Capítulo 38: independencia.

El sol se filtraba tímidamente por las cortinas entreabiertas de la habitación, pintando destellos dorados sobre la cama donde Ximena permanecía recostada.

Los rayos de luz se entrelazaban con las sombras, creando un juego de luces y sombras que reflejaba el tormento interno de Ximena.

Su semblante que era usualmente radiante, ahora estaba ensombrecido por una tristeza profunda, que se reflejaba en cada línea de su rostro y en el brillo apagado de sus ojos.

Lucas, quien observaba con preocupación desde el umbral de la puerta, decidió intervenir.

Su figura se recortaba en la penumbra de la habitación, destacando su deseo genuino de ayudar a Ximena a superar su dolor.

—Ximena, necesitas comer algo. No puedes seguir así —dijo Lucas, acercándose con cautela, como si temiera romper el frágil equilibrio de la habitación.

Ximena apartó la mirada de la ventana y dirigió sus ojos vidriosos hacia Lucas, con una mezcla de tristeza y resistencia en su mirada. Sus labios temblaban ligeramente mien
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