—¿Ethan?
Nada. Los golpes en la puerta no cesaban.
—Eth, sé que estás ahí, abre la puerta.
Ya casi no podía respirar. Estaba sentado abrazando mis rodillas y con la espalda apoyada en un costado de mi cama.
—¡Ethan, abre! —más golpes—. ¿Qué fue lo que pasó? Acabo de ver a tu padre irse en su auto…
Más silencio. Y dolor consumiendo cada centímetro de mí. ¿Acaso no había nada que pudiera pararlo? Sí, sí lo había… y estaba a unos metros de mí, golpeando la puerta.
Antes que Will hubiera podido decir otra cosa, corrí a la puerta, la abrí lo más rápido que pude, y una vez frente a él lo abracé con todas mis fuerzas.
—¿Pero qué pasó, Eth? —preguntó en voz muy baja rodeándome con s
Will y yo despertamos más temprano de lo que nunca habíamos despertado desde que nos habíamos reencontrado. Nos vestimos rápidamente e hicimos nuestras maletas, lo cual no fue muy complicado, porque de hecho casi no habíamos desempacado.Will sabía en dónde estaba la habitación de sus padres. Aunque yo le había dicho que no tenía el valor para entrar con él, tal y como había hecho con la confrontación con Valerie, me había pedido que lo acompañara para que fuera un testigo externo.Tomó un poco de aire antes de entrar. Luego lo hizo, dejándome a mí tras la puerta.—Buenos días, mamá —oí que decía.Acto seguido, el sonido de un beso que yo juraría que había sido en la frente.Mi sentido de la audición era tan agudo en ese momento que me sentí asustado y orgul
La conmoción fue tan grande que me arrojé a los brazos de Will sin importarme cualquier otra cosa. Mi corazón latía frenéticamente atrapado entre mis costillas, la sangre en mis venas corría a una velocidad maratónica y las lágrimas de felicidad amenazaban con escaparse de mis ojos.¿De verdad no era una alucinación o algo parecido? Es que parecía tan irreal…—¡Te amo! —me gritó Will mientras me daba vueltas en el aire.—¡Vas a dejarme sordo, idiota! —le grité en respuesta.—¡Igual, te amo!—¡Y yo a ti!Ambos estallamos en sonoras carcajadas que debieron haberse escuchado hasta el gimnasio. Yo aún no lo podía creer. Llegué a pensar incluso que era uno de esos momentos en los que te quedas dormido y sueñas con utópicas maravillas.Ese no era, sin
Al despertar me di cuenta de que no tenía frío, lo cual era muy extraño, porque la ventana después de todo aún seguía rota.Dejé de extrañarme cuando encontré el fornido brazo de Will rodeándome. Su calor me abrigaba mucho mejor que cualquiera de mis sábanas, así que era natural que fuera él quien me había mantenido resguardado del frío por la noche.Desperté temprano, y él aún dormía. Esa había sido nuestra rutina desde el primer día de clases.Lo miré con nostalgia… y luego mordí mi labio.No podía discernir a ciencia cierta si lo de la noche anterior había sido real o se había tratado de uno de esos sueños que yo solía confundir con la realidad. No podía concebir que eso había pasado entre nosotros.Había sido el momento m&aacu
¿Qué significa ser gay en un mundo en el que el amor solo pertenece a ciertas personas?Significa ser un ave muda. Un ave muda y sin alas. Un ave muda, sin alas, ciega y solitaria.Significa tener el corazón encadenado a una estaca de oro, con la humanidad entera tirando de las cadenas. Significa revestirse de seda bonita para ser como los demás. Significa pedir auxilio en medio del desierto.Significa vivir encerrado en un cascarón de ti mismo, observando desde el interior el mundo, sin siquiera una oportunidad de saltar al vacío y escapar…¿Escapar de uno mismo?¿Por qué nos vemos obligados a escapar de lo que somos? ¿Por qué nos privan de la herencia divina de nuestra propia esencia? ¿Por qué estamos condenados a portar el disfraz de la "normalidad" por el resto de nuestras vidas?Ethan Ashburn
Aburrido, aburrido, y… ¿y esto? Ah, sí, aburrido. No podía pensar en otra cosa, sencillamente. ¿Era necesario que algo tan simple como un discurso se prolongara tanto? A veces me parecía que él lo hacía a propósito. ¿Qué, estaba tratando de romper un récord o algo parecido? Aburrido, aburrido, mucho más que aburrido. Digo, cualquiera se siente orgulloso de sus logros, ¿pero por qué repasarlos de la misma manera año tras año? ¿Y por qué hacerlo en la ceremonia de inauguración? Cualquier día con mucho gusto nosotros los estudiantes podíamos reunirnos en el coliseo en vez de ir a clases y oírlo hablar de todas sus proezas por horas y horas, bien provistos de té y galletas. Repito: ¿Eso de verdad era necesario? Tengo sueño… A propósito de eso, no había algo que provocara más el sueño que la inspiradora rutina de oratoria de Samuel Anderson, el ilustrísimo, nobilísimo (y todo lo que termine en "ísimo") director del instit
El rubio se quedó atónito, quieto y empezó a mirarme como si tratara de hipnotizarme.—Uhm… perdón, ¿te conozco? —preguntó luego, no extrañado como yo esperaría.—¿Entonces sí eres Will? —sonreí. Mi corazón empezaba a latir cada vez más rápido a causa de la nostalgia.—S… sí, ¿pero tú quién eres?—Will, soy Ethan… —me levanté de la cama y me acerqué un poco a él— ¿qué ya no me recuerdas?A ritmo lento la expresión del chico que tenía en frente se fue suavizando, hasta que por fin abrió los ojos de par en par, ambos teñidos de infinita sorpresa.—¿Ethan?Asentí con la cabeza, sonriéndole.—¡Ethan! —exclamó, atrayéndom
Luego de haberse dado una ducha rápida y de que yo hubiera desempacado, Will y yo salimos hacia el exterior.Él era el chico nuevo.Sé que si hubiera sido ese mi caso (y lo había sido hacía dos años), la gente hubiera ignorado olímpicamente mi existencia. Sería el típico chico con el que todos chocan por los pasillos, al que nunca eligen en clase aunque se parta el alma levantando la mano, el invisible cuya vida es un misterio que a nadie le interesa resolver.Pero él… él era Will Robinson.Su entrada a la cafetería pareció llevar un efecto de cámara lenta. Comencé a cuestionarme si me había colado en una especie de película sin darme cuenta dada mi acostumbrada torpeza, una película de la que mi rubio amigo era el protagonista.Fue objeto de todas las miradas ni bien puso un pie en el lugar. Él, todo seguridad
—¿Dulce o salado? —preguntó Will.—Dulce —contesté.—Tu turno.—¿Novias?—Seis.—¿Cuántos años tienes? —le dije en tono sarcástico.—Diecisiete —rio él. Entendía mi pregunta.—Vaya —finalicé.—Solo por eso me tocan dos preguntas, te saltaste una —me advirtió cantarinamente.—Bien, tú ganas —sonreí.—¿De verdad no pasa nada entre tú y ella? —inquirió en tono juguetón subiendo y bajando las cejas varias veces.—Nada de nada —confirmé, dejando reposar mi cabeza sobre la almohada.Hacía poco que habíamos llegado de recoger nuestros respectivos horarios, y estábamos Will y yo poniéndonos al día el uno del otro como l