¿Qué significa ser gay en un mundo en el que el amor solo pertenece a ciertas personas?
Significa ser un ave muda. Un ave muda y sin alas. Un ave muda, sin alas, ciega y solitaria.
Significa tener el corazón encadenado a una estaca de oro, con la humanidad entera tirando de las cadenas. Significa revestirse de seda bonita para ser como los demás. Significa pedir auxilio en medio del desierto.
Significa vivir encerrado en un cascarón de ti mismo, observando desde el interior el mundo, sin siquiera una oportunidad de saltar al vacío y escapar…
¿Escapar de uno mismo?
¿Por qué nos vemos obligados a escapar de lo que somos? ¿Por qué nos privan de la herencia divina de nuestra propia esencia? ¿Por qué estamos condenados a portar el disfraz de la "normalidad" por el resto de nuestras vidas?
Ethan Ashburn
Aburrido, aburrido, y… ¿y esto? Ah, sí, aburrido. No podía pensar en otra cosa, sencillamente. ¿Era necesario que algo tan simple como un discurso se prolongara tanto? A veces me parecía que él lo hacía a propósito. ¿Qué, estaba tratando de romper un récord o algo parecido? Aburrido, aburrido, mucho más que aburrido. Digo, cualquiera se siente orgulloso de sus logros, ¿pero por qué repasarlos de la misma manera año tras año? ¿Y por qué hacerlo en la ceremonia de inauguración? Cualquier día con mucho gusto nosotros los estudiantes podíamos reunirnos en el coliseo en vez de ir a clases y oírlo hablar de todas sus proezas por horas y horas, bien provistos de té y galletas. Repito: ¿Eso de verdad era necesario? Tengo sueño… A propósito de eso, no había algo que provocara más el sueño que la inspiradora rutina de oratoria de Samuel Anderson, el ilustrísimo, nobilísimo (y todo lo que termine en "ísimo") director del instit
El rubio se quedó atónito, quieto y empezó a mirarme como si tratara de hipnotizarme.—Uhm… perdón, ¿te conozco? —preguntó luego, no extrañado como yo esperaría.—¿Entonces sí eres Will? —sonreí. Mi corazón empezaba a latir cada vez más rápido a causa de la nostalgia.—S… sí, ¿pero tú quién eres?—Will, soy Ethan… —me levanté de la cama y me acerqué un poco a él— ¿qué ya no me recuerdas?A ritmo lento la expresión del chico que tenía en frente se fue suavizando, hasta que por fin abrió los ojos de par en par, ambos teñidos de infinita sorpresa.—¿Ethan?Asentí con la cabeza, sonriéndole.—¡Ethan! —exclamó, atrayéndom
Luego de haberse dado una ducha rápida y de que yo hubiera desempacado, Will y yo salimos hacia el exterior.Él era el chico nuevo.Sé que si hubiera sido ese mi caso (y lo había sido hacía dos años), la gente hubiera ignorado olímpicamente mi existencia. Sería el típico chico con el que todos chocan por los pasillos, al que nunca eligen en clase aunque se parta el alma levantando la mano, el invisible cuya vida es un misterio que a nadie le interesa resolver.Pero él… él era Will Robinson.Su entrada a la cafetería pareció llevar un efecto de cámara lenta. Comencé a cuestionarme si me había colado en una especie de película sin darme cuenta dada mi acostumbrada torpeza, una película de la que mi rubio amigo era el protagonista.Fue objeto de todas las miradas ni bien puso un pie en el lugar. Él, todo seguridad
—¿Dulce o salado? —preguntó Will.—Dulce —contesté.—Tu turno.—¿Novias?—Seis.—¿Cuántos años tienes? —le dije en tono sarcástico.—Diecisiete —rio él. Entendía mi pregunta.—Vaya —finalicé.—Solo por eso me tocan dos preguntas, te saltaste una —me advirtió cantarinamente.—Bien, tú ganas —sonreí.—¿De verdad no pasa nada entre tú y ella? —inquirió en tono juguetón subiendo y bajando las cejas varias veces.—Nada de nada —confirmé, dejando reposar mi cabeza sobre la almohada.Hacía poco que habíamos llegado de recoger nuestros respectivos horarios, y estábamos Will y yo poniéndonos al día el uno del otro como l
Mi primera clase del año, para mi buena, excelsa, hermosa, divina suerte, era Literatura. Era mi curso favorito y me encantaba, llevaba extrañándolo todo el verano.Sin embargo, al llegar al salón que mi horario me indicaba, me llevé una sorpresa que no esperaba para nada.Acababa de llegar a un aula blanca, idéntica a las otras, con mi mochila, mis libros, y mi libreta de apuntes listo para un nuevo año de hermosa literatura clásica cuando una presencia extraña llamó inmediatamente mi atención. No encontré al maestro Burke, nuestro entrañable maestro de Literatura, un hombre ya entrado en años y de adorable melena castaña ondulada. En su lugar, sentada en su silla, ocupando su lugar, su aula, su pizarrón, su curso, estaba una mujer. Una guapísima y joven mujer, me atrevería a decir que de unos veinticinco años, cabellera cast
Luego de nuestra opulenta cena de bienvenida todos nos dirigimos a nuestras habitaciones. Las luces se apagaban a las siete treinta de la noche, aún era temprano. Al llegar a mi cuarto Will ya estaba ahí. Aún vestido, tecleaba en su celular tendido sobre su cama.—Ethan —me saludó.—Hola, Will —contesté.—Adivina qué —dejó a un lado brevemente su celular para hablarme.—¿Qué? —caminé hasta mi cama y me dejé caer de espaldas, exhausto.—Volví a hablar con Valerie— sonrió, abrazando su almohada.—¿Ah sí?—Sí, y la invité a salir.—Bien por ti —le dije con timidez—. ¿Con ella hablas ahora?Asintió, mirándome con los ojos brillantes.—¿Tú tienes algo qué contar? &md
Ese día tuve Inglés, Matemática y Física antes del almuerzo en que me reuní con Johanna y Will. Era un día completamente normal. Como siempre, la castaña y yo habíamos llegado antes a la mesa, ya que Will debía detenerse cada dos pasos para saludar a alguien.—Me agrada —comentó Johanna siguiéndolo con la mirada igual que yo en lo que nos daba el encuentro en el comedor.—¿En serio?—Sí… es el primer tipo popular que me cae bien —dijo.—Eso es bueno.—Muy bueno.—Vaya que es bueno.Un choque de puños.—Buenas tardes, caballero y señorita —sonrió con voz galante sentándose frente a nosotros.—¿Y a qué se debe el buen humor, señor? —le contesté yo.—Hoy voy a salir —sonrió an
—Despierta, Bello Durmiente… —me dijo una voz cantarina.Acto seguido sentí un impacto contra mi cara, el cual solo al abrir los ojos descubrí que era una almohada.Me costó distinguir las imágenes al principio, pero cuando mis ojos se acostumbraron al golpe de luz, vi la imagen de Will frente a mí, sonriente, fragante y vesti…¿Vestido?—¿Qué hora es? —chillé, quitándome las sábanas de encima y tentando mi velador inexplicablemente.—¿Ese es tu "buenos días"? —arqueó una ceja.—Hablo en serio, ¿qué hora es? —urgí.—Las seis treinta, Eth —se rio.Mis pulmones exhalaron un hondo suspiro de alivio y me dejé caer otra vez sobre mi cama.—¿Contento? —cruzó los brazos con la misma sonrisa.—