Dada la medianoche, ambos se fueron a dormir, cada uno en sus respectivas habitaciones. El suave murmullo de la brisa nocturna se colaba por las ventanas entreabiertas, mientras la luz de la luna iluminaba tenuemente la habitación de Lucas.
Lucas no podía conciliar el sueño debido a la felicidad que cargaba en el pecho al saber que las cosas estaban marchando más que bien con Ximena. El simple hecho de que ella hubiera decidido darse una oportunidad con él lo hacía sonreír en la penumbra de su cuarto. Sin embargo, Ximena tampoco podía dormir, ya que tenía muchas cosas en la cabeza. Los pensamientos se agolpaban en su mente, creando un torbellino de emociones que la mantenía despierta.Su encuentro con los severos padres de Alejandro y cómo la miraban aún la hacían sentir una especie de escalofríos recorrer su cuerpo. Recordaba sus frías miradas clavadas en ella, como si pudieran leer sus pensamientos más profundos.Y aunque aún tenía algo muy claro en su mAlejandro escuchó el timbre de la puerta, pero no estaba de ánimos para recibir visitas ese día. Dejó que siguiera sonando, mientras se sumergía en sus pensamientos.Entre sus papeles, Alejandro se sorprendió al encontrar un sobre con las fotografías que Camila llevó aquel día que lo confrontó por su relación con Ximena.Sacó una de las fotos y se quedó mirándola fijamente.Los rayos del sol se filtraban por la ventana, iluminando débilmente la habitación y resaltando los detalles de la fotografía en la mano de Alejandro.La expresión serena en el rostro de Ximena contrastaba con la tormenta de emociones que Alejandro sentía en su interior.—¿En verdad te he perdido para siempre? —murmuró, sus palabras eran un susurro en el silencio del despacho, mientras acariciaba con ternura la imagen de Ximena en la foto—. Perdóname, nunca debí haberte lastimado. No sabes cuánto me arrepiento.Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla,
Ximena se encontraba agotada por la tensión que dominaba su día en la universidad. Cada hora en clase se volvía una lucha interna para mantener la concentración, mientras que el ambiente a su alrededor se cargaba de hostilidad.Incluso los profesores parecían mantenerse distantes, como si temieran involucrarse en el conflicto latente entre Ximena y Paulina.Mientras tanto, Paulina no desperdiciaba la oportunidad de sembrar la discordia entre las antiguas amistades de Ximena, riéndose y murmurando a sus espaldas con un grupo de chicas que la seguían como si fueran su séquito personal.Al finalizar la última clase del día, Ximena se apresuró a salir del salón, deseando escapar de la tensión que la rodeaba. Sin embargo, su escape fue bloqueado por la figura imponente de Paulina, quien la detuvo con una sonrisa en el rostro. A su alrededor, las amigas de Paulina se agruparon como si formaran una muralla contra Ximena, aumentando la sensación de intimidación.
—Tú no lo amas, Ximena. Tú aún me... —empezó Alejandro, pero sus palabras se vieron ahogadas por la frustración en la voz de Ximena.—¿Yo aún amarte a ti? Por favor, Alejandro, no me hagas reír. ¿Por qué me trajiste a tu casa? ¿Para hablar de tu gran amor por Xiomara? ¿Para decirme que solo fui tu amante y nunca llenaría los zapatos de esa mujer? ¿Para decirme que mi hijo era un bastardo y no merecía vivir con una madre como yo? ¿Para alegrarte de que no pueda tener más hijos y así no traer más personas como yo a este mundo? Todo el mundo me juzga sin saber realmente lo que siento —dijo Ximena, con frustración, mientras el viento agitaba su cabello y el sol del atardecer la perfilaba.Alejandro suspiró, sintiendo el peso de las palabras de Ximena, y la observó en silencio por un momento, sin saber qué decir.—Ximena, lo siento de verdad. Entremos y hablemos dentro de la casa —propuso Alejandro, intentando calmar la situación, con una mirada llena de angust
—Pues empieza, debo volver a casa. No quiero preocupar a Lucas —dijo Ximena, indicando que quería seguir escuchando.Alejandro asintió y comenzó a salir del sótano, con Ximena siguiéndolo de cerca. Juntos caminaron hacia la cocina.La casa ya había sido reparada en algunas áreas y estaba semi habitable. Alejandro solía venir de vez en cuando para darle mantenimiento, por lo que había comida en la nevera y agua potable.Una vez en la cocina, Alejandro se sentó en una silla y comenzó a contar la historia.—Xiomara y yo nos conocimos en la universidad, como te conté antes. Un día se me ocurrió llevarla a casa para que conociera a mis padres. Paulina la puso a prueba y la convenció de que se vistiera de una forma más sofisticada, aunque no era su estilo. A ella le encantaban los pantalones y odiaba los vestidos. Cuando estaba lista para conocer a mis padres, nos reunimos en la cocina para disfrutar de la comida.Alejandro continuó, recordando aquellos momentos con nostalgia.—Xiomara no t
—Bernardo... comenzó a desgarrar la ropa de Xiomara, dejándola completamente desnuda. Se quitó el cinturón y bajó sus pantalones. Se subió sobre ella y abusó de Xiomara. A pesar de mis súplicas y las de ella, él no se detuvo. La tomaba con fuerza. Xiomara dejó de gritar en cuestión de minutos. Solo se quedó en silencio mientras las lágrimas descendían por sus mejillas. No pude hacer nada por ella ni por mi hija. Bernardo le dio la vuelta y la aplastó, sin importarle su embarazo. Xiomara se desangró. Después de terminar con ella, se ajustó la ropa y comenzó a patearla. Luego, se acercó a mí y me desató. Dijo que me dejaría despedirme de Xiomara solo si lograba llegar a ella. Varios de los hombres de su grupo comenzaron a golpearme en la espalda con palos. Llegué arrastrándome hasta donde estaba Xiomara y la abracé. Su respiración era irregular y su mano subió a mi mejilla ligeramente. Dijo algo sin emitir palabras y su mano cayó con fuerza. Cerró los ojos para no abrirlos jamás. Ese dí
—Alejandro me confesó toda su historia con Xiomara, Paulina, y la búsqueda de venganza que emprendía. Me advirtió que estamos en peligro, especialmente por la obsesión de Paulina hacia él, y que podríamos correr peligro si nos acercamos a él. Pero el también quiere protegerme, Lucas, Alejandro ha dicho que me ama, y está arrepentido de todo lo que me hizo, pero yo ya me he enamorado de tí.Lucas frunció el ceño mientras asimilaba las palabras de Ximena.—Entiendo. Haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte, Ximena. No permitiré que nada te suceda —pronunció Lucas con firmeza. —Ximema ¿En verdad ya no lo ama?Ximena asintió, agradecida por la promesa de protección de Lucas. Sin embargo, la preocupación aún se reflejaba en sus ojos.—Ya te dije que yo te amo a tí. ¿Qué planeas hacer al respecto? —preguntó Ximena, buscando una solución a la situación amenazante que enfrentaban.Ximena asintió con gratitud, sintiendo un poco de alivio al saber que contaba con el apoyo de Lucas. Ju
Ximena se sentía nerviosa mientras caminaba hacia la universidad junto a Lucas.Habían estado discutiendo sobre la necesidad de mejorar la seguridad en su casa, pero nunca imaginaron que el peligro los seguiría hasta el campus universitario.El rugido repentino de un motor cercano llamó su atención, y Ximena se giró instintivamente para ver un auto que los seguía de cerca. Su corazón empezó a latir con fuerza mientras trataba de ignorar el sentimiento de paranoia que se apoderaba de ella.Al llegar a la universidad, el ambiente parecía tenso. Los estudiantes se movían con cautela, y Ximena notó a Paulina acercándose con paso decidido, acompañada por un grupo de amigas. Su mirada era fría y desafiante.—¡Ximena, tú y yo tenemos cuentas pendientes! —exclamó Paulina, con su voz llena de rabia contenida.Ximena tragó saliva, preparándose para lo peor. Sabía que no iba a ser una conversación pacífica.—¿Qué es lo que quieres, Paulina? —preguntó Ximena, intentando mantener la calma a pesar
—Ella no se irá a vivir contigo. Sé que tienes intenciones ocultas hacia Ximena. Ella es mi novia, así que aléjate de ella —pronunció Lucas, con evidente molestia en su tono.—Lucas, me importa una mierda si es tu novia o no. Lo único que me importa es su seguridad, y contigo no estará segura jamás —respondió Alejandro, sin titubear, con su mirada desafiante hacia Lucas.—¿Contigo sí? ¿Recuerdas que le diste la espalda cuando ella más te necesitaba? —Lucas miraba a Alejandro, y este le devolvía la mirada con la firmeza de dos titanes enfrentados.—¡Ya basta! Por si no se han dado cuenta, estoy aquí —pronunció Ximena, interrumpiendo la tensa disputa. —Lucas, sé que intentas protegerme, pero bien sabes que anoche tuve el presentimiento de que alguien entró a casa. Sé que no estoy segura ahí. Creó que la única opción es lo que dice Alejandro.—¿Qué dices? ¿Ir a vivir con él? —preguntó Lucas, con incredulidad.Ximena tomó un momento para reflexionar, luego fijó su mirada en Alejandro, qui