Elizabeth.Le temí demasiado a su respuesta. La punzada en mi cabeza se intensificaba cada vez más a lo cual tuve que contemplar con claridad donde me encontraba, pues la vista hacia de las suyas al nublarmela. Intente levantarme, no obstante, al hacerlo fallo lo que provoca que cierre mis ojos escuchando a lo lejos un «Elizabeth.»No tengo en cuenta el tiempo que ha pasado solo me obligo a abrir los ojos despacio para visualizar el lugar que me encontraba. Las paredes son blancas, hay un doctor con bata que revisa una máquina supongo que son mis signos vitales y al lado de este se ubica Maxin.—Oh, ya ha despertado. Me alegra eso, señorita Sanders.—¿Qué sucedió?—Te desmayaste. Al parecer algo le ha alterado lo que causó una hipotensión. Para especificar este tema es disminución de sangre al cerebro que si llega a ser constante tenemos que proceder a hacer exámenes, si es solo hoy no hay nada de que preocuparse.«Estoy por hacerlo.» Tres palabras que no me permiten pasar el nudo que
Maxin.—Ha llegado la hora de bajar. No podemos hacer esperar a los invitados, como futuros esposos que somos hay que darles la adecuada bienvenida.—Rebecca se terminaba de perfumar, mientras que por otro lado yo me arreglaba la corbata.—Puedo ayudarte con ello.—Apártate.La fragancia en todo el ambiente me repugnaba, las náuseas me llegan con pequeñas arcadas que logro manipular manejando mi respiración inhalando y exhalando a la vez todo lo retenido en mis pulmones.No estaba al tanto de quienes son las personas que asistirían a la reunión de hoy, sin embargo, me queda claro que para mis padres era supremamente importante que yo hiciera presencia en aquel encuentro. Si este tema dependiera de mi, no me encontraría aquí arreglandome para personas que me valen una puta mierda. Mi madre fue la que me insistió, no pude excusarme, con ella no.—¡Max, ya están aquí!—el grito de Maya sobresalta en su lugar a Rebecca que se exaspera.Bajamos sin hacer esperar más a los susodichos. Provení
Elizabeth.Intuía que el agua estaba helada aunque al sentir el calor del cuerpo de Maxin me transmitía paz llevándose toda temperatura alta en su momento. Corría un riesgo inmenso el estar aquí con él en privado. No es una opción decepcionar a mis padres, jamás lo será.Maxin pretende dar iniciativa a un juego que yo ya daba por culminar.—¿Qué te hace pensar que estar así es correcto y más a media noche?—pregunto agitada cuando se aproxima a mí rozando nuestros labios. —Mi subconsciente es la que está suplantando mi cerebro ahora mismo, por lo cual se hace a cargo de cada una de mis acciones está noche. Así que todo lo que argumentes o expongas no lo responderé decentemente.Recorre mi oreja con la punta de su lengua llegando a mis labios que tengo en cuenta que se han vuelto una tentación para él. Sonrío dentro de mi percibiendo su desesperación cuando me besa sin rodeos. Un beso sabor a pecado y seducción. Somos la definición de "cordura" aunque nuestros cuerpos proclamen por el
Elizabeth.No tenía noción de las palabras que articulaba Maya. Seguramente se le había zafado un tornillo en el momento que fluyó la conversación.—¿Por qué crees que me desagrada Rebecca?—pregunto reparandola ante el anterior comentario.—Para mi no es complicado descifrar las actitudes y expresiones de las personas. Aquí entre nos, admite que esa mujer es frívola y nada simpática.Cada palabra que provenía de su boca era con completa seguridad.Niega suspirando.—El sentimiento es mutuo no hace falta que lo digas, pero, Elizabeth, puedes confiar en mí. Así como aprendí a comunicarme también me capacito para sepultar.—El compartimiento da mucho por aclarar.—asiente a mis palabras apoyándose en el estante pequeño.—Tienes que tener mucho cuidado.—incluye con mortificación.—Rebecca suele ser reservada y distante cuando lleva a cabo una estrategia enfocada en Maxin. Su estancia en esta casa es ser opresiva y pesimista llevándose con ella a mi hermano.—su voz da un cambio rotundo sona
ELIZABETH Continuamente revisaba mi celular, mientras divagaba en varias publicaciones que a diario observaba. Me asusté en el sillón en tanto esperaba que mis padres se organizarán en la mesa para poder cenar.—¡Elizabeth, ya está colocada la mesa!— corrí escaleras abajo ante el llamado de mi madre.—Beth, en esta cena de hoy que quiero creer que no va ser la última de muchas aún así, te vamos a pedir un pequeño favor.—Con sólo mirar los ojos de mi padre ya estaba segura para asentir a ello.—Los voy ayudar hasta donde tenga la capacidad.—trague fuerte porque en efecto, no tenía nada que refutar.En conclusión, les tengo que agradecer todo lo que llevaron a cabo por mi en estos largos y tortuosos años.Mi madre toma la iniciativa de hablar.—Requerimos que viajes a París con prontitud. Las vídeoconferencias no están elevando la calidad de los impuestos. Créeme que nosotros podríamos ir allá, pero como te has enterado tenemos pendientes aquí mucho más graves.— expresa desanimada.Los
Elizabeth.—Vamos evacuando y despejando los pasillos, gracias.Que obsesión la de gritarme en el puto oído.Voy caminando hacia la entrada del aeropuerto en la cual me espera Rafael, mi conductor-guardaespalda, aunque es como un amigo para mí.—¡Elizabeth, un gusto verla por acá!—lo abrazo para después ayudarme a subir los equipajes.—Gracias por venir a recogerme.—¿Al apartamento o quiere que la deje en la empresa?—niego avisándole que directamente al apartamento, ya que estoy muy cansada y exijo un reposo antes de llegar a saturarme de trabajo.De camino una camioneta azul blindada se nos cruza y con dificultad Rafael logra desviarla.—¿Qué le pasa a ese hombre? ¿No ve o qué?— Mi insulto sale disparado con cara de disgusto.«Si nos hubiera chocado, tú misma hubieras resucitado para matarlo y tener paz.»Para ser sincera.—Tranquila, debe ser que aceleró un poco y no lo tuvo en cuenta.—Rafael me mira por el retrovisor y en voz baja me dice que esté calmada.Al final ya no se inter
Maxin La jornada laboral de hoy no resultó para un carajo y la secretaria que tengo es inservible. Mañana "supuestamente" llega mi aleada a lo que debe tener muy buenos argumentos del por qué no asistió hoy a la empresa. Me interesa una m****a si está cansada, su excusa no vale nada y quiero hechos. Odio la puta impuntualidad. El chófer me pasa las llaves del Bugatti y me pierdo directamente entre las avenidas de París. Conduzco a una velocidad que no considero relevante faltando a los semáforos con policías atrás, que rápidos para estos temas. Los desvío tres minutos después llegando a la casa de mis padres. No me doy la molestia de tocar de manera que le entrego las llaves a la sirvienta ingresando de una vez. —¿Dónde están?..—giro para la sala de estar y no se encuentran en ese lugar. Me dirijo a la biblioteca principal donde los visualizo a los dos en la mesa revisando no sé que. —Hablando del rey de roma.—ironiza mi madre levantándose para proceder a abrazarme cuando llego
Elizabeth Sin necesidad de alarma me despierto, vaya que es un milagro. Me levanto con pereza y envuelvo mi cuerpo con una toalla para ir de camino a asearme.En media hora ya estoy lista para bajar por el desayuno.—Buenos días a todos.—saludo con una gran sonrisa para tomar asiento.—Buenos días señora Elizabeth, su desayuno.— Solo Elizabeth, no creo que me vea tan vieja.— reimos y levanto la tapa del plato.Los waffles con fresa y banano se ven tan deliciosos que ya la saliva se me hace agua.—Gracias.Pide permiso y se devuelve a la cocina. Inhalo el aroma del café y leche, esto simplemente me mantiene viva.Degusto la comida hasta que llega Rafael a recogerme. —Primer día, ¿lista?— asiento y termino de darle el último sorbo al café colombiano.—Si, vamos.Tomo mi cartera de la mesa y me retoco un poco antes de irnos. Aún esta nublado y el frío al hacer contacto con mi piel me hace querer maldecir.Carajo, es demasiado.—Llegamos rápido son s