ella por lo que Fernando la tomó de la mano, besó su dorso, delante de los que estaban observándolos. Sonrió satisfecho de que se enteraran que tenía una relación con Clarissa, para que se anduvieran con cuidado y la trataran con el respeto, amabilidad y la delicadeza que ella merecía. Subieron hasta su oficina, el lugar de Clarissa, era ocupado por Lorena, con los casi dos meses y medio que le llevó recuperarse, alguien tenía que suplirla, pero era esa bruja. Lorena se encontraba en el interior de la oficina preparando unos documentos que necesitaban la firma de Fernando. Al llegar al escritorio de Clarissa, Fer se detuvo, esperando a que aquella mujer saliera. Al hacerlo Lorena, se quedó paral
Fernando y Clarissa, descendieron del auto corriendo, debido a una fuerte lluvia, que se desencadenó en el trayecto al departamento de él. Subieron al cuarto nivel por el elevador, hasta llegar a la puerta de entrada de su piso. El joven la invitó a pasar. En cuanto ella ingresó, observó el muro construido de vidrio block, que dividía la sala de la entrada. De inmediato la dirigió hacia el interior. Volteó curiosa a ver el lugar, observó la hermosa y amplia sala en color negro, tenía colgado un cuadro de seis piezas con un tablero de dominó. Detectó lo bien que olía el lugar, pero no se atrevió a moverse de donde la dejó. Parte de ella se sentía paralizada al estar dentro de su piso a solas con él. Fernando se encaminó a asearse y cambiarse, su tono de voz salió algo rígido, por lo que ella prefirió no moverse, se quedó detrás de uno de sus sillones. Mientras tant
Fernando no pudo evitar cuadrar sus hombros al observar la postura de su padre, retándolo. Ponce no dejó de percibir que su hijo era más alto con 1. 86 de altura, además de tener un cuerpo atlético, aunque no era un hombre descuidado, los años no pasaban en vano por él, sabía que si lo enfrentaba finalizaría todo, entonces se alejó de ellos, tomo algunos objetos y los lanzo al piso. Fernando no se movió de donde estaba, intentando proteger a Clarissa del desastre que ocasionaba su padre, presionó su puño, sintiéndose muy molesto. —Algún día me darás la razón —espetó y se retiró. —Cuando ambos estemos más tranquilos, te buscaré. —No deseo hablar jamás contigo, ¿entiendes? —Fernando gruñó. Clarissa, escuchó a lo lejos al licenciado Ponce, parlotear, hasta que desapareció del sitio. Fernando se movió un poco del lugar, miró a la joven quien aparentab