CAPÍTULO NOVENTA Y NUEVEAiden se mantuvo apoyado en el escritorio del Señor Schneider, mientras que Emily con cuidado le curó la herida; primero le aplicó un ungüento antibacteriano y luego le puso un vendaje limpio alrededor de la palma haciendo un poco de presión para que el corte profundo no sangrara más.Aiden se fijó que su ex esposa ya no llevaba aquel anillo de compromiso y de boda que una vez él le regalo con tanto amor, que una punzada de decepción se irradió por su fuerte pecho, pero ocultó aquel dolor que le carcomía las entrañas por dentro. Se enfocó en admirar el rostro de su ex esposa detallando cada perfección de su silueta hermosa. Ella estaba igual, que parecía que los años nunca pasaban en vano. La miró y la miró con una sonrisa en sus labios al sentir nuevamente su presencia a su lado, que Emily se dio cuenta sintiendo un nudo en el estómago, pero fingió que nada pasaba.Ella ignoró sus sentimientos.Cuando ella terminó de curarle la herida, no le miró en ningún
CAPÍTULO CIENAda no quería dibujar, no quería pintar, ni tampoco le interesaba lo que decía la maestra de la guardería.Ella no quería hacer nada de nada, que se ocultó en el rincón de la sala donde estaba la ventana. Hizo vaho con su boca sobre el cristal y con su dedito dibujo una carita triste sobre el vidrio empañado, mirando fijamente el mar que rugía con mucha fuerza.Ella adoraba el mar y todo lo que ocultaba ese gran manto azul, que en un arrebato decidió escabullirse de ahí, para irse donde ella consideraba ser libre. Corrió a donde estaba su mellizo y le pinchó las costillas.—¡Auch! —gritó Elian, que seguía medio adormilado sobre la mesa cuadrada de colores—. ¿Qué?Elian la miró con el ceño fruncido.—Quielo il al baño —pidió Ada inflando sus mejillas de aire y tironeando el jersey azul de Elian—. Ve. Dile —exigió haciendo una seña con su cabeza hacia la maestra.Elian puso los ojos en blancos y se levantó de la sillita para ir a pedir permiso a la maestra, ya que, según é
CAPÍTULO CIENTO UNOEmily estaba sentada en su cubículo habitual de trabajo, había terminado de redactar su renuncia y estaba dejando todo listo para su salida, cuando Adele llegó furibunda a su escritorio colocándose detrás de ella.Los rumores de que eran un matrimonio roto ya se habían esparcido por media empresa, especulando lo peor de ella. Todos creían que Emily era la culpable de dejar a tremendo hombre, pero nadie conocía las verdaderas razones, ya que Em jamás había hablado de su vida privada y siempre fue un enigma para todos que guardo con celo y llave sus asuntos personales. —¡Es que no lo puedo creer! —exclamó la rubia—. De seguro te siguió como un psicópata hasta que te encontró —especuló ella, que Emily tan solo sonrió de lado.—Renuncie —le contó un poco abatida.—¡¿Qué?! —exclamó más fuerte Adele—. ¡¿Te volviste loca?! ¡Carajo! ¿Qué harás ahora?Emily se levantó de la silla de cuero negro sintiendo una pequeña molestia en su pecho y miró a su amiga a esos grandes oj
CAPÍTULO CIENTO DOS—Esos niños algún día te van a provocar un ataque al corazón —se volvió a burlar Adele.Emily tan solo negó con la cabeza y se dirigió a la guardería, pero antes de que pudiera escabullirse por los pasillos de la empresa, Schneider se cruzó en su camino.—Señorita Harper —dijo apenado—. Cuanto lo siento. Si lo hubiera sabido, no le habría vendido la empresa al señor Preston.Emily tan solo sonrió de boca cerrada por la comprensión del viejo y Adele se puso a su lado cruzándose de brazos y mirándolo mal.—De todos modos, no tenía por qué saberlo —comentó Emily amable—. Usted es el dueño de su empresa y sabe que es lo mejor para ella y para su bienestar. Yo tan solo soy una empleada más. Le agradezco todo lo que hizo por mí.—No tiene nada que agradecer Emily, —respondió él poniendo su mano sobre el hombro de la joven—. Pero Aiden me dijo que no despediría a nadie. ¿No piensas renunciar? ¿no? Por qué o si no, mis negociaciones habrían sido en vano.—Ya renunció y Aid
CAPÍTULO CIENTO TRESEmily bajó de sus brazos a Elian, dejándolo en el suelo, cuando percibió en su piel un pequeño adormecimiento. Las piernas le temblaron y comenzó a hiperventilar, que Adele con disimulo le sobó la espalda en círculos ascendentes. Ella inhaló y exhaló calmando la punzada de nervios que tenía en medio del estómago.Estar con su ex en la misma sala era una jodida porquería.Por otro lado, Ada saltó del regazo de su papá y corrió a los pies de mamá tironeando su pantalón ancho. —Dile mami —insistió la pequeña frunciendo sus cejas—. Dile a Elian que es papá.—Ada —dijo Em acariciando sus mejillas regordetas—. Él ya lo sabe.Aiden tragó saliva al escuchar que Emily no negó en ningún momento su paternidad. Un rayo de esperanza brilló en sus apagados ojos verdes, que se levantó de aquel sillón y caminó hasta quedar frente a Emily. Su aroma a jazmín lo enloquecía y su piel de porcelana lo tentaba a tocarla, pero apretó sus dedos en puño, para evitar comete una estupidez,
CAPÍTULO CIENTO CUATROElian arrugó sus cejas negras y Ada chilló de júbilo dando pequeños saltitos y contando los mil panoramas que quería hacer, que Em tan solo pudo mirar un tanto sorprendida, primero a su hijo y luego a su hija.—Mami —Elian tironeó la mano de Emily hacia la salida de la sala—. Me quiero ir. Vámonos de aquí.—¡No! —Ada frunció su ceño y apretó la otra mano de Emily para que no se moviera de su lado—. Vamos a salil con papá y tú vas a il.—Ya veo el dilema que se te viene —susurró Adele en la oreja de Em, que se mantenía detrás de su amiga, mirando la escena con cierto enojo, porque Aiden volvía a poner la estabilidad de Emily en una cuerda floja.Había sido meses de terapia acompañando a Em, pero Adele sabía que este era el inicio de cerrar un ciclo, para comenzar otro en donde su amiga fuera realmente feliz.Terapia de shock, así le gustaba llamarlo a ella. enfrentar los problemas a la cara y solucionarlos, era la única salida de paz que conocía, por eso Adele le
CAPÍTULO CIENTO CINCOLa pregunta de Emily desestabilizo la férrea terquedad y seguridad de Aiden. El joven empresario estaba cayendo en un bucle de la desesperación, porque sabía que hiciera lo que hiciera, Emily no volvería a confiar en él.La confianza estaba rota y destruida. —¿De verdad me preguntas eso? —cuestionó Aiden un tanto dolido.Emily estiró su brazo y tocó con las yemas de sus dedos el rostro de porcelana de Ada, quien le sonrió tierna.—Supongo que tus acciones dicen más que tus palabras —contestó ella sin dejar de admirar la hermosura de su pequeña hija.Aiden se mordió la lengua y se tensó por completo. «¡Maldición!» Pensó abatido «Ella nunca olvidará nada, ni mucho menos me perdonará» Solo sentir aquella sensación de estar metido en un pozo negro, lo hicieron querer correr de ahí.—¿Me dejaras o no Em? —preguntó perdiendo la paciencia y moviendo su pierna derecha, notablemente ansioso por no estar en el mismo sitio que su Em.—Si, es tu derecho, pero aprende a cui
CAPÍTULO CIENTO SEISEmily luego de comunicar la decisión de su dimisión a la maestra y de recuperar todas las cosas personales de los mellizos y también sacar las cosas de su cubículo, tomó el bolso llenó de recuerdos en una mano y con la otra sostuvo la manito de Elian.Salieron de aquella empresa junto Adele que tan solo los acompañó hasta el muelle. Su amiga le ayudó a llevar algunas cajas y su pequeño iba feliz, en tanto ella no podía dejar de pensar en Ada y en que iba hacer, ya que ahora no tenía trabajo. —No le hará nada —mencionó Adele apretando el hombro de Emily cuando la vio preocupada—. Fue un hijo de puta contigo, pero con Ada se ve que no le hará daño.Emily torció los labios y asintió.—Nos vemos en la casa amiga —susurró ella dándole un abrazo a Adele, cuando el único taxi del pueblo llegó a recogerla.El taxista ayudó a guardar las cajas de cartón en la maletera, pero Elian se quedó de pie sin querer subir al vehículo.—¿Qué pasa cariño? —preguntó Em.—¿Y comer? —c