—¿No has ido a trabajar hoy? —preguntó Ximena con una ceja alzada, observando a Lucas, quien se encontraba en la mesa de la cocina con un montón de libros esparcidos por todos lados.
—No, mañana hay examen y tengo mucho que estudiar. Si bajan mis notas, retirarán mi beca y no la puedo perder —pronunció él con frustración, dejando escapar un suspiro de preocupación. Ximena, preocupada, se acercó y se sentó al lado de él, notando el agobio en su expresión. Tomó su libreta de notas con delicadeza, como si contenera el peso de su futuro.—Creo que es un mal momento para volver a la universidad... —mencionó Ximena, fingiendo que leía un pasaje al azar en la libreta, esperando ver la reacción de Lucas.—Si es un mal momento, muchos exámenes en estas fechas... Espera, ¿qué? —preguntó Lucas sorprendido, levantando la vista de sus anotaciones. Sus ojos se posaron en el rostro de Ximena, buscando una confirmación de lo que acababa de escuchar.—Volveré a laDespués de que ella dejara de llorar, Lucas le tomó la mano con cuidado y salieron del restaurante juntos, adentrándose en la noche fresca que envolvía las calles.Caminaron en silencio por la plaza, permitiendo que el bullicio de la ciudad llenara el espacio entre ellos, como si los faroles parpadeantes y las personas que pasaban fueran cómplices mudos de su compañía.El viaje de vuelta a casa transcurrió en completo silencio, solo interrumpido por el susurro suave del viento entre los árboles y el crujir de las hojas bajo sus pies, como si la noche misma les instara a la tranquilidad.Al llegar a casa, Lucas se sorprendió al encontrar a su padre parado en la entrada, su presencia imponente arrojaba una sombra oscura sobre el umbral.—¿Quién es ese señor? —preguntó Ximena con cautela en su voz.—Es mi padre. Hablaré con él. Si quieres, ve a descansar —respondió Lucas, tratando de ocultar su preocupación.Al entrar en la casa, Xi
Dada la medianoche, ambos se fueron a dormir, cada uno en sus respectivas habitaciones. El suave murmullo de la brisa nocturna se colaba por las ventanas entreabiertas, mientras la luz de la luna iluminaba tenuemente la habitación de Lucas.Lucas no podía conciliar el sueño debido a la felicidad que cargaba en el pecho al saber que las cosas estaban marchando más que bien con Ximena. El simple hecho de que ella hubiera decidido darse una oportunidad con él lo hacía sonreír en la penumbra de su cuarto. Sin embargo, Ximena tampoco podía dormir, ya que tenía muchas cosas en la cabeza. Los pensamientos se agolpaban en su mente, creando un torbellino de emociones que la mantenía despierta.Su encuentro con los severos padres de Alejandro y cómo la miraban aún la hacían sentir una especie de escalofríos recorrer su cuerpo. Recordaba sus frías miradas clavadas en ella, como si pudieran leer sus pensamientos más profundos.Y aunque aún tenía algo muy claro en su m
Alejandro escuchó el timbre de la puerta, pero no estaba de ánimos para recibir visitas ese día. Dejó que siguiera sonando, mientras se sumergía en sus pensamientos.Entre sus papeles, Alejandro se sorprendió al encontrar un sobre con las fotografías que Camila llevó aquel día que lo confrontó por su relación con Ximena.Sacó una de las fotos y se quedó mirándola fijamente.Los rayos del sol se filtraban por la ventana, iluminando débilmente la habitación y resaltando los detalles de la fotografía en la mano de Alejandro.La expresión serena en el rostro de Ximena contrastaba con la tormenta de emociones que Alejandro sentía en su interior.—¿En verdad te he perdido para siempre? —murmuró, sus palabras eran un susurro en el silencio del despacho, mientras acariciaba con ternura la imagen de Ximena en la foto—. Perdóname, nunca debí haberte lastimado. No sabes cuánto me arrepiento.Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla,
Ximena se encontraba agotada por la tensión que dominaba su día en la universidad. Cada hora en clase se volvía una lucha interna para mantener la concentración, mientras que el ambiente a su alrededor se cargaba de hostilidad.Incluso los profesores parecían mantenerse distantes, como si temieran involucrarse en el conflicto latente entre Ximena y Paulina.Mientras tanto, Paulina no desperdiciaba la oportunidad de sembrar la discordia entre las antiguas amistades de Ximena, riéndose y murmurando a sus espaldas con un grupo de chicas que la seguían como si fueran su séquito personal.Al finalizar la última clase del día, Ximena se apresuró a salir del salón, deseando escapar de la tensión que la rodeaba. Sin embargo, su escape fue bloqueado por la figura imponente de Paulina, quien la detuvo con una sonrisa en el rostro. A su alrededor, las amigas de Paulina se agruparon como si formaran una muralla contra Ximena, aumentando la sensación de intimidación.
—Tú no lo amas, Ximena. Tú aún me... —empezó Alejandro, pero sus palabras se vieron ahogadas por la frustración en la voz de Ximena.—¿Yo aún amarte a ti? Por favor, Alejandro, no me hagas reír. ¿Por qué me trajiste a tu casa? ¿Para hablar de tu gran amor por Xiomara? ¿Para decirme que solo fui tu amante y nunca llenaría los zapatos de esa mujer? ¿Para decirme que mi hijo era un bastardo y no merecía vivir con una madre como yo? ¿Para alegrarte de que no pueda tener más hijos y así no traer más personas como yo a este mundo? Todo el mundo me juzga sin saber realmente lo que siento —dijo Ximena, con frustración, mientras el viento agitaba su cabello y el sol del atardecer la perfilaba.Alejandro suspiró, sintiendo el peso de las palabras de Ximena, y la observó en silencio por un momento, sin saber qué decir.—Ximena, lo siento de verdad. Entremos y hablemos dentro de la casa —propuso Alejandro, intentando calmar la situación, con una mirada llena de angust
—Pues empieza, debo volver a casa. No quiero preocupar a Lucas —dijo Ximena, indicando que quería seguir escuchando.Alejandro asintió y comenzó a salir del sótano, con Ximena siguiéndolo de cerca. Juntos caminaron hacia la cocina.La casa ya había sido reparada en algunas áreas y estaba semi habitable. Alejandro solía venir de vez en cuando para darle mantenimiento, por lo que había comida en la nevera y agua potable.Una vez en la cocina, Alejandro se sentó en una silla y comenzó a contar la historia.—Xiomara y yo nos conocimos en la universidad, como te conté antes. Un día se me ocurrió llevarla a casa para que conociera a mis padres. Paulina la puso a prueba y la convenció de que se vistiera de una forma más sofisticada, aunque no era su estilo. A ella le encantaban los pantalones y odiaba los vestidos. Cuando estaba lista para conocer a mis padres, nos reunimos en la cocina para disfrutar de la comida.Alejandro continuó, recordando aquellos momentos con nostalgia.—Xiomara no t
—Bernardo... comenzó a desgarrar la ropa de Xiomara, dejándola completamente desnuda. Se quitó el cinturón y bajó sus pantalones. Se subió sobre ella y abusó de Xiomara. A pesar de mis súplicas y las de ella, él no se detuvo. La tomaba con fuerza. Xiomara dejó de gritar en cuestión de minutos. Solo se quedó en silencio mientras las lágrimas descendían por sus mejillas. No pude hacer nada por ella ni por mi hija. Bernardo le dio la vuelta y la aplastó, sin importarle su embarazo. Xiomara se desangró. Después de terminar con ella, se ajustó la ropa y comenzó a patearla. Luego, se acercó a mí y me desató. Dijo que me dejaría despedirme de Xiomara solo si lograba llegar a ella. Varios de los hombres de su grupo comenzaron a golpearme en la espalda con palos. Llegué arrastrándome hasta donde estaba Xiomara y la abracé. Su respiración era irregular y su mano subió a mi mejilla ligeramente. Dijo algo sin emitir palabras y su mano cayó con fuerza. Cerró los ojos para no abrirlos jamás. Ese dí
—Alejandro me confesó toda su historia con Xiomara, Paulina, y la búsqueda de venganza que emprendía. Me advirtió que estamos en peligro, especialmente por la obsesión de Paulina hacia él, y que podríamos correr peligro si nos acercamos a él. Pero el también quiere protegerme, Lucas, Alejandro ha dicho que me ama, y está arrepentido de todo lo que me hizo, pero yo ya me he enamorado de tí.Lucas frunció el ceño mientras asimilaba las palabras de Ximena.—Entiendo. Haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte, Ximena. No permitiré que nada te suceda —pronunció Lucas con firmeza. —Ximema ¿En verdad ya no lo ama?Ximena asintió, agradecida por la promesa de protección de Lucas. Sin embargo, la preocupación aún se reflejaba en sus ojos.—Ya te dije que yo te amo a tí. ¿Qué planeas hacer al respecto? —preguntó Ximena, buscando una solución a la situación amenazante que enfrentaban.Ximena asintió con gratitud, sintiendo un poco de alivio al saber que contaba con el apoyo de Lucas. Ju