CAPÍTULO NOVENTA Y SIETEEmily estaba sentada en la gran mesa larga de la sala de reuniones, junto a todos los empleados esperando que el señor Schneider apareciera con el nuevo jefe.Olivia y Débora no dejaban de murmurar entre sí, que Em comenzó a pasar sus uñas por la piel de sus manos, jugando y rascándose la piel, con una actitud visiblemente nerviosa.Ella tenía un doloroso nudo en el estómago y no dejaba de mover la pierna derecha.—Calma —susurró Adele quien estaba sentada a su lado. La alemana estiró su brazo y puso su mano sobre las manos de Em, deteniendo que se hiciera daño a sí misma—. Eres fuerte y valiente —le repitió.Emily asintió y respiró hondo.Hubo largos minutos de murmullos hasta que todo quedo en silencio cuando la puerta de la sala de reuniones se abrió. Las sillas fueron arrastradas hacia atrás en un fuerte chirrido, mientras todos se levantaban para recibir a la visita inesperada.Schneider entro primero, luego su abogado y posteriormente Aiden.Aiden se pei
CAPÍTULO NOVENTA Y OCHOAiden le pidió la oficina de Schneider para hablar a solas, a lo que el viejo aceptó de inmediato.Emily sabía que iba a ser la comidilla de rumores, pero su decisión con respecto a la empresa estaba clara. Ella debía tomar otro rumbo por su bienestar emocional.Caminó por los pasillos con la espalda derecha y el mentón en alto.Ella no tenía nada de qué avergonzarse, pero cuando pasó por al lado de su cubículo, se detuvo al fijarse en la fotografía suelta que estaba sobre la laptop cerrada y todo volvió a ponerla en una encrucijada.Supuso que el corte de Aiden, era por haber roto el retrato, pero eso no era su prioridad, si no que sus hijos se llevaban toda su atención, porque al tomar esa decisión que tenia rondando en su cabeza, quienes más perjudicados saldrían serían sus pequeñitos.«¿Qué haría con sus mellizos? ¿Cómo les daría de comer y les concedería todos sus caprichos? ¿Y quién se los cuidaría cuando ella buscara otro trabajo? ¿Y si se enfermaban? ¿C
CAPÍTULO NOVENTA Y NUEVEAiden se mantuvo apoyado en el escritorio del Señor Schneider, mientras que Emily con cuidado le curó la herida; primero le aplicó un ungüento antibacteriano y luego le puso un vendaje limpio alrededor de la palma haciendo un poco de presión para que el corte profundo no sangrara más.Aiden se fijó que su ex esposa ya no llevaba aquel anillo de compromiso y de boda que una vez él le regalo con tanto amor, que una punzada de decepción se irradió por su fuerte pecho, pero ocultó aquel dolor que le carcomía las entrañas por dentro. Se enfocó en admirar el rostro de su ex esposa detallando cada perfección de su silueta hermosa. Ella estaba igual, que parecía que los años nunca pasaban en vano. La miró y la miró con una sonrisa en sus labios al sentir nuevamente su presencia a su lado, que Emily se dio cuenta sintiendo un nudo en el estómago, pero fingió que nada pasaba.Ella ignoró sus sentimientos.Cuando ella terminó de curarle la herida, no le miró en ningún
CAPÍTULO CIENAda no quería dibujar, no quería pintar, ni tampoco le interesaba lo que decía la maestra de la guardería.Ella no quería hacer nada de nada, que se ocultó en el rincón de la sala donde estaba la ventana. Hizo vaho con su boca sobre el cristal y con su dedito dibujo una carita triste sobre el vidrio empañado, mirando fijamente el mar que rugía con mucha fuerza.Ella adoraba el mar y todo lo que ocultaba ese gran manto azul, que en un arrebato decidió escabullirse de ahí, para irse donde ella consideraba ser libre. Corrió a donde estaba su mellizo y le pinchó las costillas.—¡Auch! —gritó Elian, que seguía medio adormilado sobre la mesa cuadrada de colores—. ¿Qué?Elian la miró con el ceño fruncido.—Quielo il al baño —pidió Ada inflando sus mejillas de aire y tironeando el jersey azul de Elian—. Ve. Dile —exigió haciendo una seña con su cabeza hacia la maestra.Elian puso los ojos en blancos y se levantó de la sillita para ir a pedir permiso a la maestra, ya que, según é
CAPÍTULO CIENTO UNOEmily estaba sentada en su cubículo habitual de trabajo, había terminado de redactar su renuncia y estaba dejando todo listo para su salida, cuando Adele llegó furibunda a su escritorio colocándose detrás de ella.Los rumores de que eran un matrimonio roto ya se habían esparcido por media empresa, especulando lo peor de ella. Todos creían que Emily era la culpable de dejar a tremendo hombre, pero nadie conocía las verdaderas razones, ya que Em jamás había hablado de su vida privada y siempre fue un enigma para todos que guardo con celo y llave sus asuntos personales. —¡Es que no lo puedo creer! —exclamó la rubia—. De seguro te siguió como un psicópata hasta que te encontró —especuló ella, que Emily tan solo sonrió de lado.—Renuncie —le contó un poco abatida.—¡¿Qué?! —exclamó más fuerte Adele—. ¡¿Te volviste loca?! ¡Carajo! ¿Qué harás ahora?Emily se levantó de la silla de cuero negro sintiendo una pequeña molestia en su pecho y miró a su amiga a esos grandes oj
CAPÍTULO CIENTO DOS—Esos niños algún día te van a provocar un ataque al corazón —se volvió a burlar Adele.Emily tan solo negó con la cabeza y se dirigió a la guardería, pero antes de que pudiera escabullirse por los pasillos de la empresa, Schneider se cruzó en su camino.—Señorita Harper —dijo apenado—. Cuanto lo siento. Si lo hubiera sabido, no le habría vendido la empresa al señor Preston.Emily tan solo sonrió de boca cerrada por la comprensión del viejo y Adele se puso a su lado cruzándose de brazos y mirándolo mal.—De todos modos, no tenía por qué saberlo —comentó Emily amable—. Usted es el dueño de su empresa y sabe que es lo mejor para ella y para su bienestar. Yo tan solo soy una empleada más. Le agradezco todo lo que hizo por mí.—No tiene nada que agradecer Emily, —respondió él poniendo su mano sobre el hombro de la joven—. Pero Aiden me dijo que no despediría a nadie. ¿No piensas renunciar? ¿no? Por qué o si no, mis negociaciones habrían sido en vano.—Ya renunció y Aid
CAPÍTULO CIENTO TRESEmily bajó de sus brazos a Elian, dejándolo en el suelo, cuando percibió en su piel un pequeño adormecimiento. Las piernas le temblaron y comenzó a hiperventilar, que Adele con disimulo le sobó la espalda en círculos ascendentes. Ella inhaló y exhaló calmando la punzada de nervios que tenía en medio del estómago.Estar con su ex en la misma sala era una jodida porquería.Por otro lado, Ada saltó del regazo de su papá y corrió a los pies de mamá tironeando su pantalón ancho. —Dile mami —insistió la pequeña frunciendo sus cejas—. Dile a Elian que es papá.—Ada —dijo Em acariciando sus mejillas regordetas—. Él ya lo sabe.Aiden tragó saliva al escuchar que Emily no negó en ningún momento su paternidad. Un rayo de esperanza brilló en sus apagados ojos verdes, que se levantó de aquel sillón y caminó hasta quedar frente a Emily. Su aroma a jazmín lo enloquecía y su piel de porcelana lo tentaba a tocarla, pero apretó sus dedos en puño, para evitar comete una estupidez,
CAPÍTULO CIENTO CUATROElian arrugó sus cejas negras y Ada chilló de júbilo dando pequeños saltitos y contando los mil panoramas que quería hacer, que Em tan solo pudo mirar un tanto sorprendida, primero a su hijo y luego a su hija.—Mami —Elian tironeó la mano de Emily hacia la salida de la sala—. Me quiero ir. Vámonos de aquí.—¡No! —Ada frunció su ceño y apretó la otra mano de Emily para que no se moviera de su lado—. Vamos a salil con papá y tú vas a il.—Ya veo el dilema que se te viene —susurró Adele en la oreja de Em, que se mantenía detrás de su amiga, mirando la escena con cierto enojo, porque Aiden volvía a poner la estabilidad de Emily en una cuerda floja.Había sido meses de terapia acompañando a Em, pero Adele sabía que este era el inicio de cerrar un ciclo, para comenzar otro en donde su amiga fuera realmente feliz.Terapia de shock, así le gustaba llamarlo a ella. enfrentar los problemas a la cara y solucionarlos, era la única salida de paz que conocía, por eso Adele le