Capítulo 5

Sus embestidas se volvieron más firmes y ella jadeaba y se retorcía. Sus piernas comenzaron a temblar y tuvo que bajarlas de los hombros de Ian. Él hizo que se pusiera boca abajo e hizo que subiera un poco sus caderas. Desde allí, tenía una vista completa de todo su cuerpo delgado; y esos glúteos con los que tanto había fantaseado y que fueron la fantasía de varias de sus noches solitarias.

Puso sus manos en sus glúteos y los apretó con fuerza, después le dio una nalgada e invistió su vagina. Ella soltó otro grito.

—¡Ian, me encanta, me duele, pero me encanta! —Exclamó Emely—. Es una de mis fantasías, deseaba algo como esto…

Ian la tomó del cabello y mordió una de sus orejas. Sacó su pene lentamente y lo introdujo con fuerza.

—¿Te refieres a esto? —le susurró en su oído.

—¡Sí, sí! —respondió ella entre un jadeo.

Pronto la vagina de Emely se acomodó al grosor del miembro de Ian y ella no sintió tanto dolor. Siguieron comiéndose a besos, Ian le enseñó a la joven a moverse, para poder
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