Corregidora, Querétaro.
Hugo finalizó de terminar el sermón que domingo a domingo daba a sus feligreses, en la iglesia en la que él era el párroco. Sonreía satisfecho de haber podido traspasar con sus palabras los corazones de los asistentes, ya que observó como algunas personas se limpiaban las lágrimas, además, que unos jóvenes se acercaron a él para pedir consejo.
Luego de finalizar su hermosa labor y retirarse su sotana, salió hacia el lugar donde dejó estacionado su auto para regresar a su hogar a almorzar, miró con impaciencia su reloj, sintiendo como su estómago se retorcía de lo hambriento que se encontraba. Justo abría la puerta, cuando la voz de un hombre lo hizo girar en su eje, para indagar de quien se trataba.
—Espero no llegar tarde —Carlos Ponce externó con seriedad.
Hugo inhaló con tranquilidad, intuyó cuál era el motivo por el que lo estaba visitando
Capítulo listo. Vamos conociendo un poco sobre la vida de cada uno. Saludos con cariño. No olvides dejar tu reseña. Gracias.
A la mañana siguiente Después de pasar un domingo sensacional Fernando, con una gran sonrisa y evidente vitalidad, se ofreció a llevar a Clarissa,a la oficina. En el camino charlaron de tonterías y rieron mucho. Estaban terminando de armar los documentos, que quedaron pendientes para la junta, justo cuando entró el licenciado Carlos Ponce con evidente molestia, azotando la puerta al entrar. —Déjame a solas con mi hijo, Clarissa. La joven no respondió nada, presionó sus labios, entonces, tomó algunos documentos y salió de inmediato, algo asustada por su tono de voz. Fue inevitable que la discusión entre Fernando y Carlos Ponce, se comenzara a escuchar. — ¿Quién carajos te crees para salirte de la casa de esa forma? Me dejaste con la palabra en la boca, imbécil —vociferó iracundo, el padre de Fernando. Clarissa, prefirió moverse al lugar de
Pinal de Amoles, Querétaro, México. Fernando regresó de correr a través de los hermosos bosques de la sierra, en compañía de Memo bañados en sudor, se dirigieron a la cabaña dondeFer se acostumbraba alojar, para ducharse y después irían a desayunar hacia uno de los restaurantes de su amigo. En cuanto llegaron ambos salieron a una de las terrazas del sitio, para poder charlar con tranquilidad, ya que Memo, llevaba observando a Fernando distinto a como solía ser. Luego de que les entregaron los platos de huevos rancheros, acompañados de frijoles, lessirvieron el jugo de naranja comenzaron a comer, entonces, Memo se decidió a indagar. —Desde que llegaste hace ya dos días que te noto extraño ¿Quieres contarme que te ocurre? Fernando bebió un sorbo de jugo, frunció el ceño recordando lo sucedido con su padre. —Llev
Horas más tarde. El llanto de la joven lo hizo dormir con un vuelco en su corazón. Entonces, era Fernando, quien hipó inconsolable, encerrado en la habitación del piso de Sevilla, donde había vivido algunos años. Se puso de pie para salir, observando hacia la sala y el comedor, sin encontrar a quien buscaba, se dirigió al estudio donde muchas noches la miró trabajar en sus planos, pero tampoco la hallaba, regresó a su cuarto, abrió el closet viendo que no estaban sus pertenencias. « ¿Por qué te fuiste», se preguntó sintiendo como se deslizó por su, mejilla una lágrima solitaria. — ¡Montse! —externó lleno de tristeza, a continuación abrió los ojos, sentándose de golpe sobre la cama respirando agitado. Observó su móvil, desde la mesa de noche que tenía. Las 5:30 am. Como casi todos los días, despertaba a la misma hora. Se puso de pie, se cambió para salir a trotar, deseando quitarse
Laura permaneció serena, sin dejar de observarla; cuando vio que no podía respirar por el llanto sirvió agua, dejándolo a su alcance, la joven, tomó el vaso de inmediato y bebió un poco para deshacer los nudos y el ardor que percibió en la garganta. Ella le narró, que la desnudó y comenzó a acariciar su cuerpo de una manera asquerosa… sintió tanta aversión al revivir el instante, que corrió abuscar el sanitario, ya que necesitaba vomitar. Luego de un momento así, Laura se acercó para corroborar que estuviera bien. — ¡Clarissa! ... Después de unos minutos, respondió. —Estoy bien. —La joven, esperó calmarse un poco. Salió del sanitario, volvió a acomodarse en el sillón que estaba; continuó narrando... ¡Cómo le suplicó que la soltara!!, le hizo saber que lalastimaba, quiso hacerlo entrar en razón al recordarle que est
Días después. Era sábado cuando Fernando se levantó muy temprano, salió a correr necesitaba despejar su mente, durante las noches anteriores, la escuchó llorar. Se tuvo que contener para no entrar a su habitación y estrecharla entre sus brazos, pero por la manera en la que huyó de él, días atrás lo hizo dudar en acercarse y contenerse, ya que nunca nadie había reaccionado asíse sentía tan desconcertado, que prefirió ir con calma con aquella joven y darle su tiempo. Dio un par de vueltas por el jardín cuando escuchó música «Claro de luna by Beethoven», no pudo evitar sentir una gran emoción. «Sabía que era ella». Se asomó con discreción al viejo salón donde solía danzar, para que no notara su presencia, bailaba con tanta pasión, con cierta tristeza, pero a él no le importaba la forma en la que lo hacía, lo hechizaba, sentía que su corazón daba varios saltos de la emoción de verla. De p
“El amor simplemente llega, nadie sabe de dónde, y tampoco puede ser explicado”. Mark Twain *** Tres semanas después. Luego de lo sucedido aquel día en el que Clarissa, había hecho la más grande de sus catarsis, comenzó a acudir a terapia dos veces por semana, con Laura yuna más, de manera grupal, con mujeres víctimas de violencia. Al tratar a chicas que habían pasado por casos similares comoella, empezó a darse cuenta que no fue su culpa quitándose ese gran peso además, de
Días después. Hugo se encontraba llegando a su casa a comer con Lucy, abrió el portón para guardar su auto, en ese momento un joven se acercó a él. —Hace tantos años que no lo veo y usted sigue igualito —esbozó una sonrisa. Hugo frunció el ceño, intentando recordarlo. —Por su cara, veo que no me recuerda. —Ladeó los labios, divertido. —La verdad, no —Hugo respondió con sinceridad, algo avergonzado. —Soy Memo, padre, el mejor amigo de Fernando, estuve por aquí mucho tiempo visitándolo cuando vivió con usted. Hugo abrió la boca, sorprendido al recordarlo. —Pero que milagro, como te iba a reconocer si eras un mocoso, cuando te deje de ver y ahora con esa barba y ese bigote, pareces otro. —Hugo estrechó su mano, para después darle un cálido abrazo. —Vine por unos días a la
Dos días después. Luego de la insistencia de Hugo, Clarissa aceptó acompañarlo, a aquella reunión en la casa de Memo, después de llegar de trabajar en compañía de Fer, la chica, se retiró a descansar un poco para luego arreglarse e irse con el amigo de su tío, sin imaginar que también era de Fernando. El joven sin poder evitarlo, suspiró discreto al observarla retirarse, pero no dijo nada, después de comer se quedó un rato charlando con Lucy y con Hugo, de manera amena, mientras tomaban café con galletas. Luego de pasar un buen rato los tres, se despidió para irse a duchar y arreglarse para salir a la reunión de su amigo. Hugo sonrió divertido, cuando lo escucho despedirse, al comentarle que llegaría de madrugada, debido a que tenía una reunión con un amigo. —Lo más seguro es que los vea hasta el desayuno, que tengan buena tarde —Fernando se despidió. <