CAPÍTULO CIENTO CINCOLa pregunta de Emily desestabilizo la férrea terquedad y seguridad de Aiden. El joven empresario estaba cayendo en un bucle de la desesperación, porque sabía que hiciera lo que hiciera, Emily no volvería a confiar en él.La confianza estaba rota y destruida. —¿De verdad me preguntas eso? —cuestionó Aiden un tanto dolido.Emily estiró su brazo y tocó con las yemas de sus dedos el rostro de porcelana de Ada, quien le sonrió tierna.—Supongo que tus acciones dicen más que tus palabras —contestó ella sin dejar de admirar la hermosura de su pequeña hija.Aiden se mordió la lengua y se tensó por completo. «¡Maldición!» Pensó abatido «Ella nunca olvidará nada, ni mucho menos me perdonará» Solo sentir aquella sensación de estar metido en un pozo negro, lo hicieron querer correr de ahí.—¿Me dejaras o no Em? —preguntó perdiendo la paciencia y moviendo su pierna derecha, notablemente ansioso por no estar en el mismo sitio que su Em.—Si, es tu derecho, pero aprende a cui
CAPÍTULO CIENTO SEISEmily luego de comunicar la decisión de su dimisión a la maestra y de recuperar todas las cosas personales de los mellizos y también sacar las cosas de su cubículo, tomó el bolso llenó de recuerdos en una mano y con la otra sostuvo la manito de Elian.Salieron de aquella empresa junto Adele que tan solo los acompañó hasta el muelle. Su amiga le ayudó a llevar algunas cajas y su pequeño iba feliz, en tanto ella no podía dejar de pensar en Ada y en que iba hacer, ya que ahora no tenía trabajo. —No le hará nada —mencionó Adele apretando el hombro de Emily cuando la vio preocupada—. Fue un hijo de puta contigo, pero con Ada se ve que no le hará daño.Emily torció los labios y asintió.—Nos vemos en la casa amiga —susurró ella dándole un abrazo a Adele, cuando el único taxi del pueblo llegó a recogerla.El taxista ayudó a guardar las cajas de cartón en la maletera, pero Elian se quedó de pie sin querer subir al vehículo.—¿Qué pasa cariño? —preguntó Em.—¿Y comer? —c
CAPÍTULO CIENTO SIETEA Ada se le pasó el enojo rápidamente cuando Aiden le propuso que después de comer fueran al Acuario. Elian no estaba muy de acuerdo, pero cuando Aiden le dijo que podía ver los tiburones el aceptó a regañadientes, pero aun sintiendo un cierto recelo por aquel extraño que se suponía que era su padre.Emily no se opuso aquel panorama, porque entendió que este proceso seria largo y agotador, ya que Aiden tenía que ganarse a los mellizos como sea si en realidad quería formar lazos fraternos con ellos, pero ella no quería actuar como intermediaria, aunque su instinto se lo pidiera a gritos.Ella soñaba con recomponer y tener una familia, pero supo que a veces las familias son distintas… tan distintas como los integrantes que la componen.El silencio reino entre ellos, que era suprimido por las masticadas de Elian, quien comía pizza y por la parlanchina de Ada, que no dejaba de hablar y hablar con la boca llena de lasaña.Emily solo pidió una ensalada que ni probó, po
CAPÍTULO CIENTO OCHODespués de comer en el restaurante italiano, la familia Preston Harper llego al único Acuario del pueblo, que por cierto era el más grande y exótico que había en el mundo.Aiden sacó su billetera del bolsillo trasero y pagó las cuatro entradas a la chica rubia que estaba atendiendo en la boletería. Ella les tendió las cuatro pulseras, que eran la garantías para usar todas las instalaciones, y él las tomó en la palma de su mano.Ada de inmediato estiró su bracito para que Aiden le cerrara la pulsera en su muñeca, y Emily tomó la otra para Elian.—¿Te ayudo pequeña rosa? —preguntó el joven una vez que vio que los mellizos estaban ansiosos por entrar y aventurarse a algo desconocido para ellos.Emily se puso rígida al escuchar aquel apodo que tantos buenos recuerdos le traía, que quiso refutarle que no le dijera así, porque ya no tenía ese derecho, pero sus cuerdas vocales se cerraron como si tuviera nudos que la impidieran hablar. Tan solo asintió despacio, odiándo
CAPÍTULO CIENTO NUEVE—Son mis hijos y los quiero criar también, por eso necesito que vuelvas a Sídney conmigo —sentenció Aiden tan seguro que a Emily le dieron ganas de vomitar.Ella se levantó de aquel banquillo de madera y le dio la espalda a Aiden. Jugó con uno de sus anillos y se mordió el labio inferior con mucha fuerza. Luego observó de reojos a sus pequeños que no dejaban de sonreír mirando un mundo que ellos no conocían… un mundo lejos de la maldad.«¿Y si Aiden peleaba su custodia?»«¿Si él se los llevaba lejos de ella?»«¿Si se los quitaba para siempre?»Los ojos de Emily se llenaron de lágrimas al darse cuenta de que; aunque los mellizos estaban bien cuidados, eran amados y hasta el momento no les faltaba nada, igualmente Aiden podía contratar un abogado y valérsela de la estabilidad económica que ella no tenía. Sin trabajo y sin casa, podían ser argumentos válidos ante un juez de familia.—Em —llamó Aiden un tanto preocupado y Emily se giró a darle cara. Su rostro amable,
CAPÍTULO CIENTO DIEZ—Ada no pasa nada —dijo Aiden y se acercó a ella. Elian la soltó de la manito y la pequeña niña comenzó hacer pucheros y a refregarse los ojos cuando las primeras lágrimas se deslizaron por sus mejillas gorditas.Aiden se agachó hasta su altura y la atrajo a su pecho. Luego le sobo su espaldita.—Es normal que con mamá a veces expresemos nuestras diferencias —intentó explicarle, pero Ada solo lloró con mayor fuerza. Él la cargo en sus brazos y besó su frente—. Ya mi pequeña —la consoló—. Con mamá no vamos a volver a pelear ni a gritarnos. ¿De acuerdo?Ella asintió y luego se abrazó al cuello de Aiden.Emily se tranquilizó como pudo, pensando que era justo el ejemplo que no quería darle a sus mellizos. Respiró profundo y cuando estuvo serena, se acercó al lado de Aiden y se puso detrás de su espalda ancha y musculosa. —No va a volver a ocurrir —prometió ella tomando la mano de Ada.—¿Lo plometes?—Lo prometo mi pequeña —Y Emily besó el dorso de su hija.En tanto
CAPÍTULO CIENTO ONCE—Sin trabajo, sin casa y con pocos ahorros… —cuestionó Aiden a su ex mujer—. ¿Qué harás Emily? ¿Qué le darás a los mellizos? ¿migajas y harapos? ¿Ese es el futuro que quieres para ellos?Emily apretó sus puños a cada costado de su cuerpo y se mordió el labio con mucha fuerza que pudo saborear en la punta de su lengua su propia sangre. Lo miró dolida y decepcionada, era como si su ex marido le pegara una patada en el centro de su estómago sin ningún tipo de remordimiento.Aiden notó cruzar aquel malestar, que se arrepintió de inmediato.—Em lo siento, es que yo… —dijo Aiden e intentó acercarse a ella, pero Emily no se pudo contener más, que levantó su palma y lo abofeteó en el rostro silenciándolo de inmediato.La mejilla del joven quedo roja y pulsátil, pero él solo pudo morderse la punta de su lengua.—Sigues igual que siempre —espetó Em con un nudo en la garganta y lo empujó del pecho, pero Aiden no se movió ni un centímetro—. Pensé que habías cambiado, pero nue
CAPÍTULO CIENTO DOCEEmily dudó, pero después de unos pares de minutos de pensarlo, tomó el documento para leerlo.Desdobló aquel papel y vio lo que era: un examen de ADN de paternidad en donde Aiden y Nate comparaban los patrones genéticos para determinar la relación filial legitima de si de verdad fue Aiden quien procreó, pero esta tan solo tenía un porcentaje muy bajo, lo que significaba que eran parientes, más no el padre biológico de Nate.—Contigo…—dijo Aiden y carraspeó. Emily alzó su rostro y lo contempló a los ojos verdes vidriosos—. Estuvimos intentándolo más de un año y medio. Nunca funcionó naturalmente y si no fuera por ti Emily, por todo lo que hiciste y por todo lo que luchaste por nosotros, yo nunca hubiera sido padre.La joven tragó saliva y se mordió el labio con fuerza. Volvió a bajar su vista hacia el documento y un sentimiento de angustia recorrió cada fibra de su ser. De nuevo estaba entre hacer lo que quería o optar por lo que debía.Sus sentimientos eran una lu